Don Bosco y sus cruces cotidianas

La vida de Don Bosco tuvo grandes sufrimientos, pero los soportó con humildad y paciencia heroicas. Aquí queremos, en cambio, hablar de las cruces cotidianas, más pasajeras que aquéllas, pero no menos pesadas. Se trata de espinas que encontró en su camino a cada paso, espinas que en realidad aguijonearon su conciencia recta y su corazón sensible, que podrían haber desanimado a cualquiera menos a un paciente como a él. Daremos sólo algunos ejemplos de molestias de carácter principalmente económico que tuvo que soportar por culpa de otros.
Escribiendo el 25 de abril de 1876 una carta desde Roma a Don Miguel Rua, decía entre otras cosas: “Cuántas cosas, cuántos carruajes hechos y por hacer. Parecen cuentos de hadas”. Aquí el término «carrozzini» es un término piamontés utilizado por Don Bosco para indicar molestias ajenas que le traían cargas graves e inesperadas, de las que él no era la causa sino la víctima.

Tres casos significativos
El propietario de una fábrica de pasta a vapor, un tal abogado Luigi Succi de Turín, hombre muy conocido por sus obras de caridad, pidió un día a Don Bosco que le prestara su firma en una operación bancaria para retirar 40.000 liras. Como era un hombre rico del que había recibido muchos beneficios, Don Bosco cedió. Pero tres días después Succi murió, el pagaré caducó y Don Bosco avisó a sus herederos del compromiso de su difunto.
Testificó el Cardenal Juan Cagliero: “Estábamos cenando cuando entró Don Rua y le dijo a Don Bosco que los herederos no sabían ni querían saber nada de pagarés. Yo estaba sentado al lado de Don Bosco. Él tomaba su sopa y vi que entre cucharada y cucharada (ten en cuenta que era el mes de enero y el refectorio no tenía calefacción), le caían gotas de sudor de la frente al plato, pero sin aliento y sin interrumpir su modesta comida.
No había forma de hacer entrar en razón a aquellos herederos, y Don Bosco tuvo que pagar por ello. Sólo al cabo de unos diez años recuperó casi toda la suma asegurada con su firma.

Otra obra de caridad también le costó cara por la molestia que le causó. Un tal José Rua, de Turín, había inventado un dispositivo con el que elevar la custodia por encima del tabernáculo del altar en la iglesia y volverla a bajar a la mesa del altar, bajando y subiendo al mismo tiempo la cruz. Esto habría evitado los riesgos que corría el sacerdote al subir por la escalera para realizar esta función. Aquél parecía realmente un medio más sencillo y seguro de exponer el Santísimo Sacramento. Para favorecerlo, Don Bosco envió los diseños a la Sagrada Congregación de Ritos, recomendando la iniciativa. Pero la Congregación no aprobó el invento y ni siquiera quiso devolver los dibujos, alegando que tal era la práctica en tales casos. Finalmente, se hizo una excepción con él para librarle de una molestia más grave. Pero el Sr. Rua, al ver la pérdida nada despreciable de su industria, culpó de ello a Don Bosco, pleiteó contra él y exigió que el tribunal le obligara a pagar una cuantiosa indemnización. Afortunadamente, más tarde el magistrado resultó ser de una opinión muy diferente. Pero mientras tanto, durante el largo transcurso del litigio, los sufrimientos de Don Bosco no fueron pocos.

Una tercera molestia tuvo su origen en la caridad de Don Bosco. Había ideado una colecta especial en el invierno de 1872-1873. Aquel invierno fue particularmente duro, dadas las ya graves dificultades financieras públicas. Don Bosco, con el fin de procurarse medios de subsistencia para su obra en Valdocco, que en aquella época contaba con unos 800 jóvenes internos, escribió una circular enviada en sobre cerrado a los posibles contribuyentes, invitándoles a comprar boletos de diez liras cada uno como limosna y sorteando una valiosa reproducción de la Madonna di Foligno de Rafael.

Cruces que adornan la capilla Pinardi

Las autoridades públicas vieron en esta iniciativa una violación de la ley que prohibía las loterías públicas y demandaron a Don Bosco. Este, al ser interrogado, protestó diciendo que la lotería no tenía carácter especulativo, sino que consistía en un simple llamamiento a la caridad cívica, acompañado de una pequeña muestra de agradecimiento. El caso se alargó durante mucho tiempo y sólo terminó en 1875 con la sentencia del Tribunal de Apelación que condenaba “al sacerdote caballero Don Juan Bosco” a una fuerte multa por contravenir la ley de loterías. Aunque no cabía duda de que el fin que se había propuesto era loable, su buena fe no podía eximirle de la pena, ¡siendo el hecho material suficiente para establecer la contravención también porque “podía haber trascendido el fin que se proponía”!
Esta advertencia impulsó a Don Bosco a un último intento. Apeló al rey Víctor Manuel II, suplicando en virtud de un soberano perdón en favor de sus jóvenes sobre los que recaerían las consecuencias de la sentencia. Y el Soberano asintió graciosamente, concediendo el indulto. La concesión del indulto cayó en un momento en que Don Bosco estaba, entre otras cosas, todo inundado de gastos para su primera expedición de misioneros salesianos a América. Pero mientras tanto, ¡cuánta inquietud!
Aunque Don Bosco, en aras de la paz, trató siempre de evitar los litigios en los tribunales, aun así tuvo que soportarlos, obteniendo sólo a veces la absolución completa. “Summum jus summa iniuria” (rigurosa justicia, rigurosa injusticia) decía Cicerón, queriendo decir que demasiado rigor al juzgar es a menudo una gran injusticia.

El consejo del Santo
Don Bosco era tan ajeno a las discusiones y a los litigios que dejó escrito en su llamado Testamento Espiritual:
Con los extraños es necesario tolerar mucho, e incluso soportar el daño antes que llegar a discusiones.
Con las autoridades civiles y eclesiásticas hay que sufrir todo lo que se pueda honradamente, pero no llegar a discusiones ante los tribunales seculares. Puesto que, a pesar de los sacrificios y de toda buena voluntad, a veces hay que soportar discusiones y litigios, de modo que aconsejo y recomiendo que se someta la controversia a uno o dos árbitros con plenos poderes, abandonando la controversia a cualquier parecer de ellos.
De este modo se salvan las conciencias y se pone fin a asuntos, que de ordinario son muy largos y costosos, y en los que es difícil mantener la paz y la caridad cristiana
”.




Don Bosco y la Biblia

En un capítulo de la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación promulgada por el Concilio Vaticano II, que aborda “La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”, invita a todos los fieles cristianos a leer con frecuencia el Libro Sagrado.

Es un hecho que, en la época de Don Bosco, en el Piamonte, en la catequesis parroquial y escolar, la lectura personal del texto bíblico aún no se practicaba lo suficiente no era aun suficientemente practicada. En lugar de recurrir directamente a ella, se estilaba hacer una catequesis sobre la doctrina católica con ejemplos tomados de los Compendios de la Historia Sagrada.

Y así se hizo también en Valdocco.

Todo esto no quiere decir que Don Bosco no leyera y meditara personalmente la Biblia. Ya en el seminario de Chieri tuvo a su disposición la Biblia de Martini, así como conocidos comentarios como los de Calmet. Pero es un hecho que cuando estaba en el Seminario se elaboraban sobre todo tratados de carácter doctrinal más que estudios bíblicos propiamente dichos, aunque los tratados dogmáticos incluían evidentemente citas bíblicas. El clérigo Bosco no se contentó con esto y se hizo autodidacta en la materia.

En el verano de 1836, Don Cafasso, que había sido requerido, le propuso enseñar griego a los internos del Colegio del Carmine de Turín, que habían sido evacuados a Montaldo por la amenaza del cólera. Esto le impulsó a tomarse en serio la lengua griega para hacerse apto para enseñarla.

Con la ayuda de un padre jesuita con profundos conocimientos de griego, el clérigo Bosco hizo grandes progresos. En sólo cuatro meses el erudito jesuita le hizo traducir casi todo el Nuevo Testamento, y luego, durante cuatro años más, cada semana revisaba alguna composición o versión griega que el clérigo Bosco le enviaba y él revisaba puntualmente con las observaciones oportunas. «De este modo», dice el propio Don Bosco, “pude traducir el griego casi tan bien como si lo haría con el latín”.

Su primer biógrafo asegura que el 10 de febrero de 1886, ya anciano y enfermo, Don Bosco recitaba en presencia de sus discípulos por entero algunos capítulos de las Epístolas de San Pablo en griego y latín.

Por las mismas Memorias Biográficas sabemos que el clérigo Juan Bosco, en verano, en Sussambrino, donde vivía con su hermano José, solía subir a lo alto del viñedo perteneciente a Turco y allí se dedicaba a aquellos estudios a los que no había podido asistir durante el año escolar, especialmente el estudio de la Historia del Antiguo y Nuevo Testamento de Calmet, la geografía de los Santos Lugares y los principios de la lengua hebrea, adquiriendo suficientes conocimientos.

Todavía en 1884, se acordaba del estudio que había hecho del hebreo y se le oyó en Roma entrar con un profesor de lengua hebrea en la explicación de ciertas frases originales de los profetas, haciendo comparaciones con los textos paralelos de varios libros de la Biblia. También trabajaba en una traducción del Nuevo Testamento del griego.

Don Bosco, por tanto, como autodidacta, fue un cuidadoso estudioso de los escritos bíblicos y llegó a conocerlos bien.

Un día, aun siendo estudiante de teología, quiso visitar a su antiguo maestro y amigo Don Giuseppe Lacqua que vivía en Ponzano. Éste, informado de la visita propuesta, le escribió una carta en la que le decía, entre otras cosas, “cuando venga a visitarme, acuérdese de traerme los tres pequeños volúmenes de la Santa Biblia”.

Esta es una prueba clara de que el clérigo Bosco los estudiaba.

Siendo un joven sacerdote, hablaba conversando con su párroco, el teólogo Cinzano, sobre la mortificación cristiana. Don Bosco le citó entonces las palabras del Evangelio: Si quis vult post me venire, abneget semetipsum, et tollat crucem suam quotidie et sequatur me. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. El teólogo Cinzano le interrumpió diciendo:

– Usted añade una palabra, esa quotidie (= todos los días) que no está en el evangelio.

Y Don Bosco:

Esta palabra no se encuentra en tres evangelistas, pero sí en el evangelio de San Lucas. Consulte el capítulo noveno, versículo 23, y verá que no añado nada.

El buen párroco, experto en disciplinas eclesiásticas, no había reparado en el versículo de San Lucas, mientras que Don Bosco sí le había prestado atención. Varias veces Don Cinzano relató este incidente con gusto.

El compromiso de Don Bosco en Valdocco

Don Bosco, en fin, demostró de muchas otras maneras este profundo interés y estudio de la Sagrada Escritura, e hizo mucho en Valdocco para dar a conocer su contenido a sus hijos.

Si se piensa en su edición de la Historia Sagrada, publicada por primera vez en 1847 y luego reimpresa en 14 ediciones y docenas y docenas de reimpresiones hasta 1964.

Si se piensa en todos sus otros escritos relacionados con la historia bíblica, como Maniera facile per imparare la Storia Sacra, publicado por primera vez en 1850; la Vida de San Pedro, que salió en enero de 1857 como fascículo de las “Letture Cattoliche”; la Vida de San Pablo, que salió en abril del mismo año como fascículo de “Letture Cattoliche”; la Vida de San José, que salió en el fascículo de marzo de 1867 de “Letture Cattoliche”; etc.

Don Bosco, en fin, conservaba en su Breviario máximas de la Sagrada Escritura, como la siguiente: “Bonus Dominus et confortans in die tribulationis” (Nah 1, 7).

Hizo pintar frases de las Sagradas Escrituras en las paredes del pórtico de Valdocco, como la siguiente: “Omnis enim, qui petit accipit, et qui quaerit invenit, et pulsanti aperietur” (Mt 7, 8).

Desde 1853 quiso que sus alumnos clérigos de filosofía y teología estudiaran diez versículos del Nuevo Testamento cada semana y los recitaran literalmente los jueves por la mañana.

En la apertura del curso todos los clérigos sostenían el volumen de la Biblia Vulgata latina y la abrían en las primeras líneas del Evangelio de San Mateo. Pero Don Bosco, después de haber recitado la oración, comenzaba a decir en latín el versículo 18 del capítulo 16 de Mateo: “Et ego dico tibi quia tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et portae inferi non praevalebunt adversus eam”. Y yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Realmente quería que sus hijos guardaran siempre esta verdad evangélica en sus mentes y corazones.




Mensaje del Rector Mayor. Aquel joven me dijo: “mi pasión es Cristo”

Habían pasado muchos años desde la última vez que había oído esa expresión de un joven en un contexto tan desenfadado, en presencia de todos sus compañeros que se agolpaban a nuestro alrededor.

Queridos amigos del Boletín Salesiano, hemos “doblado el cabo” del año, como se dice en jerga marinera, y afrontamos el Año Nuevo. Todo comienzo posee algo mágico, y lo nuevo siempre tiene su particular encanto. El año 2023 parecía lejano y, sin embargo, aquí está. El Año Nuevo es cada vez una promesa de que alguna buena noticia llegará también para nosotros. El Año Nuevo brota de la luz y el entusiasmo que nos regaló la Navidad.

«Hay un tiempo para nacer» dice Qohelet en la Biblia. Nunca es demasiado tarde para volver a empezar. Dios siempre empieza de nuevo con nosotros, llenándonos de su bendición.
Una lección he aprendido de estos últimos años: prepararnos para las sorpresas y lo inesperado. Como dice San Pablo en una carta: «nunca un corazón humano ha podido probar lo que Dios ha preparado para los que le aman» (1Cor 2,9). El contenido de la esperanza cristiana es vivir abandonado en los brazos de Dios. Hoy han cambiado muchos modos de vivir, de expresarse, de comunicarse. Pero el corazón humano, especialmente el de los jóvenes, es siempre el mismo, como un brote en primavera, lleno de vida a punto de estallar. Los jóvenes “son” la esperanza que camina. Lo que les cuento ahora me parece muy apropiado para este saludo del Boletín Salesiano del mes de enero, el “mes de Don Bosco”.
Hace unas semanas, visité las presencias salesianas en los Estados Unidos de América (EE.UU.), y un día, a primera hora de la mañana, llegué a la escuela secundaria y preparatoria Santo Domingo Savio de Los Ángeles. Estuve varias horas con cientos de estudiantes, seguidas de una mesa redonda con cuarenta y cinco jóvenes del instituto. Hablamos de sus planes y sueños personales. Fueron unas horas muy agradables y enriquecedoras.
Al final de la mañana, compartí un sandwich con los jóvenes en el patio. Estaba sentado en una mesa de madera en el patio con mi sandwich y una botella de agua. Otros cuatro salesianos estaban conmigo en ese momento; había saludado a muchos jóvenes, algunos sentados en mesas, otros de pie. Fue un almuerzo lleno de alegría. En mi mesa había dos asientos vacíos y, en un momento dado, dos jóvenes se acercaron y se sentaron con nosotros. Naturalmente, empecé a hablar con ellos. Después de un par de minutos, uno de los jóvenes me dijo: «Quiero hacerle una pregunta». «Por supuesto, dime».
El joven dijo: «¿Qué tengo que hacer para convertirme en Papa? Quiero ser Papa»
Puse cara de sorpresa, pero sonreí. Le contesté que nunca me habían hecho una pregunta así y que me sorprendía su claridad y determinación. Se me ocurrió espontáneamente explicarle que entre tantos millones de católicos hay mucha competencia y no es tan fácil ser elegido Papa.

Rector Mayor en el Centro Juvenil de la Familia Salesiana situado en Boyle Heights, Este de Los Ángeles, EE.UU., Nov. 2022

Le propuse: «Escucha, podrías empezar por hacerte salesiano».
El joven dijo sonriendo: «Bueno, no digo que no» y añadió, muy serio: «porque lo que es seguro es que mi pasión es Cristo». Debo decir que quedé impresionado y gratamente sorprendido. Creo que hacía muchos años que no oía esa expresión de un joven en un contexto tan desenfadado, en presencia de todos sus compañeros, que ahora se agolpaban a nuestro alrededor.

El joven tenía una sonrisa genuina en la cara y le dije que me había gustado mucho su respuesta, porque entendía que era absolutamente sincera. Añadí que, si estaba de acuerdo, me gustaría relatar nuestro diálogo en otro momento y lugar, y así lo hice.
Pero ya en ese momento mis pensamientos habían volado hacia Don Bosco. Seguramente Don Bosco habría apreciado un diálogo con un joven como éste. No cabe duda de que en muchos diálogos que mantuve con Savio, Besucco, Magone, Rua, Cagliero, Francesia y muchos otros había mucho de esto, del deseo de aquellos jóvenes de hacer algo hermoso con sus vidas.
Y pensé en lo importante que es hoy, 163 años después del comienzo de la Congregación Salesiana, seguir creyendo profundamente que los jóvenes son buenos, que tienen tantas semillas de bondad en sus corazones, que tienen sueños y proyectos que a menudo llevan dentro tanta generosidad y donación.

Qué importante es seguir creyendo que es Dios quien actúa en el corazón de cada uno de nosotros, de cada uno de sus hijos e hijas.
Me parece que hoy, en nuestro tiempo, corremos el peligro de volvernos tan prácticos y eficaces a la hora de analizar todo lo que nos ocurre y experimentamos que corremos el riesgo de perder la capacidad de sorprendernos a nosotros mismos y a los demás y, lo que es más preocupante, de no dejarnos “sorprender por Dios”.
La esperanza es como un volcán en nuestro interior, como un manantial secreto que brota en nuestros corazones, como un resorte que estalla en lo más profundo de nuestras almas: nos envuelve como un torbellino divino en el que estamos insertos, por la gracia de Dios. Creo que como ayer con Don Bosco, hoy hay miles y miles de jóvenes que quieren ver a Jesús, que necesitan experimentar la amistad con él, que buscan a alguien que les acompañe en este hermoso viaje.
Les invito a unirse a ellos, queridos amigos del Boletín, y les deseo tiempo para asombrarse y tiempo para confiar, tiempo para mirar las estrellas, tiempo para crecer y madurar, tiempo para volver a esperar y amar. Les deseo tiempo para vivir cada día, cada hora como un regalo. También les deseo tiempo para perdonar, tiempo para dar a los demás y mucho tiempo para rezar, soñar y ser feliz.




Los otros invisibles Don Bosco

Los lectores del Boletín Salesiano ya conocen el viaje intercontinental que realizó hace unos años la urna de Don Bosco. Los restos mortales de nuestro santo llegaron a decenas y decenas de países de todo el mundo y permanecieron millares de ciudades y pueblos, acogidos en todas partes con admiración y simpatía. No sé qué cuerpo de santo ha viajado tan lejos y qué cuerpo de italiano ha sido recibido con tanto entusiasmo más allá de las fronteras de su propia localidad. Quizás ninguno.

Si este “viaje” es historia conocida, el viaje intercontinental de la ACSSA (Asociación de Salesianos Estudiosos de la Historia) de noviembre de 2018 a marzo de 2019 para coordinar una serie de cuatro Seminarios de Estudio promovidos por la misma Asociación en las ciudades de Bratislava (Eslovaquia), Bangkok (Tailandia), Nairobi (Kenia), Buenos Aires (Argentina) ciertamente no lo es. La quinta se celebró en Hyderabad (India) en junio de 2018.

Ahora bien: en estos viajes no he visto las casas, los colegios, las escuelas, las parroquias, las misiones, como he hecho en otras ocasiones y como puede hacer cualquiera que viaje un poco por cualquier lugar del norte al sur, del este al oeste del mundo; en cambio, me he encontrado con una historia de Don Bosco, toda por escribir.

Los otros Don Bosco

En efecto, el tema de los Seminarios de Estudio consistía en presentar figuras de Salesianos e Hijas de María Auxiliadora fallecidos que, a lo largo de un período corto o largo de su vida, se habían destacado por ser particularmente significativos y relevantes, y sobre todo habían dejado huella después de su muerte. Algunos de ellos, pues, fueron auténticos “innovadores” del carisma salesiano, capaces de inculturarlo de las formas más variadas, obviamente en absoluta fidelidad a Don Bosco y a su espíritu.

El resultado fue una galería de un centenar de hombres y mujeres del siglo XX, todos diferentes entre sí, que supieron hacerse “otro Don Bosco”: es decir, abrir los ojos a su tierra de nacimiento o de misión, tomar conciencia de las necesidades materiales, culturales y espirituales de los jóvenes que vivían allí, sobre todo de los más pobres, e “inventar” la mejor manera de satisfacerlas.

Obispos, presbíteros, religiosas, salesianos laicos, miembros de la Familia Salesiana: todas las figuras, hombres y mujeres, que sin ser santos -en nuestra investigación hemos excluido a los santos y a los que ya van camino a los altares- han realizado plenamente la misión educativa de Don Bosco en diferentes ámbitos y funciones: como educadores y presbíteros, como profesores y maestros, animadores de oratorios y centros juveniles, fundadores y directores de obras educativas, formadores de vocaciones y de nuevos institutos religiosos, como escritores y músicos, arquitectos y constructores de iglesias y colegios, artistas de la madera y de la pintura, misioneros ad gentes, testigos de la fe en la cárcel, simples salesianos y simples Hijas de María Auxiliadora. Entre ellos, no pocos han vivido a menudo una vida de duros sacrificios, superando obstáculos de todo tipo, aprendiendo lenguas muy difíciles, arriesgándose a menudo a morir por falta de condiciones sanitarias aceptables, condiciones climáticas imposibles, regímenes políticos hostiles y perseguidores, incluso atentados reales. El último de ellos ocurrió justo cuando partía hacia Nairobi: el salesiano español padre César Fernández, asesinado a sangre fría el 15 de febrero de 2018 en la frontera entre Togo y Burkina Faso. Uno de los más recientes “mártires” salesianos, podríamos llamarle, conociendo a la persona.

Una historia para conocer

La Boca, barrio de Buenos Aires, Argentina; primera misión entre los emigrantes

¿Qué podemos decir entonces? Que esto también es historia desconocida de Don Bosco, o, si queremos, de los Hijos e Hijas del santo. Si la urna del santo ha sido recibida, como decíamos, con tanto respeto y estima por las autoridades públicas y la población sencilla, incluso en países no cristianos, significa que sus Hijos e Hijas no sólo han cantado sus alabanzas -esto también se ha hecho ciertamente, ya que la imagen de Don Bosco se encuentra prácticamente en todas partes-, sino que también han realizado sus sueños: dar a conocer el amor de Dios por los jóvenes, llevar la buena nueva del Evangelio a todas partes, hasta el fin del mundo (¡en Tierra del Fuego!).

Quienes, como yo y mis colegas de ACSSA, he podido en febrero y marzo de 2018 escuchar experiencias de vida salesiana vividas en el siglo XX en unos cincuenta países de cuatro continentes, no podemos sino afirmar, como a menudo hacía Don Bosco al contemplar el impresionante desarrollo de la congregación ante sus ojos: “Aquí está el dedo de Dios”.  Si el dedo de Dios ha estado en las obras y fundaciones salesianas, también ha estado en los hombres y mujeres que han consagrado toda su existencia al ideal evangélico realizado a la manera de Don Bosco.

“¿Santos de la puerta de al lado” presentaban estos personajes? Algunos, sin duda, incluso teniendo en cuenta sus limitaciones personales, su carácter, sus caprichos y, por qué no, sus pecados (que sólo Dios conoce). Todos, sin embargo, estaban dotados de una inmensa fe, de una gran esperanza, de una fuerte caridad y generosidad, de mucho amor a Don Bosco y a las almas. Algunos entonces – (si se) piensa en los misioneros pioneros de la Patagonia- uno está tentado de llamarlos verdaderos “locos”, locos por Dios y por las almas, por supuesto.

Los resultados concretos de esta historia están a la vista de todos, pero los nombres de muchos protagonistas han permanecido casi “invisibles” hasta ahora. Podemos conocerlos leyendo “Volti di uno stesso carisma: Salesiani e Figlie di Maria Ausiliatrice nel XX secolo” (Rostros de un mismo carisma: Salesianos e Hijas de María Auxiliadora en el siglo XX), un libro multilingüe, publicado por Editrice LAS, en la serie “Associazione Cultori Storia Salesiana – Studi”. Si el mal arrastra, el bien hace lo mismo. “Bonum est diffusivum sui” (el bien se difunde por sí mimo”) escribía Santo Tomás de Aquino hace siglos. Los salesianos y salesianas presentados en nuestros Seminarios son prueba de ello; junto a ellos o siguiéndolos, otros han hecho otro tanto, hasta hoy.

Presentemos brevemente estos nuevos rostros de Don Bosco.

1 Antonio COJAZZI, presbítero 1880-1953 brillante educador Educadores en el terreno concreto EU
2 Domenico MORETTI, presbítero 1900-1989 experiencia en oratorios salesianos con los jóvenes más pobres Educadores en el terreno concreto EU
3 Samuele VOSTI, presbítero 1874-1939 creador y promotor de un oratorio festivo renovado en Valdocco Educadores en el terreno concreto EU
4 Karl ZIEGLER, presbítero 1914-1990 amante de la naturaleza y scout Educadores en el terreno concreto EU
5 Alfonsina FINCO, sor 1869-1934 dedicación a los niños abandonados Educadores en el terreno concreto EU
6 Margherita MARIANI, sor 1858-1939 Hijas de María Auxiliadora en Roma Educadores en el terreno concreto EU
7 Sisto COLOMBO, presbítero 1878-1938 hombre de cultura y alma mística Educadores en el terreno concreto EU
8 Franc WALLAND, presbítero 1887-1975 teólogo e inspector Educadores en el terreno concreto EU
9 Maria ZUCCHI, sor 1875-1949 La impronta salesiana en el Instituto Don Bosco de Mesina Educadores en el terreno concreto EU
10 Clotilde MORANO, sor 1885-1963 la enseñanza de la educación física femenina Educadores en el terreno concreto EU
11 Annetta URI, sor 1903-1989 de la cátedra a las obras: el valor de construir el futuro de la escuela Educadores en el terreno concreto EU
12 Frances PEDRICK, sor 1887-1981 la primera Hija de María Auxiliadora en graduarse en la Universidad de Oxford Educadores en el terreno concreto EU
13 Giuseppe CACCIA, hermano coadjutor 1881-1963 una vida dedicada a la publicación salesiana Educadores en el terreno concreto EU
14 Rufillo UGUCCIONI, presbítero 1891-1966 escritor para niños, evangelizador y difusor de los valores salesianos Educadores en el terreno concreto EU
15 Flora FORNARA, sor 1902-1971 una vida para el teatro educativo Educadores en el terreno concreto EU
16 Gaspar MESTRE, hermano coadjutor 1888-1962 la escuela salesiana de tallado, escultura y decoración de Sarriá (Barcelona) Educadores en el terreno concreto EU
17 Wictor GRABELSKI, presbítero 1857-1902 precursor de la obra salesiana en Polonia Educadores en el terreno concreto EU
18 Antoni HLOND, presbítero 1884-1963 músico, compositor, fundador de una escuela de organistas Iniciadores EU
19 Carlo TORELLO, presbítero 1886-1967 devoción popular y memoria cívica en latín Iniciadores EU
20 Jan KAJZER hermano coadjutor 1892-1976 ingeniero coautor del estilo «art decò» polaco y modernizador de la escuela profesional salesiana de Oświęcim Iniciadores EU
21 Antonio CAVOLI, presbítero 1888-1972 fundador de una congregación religiosa en Japón inspirada en el carisma salesiano Iniciadores EU
22 Iside MALGRATI, sor 1904-1992 salesiana innovadora en la imprenta, la escuela y la formación profesional Iniciadores EU
23 Anna JUZEK, sor 1879-1957 contribución al establecimiento de las obras de las Hijas de María Auxiliadora en Polonia Iniciadores EU
24 Mária ČERNÁ, sor 1928-2011 fundación del renacimiento de las Hijas de María Auxiliadora en Eslovaquia Iniciadores EU
25 Antonio SALA, presbítero 1836-1895 ecónomo de Valdocco y ecónomo general de la primera hora salesiana Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
26 Francesco SCALONI, presbítero 1861-1926 una extraordinaria figura de superior salesiano Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
27 Luigi TERRONE, presbítero 1875-1968 maestro de novicios y director Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
28 Marcelino OLAECHEA, Monseñor 1889-1972 promotor de viviendas para trabajadores Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
29 Stefano TROCHTA, Cardenal 1905-1974 mártir del nazismo y del comunismo Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
30 Alba DEAMBROSIS, sor 1887-1964 constructora de la obra femenina salesiana en la zona de lengua alemana Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
31 Virginia FERRARO ORTÍ, sor 1894-1963 de sindicalista a directora salesiana Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos EU
32 Raffaele PIPERNI, presbítero 1842-1930 párroco ‘mediador’ de la integración de los inmigrantes italianos en la popular San Francisco Pioneros en una misión AM, AS, AF
33 Remigio RIZZARDI, presbítero 1863-1912 el padre de la apicultura en Colombia Pioneros en una misión AM, AS, AF
34 Carlos PANE, presbítero 1856-1923 pionero de la presencia salesiana en España y Perú Pioneros en una misión AM, AS, AF
35 Florencio José MARTÍNEZ EMBODAS, presbítero 1894-1971 una manera salesiana de construir Pioneros en una misión AM, AS, AF
36 Martina PETRINI PRADO, sor 1874-1965 Hijas de María Auxiliadora; orígenes en un Uruguay en camino de modernización Pioneros en una misión AM, AS, AF
37 Anna María COPPA, sor 1891-1973 fundadora y rostro de la primera escuela católica de Ecuador Pioneros en una misión AM, AS, AF
38 Rose MOORE, sor 1911-1996 pionera en la rehabilitación de jóvenes tailandeses ciegos Pioneros en una misión AM, AS, AF
39 Mirta MONDIN, sor 1922-1977 los orígenes de la primera escuela católica femenina de Gwangju (Corea) Pioneros en una misión AM, AS, AF
40 Terezija MEDVEŠEK, sor 1906-2001 valiente misionera en el noreste de la India Pioneros en una misión AM, AS, AF
41 Nancy PEREIRA, sor 1923-2010 incansable dedicación a los pobres Pioneros en una misión AM, AS, AF
42 Jeanne VINCENT, sor 1915-1997 uno de los primeros misioneros en Port-Gentil, Gabón Pioneros en una misión AM, AS, AF
43 Maria Gertrudes DA ROCHA, sor 1933-2017 misionero y ecónomo en Mozambique Pioneros en una misión AM, AS, AF
44 Pietro GIACOMINI, Monseñor 1904-1982 florecimiento de una obediencia Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos AM, AS, AF
45 José Luis CARREÑO ECHANDIA, presbítero 1905-1986 un misionero polifacético con una opción preferencial por los pobres Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos AM, AS, AF
46 Catherine MANIA, sor 1903-1983 primera inspectora del noreste de la India Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos AM, AS, AF
47 William Richard AINSWORTH, presbítero 1908-2005 un ensayo sobre el liderazgo salesiano moderno Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos AM, AS, AF
48 Blandine ROCHE, sor 1906-1999 la presencia salesiana en los años difíciles del Túnez posterior a la independencia Salesianos de Don Bosco e Hijas de María Auxiliadora en puestos directivos AM, AS, AF