Las loterías: auténticas empresas

Don Bosco no fue solo un incansable educador y pastor de almas, sino también un hombre de extraordinaria iniciativa, capaz de inventar soluciones nuevas y valientes para sostener sus obras. Las necesidades económicas del Oratorio de Valdocco, en continua expansión, lo impulsaron a buscar medios cada vez más eficaces para garantizar comida, alojamiento, escuela y trabajo a miles de muchachos. Entre estos, las loterías representaron una de las intuiciones más ingeniosas: verdaderas empresas colectivas que involucraban a nobles, sacerdotes, benefactores y ciudadanos comunes. No era sencillo, ya que la legislación piamontesa regulaba con rigor las loterías, permitiendo su organización a particulares solo en casos bien definidos. Y no se trataba solo de recaudar fondos, sino de crear una red de solidaridad que uniera a la sociedad turinesa en torno al proyecto educativo y espiritual del Oratorio. La primera, en 1851, fue una aventura memorable, llena de imprevistos y éxitos.

El mucho dinero que llegaba a las manos de Don Bosco permanecía allí poco tiempo, ya que se utilizaba inmediatamente para proporcionar comida, alojamiento, escuela y trabajo a decenas de miles de muchachos o para construir colegios, orfanatos e iglesias o para apoyar las misiones en Sudamérica. Sus cuentas, como sabemos, estaban siempre en números rojos; las deudas le acompañaron durante toda su vida.
Ahora bien, entre los medios inteligentemente adoptados por Don Bosco para financiar sus obras podemos sin duda presentar las loterías: unas quince fueron organizadas por él, tanto pequeñas como grandes. La primera, modesta, fue la de Turín en 1851 a favor de la iglesia de San Francisco de Sales en Valdocco y la última, grandiosa, a mediados de la década de 1880, fue la destinada a sufragar los inmensos gastos de la iglesia y el Hospicio del Sagrado Corazón en la estación Termini de Roma.
Una verdadera historia de tales loterías aún no ha sido escrita, aunque no faltan fuentes al respecto. Sólo con referencia a la primera, la de 1851, nosotros mismos hemos recuperado una docena de inéditos. Con ellas reconstruimos su tormentosa historia en dos episodios.

Solicitud de autorización
Según la ley del 24 de febrero de 1820 – modificada por las Reales Patentes de enero de 1835 y por las Instrucciones de la Compañía General de las Reales Finanzas del 24 de agosto de 1835 y más tarde por las Reales Patentes del 17 de julio de 1845 – se requería una autorización gubernamental previa para cualquier lotería nacional (Reino de Cerdeña).
Para Don Bosco se trataba ante todo de tener la certeza moral de tener éxito en el proyecto. La tuvo gracias al apoyo económico y moral de los primeros benefactores: las nobles familias Callori y Fassati y el canónigo Anglesio de Cottolengo. Así pues, se lanzó a lo que resultaría ser una auténtica empresa. En poco tiempo, consiguió crear una comisión organizadora, compuesta inicialmente por dieciséis personalidades de renombre, ampliada más tarde a veinte. Entre ellas se encontraban numerosas autoridades civiles oficialmente reconocidas, como un senador (nombrado tesorero), dos tenientes de alcalde, tres concejales municipales; después, prestigiosos sacerdotes como los teólogos Pietro Baricco, teniente de alcalde y secretario de la Comisión, Giovanni Borel, capellán de la corte, Giuseppe Ortalda, director de la Opera Pia di Propaganda Fide, Roberto Murialdo, cofundador del Collegio degli Artigianelli y de la Asociación de Caridad; y por último, hombres experimentados como un ingeniero, un estimado orfebre, un comerciante mayorista, etc. Todas personas en su mayoría con propiedades, conocidas de Don Bosco y “vecinas” a la obra de Valdocco.
Completada la Comisión, a principios de diciembre de 1851 Don Bosco remitió la petición formal al Intendente General de Finanzas, Cavalier Alessandro Pernati di Momo (futuro Senador y Ministro del Interior del Reino) así como “amigo” de la obra de Valdocco.

El llamamiento a las donaciones
A la solicitud de autorización adjuntó una circular muy interesante en la que, tras esbozar una conmovedora historia del Oratorio -apreciado por la familia real, las autoridades gubernamentales y las municipales-, señalaba que la constante necesidad de ampliar la Obra de Valdocco para acoger cada vez a más jóvenes, estaba consumiendo los recursos económicos de la caridad privada. Por ello, para sufragar los gastos de finalización de la nueva capilla en construcción, se tomó la decisión de apelar a la caridad pública mediante una lotería de donativos que se ofrecerían espontáneamente: “Este medio consiste en una lotería de objetos, que el abajo firmante tuvo la idea de emprender para sufragar los gastos de finalización de la nueva capilla, y a la que su señoría querrá sin duda prestar su apoyo, reflexionando sobre la excelencia de la obra a la que va dirigida. Cualquiera que sea el objeto que su señoría quiera ofrecer, ya sea de seda, lana, metal o madera, o la obra de un artista reputado, o de un modesto obrero, o de un esforzado artesano, o de un caritativo gentilhombre, todo será aceptado con gratitud, porque en materia de caridad, toda pequeña ayuda es una gran cosa, y porque las ofrendas, incluso pequeñas, de muchos juntos pueden bastar para completar la obra deseada”.
En la circular también indicaba los nombres de los promotores, a los que se podían entregar los donativos, y de las personas de confianza que luego los recogerían y custodiarían. Entre los 46 promotores había diversas categorías de personas: profesionales, profesores, empresarios, estudiantes, clérigos, tenderos, comerciantes, sacerdotes; en cambio, entre los cerca de 90 promotores parecían prevalecer las mujeres de la nobleza (baronesa, marquesa, condesa y sus asistentes).
No dejó de adjuntar a la solicitud el “plan de lotería” en todos sus múltiples aspectos formales: recogida de los objetos, recepción de la entrega de los objetos, valoración de los mismos, boletos autentificados que debían venderse en número proporcional al número y valor de los objetos, exposición de los mismos al público, sorteo de los ganadores, publicación de los números extraídos, momento de la recogida de los premios, etc. Una serie de tareas exigentes que Don Bosco no eludió. La capilla Pinardi ya no era suficiente para sus jóvenes: necesitaban una iglesia más grande, la proyectada de San Francisco de Sales (¡una docena de años más tarde necesitarían otra aún más grande, la de María Auxiliadora!)

Respuesta positiva
Dada la seriedad de la iniciativa y la alta “calidad” de los miembros de la Comisión proponente, la respuesta de la Intendencia sólo podía ser positiva e inmediata. El 17 de diciembre, el mencionado teniente de alcalde Pietro Baricco transmitió a Don Bosco el decreto relativo, con la invitación a transmitir copias de los futuros actos formales de la lotería a la administración municipal, responsable de la regularidad de todos los requisitos legales. En ese momento, antes de Navidad, Don Bosco envió la circular mencionada a la imprenta, la hizo circular y comenzó a recoger regalos.
Le dieron dos meses para hacerlo, ya que durante el año también se celebraban otras loterías. Sin embargo, los regalos llegaron lentamente, por lo que a mediados de enero Don Bosco se vio obligado a reimprimir la circular anterior y pidió la colaboración de todos los jóvenes de Valdocco y amigos para escribir direcciones, visitar a bienhechores conocidos, dar publicidad a la iniciativa y recoger los regalos.
Pero “lo mejor” aún estaba por llegar.

La sala de exposiciones
Valdocco no tenía espacio para exponer los regalos, así que Don Bosco pidió al teniente de alcalde Baricco, tesorero de la comisión de lotería, que solicitara al Ministerio de la Guerra tres salas en la parte del convento de Santo Domingo que estaba a disposición del ejército. Los padres dominicos accedieron. El ministro Alfonso Lamarmora se las concedió el 16 de enero. Pero pronto Don Bosco se dio cuenta de que no serían lo suficientemente grandes, así que pidió al rey, a través del limosnero, el abad Stanislao Gazzelli, una habitación más grande. El superintendente real Pamparà le dijo que el rey no disponía de un local adecuado y le propuso alquilarlo para el juego del Trincotto (o pallacorda: una especie de tenis de mano ante litteram) a sus expensas. Este local, sin embargo, sólo estaría disponible durante el mes de marzo y bajo ciertas condiciones. Don Bosco rechazó la propuesta, pero aceptó las 200 liras que le ofrecía el rey por el alquiler del local. Entonces fue en busca de otra sala y encontró una adecuada por recomendación del ayuntamiento, detrás de la iglesia de Santo Domingo, a unos cientos de metros de Valdocco.

Llegada de los regalos
Mientras tanto, Don Bosco había solicitado al ministro de Hacienda, el famoso conde Camillo Cavour, una reducción o exención en el coste del franqueo de las cartas circulares, los billetes y los propios regalos. A través del hermano del conde, el muy religioso marqués Gustavo di Cavour, recibió la aprobación de varias reducciones postales.
Ahora se trataba de encontrar un experto que evaluara el importe de los regalos y el consiguiente número de billetes a vender. Don Bosco preguntó al Intendente y también sugirió su nombre: un orfebre que era miembro de la Comisión. El Intendente, sin embargo, contestó a través del alcalde pidiéndole una copia doble de los regalos llegados para nombrar a su propio experto. Don Bosco llevó a cabo inmediatamente la petición y así el 19 de febrero el experto valoró los 700 objetos recogidos en 4124,20 liras. Al cabo de tres meses se llegó a los 1000 regalos, al cabo de cuatro meses a los 2000, hasta llegar a los 3251 regalos, gracias a las continuas “pesquisas” de Don Bosco con particulares, sacerdotes y obispos y a sus repetidas peticiones formales a la Comuna para que ampliara el plazo de extracción. Don Bosco tampoco dejó de criticar la estimación que hacía el tasador municipal de los regalos que llegaban continuamente, que según él era inferior a su valor real; y de hecho se añadieron otros tasadores, especialmente un pintor para las obras de arte.
La cifra final fue tal que se autorizó a Don Bosco a emitir 99.999 billetes al precio de 50 céntimos cada uno. Al catálogo ya impreso con los regalos numerados con el nombre del donante y de los promotores se añadió un suplemento con los últimos regalos llegados. Entre ellos estaban los del Papa, el Rey, la Reina Madre, la Reina Consorte, diputados, senadores, autoridades municipales, pero también mucha gente humilde, sobre todo mujeres, que ofrecían objetos y enseres domésticos, incluso de poco valor (vaso, tintero, vela, jarra, sacacorchos, gorra, dedal, tijeras, lámpara, cinta métrica, pipa, llavero, jabón, sacapuntas, azucarero). Los regalos más ofrecidos fueron libros, 629 de ellos, y cuadros, 265. Incluso los chicos de Valdocco compitieron por ofrecer su propio pequeño regalo, tal vez un librito que les había regalado el propio Don Bosco.

Un trabajo ingente hasta que se sortearon los números
Llegados a este punto era necesario imprimir los boletos en una serie progresiva en dos formas (talón pequeño y boleto), hacer firmar ambos por dos miembros de la comisión, enviar el boleto con una nota, documentar el dinero recaudado A muchos benefactores se les enviaron docenas de boletos, con una invitación a quedárselos o a pasárselos a amigos y conocidos.
La fecha del sorteo, fijada inicialmente para el 30 de abril, se aplazó al 31 de mayo y después al 30 de junio, para celebrarse a mediados de julio. Este último aplazamiento se debió a la explosión del polvorín de Borgo Dora que devastó la zona de Valdocco.
Durante dos tardes, los días 12 y 13 de julio de 1852, se sortearon boletos en el balcón del ayuntamiento. Cuatro urnas de rueda de diferentes colores contenían 10 balas (del 0 al 9) idénticas y del mismo color que la rueda. Introducidas una a una por el teniente de alcalde en las urnas, y puestas a girar, ocho jóvenes del Oratorio realizaron la operación y el número sorteado fue proclamado en voz alta y luego publicado en la prensa. Muchos regalos quedaron en el Oratorio, donde fueron reutilizados posteriormente.

¿Mereció la pena?
Por los cerca de 74.000 boletos vendidos, una vez deducidos los gastos, a Don Bosco le quedaron unas 26.000 liras, que repartió a partes iguales con la obra vecina del Cottolengo. Un pequeño capital, desde luego (la mitad del precio de compra de la casa de campo Pinardi el año anterior), pero el mayor resultado del agotador trabajo al que se sometió para llevar a cabo la lotería -documentado por docenas de cartas a menudo inéditas- fue la implicación directa y sentida de miles de personas de todas las clases sociales en su “incipiente proyecto de Valdocco”: en darlo a conocer, apreciarlo y luego apoyarlo económica, social y políticamente.
Don Bosco recurrió muchas veces a las loterías y siempre con un doble objetivo: recaudar fondos para sus obras en favor de los niños pobres, para las misiones, y ofrecer vías para que los creyentes (y los no creyentes) practicaran la caridad, el medio más eficaz, como repetía continuamente, para “obtener el perdón de los pecados y asegurarse la vida eterna”.

“Siempre he necesitado de todos” Don Bosco
Al senador Giuseppe Cotta
Giuseppe Cotta, banquero, fue un gran benefactor de Don Bosco. Se conserva en los archivos la siguiente declaración en papel timbrado fechada el 5 de febrero de 1849: “Los abajo firmantes sacerdotes T. Borrelli Gioanni de Turín y D. Bosco Gio di Castelnuovo d’Asti se declaran deudores de tres mil francos al Excelentísimo Cavaliere Cotta que se los prestó para una obra pía. Esta suma deberá ser reembolsada por los abajo firmantes en un año con los intereses legales”. Firmado Sacerdote Giovanni Borel, D. Bosco Gio.
Al pie de la misma página y en la misma fecha el P. Cafasso Giuseppe escribe: “El abajo firmante da las gracias claramente al Excelentísimo Señor. Cav. Cotta por lo antedicho y al mismo tiempo se hace fiador del mismo por la suma mencionada”. Al pie de la página, Cotta firma que recibió 2.000 liras el 10 de abril de 1849, otras 500 liras el 21 de julio de 1849 y el saldo el 4 de enero de 1851.




Don José Luis Carreño, misionero salesiano

Don José Luis Carreño (1905-1986) fue descrito por el historiador Joseph Thekkedath como “el salesiano más amado del sur de la India” en la primera mitad del siglo XX. En todos los lugares donde vivió —ya fuera en la India británica, en la colonia portuguesa de Goa, en Filipinas o en España— encontramos salesianos que guardan con cariño su memoria. Extrañamente, sin embargo, aún no disponemos de una biografía adecuada de este gran salesiano, salvo la extensa carta mortuoria redactada por don José Antonio Rico: “José Luis Carreño Etxeandía, obrero de Dios”. Esperamos que pronto se pueda llenar este vacío. Don Carreño fue uno de los artífices de la región del sur de Asia, y no podemos permitirnos olvidarlo.

José-Luis Carreño Etxeandía nació en Bilbao, España, el 23 de octubre de 1905. Quedó huérfano de madre a la tierna edad de ocho años y fue acogido en la casa salesiana de Santander. En 1917, a los doce años, ingresó en el aspirantado de Campello. Recuerda que en aquellos tiempos “no se hablaba mucho de Don Bosco… Pero para nosotros un Don Binelli era un Don Bosco, sin mencionar a Don Rinaldi, entonces Prefecto General, cuyas visitas nos dejaban una sensación sobrenatural, como cuando los mensajeros de Yahvé visitaron la tienda de Abraham”.

Después del noviciado y postnoviciado, realizó el internado como asistente de los novicios. Debía ser un clérigo brillante, porque de él escribe don Pedro Escursell al Rector Mayor: “Estoy hablando justo ahora con uno de los clérigos modelo de esta casa. Es asistente en la formación del personal de esta Inspectoría; me dice que hace tiempo pidió ser enviado a las misiones y dice que renunció a pedirlo porque no recibe respuesta. Es un joven de gran valor intelectual y moral.”

En la víspera de su ordenación sacerdotal, en 1932, el joven José-Luis escribió directamente al Rector Mayor, ofreciéndose para las misiones. La oferta fue aceptada y fue enviado a la India, donde desembarcó en Mumbai en 1933. Apenas un año después, cuando se creó la Inspectoría del sur de la India, fue nombrado maestro de novicios en Tirupattur: tenía solo 28 años. Con sus extraordinarias cualidades de mente y corazón, se convirtió rápidamente en el alma de la casa y dejó una profunda impresión en sus novicios. “Nos conquistó con su corazón paternal”, escribe uno de ellos, el arzobispo Hubert D’Rosario de Shillong.

Don Joseph Vaz, otro novicio, contaba a menudo cómo Carreño se dio cuenta de que él temblaba de frío durante una conferencia. “Espera un momento, hombre,” dijo el maestro de novicios y salió. Poco después regresó con un suéter azul que le entregó a Joe. Joe notó que el suéter estaba extrañamente caliente. Luego recordó que bajo la sotana su maestro llevaba algo azul… que ahora ya no estaba. Carreño le había dado su propio suéter.

En 1942, cuando el gobierno británico en la India internó a todos los extranjeros provenientes de países en guerra con Gran Bretaña, Carreño, siendo ciudadano de un país neutral, no fue molestado. En 1943 recibió un mensaje a través de Radio Vaticana: debía tomar el lugar de don Eligio Cinato, inspector de la inspectoría del sur de la India, también internado. En el mismo período, el arzobispo salesiano Louis Mathias de Madras-Mylapore lo invitó a ser su vicario general.

En 1945 fue oficialmente nombrado inspector, cargo que desempeñó de 1945 a 1951. Uno de sus primeros actos fue consagrar la Inspectoría al Sagrado Corazón de Jesús. Muchos salesianos estaban convencidos de que el extraordinario crecimiento de la Inspectoría del Sur se debió precisamente a este gesto. Bajo la guía de don Carreño, las obras salesianas se duplicaron. Uno de sus actos más visionarios fue el inicio de un colegio universitario en el remoto y pobre pueblo de Tirupattur. Il Sacred Heart College terminaría transformando todo el distrito.

También fue Carreño el principal artífice de la “indianización” del rostro salesiano en la India, buscando desde el principio vocaciones locales, en lugar de depender exclusivamente de misioneros extranjeros. Una elección que resultó providencial: primero, porque el flujo de misioneros extranjeros cesó durante la guerra; luego, porque la India independiente decidió no conceder más visas a nuevos misioneros extranjeros. “Si hoy los salesianos en India son más de dos mil, el mérito de este crecimiento se debe a las políticas iniciadas por don Carreño,” escribe don Thekkedath en su historia de los salesianos en India.

Don Carreño, como dijimos, no solo fue inspector, sino también vicario de monseñor Mathias. Estos dos grandes hombres, que se estimaban profundamente, eran sin embargo muy diferentes en temperamento. El arzobispo era partidario de medidas disciplinarias severas hacia los confrades en dificultades, mientras don Carreño prefería procedimientos más suaves. El visitador extraordinario, don Albino Fedrigotti, parece haber dado la razón al arzobispo, definiendo a don Carreño como “un excelente religioso, un hombre de gran corazón”, pero también “un poco demasiado poeta”.

No faltó tampoco la acusación de ser un mal administrador, pero es significativo que una figura como don Aurelio Maschio, gran procurador y arquitecto de las obras salesianas de Mumbai, rechazara con firmeza tal acusación. En realidad, don Carreño era un innovador y un visionario. Algunas de sus ideas —como la de involucrar voluntarios no salesianos para un servicio de algunos años— eran, en aquel entonces, vistas con recelo, pero hoy son ampliamente aceptadas y activamente promovidas.

En 1951, al término de su mandato oficial como inspector, a Carreño se le pidió regresar a España para ocuparse de los Salesianos Cooperadores. No era esta la verdadera razón de su partida, después de dieciocho años en la India, pero Carreño aceptó con serenidad, aunque no sin dolor.

En 1952 se le pidió ir a Goa, donde permaneció hasta 1960. “Goa fue amor a primera vista,” escribió en Urdimbre en el telar. Goa, por su parte, lo acogió en el corazón. Continuó la tradición de los salesianos que servían como directores espirituales y confesores del clero diocesano, y fue incluso patrón de la asociación de escritores en lengua konkani. Sobre todo, gobernó la comunidad de Don Bosco Panjim con amor, cuidó con extraordinaria paternidad a los muchos niños pobres y, una vez más, se dedicó activamente a la búsqueda de vocaciones a la vida salesiana. Los primeros salesianos de Goa —personas como Thomas Fernández, Elías Díaz y Rómulo Noronha— contaban con lágrimas en los ojos cómo Carreño y otros pasaban por el Goa Medical College, justo al lado de la casa salesiana, para donar sangre y así obtener algunas rupias con las que comprar alimentos y otros bienes para los niños.

En 1961 tuvieron lugar la acción militar india y la anexión de Goa. En ese momento don Carreño se encontraba en España y ya no pudo regresar a la tierra amada. En 1962 fue enviado a Filipinas como maestro de novicios. Acompañó solo a tres grupos de novicios, porque en 1965 pidió regresar a España. En el origen de su decisión había una seria divergencia de visión entre él y los misioneros salesianos provenientes de China, y especialmente con don Carlo Braga, superior de la visitaduría. Carreño se opuso firmemente a la política de enviar a los jóvenes salesianos filipinos recién profesos a Hong Kong para estudios de filosofía. Como sucedió, al final los superiores aceptaron la propuesta de retener a los jóvenes salesianos en Filipinas, pero para entonces la solicitud de Carreño de regresar a su país ya había sido aceptada.

Don Carreño pasó solo cuatro años en Filipinas, pero también allí, como en India, dejó una huella imborrable, “una contribución inconmensurable y crucial a la presencia salesiana en Filipinas”, según las palabras del historiador salesiano Nestor Impelido.

De regreso en España, colaboró con las Procuradurías Misioneras de Madrid y New Rochelle, y en la animación de las inspectorías ibéricas. Muchos en España aún recuerdan al viejo misionero que visitaba las casas salesianas, contagiando a los jóvenes con su entusiasmo misionero, sus canciones y su música.

Pero en su imaginación creativa estaba tomando forma un nuevo proyecto. Carreño se dedicó con todo el corazón al sueño de fundar un Pueblo Misionero con dos objetivos: preparar jóvenes misioneros —principalmente provenientes de Europa del Este— para América Latina; y ofrecer un refugio para misioneros “jubilados” como él, quienes también podrían servir como formadores. Tras una larga y dolorosa correspondencia con los superiores, el proyecto finalmente tomó forma en el Hogar del Misionero en Alzuza, a pocos kilómetros de Pamplona. La componente vocacional misionera nunca despegó, y fueron muy pocos los misioneros mayores que se unieron efectivamente a Carreño. Su principal apostolado en estos últimos años siguió siendo el de la pluma. Dejó más de treinta libros, entre ellos cinco dedicados a la Santa Síndone, a la que estaba particularmente devoto.

Don José-Luis Carreño murió en 1986 en Pamplona, a los 81 años. A pesar de los altibajos de su vida, este gran amante del Sagrado Corazón de Jesús pudo afirmar, en el jubileo de oro de su ordenación sacerdotal: “Si hace cincuenta años mi lema como joven sacerdote era ‘Cristo es todo’, hoy, viejo y abrumado por su amor, lo escribiría en letras de oro, porque en realidad CRISTO ES TODO”.

don Ivo COELHO, sdb




Beatificación de Camille Costa de Beauregard. ¿Y después…?

La diócesis de Saboya y la ciudad de Chambéry vivieron tres jornadas históricas, el 16, 17 y 18 de mayo de 2025. Un relato de los hechos y las perspectivas futuras.

Las reliquias de Camille Costa de Beauregard fueron trasladadas desde Bocage a la iglesia de Notre-Dame (lugar del bautismo de Camille), el viernes 16 de mayo. Un magnífico cortejo recorrió las calles de la ciudad a partir de las ocho de la noche. Después de los cuernos de los Alpes, las gaitas tomaron el relevo para abrir la marcha, seguidas por una carroza florida que transportaba un retrato gigante del «padre de los huérfanos». Luego seguían las reliquias, sobre una camilla llevada por jóvenes estudiantes del liceo de Bocage, vestidos con magníficas sudaderas rojas en las que se podía leer esta frase de Camille: «Cuanto más alta es la montaña, mejor vemos lejos«. Varias centenas de personas de todas las edades desfilaban en un ambiente «bon enfant». A lo largo del recorrido, los curiosos, respetuosos, se detenían, asombrados, para ver pasar este inusual cortejo.

Al llegar a la iglesia de Notre-Dame, un sacerdote estaba allí para animar una vigilia de oración acompañada por los cantos de un hermoso coro de jóvenes. La ceremonia se desarrolló en un clima relajado pero recogido. Todos desfilaban, al final de la vigilia, para venerar las reliquias y confiar a Camille una intención personal. ¡Un momento muy hermoso!

Sábado 17 de mayo. ¡Gran día! Desde Pauline Marie Jaricot (beatificada en mayo de 2022), Francia no había conocido un nuevo «Beato». Así que toda la Región Apostólica estaba representada por sus obispos: Lyon, Annecy, Saint-Étienne, Valence, etc. A ellos se sumaron dos ex arzobispos de Chambéry: monseñor Laurent Ulrich, actualmente arzobispo de París, y monseñor Philippe Ballot, obispo de Metz. Dos obispos de Burkina Faso hicieron el viaje para participar en esta fiesta. Numerosos sacerdotes diocesanos vinieron a concelebrar, así como varios religiosos, entre ellos siete salesianos de Don Bosco. El nuncio apostólico en Francia, monseñor Celestino Migliore, tenía la misión de representar al cardenal Semeraro (Prefecto del Dicasterio para las causas de los santos), retenido en Roma para la entronización del papa León XIV. No hace falta decir que la catedral estaba llena, al igual que los capiteles, el atrio y Bocage: más de tres mil personas en total.

¡Qué emoción cuando, después de la lectura del decreto pontificio (firmado solo el día anterior por el papa León XIV) leído por don Pierluigi Cameroni, postulador de la causa, se reveló el retrato de Camille en la catedral! ¡Qué fervor en este gran navío! ¡Qué solemnidad acompañada por los cantos de un magnífico coro interdiocesano y por el gran órgano maravillosamente tocado por el maestro Thibaut Duré! En resumen, una ceremonia grandiosa para este humilde sacerdote que entregó toda su vida al servicio de los más pequeños.

Un reportaje fue asegurado por RCF Savoie (una emisora regional francesa que forma parte de la red RCF, Radios Cristianas Francófonas) con entrevistas a diversas personalidades involucradas en la defensa de la causa de Camille, y por otro lado, por el canal KTO (el canal televisivo católico de lengua francesa) que transmitió en directo esta magnífica celebración.

Una tercera jornada, el domingo 18 de mayo, coronó esta fiesta. Se celebró en Bocage, bajo una gran carpa; fue una misa de acción de gracias presidida por monseñor Thibault Verny, arzobispo de Chambéry, rodeado por los dos obispos africanos, el provincial de los salesianos y algunos sacerdotes, entre ellos el padre Jean François Chiron (presidente, desde hace trece años, del Comité Camille creado por monseñor Philippe Ballot), quien pronunció una homilía notable. Una multitud considerable acudió a participar y a rezar. Al final de la misa, una rosa «Camille Costa de Beauregard fundador de Bocage» fue bendecida por el padre Daniel Féderspiel, inspector de los salesianos de Francia (esta rosa, elegida por los exalumnos, ofrecida a las personalidades presentes, está a la venta en los invernaderos de Bocage).

Después de la ceremonia, los cuernos de los Alpes ofrecieron un concierto hasta el momento en que el papa León, durante su discurso, en el momento del Regina Coeli, declaró estar muy alegre por la primera beatificación de su pontificado, el sacerdote de Chambéry Camille Costa de Beauregard. ¡Trueno de aplausos bajo la carpa!

Por la tarde, varios grupos de jóvenes de Bocage, liceo y casa de los niños, o scouts, se sucedieron en el podio para animar un momento recreativo. ¡Sí! ¡Qué fiesta!

¿Y ahora? ¿Todo ha terminado? ¿O hay un después, una continuación?

La beatificación de Camille es solo una etapa en el proceso de canonización. El trabajo continúa y están llamados a contribuir. ¿Qué queda por hacer? Dar a conocer cada vez mejor la figura del nuevo beato a nuestro alrededor, con múltiples medios, porque es necesario que muchos recen para que su intercesión nos obtenga una nueva curación inexplicable para la ciencia, lo que permitiría considerar un nuevo proceso y una rápida canonización. La santidad de Camille sería entonces presentada al mundo entero. ¡Es posible, hay que creerlo! ¡No nos detengamos a mitad de camino!

Disponemos de varios medios, como:
– el libro Camille Costa de Beauregard. La noblesse du coeur, de Françoise Bouchard, Ediciones Salvator;
– el libro Prier 15 jours avec Camille Costa de Beauregard, del padre Paul Ripaud, Ediciones Nouvelle Cité;
– un cómic: Bienheureux Camille Costa de Beauregard, de Gaëtan Evrard, Ediciones Triomphe;
– los videos para descubrir en el sitio de «Amis de Costa», y el de la beatificación;
– las visitas a los lugares de memoria, en Bocage en Chambéry; son posibles contactando tanto con la recepción de Bocage como directamente con el señor Gabriel Tardy, director de la Maison des Enfants.

A todos, gracias por apoyar la causa del beato Camille, ¡se lo merece!

don Paul Ripaud, sdb




El título de Basílica del Templo del Sagrado Corazón de Roma

En el centenario de la muerte del P. Pablo Albera se puso de relieve cómo el segundo sucesor de Don Bosco realizó lo que podría describirse como un sueño de Don Bosco. En efecto, treinta y cuatro años después de la consagración del templo del Sagrado Corazón de Roma, que tuvo lugar en presencia del ya exhausto Don Bosco (mayo de 1887), el Papa Benedicto XVI – el Papa de la famosa e inaudita definición de la Primera Guerra Mundial como “matanza inútil” – confirió a la iglesia el título de Basílica Menor (11 de febrero de 1921). Para su construcción Don Bosco había “entregado su alma” (¡y también su cuerpo!) en los últimos siete años de su vida. Lo mismo había hecho en los veinte años anteriores (1865-1868) con la construcción de la iglesia de María Auxiliadora en Turín-Valdocco, la primera iglesia salesiana elevada a la dignidad de basílica menor el 28 de junio de 1911, en presencia del nuevo Rector Mayor P. Pablo Albera.

El hallazgo de la súplica
Pero, ¿cómo se llegó a este resultado? ¿Quién estaba detrás? Ahora lo sabemos con certeza gracias al reciente descubrimiento del borrador mecanografiado de la petición de este título por parte del Rector Mayor P. Paolo Albera. Está incluido en un folleto conmemorativo del 25 aniversario del Sagrado Corazón editado en 1905 por el entonces director, el P. Francesco Tomasetti (1868-1953). El mecanografiado, fechado el 17 de enero de 1921, tiene mínimas correcciones del Rector Mayor, pero lo que es importante, lleva su firma autógrafa.
Tras describir la obra de Don Bosco y la incesante actividad de la parroquia, probablemente tomada del antiguo archivo, el P. Albera se dirige al Papa en estos términos

Mientras la devoción al Sagrado Corazón de Jesús crece y se difunde por todo el mundo, y nuevos Templos son dedicados al Divino Corazón, también por la noble iniciativa de los Salesianos, como en S. Paolo en Brasil, en La Plata en Argentina, en Londres, en Barcelona y en otros lugares, parece que el Templo-Santuario primario dedicado al Sagrado Corazón de Jesús en Roma, donde tan importante devoción tiene una afirmación tan digna de la Ciudad Eterna, merece una distinción especial. El abajo firmante, por tanto, oído el parecer del Consejo Superior de la Pía Sociedad Salesiana, ruega humildemente a Vuestra Santidad se digne conceder al Templo-Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en el Castro Pretorio de Roma el Título y los Privilegios de Basílica Minore, esperando que esta honrosa elevación acreciente la devoción, la piedad y toda actividad católicamente benéfica”.
La súplica, en buena copia, firmada por el P. Albera, fue probablemente enviada por el procurador P. Francesco Tomasetti a la Sagrada Congregación de los Brevi, que la acogió favorablemente. Rápidamente redactó el borrador del Breve Apostólico para conservarlo en el Archivo Vaticano, lo hizo transcribir por expertos calígrafos en rico pergamino y lo transmitió a la Secretaría de Estado para que lo firmara el titular del momento, el cardenal Pietro Gasparri.
Hoy, los fieles pueden admirar este original de la concesión del título solicitado bien enmarcado en la sacristía de la Basílica (ver foto).
No podemos sino dar las gracias a la Dra. Patrizia Buccino, estudiosa de arqueología e historia, y al historiador salesiano P. Giorgio Rossi, que difundieron la noticia. A ellos corresponde completar la investigación iniciada con la búsqueda en el Archivo Vaticano de toda la correspondencia, que también se dará a conocer al mundo científico a través de la conocida revista de historia salesiana “Ricerche Storiche Salesiane”.

El Sagrado Corazón: una basílica nacional de alcance internacional
Veintiséis años antes, el 16 de julio de 1885, a petición de Don Bosco y con el consentimiento explícito del Papa León XIII, monseñor Gaetano Alimonda, arzobispo de Turín, había exhortado calurosamente a los italianos a participar en el éxito de la “noble y santa propuesta [del nuevo templo] llamándola voto nacional de los italianos”.
Pues bien, el P. Albera, en su petición al pontífice, tras recordar el apremiante llamamiento del cardenal Alimonda, recordó que se había pedido a todas las naciones del mundo que contribuyeran económicamente a la construcción, decoración del templo y obras anexas (¡incluido el inevitable oratorio salesiano con hospicio!) para que el Templo-Santuario, además de un voto nacional, se convirtiera en una “manifestación mundial o internacional de devoción al Sagrado Corazón”.
A este respecto, en un trabajo histórico-ascético publicado con ocasión del I Centenario de la Consagración de la Basílica (1987), el estudioso Armando Pedrini la definió como: “Un templo por tanto internacional por la catolicidad y universalidad de su mensaje a todos los pueblos”, también en consideración de la “posición destacada” de la Basílica junto a la reconocida internacionalidad de la estación ferroviaria.
Así pues, Roma-Termini no es sólo una gran estación de ferrocarril con problemas de orden público y un territorio difícil de gestionar, del que se habla a menudo en los periódicos y al igual que las estaciones de ferrocarril de muchas capitales europeas. Sino que también alberga la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús. Y si por la tarde y por la noche la zona no transmite seguridad a los turistas, durante el día la Basílica distribuye paz y serenidad a los fieles que entran en ella, se detienen allí en oración, reciben los sacramentos.
¿Lo recordarán los peregrinos que pasarán por la estación de Termini en el no muy lejano año santo (2025)? Sólo tienen que cruzar una calle… y el Sagrado Corazón de Jesús les espera.

PS. Hay una segunda basílica parroquial salesiana en Roma, más grande y artísticamente más rica que la del Sagrado Corazón: es la de San Juan Bosco en Tuscolano, que se convirtió en tal en 1965, pocos años después de su inauguración (1959). ¿Dónde se encuentra? “Obviamente” en el barrio Don Bosco (a dos pasos de los famosos estudios de Cinecittà). Si la estatua del campanario de la basílica del Sagrado Corazón domina la plaza de la estación Termini, la cúpula de la basílica de Don Bosco, ligeramente inferior a la de San Pedro, sin embargo, la mira de frente, aunque desde dos puntos extremos de la capital. Y como no hay dos sin tres, hay una tercera espléndida basílica parroquial salesiana en Roma: la de Santa María Auxiliadora, en el barrio Appio-Tuscolano, junto al gran Instituto Pío XI.

Carta apostólica titulada Pia Societas, fechada el 11 de febrero de 2021, con la cual Su Santidad Benedicto XV elevó la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús al rango de Basílica.

Ecclesia parochialis SS.mi Cordis Iesu ad Castrum Praetorium in urbe titulo et privilegiis Basilicae Minoris decoratur.
Benedictus pp. XV

            Ad perpetuam rei memoriam.
            Pia Societas sancti Francisci Salesii, a venerabili Servo Dei Ioanne Bosco iam Augustae Taurinorum condita atque hodie per dissitas quoque orbis regiones diffusa, omnibus plane cognitum est quanta sibi merita comparaverit non modo incumbendo actuose sollerterque in puerorum, orbitate laborantium, religiosam honestamque institutionem, verum etiam in rei catholicae profectum tum apud christianum populum, tum apud infideles in longinquis et asperrimis Missionibus. Eiusdem Societatis sodalibus est quoque in hac Alma Urbe Nostra ecclesia paroecialis Sacratissimo Cordi Iesu dicata, in qua, etsi non abhinc multos annos condita, eximii praesertim Praedecessoris Nostri Leonis PP. XIII iussu atque auspiciis, christifideles urbani, eorumdem Sodalium opera, adeo ad Dei cultum et virtutum laudem exercentur, ut ea vel cum antiquioribus paroeciis in honoris ac meritorum contentionem veniat. Ipsemet Salesianorum Sodalium fundator, venerabilis Ioannes Bosco, in nova Urbis regione, aere saluberrimo populoque confertissima, quae ad Gastrum Praetorium exstat, exaedificationem inchoavit istius templi, et, quasi illud erigeret ex gentis italicae voto et pietatis testimonio erga Sacratissimum Cor Iesu, stipem praecipue ex Italiae christifidelibus studiose conlegit; verumtamen pii homines ex ceteris nationibus non defuerunt, qui, in exstruendum perficiendumque templum istud, erga Ssmum Cor Iesu amore incensi, largam pecuniae vim contulerint. Anno autem MDCCCLXXXVII sacra ipsa aedes, secundum speciosam formam a Virginio Vespignani architecto delineatam, tandem perfecta ac sollemniter consecrata dedicataque est. Eamdem vero postea, magna cum sollertia, Sodales Salesianos non modo variis altaribus, imaginibus affabre depictis et statuis, omnique sacro cultui necessaria supellectili exornasse, verum etiam continentibus aedificiis iuventuti, ut tempora nostra postulant, rite instituendae ditasse, iure ac merito Praedecessores Nostri sunt» laetati, et Nos haud minore animi voluptate probamus. Quapropter cum dilectus filius Paulus Albera, hodiernus Piae Societatis sancti Francisci Salesii rector maior, nomine proprio ac religiosorum virorum quibus praeest, quo memorati templi Ssmi Cordi Iesu dicati maxime augeatur decus, eiusdem urbanae paroeciae fidelium fides et pietas foveatur, Nos supplex rogaverit, ut eidem templo dignitatem, titulum et privilegia Basilicae Minoris pro Nostra benignitate impertiri dignemur; Nos, ut magis magisque stimulos fidelibus ipsius paroeciae atque Urbis totius Nostrae ad Sacratissimum Cor Iesu impensius colendum atque adamandum addamus, nec non benevolentiam, qua Sodales Salesianos ob merita sua prosequimur, publice significemus, votis hisce piis annuendum ultro libenterque censemus. Quam ob rem, conlatis consiliis cum VV. FF. NN. S. R. E. Cardinalibus Congregationi Ss. Rituum praepositis, Motu proprio ac de certa scientia et matura deliberatione Nostris, deque apostolicae potestatis plenitudine, praesentium Litterarum tenore perpetuumque in modum, enunciatum templum Sacratissimo Cordi Iesu dicatum, in hac alma Urbe Nostra atque ad Castrum Praetorium situm, dignitate ac titulo Basilicae Minoris honestamus, cum omnibus et singulis honoribus, praerogativis, privilegiis, indultis quae aliis Minoribus Almae huius Urbis Basilicis de iure competunt. Decernentes praesentes Litteras firmas, validas atque efficaces semper exstare ac permanere, suosque integros effectus sortiri iugiter et obtinere, illisque ad quos pertinent nunc et in posterum plenissime suffragari; sicque rite iudicandum esse ac definiendum, irritumque ex nunc et inane fieri, si quidquam secus super his, a quovis, auctoritate qualibet, scienter sive ignoranter attentari contigerit. Non obstantibus contrariis quibuslibet.

            Datum Romae apud sanctum Petrum sub annulo Piscatoris, die XI februarii MCMXXI, Pontificatus Nostri anno septimo.
P. CARD. GASPARRI, a Secretis Status.

***

La iglesia parroquial del Santísimo Corazón de Jesús en el Castillo Pretorio, en la ciudad, es honrada con el título y los privilegios de Basílica Menor.
Benedicto Pío XV

            Para perpetua memoria.
            La Piadosa Sociedad de San Francisco de Sales, fundada en Turín por el venerable Siervo de Dios Juan Bosco y hoy extendida por diversas regiones del mundo, es bien conocida por los grandes méritos que ha adquirido no solo dedicándose activa y diligentemente a la educación religiosa y honesta de los niños huérfanos, sino también al progreso de la causa católica tanto entre el pueblo cristiano como entre los infieles en misiones lejanas y difíciles. Los miembros de esta Sociedad tienen también en esta Nuestra Alma Ciudad una iglesia parroquial dedicada al Santísimo Corazón de Jesús, que aunque fundada hace no muchos años, especialmente por orden y bajo el auspicio de nuestro excelentísimo Predecesor León XIII, los fieles urbanos, con la ayuda de esos mismos miembros, la ejercitan en tal medida para la gloria de Dios y la alabanza de las virtudes, que rivaliza incluso con las parroquias más antiguas en honor y méritos. El mismo fundador de los miembros salesianos, el venerable Juan Bosco, comenzó la construcción de este templo en una nueva zona de la ciudad, aireada y muy poblada, que se encuentra en el Castillo Pretorio, y, como si lo erigiera en voto y testimonio de piedad del pueblo italiano hacia el Santísimo Corazón de Jesús, reunió especialmente fondos con gran dedicación de los fieles cristianos de Italia; sin embargo, no faltaron hombres piadosos de otras naciones que, encendidos por el amor al Santísimo Corazón de Jesús, contribuyeron generosamente con grandes sumas para la construcción y finalización de este templo. En el año 1887, el edificio sagrado, según el hermoso diseño del arquitecto Virginio Vespignani, fue finalmente terminado, solemnemente consagrado y dedicado. Más tarde, con gran esmero, los miembros salesianos no solo lo adornaron con varios altares, imágenes hábilmente pintadas y estatuas, y con todo el mobiliario necesario para el culto sagrado, sino que también enriquecieron el edificio con instalaciones para la juventud, según lo exigen nuestros tiempos, para su adecuada formación, lo que ha sido motivo de alegría para nuestros Predecesores y que nosotros aprobamos con no menor satisfacción. Por lo tanto, cuando el amado hijo Pablo Albera, actual rector mayor de la Piadosa Sociedad de San Francisco de Sales, en su propio nombre y en el de los religiosos a quienes preside, para que se aumente especialmente el honor del templo dedicado al Santísimo Corazón de Jesús y se fomente la fe y piedad de los fieles de esta parroquia urbana, nos suplicó humildemente que dignáramos conferir a dicho templo la dignidad, el título y los privilegios de Basílica Menor por nuestra bondad; nosotros, para añadir cada vez más estímulos a la fe de esta parroquia y de toda Nuestra Ciudad para un culto más intenso y amoroso al Santísimo Corazón de Jesús, y para manifestar públicamente la benevolencia con que seguimos a los miembros salesianos por sus méritos, hemos accedido con gusto a estas piadosas peticiones. Por ello, habiendo consultado con los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales Prefectos de la Congregación de los Santos Ritos, por nuestro propio impulso, con conocimiento cierto y maduro juicio, y en virtud de la plenitud de la potestad apostólica, declaramos por el tenor de estas presentes Letras, y para siempre, que el templo dedicado al Santísimo Corazón de Jesús, situado en esta Nuestra Alma Ciudad y en el Castillo Pretorio, sea honrado con la dignidad y el título de Basílica Menor, con todos y cada uno de los honores, prerrogativas, privilegios e indulgencias que por derecho corresponden a las demás Basílicas Menores de esta Alma Ciudad. Ordenamos que estas Letras presentes sean firmes, válidas y siempre eficaces, y que produzcan íntegros sus efectos continuamente y se mantengan, y que sean plenamente favorables a quienes corresponda ahora y en el futuro; y que así se juzgue y defina, y que cualquier intento contrario sea nulo y sin efecto desde ahora, ya sea por cualquier autoridad, con conocimiento o por ignorancia. No obstante cualquier cosa en contrario.

            Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 11 de febrero de 1921, en el séptimo año de nuestro Pontificado.
P. CARD. GASPARRI, Secretario de Estado.




Salesianos en Ucrania (vídeo)

La Visitaduría salesiana María Auxiliadora de rito bizantino (UKR) ha adaptado su misión educativo-pastoral desde el inicio de la invasión rusa de 2022. Entre sirenas antiaéreas, refugios improvisados y escuelas en sótanos, los salesianos se han convertido en una presencia cercana y concreta: acogen a desplazados, distribuyen ayuda, acompañan espiritualmente a militares y civiles, transforman una casa en centro de acogida y animan el campus modular «Mariapolis», donde cada día sirven mil comidas y organizan el oratorio y actividades deportivas, incluso el primer equipo ucraniano de Fútbol para Amputados. El testimonio personal de un hermano salesiano revela heridas, esperanzas y oraciones de quien lo ha perdido todo, pero sigue creyendo que, después de este largo Vía Crucis nacional, para Ucrania amanecerá la Pascua de la paz.

La pastoral de la Visitaduría María Auxiliadora de rito bizantino (UKR) durante la guerra
Nuestra pastoral tuvo que modificarse cuando comenzó la guerra. Nuestras actividades educativo-pastorales han tenido que adaptarse a una realidad completamente distinta, marcada a menudo por un sonido incesante de las sirenas que anuncian el peligro de ataques con misiles y bombardeos. Cada vez que suena la alarma, nos vemos obligados a interrumpir las actividades y a bajar con los chicos a los refugios subterráneos o búnkeres. En algunas escuelas, las clases se imparten directamente en los sótanos, para garantizar mayor seguridad a los alumnos.

Desde el principio, nos pusimos sin demora a ayudar y socorrer a la población que sufre. Hemos abierto nuestras casas para acoger a los desplazados, hemos organizado la recogida y distribución de ayuda humanitaria: preparamos con nuestros muchachos y jóvenes miles de paquetes con víveres, ropa y todo lo necesario para enviarlos a la gente necesitada en los territorios cercanos a los combates o en las zonas de combate. Además, algunos de nuestros hermanos salesianos trabajan como capellanes en las zonas de combate. Allí dan apoyo espiritual a los jóvenes militares, pero también llevan ayuda humanitaria a las personas que han permanecido en los pueblos bajo continuos bombardeos, ayudando a algunos de ellos a trasladarse a un lugar más seguro. Un hermano diácono que estuvo en las trincheras vio su salud deteriorada y perdió el tobillo. Cuando hace algunos años leía en el Boletín Salesiano en lengua italiana un artículo que hablaba de los salesianos en las trincheras, en la primera o segunda guerra mundial, no pensaba que esto se haría realidad en esta época moderna en mi país. Me impresionaron una vez las palabras de un jovencísimo soldado ucraniano, que citando a un histórico y eminente oficial, defensor y combatiente por la independencia de nuestro pueblo, decía: «Luchamos defendiendo nuestra independencia no porque odiemos a quien tenemos delante, sino porque amamos a quien tenemos detrás».

En este período hemos transformado también una de nuestras Casas Salesianas en un centro de acogida para desplazados.

Para apoyar la rehabilitación física, mental, psicológica y social de los jóvenes que han perdido extremidades en la guerra, hemos creado un equipo de Fútbol para Amputados, el primer equipo de este tipo en Ucrania.
Desde el inicio de la invasión en 2022, hemos puesto a disposición del ayuntamiento de Leópolis un terreno nuestro, destinado a la construcción de una escuela salesiana, para construir un campus modular para desplazados internos: «Mariapolis», donde nosotros, los salesianos, trabajamos en colaboración con el Centro del Departamento Social del Ayuntamiento. Damos apoyo asistencial y acompañamiento espiritual, haciendo el ambiente más acogedor. Apoyados por la ayuda de nuestra Congregación, de diversas organizaciones como VIS y Missioni Don Bosco, las diversas procuras misioneras y otras fundaciones benéficas, e incluso agencias estatales de otros países, hemos podido organizar la cocina del campus con el personal correspondiente, lo que nos permite ofrecer el almuerzo cada día a unas 1000 personas. Además, gracias a su ayuda, podemos organizar diversas actividades al estilo salesiano para los 240 niños y jóvenes que están presentes en el campus.

Una pequeña experiencia y un pobre testimonio personal
Quisiera compartir aquí mi pequeña experiencia y testimonio… Yo realmente agradezco al Señor que, a través de mi Inspector, me haya llamado a este servicio particular. Desde hace tres años trabajo en el campus que acoge a unos 1.000 desplazados internos. Desde el principio, estoy al lado de personas que lo han perdido todo en un instante, excepto la dignidad. Sus casas están destruidas y saqueadas, los ahorros y bienes acumulados con esfuerzo a lo largo de los años de vida se han desvanecido. Muchos han perdido mucho más y más valioso: a sus seres queridos, asesinados ante sus ojos por misiles o minas. Algunas de las personas que están en el campus tuvieron que vivir durante meses en los sótanos de edificios derrumbados, alimentándose de lo poco que encontraban, aunque estuviera caducado. Bebían el agua de los radiadores y hervían las cáscaras de patata para alimentarse. Luego, a la primera oportunidad, huyeron o fueron evacuados sin saber adónde ir, sin certezas sobre lo que les esperaba. Además, algunos han visto sus ciudades, como Mariúpol, arrasadas. De hecho, en honor a esta bellísima ciudad de María, nosotros los salesianos hemos llamado al campus para los desplazados con el nombre «Mariapolis», confiando este lugar y a los habitantes del campus a la Virgen María. Y Ella, como una madre, está al lado de cada uno en estos momentos de prueba. En el campus, he preparado una capilla dedicada a Ella, donde hay un icono pintado por una señora del campus procedente de la martirizada ciudad de Járkov. La capilla se ha convertido para todos los residentes, independientemente de la confesión de fe cristiana a la que pertenezcan, en lugar de encuentro con Dios y consigo mismos.

Estar con ellos, quererlos, acogerlos, escucharlos, consolarl0s, animarlos, rezar por ellos y con ellos, y apoyarles en lo que puedo, son los momentos que forman parte de mi servicio, que se ha convertido ya en mi vida durante este período. Es una verdadera escuela de vida, de espiritualidad, donde aprendo muchísimo estando junto a su sufrimiento. Casi todos esperan que la guerra termine pronto y llegue la paz, para poder volver a casa. Pero para muchos, ese sueño ya es irrealizable: sus casas ya no existen. Así, como puedo, intento ofrecerles algún asidero de esperanza, ayudándoles a encontrar a Aquel que no abandona a nadie, que está cerca en los sufrimientos y en las dificultades de la vida.

A veces me piden que los prepare para la Reconciliación: con Dios, consigo mismos, con la dura realidad que se ven obligados a vivir. Otras veces, les ayudo en las necesidades más concretas: medicinas, ropa, pañales, visitas al hospital. También hago trabajo administrativo junto con mis tres compañeros laicos. Cada día, a las 17:00, rezamos por la paz, y un pequeño grupo ha aprendido a rezar el Rosario, haciéndolo diariamente.

Como salesiano, intento estar atento a las necesidades de los chicos: desde el principio, con la ayuda de los animadores, hemos creado un oratorio dentro del campus. Además, actividades, excursiones, campamentos en la montaña durante el verano. Asimismo, uno de los compromisos que llevo adelante es supervisar el comedor, para asegurar que ninguna de las personas residentes en el campus se quede sin una comida caliente.

Entre los habitantes del campus está el pequeño Maksym, que se despierta en plena noche, aterrorizado por cualquier ruido fuerte. María, una madre que lo ha perdido todo, incluso a su marido, y que cada día sonríe a sus hijos para que no sientan el peso del dolor. Luego está Petro, de 25 años, que estaba en casa con su novia cuando un dron ruso lanzó una bomba. La explosión le amputó las dos piernas, mientras que su novia murió poco después. Petro pasó toda la noche al borde de la muerte, hasta que los soldados lo encontraron por la mañana y lo pusieron a salvo. La ambulancia no podía acercarse debido a los combates.
En medio de tanto sufrimiento, continúo mi apostolado con la ayuda del Señor y el apoyo de mis hermanos salesianos.

Nosotros, los salesianos de rito bizantino, junto con nuestros 13 hermanos de rito latino presentes en Ucrania –en gran parte de origen polaco y pertenecientes a la Inspectoría salesiana de Cracovia (PLS)– compartimos profundamente el dolor y los sufrimientos del pueblo ucraniano. Como hijos de Don Bosco, continuamos con fe y esperanza nuestra misión educativo-pastoral, adaptándonos cada día a las difíciles condiciones impuestas por la guerra.

Estamos al lado de los jóvenes, de las familias y de todos los que sufren y necesitan ayuda. Deseamos ser signos visibles del amor de Dios, para que la vida, la esperanza y la alegría de los jóvenes nunca sean sofocadas por la violencia y el dolor.

En este testimonio común, reafirmamos la vitalidad de nuestro carisma salesiano, que sabe responder incluso a los desafíos más dramáticos de la historia. Nuestras dos particularidades, la de rito bizantino y la de rito latino, hacen visible esa unidad indivisible del Carisma Salesiano, tal como afirman las Constituciones Salesianas en el art. 100: «El carisma del Fundador es principio de unidad de la Congregación y, por su fecundidad, está en el origen de los diversos modos de vivir la única vocación salesiana».

Creemos que el dolor y el sufrimiento no tienen la última palabra: y que en la fe, cada Cruz contiene ya la semilla de la Resurrección. Después de esta larga Semana Santa, llegará inevitablemente la Resurrección para Ucrania: vendrá la verdadera y justa PAZ.

Algunas informaciones
Algunos hermanos capitulares pedían información sobre la guerra en Ucrania. Permítanme decir algo a modo de Flash informativo. Una aclaración: la guerra en Ucrania no puede interpretarse como un conflicto étnico o una disputa territorial entre dos pueblos con reivindicaciones contrapuestas o derechos sobre un determinado territorio. No se trata de una disputa entre dos partes que luchan por un pedazo de tierra. Y, por lo tanto, no es una batalla entre iguales. Lo que ocurre en Ucrania es una invasión, una agresión unilateral. Aquí se trata de un pueblo que ha agredido indebidamente a otro. Una nación que fabricó motivaciones infundadas, inventándose un presunto derecho, violando el orden y las leyes internacionales, decidió atacar a otro Estado, violando su soberanía e integridad territorial, el derecho a decidir su propio destino y la dirección de su propio desarrollo, ocupando y anexionando territorios. Destruyendo ciudades y pueblos, muchos de ellos arrasados, quitando la vida a miles de civiles. Aquí hay un agresor y un agredido: esta es precisamente la peculiaridad y el horror de esta guerra. Y es partiendo de esta premisa que debería concebirse también la paz que esperamos. Una paz que sepa a justicia y esté basada en la verdad, no temporal, no oportunista, no una paz fundada en conveniencias ocultas y comerciales, evitando crear precedentes para regímenes autocráticos en el mundo que podrían un día decidir invadir otros países, ocupar o anexionar una parte de un país vecino o lejano, simplemente porque lo desean o porque les apetece, o porque son más poderosos.

Otra absurdidad de esta guerra no provocada y no declarada es que el agresor prohíbe a la víctima el derecho a defenderse, intenta intimidar y amenazar a todos aquellos, en este caso otros países, que se ponen del lado de quien está indefenso y se disponen a ayudar a defenderse y a resistir a la víctima agredida injustamente.

Algunas tristes estadísticas
Desde el inicio de la invasión de 2022 hasta hoy (08.04.2025), la ONU ha registrado y confirmado datos relativos a 12.654 muertos y 29.392 heridos entre los CIVILES en Ucrania.

Según las últimas noticias disponibles verificadas por UNICEF, al menos 2.406 NIÑOS han muerto o resultados heridos por la escalada de la guerra en Ucrania desde 2022. Las víctimas infantiles incluyen 659 NIÑOS MUERTOS y 1.747 HERIDOS – es decir, al menos 16 niños muertos o heridos cada semana. Millones de niños siguen teniendo sus vidas trastornadas debido a los ataques en curso o por tener que huir y ser evacuados a otros lugares y países. Los niños de Donbás sufren la guerra desde hace ya 11 años.
Rusia ha puesto en marcha, junto con el plan de invasión de Ucrania, un programa de deportaciones forzadas de niños ucranianos. Los últimos datos hablan de 20.000 niños sacados de sus hogares, detenidos durante meses y sometidos a una rusificación forzada a través de una intensa propaganda antes de la adopción forzada.

P. Andrii Platosh, sdb






Venerable Francesco Convertin, pastor según el Corazón de Jesús

El venerable Don Francesco Convertini, salesiano misionero en la India, emerge como un pastor según el Corazón de Jesús, forjado por el Espíritu y totalmente fiel al proyecto divino sobre su vida. A través de los testimonios de quienes lo conocieron, se delinean su profunda humildad, la dedicación incondicional al anuncio del Evangelio y el ferviente amor por Dios y por el prójimo. Vivió con gozosa sencillez evangélica, afrontando fatigas y sacrificios con valentía y generosidad, siempre atento a quienquiera que encontrara en su camino. El texto destaca su extraordinaria humanidad y la riqueza espiritual, un don precioso para la Iglesia.

1. Agricultor en la viña del Señor
            Presentar el perfil virtuoso del padre Francesco Convertini, misionero salesiano en la India, un hombre que se dejó modelar por el Espíritu y supo realizar su fisonomía espiritual según el designio de Dios sobre él, es algo hermoso y serio al mismo tiempo, porque recuerda el verdadero sentido de la vida, como respuesta a una llamada, a una promesa, a un proyecto de gracia.
            Muy original es la síntesis esbozada sobre él por un sacerdote de su país, el padre Quirico Vasta, que conoció al padre Francesco en raras visitas a su querida tierra de Apulia. Este testimonio nos ofrece una síntesis del perfil virtuoso del gran misionero, introduciéndonos de forma autorizada y convincente a descubrir algo de la talla humana y religiosa de este hombre de Dios. El ‘modo’ de medir la estatura espiritual de este hombre santo, del P. Francesco Convertini, no es el analítico de comparar su vida con los muchos ‘parámetros de conducta’ religiosos (el P. Francesco, como salesiano, también aceptó los compromisos propios de un religioso: pobreza, obediencia, castidad, y permaneció fiel a ellos durante toda su vida). Por el contrario, el P. Francesco Convertini aparece, en síntesis, como fue realmente desde el principio: un joven campesino que, tras -y quizá a causa de- la fealdad de la guerra, se abre a la luz del Espíritu y, dejándolo todo, se pone en camino para seguir al Señor. Por una parte, sabe lo que deja atrás; y lo deja no sólo con el vigor típico del campesino del sur, pobre pero tenaz; sino también con alegría y con esa fuerza de espíritu tan personal que la guerra ha vigorizado: la de quien se propone perseguir de frente, aunque en silencio y en el fondo de su alma, aquello en lo que ha centrado su atención. Por otra parte, también como un campesino, que ha captado en algo o en alguien las “certezas” del futuro y el fundamento de sus esperanzas y sabe “en quién confía”; deja que la luz de quien le ha hablado le ponga en situación de claridad operativa. Y adopta inmediatamente las estrategias para alcanzar el objetivo: oración y disponibilidad sin medida, cueste lo que cueste. No es casualidad que las virtudes clave de este hombre santo sean: la acción silenciosa y sin clamores (cf. San Pablo: “Cuando soy débil es cuando soy fuerte”) y un sentido muy respetuoso de los demás (cf. Hechos: “Hay más alegría en dar que en recibir”).
Visto así, el P. Francesco Convertini es verdaderamente un hombre: tímido, inclinado a ocultar sus dones y méritos, reacio a la jactancia, suave con los demás y fuerte consigo mismo, mesurado, equilibrado, prudente y fiel; un hombre de fe, esperanza y en comunión habitual con Dios; un religioso ejemplar, en obediencia, pobreza y castidad’.

2. Rasgos distintivos: “Emanaba de él un encanto que te curaba”
            Recorriendo las etapas de su infancia y juventud, su preparación al sacerdocio y a la vida misionera, se pone de manifiesto el amor especial de Dios por su siervo y su correspondencia con este Padre bueno. En particular, destacan como rasgos distintivos de su fisonomía espiritual:

            – Fe-confianza ilimitada en Dios, encarnada en el abandono filial a la voluntad divina.
            Tenía gran fe en la infinita bondad y misericordia de Dios y en los grandes méritos de la pasión y muerte de Jesucristo, en quien todo lo confiaba y de quien todo lo esperaba. Sobre la roca firme de esta fe emprendió todas sus labores apostólicas. Frío o calor, lluvia tropical o sol abrasador, dificultad o fatiga, nada le impedía proceder siempre con confianza, cuando se trataba de la gloria de Dios y de la salvación de las almas.

            – Amor incondicional a Jesucristo Salvador, a quien ofrecía todo como sacrificio, comenzando por su propia vida, consignada a la causa del Reino.
            El Padre Convertini se regocijaba en la promesa del Salvador y se alegraba de la venida de Jesús, como Salvador universal y único mediador entre Dios y los hombres: “Jesús nos dio todo de sí mismo muriendo en la cruz, ¿y nosotros no seremos capaces de entregarnos completamente a Él?”

            – La salvación integral del prójimo, perseguida con una evangelización apasionada.
            Los abundantes frutos de su obra misionera se debieron a su oración incesante y a sus sacrificios sin escatimar esfuerzos por el prójimo. Son hombres y misioneros de tal temperamento los que dejan una huella indeleble en la historia de las misiones, del carisma salesiano y del ministerio sacerdotal.
            Incluso en contacto con hindúes y musulmanes, si por una parte le impulsaba un auténtico deseo de anunciar el Evangelio, que a menudo conducía a la fe cristiana, por otra se sentía obligado a subrayar aquellas verdades básicas fácilmente percibidas incluso por los no cristianos, como la infinita bondad de Dios, el amor al prójimo como camino de salvación y la oración como medio para obtener las gracias.

            – La unión incesante con Dios a través de la oración, los sacramentos, la encomienda a María Madre de Dios y nuestra, el amor a la Iglesia y al Papa, la devoción a los santos.
            Se sentía hijo de la Iglesia y la servía con corazón de auténtico discípulo de Jesús y misionero del Evangelio, encomendado al Corazón Inmaculado de María y en compañía de los santos sentidos como intercesores y amigos.

            – Ascetismo evangélico sencillo y humilde en el seguimiento de la cruz, encarnado en una vida extraordinariamente ordinaria.
            Su profunda humildad, pobreza evangélica (llevaba consigo lo indispensable) y semblante angelical transpiraban de toda su persona. Penitencia voluntaria, autocontrol: poco o ningún descanso, comidas irregulares. Se privaba de todo para dar a los pobres, incluso su ropa, zapatos, cama y comida. Dormía siempre en el suelo. Ayunaba durante mucho tiempo. Con el paso de los años, contrajo varias enfermedades que minaron su salud: padeció asma, bronquitis, enfisema, dolencias cardíacas… muchas veces le atacaron de tal manera que tuvo que guardar cama. Se maravillaba de cómo podía soportarlo todo sin quejarse. Fue precisamente esto lo que atrajo la veneración de los hindúes, para quienes era el “sanyasi”, el que sabía renunciar a todo por amor a Dios y por su bien.

            Su vida aparece como una ascensión lineal hacia las cumbres de la santidad en el fiel cumplimiento de la voluntad de Dios y en la donación de sí mismo a sus hermanos, a través del ministerio sacerdotal vivido con fidelidad. Tanto laicos como religiosos y eclesiásticos hablan de su extraordinario modo de vivir la vida cotidiana.

3. Misionero del Evangelio de la alegría: “Les anuncié a Jesús. Jesús Salvador. Jesús misericordioso”
            No había día en que no fuera a alguna familia para hablar de Jesús y del Evangelio. El padre Francisco tenía tal entusiasmo y celo que incluso esperaba cosas que parecían humanamente imposibles. El padre Francisco se hizo famoso como pacificador entre familias, o entre pueblos en discordia. «No es a través de discusiones como llegamos a comprender. Dios y Jesús están más allá de nuestras discusiones. Debemos sobre todo rezar y Dios nos dará el don de la fe. A través de la fe se encuentra al Señor. ¿No está escrito en la Biblia que Dios es amor? Por el camino del amor se llega a Dios».

            Era un hombre pacificado interiormente y traía la paz. Quería que, entre las personas, en los hogares o en los pueblos, no hubiera peleas, ni riñas, ni divisiones. “En nuestro pueblo éramos católicos, protestantes, hindúes y musulmanes. Para que reinara la paz entre nosotros, de vez en cuando el padre nos reunía a todos y nos decía cómo podíamos y debíamos vivir en paz entre nosotros. Luego escuchaba a los que querían decir algo y al final, después de rezar, daba la bendición: una forma maravillosa de mantener la paz entre nosotros”. Tenía una paz de espíritu verdaderamente asombrosa; era la fuerza que le daba la certeza de hacer la voluntad de Dios, buscada con esfuerzo, pero luego abrazada con amor una vez encontrada.

            Era un hombre que vivía con sencillez evangélica, con la transparencia de un niño, dispuesto a todo sacrificio, sabiendo sintonizar con cada persona que encontraba en su camino, viajando a caballo, o en bicicleta, o más a menudo caminando jornadas enteras con su mochila al hombro. Era de todos, sin distinción de religión, casta o condición social. Era amado por todos, porque a todos llevaba “el agua de Jesús que salva”.

4. Un hombre de fe contagiosa: labios en oración, rosario en las manos, ojos al cielo
            Sabemos por él que nunca descuidaba la oración, tanto cuando estaba con los demás como cuando estaba solo, incluso como soldado. Esto le ayudó a hacer todo por Dios, especialmente cuando hizo la primera evangelización entre nosotros. Para él, no había hora fija: mañana o tarde, sol o lluvia; el calor o el frío no eran impedimentos cuando se trataba de hablar de Jesús o de hacer el bien. Cuando iba a los pueblos caminaba incluso de noche y sin tomar alimento para llegar a alguna casa o aldea a predicar el Evangelio. Incluso cuando fue colocado como confesor en Krishnagar, venía a confesarse con nosotros durante el sofocante calor de después de comer. Una vez le dije: “¿Por qué viene a esta hora?” Y él: “En la pasión, Jesús no eligió su hora conveniente cuando era conducido por Anás o Caifás o Pilato. Tuvo que hacerlo incluso contra su propia voluntad, para cumplir la voluntad del Padre”.
            No evangelizó por proselitismo, sino por atracción. Era su comportamiento lo que atraía a la gente. Su entrega y su amor hacían que la gente dijera que el padre Francisco era la verdadera imagen del Jesús que predicaba. Su amor a Dios le llevaba a buscar la unión íntima con Él, a recogerse en oración, a evitar todo lo que pudiera desagradar a Dios. Sabía que sólo se conoce a Dios a través de la caridad. Decía: ‘Ama a Dios, no le desagrades'».

            Si hubo un sacramento en el que el padre Francisco sobresalió heroicamente, fue en la administración del sacramento de la Reconciliación. Para cualquier persona de nuestra diócesis de Krishnagar decir Padre Francisco es decir el hombre de Dios que mostró la paternidad del Padre en el perdón, especialmente en el confesionario. Los últimos 40 años de su vida los pasó más en el confesionario que en cualquier otro ministerio: horas y horas, especialmente en la preparación de fiestas y solemnidades. Así toda la noche de Navidad y Pascua o fiestas patronales. Siempre estaba puntualmente presente en el confesionario todos los días, pero sobre todo los domingos antes de las misas o las vísperas de las fiestas y los sábados. Después acudía a otros lugares donde era confesor habitual. Esta era una tarea muy querida para él y muy esperada por todos los religiosos de la diócesis, a los que acudía semanalmente. Su confesionario era siempre el más concurrido y deseado. Sacerdotes, religiosos, gente corriente: parecía como si el padre Francisco conociera personalmente a todo el mundo, tan pertinente era en sus consejos y amonestaciones. Yo mismo me maravillaba de la sabiduría de sus advertencias cuando me confesaba con él. De hecho, el siervo de Dios fue mi confesor durante toda su vida, desde que era misionero en las aldeas hasta el final de sus días. Yo solía decirme: “Eso es justo lo que quería oír de él…”. Monseñor Morrow, que se confesaba regularmente con él, lo consideraba su guía espiritual, afirmando que el padre Francisco era guiado por el Espíritu Santo en sus consejos y que su santidad personal compensaba su falta de dones naturales.

            La confianza en la misericordia de Dios era un tema casi recurrente en sus conversaciones, y lo utilizaba bien como confesor. Su ministerio confesional era un ministerio de esperanza para sí mismo y para los que se confesaban con él. Sus palabras inspiraban esperanza a todos los que acudían a él. «En el confesionario, el siervo de Dios era el sacerdote modelo, famoso por administrar este sacramento. El siervo de Dios estaba siempre enseñando, tratando de conducir a todos a la salvación eterna… Al siervo de Dios le gustaba dirigir sus oraciones al Padre que está en los cielos, y también enseñaba a la gente a ver en Dios al Padre bueno. Especialmente a los que tenían dificultades, incluso espirituales, y a los pecadores arrepentidos, les recordaba que Dios es misericordioso y que siempre hay que confiar en Él. El siervo de Dios aumentó sus oraciones y mortificaciones para descontar sus infidelidades, como dijo, “y por los pecados del mundo”.

            Elocuentes fueron las palabras del padre Rosario Stroscio, superior religioso, que concluía así el anuncio de la muerte del padre Francesco: «Quienes conocieron al padre Francesco recordarán siempre con cariño las pequeñas advertencias y exhortaciones que solía hacer en confesión. Con su vocecita tan débil, pero tan llena de ardor: ‘Amemos a las almas, trabajemos sólo por las almas…. Acerquémonos a la gente… Tratemos con ellos de tal manera que la gente entienda que les amamos…». Toda su vida fue un magnífico testimonio de la técnica más fecunda del ministerio sacerdotal y de la labor misionera. Podemos resumirla en la sencilla expresión: «¡Para ganar almas para Cristo no hay medio más poderoso que la bondad y el amor!»».

5. Amó a Dios y amó al prójimo por amor de Dios: ¡Pon amor! ¡Pon amor!
            A Ciccilluzzo, un nombre de familia, que ayudaba en el campo cuidando pavos y haciendo otros trabajos propios de su corta edad, su madre Catalina solía repetirle: “¡Pon amor! ¡Pon amor!”
            “El padre Francisco lo daba todo a Dios, porque estaba convencido de que habiéndoselo consagrado todo como religioso y sacerdote misionero, Dios tenía pleno derecho sobre él. Cuando le preguntamos por qué no volvía a casa (a Italia), nos contestó que ahora se había entregado enteramente a Dios y a nosotros”. Su ser sacerdote era todo para los demás: “Soy sacerdote para el bien de mi prójimo. Este es mi primer deber”. Se sentía deudor de Dios en todo, es más, todo pertenecía a Dios y al prójimo, mientras que él se había entregado totalmente, sin reservarse nada para sí mismo: el padre Francisco agradecía continuamente al Señor por haberle elegido para ser sacerdote misionero. Demostró este sentido de gratitud hacia todos los que habían hecho algo por él, incluso los más pobres.
            Dio ejemplos extraordinarios de fortaleza adaptándose a las condiciones de vida de la obra misionera que se le asignó: una lengua nueva y difícil, que intentó aprender bastante bien, porque era la manera de comunicarse con su pueblo; un clima muy duro, el de Bengala, tumba de tantos misioneros, que aprendió a soportar por amor a Dios y a las almas; viajes apostólicos a pie por zonas desconocidas, con el riesgo de encontrarse con animales salvajes.

            Fue un misionero y evangelizador incansable en una zona muy difícil como Krishnagar -que quiso transformar en Crist-nagar, la ciudad de Cristo-, donde las conversiones eran difíciles, por no hablar de la oposición de protestantes y miembros de otras religiones. Para administrar los sacramentos se enfrentaba a todos los peligros posibles: lluvia, hambre, enfermedades, bestias salvajes, gente malintencionada. He oído a menudo el episodio del padre Francisco, que una noche, mientras llevaba el Santísimo Sacramento a un enfermo, se encontró con un tigre agazapado en el camino por donde él y sus compañeros tenían que pasar… Como los compañeros intentaban huir, el siervo de Dios ordenó al tigre: “¡Deja pasar a tu Señor!”; y el tigre se alejó. He oído otros ejemplos similares sobre el siervo de Dios, que muchas veces viajaba a pie de noche. Una vez le atacó una banda de bandidos, creyendo que obtendrían algo de él. Pero cuando le vieron así desprovisto de todo, excepto de lo que llevaba, se excusaron y le acompañaron hasta la siguiente aldea”.
            Su vida de misionero fue un constante viajar: en bicicleta, a caballo y la mayor parte del tiempo a pie. Este caminar a pie es quizá la actitud que mejor retrata al misionero incansable y el signo del auténtico evangelizador: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero de buenas nuevas que anuncia la paz, del mensajero de bienes que anuncia la salvación!” (Is 52,7)

6. Ojos claros vueltos al cielo
            “Observando el rostro sonriente del siervo de Dios y mirando sus ojos claros y vueltos al cielo, uno pensaba que no era de aquí, sino del cielo”. Al verle, desde la primera vez, muchos referían una impresión inolvidable de él: sus ojos brillantes que mostraban un rostro lleno de sencillez e inocencia y su larga y venerable barba recordaban la imagen de una persona llena de bondad y compasión. Un testigo declaró: “El padre Francisco era un santo. No sé emitir un juicio, pero creo que no se encuentran personas así. Éramos pequeños, pero hablaba con nosotros, nunca despreció a nadie. No hacía diferencias entre musulmanes y cristianos. Padre se dirigía a todos por igual y cuando estábamos juntos nos trataba a todos por igual. Nos daba consejos de niños: “Obedeced a vuestros padres, haced bien los deberes, quereos como hermanos. Luego nos daba pequeños caramelos: en sus bolsillos siempre había algo para nosotros”.

            El padre Francisco manifestaba su amor a Dios sobre todo a través de la oración, que parecía ininterrumpida. Siempre se le veía mover los labios en oración. Incluso cuando hablaba con la gente, mantenía siempre la mirada alta, como si estuviera viendo a su interlocutor. Lo que más impresionaba a la gente era la capacidad del Padre Convertini de estar totalmente centrado en Dios y, al mismo tiempo, en la persona que tenía delante, mirando con ojos sinceros al hermano que encontraba en su camino: “Tenía, sin ninguna duda, la mirada fija en el rostro de Dios. Era un rasgo indeleble de su alma, una concentración espiritual de un nivel impresionante. Te seguía con atención y te respondía con gran precisión cuando le hablabas. Sin embargo, sentías que estaba “en otra parte”, en otra dimensión, en diálogo con el Otro”.

            A la conquista de la santidad animaba a los demás, como en el caso de su primo Lino Palmisano, que se preparaba para el sacerdocio: “Me alegra mucho saber que ya te estás formando; esto también pasará pronto, si sabes aprovechar las gracias del Señor que Él te dará cada día, para transformarte en un santo cristiano de buen sentido. Te esperan los estudios más satisfactorios de teología, que alimentarán tu alma con el Espíritu de Dios, que te ha llamado a ayudar a Jesús en su apostolado. No pienses en los demás, sino sólo en ti, en cómo llegar a ser un santo sacerdote como Don Bosco. Don Bosco también dijo en su tiempo: los tiempos son difíciles, pero nosotros puf, puf, seguiremos adelante incluso a contracorriente. Era la madre celestial que le decía: infirma mundi elegit Deus. No te preocupes, yo te ayudaré. Querido hermano, el corazón, el alma de un santo sacerdote a los ojos del Señor vale más que todos los miembros, se acerca el día de tu sacrificio junto con el de Jesús en el altar, prepárate. Nunca te arrepentirás de ser generoso con Jesús y con tus Superiores. Confía en ellos, te ayudarán a superar las pequeñas dificultades del día que tu alma bella pueda encontrar. Me acordaré de ti en la Santa Misa de cada día, para que también tú puedas un día ofrecerte enteramente al Buen Dios».

Conclusión
            Como al principio, así también al final de este breve excursus sobre el perfil virtuoso del Padre Convertini, he aquí un testimonio que resume lo que se ha presentado.
            “Una de las figuras pioneras que me impresionó profundamente fue la del Venerable Padre Francesco Convertini, celoso apóstol del amor cristiano, que supo llevar la noticia de la Redención a las iglesias, a las zonas parroquiales, a los callejones y chozas de los refugiados y a todo aquel que encontraba, consolando, aconsejando, ayudando con su exquisita caridad: un verdadero testigo de las obras de misericordia corporales y espirituales, por las que seremos juzgados: siempre dispuesto y celoso en el ministerio del sacramento del perdón. Cristianos de todas las confesiones, musulmanes e hindúes, acogieron con alegría y prontitud al que llamaban el hombre de Dios. Supo llevar a cada uno el verdadero mensaje de amor, que Jesús predicó y trajo a esta tierra: con el contacto evangélico directo y personal, para jóvenes y mayores, niños y niñas, pobres y ricos, autoridades y parias (marginados), es decir, el último y más despreciado peldaño del desecho (sub)humano. Para mí y para muchos otros, fue una experiencia estremecedora que me ayudó a comprender y vivir el mensaje de Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

            La última palabra corresponde al Padre Francisco, como legado que nos deja a cada uno de nosotros. El 24 de septiembre de 1973, escribiendo a sus parientes de Krishnagar, el misionero quiere implicarlos en la obra en favor de los no cristianos que realiza con dificultad desde su última enfermedad, pero siempre con celo: “Después de seis meses en el hospital, mi salud está un poco débil, me siento como una piñata rota y remendada. Sin embargo, Jesús misericordioso me ayuda milagrosamente en su trabajo por las almas. Dejo que me lleve a la ciudad y vuelvo a pie, después de dar a conocer a Jesús y nuestra santa religión. Terminadas mis confesiones en casa, voy entre los paganos, que son mucho mejores que algunos cristianos. Afectuosamente suyo en el Corazón de Jesús, Sacerdote Francesco”.




Don Bosco International

Don Bosco International (DBI) es una organización no gubernamental con sede en Bruselas, que representa a los Salesianos de Don Bosco ante las instituciones de la Unión Europea, con un enfoque en la defensa de los derechos de los menores, el desarrollo de los jóvenes y la educación. Fundada en 2014, DBI colabora con varios socios europeos para promover políticas sociales y educativas inclusivas, prestando atención a los sujetos vulnerables. La organización promueve la participación juvenil en la definición de las políticas, valorando la importancia de la educación informal. A través de actividades de networking y advocacy, DBI busca crear sinergias con las instituciones europeas, las organizaciones de la sociedad civil y las redes salesianas a nivel global. Los valores guía son la solidaridad, la formación integral de los jóvenes y el diálogo intercultural. DBI organiza seminarios, conferencias y proyectos europeos destinados a garantizar una mayor presencia de los jóvenes en los procesos de toma de decisiones, favoreciendo un contexto inclusivo que los apoye en el camino de crecimiento, autonomía y desarrollo espiritual, a través de intercambios culturales y formativos. La secretaria ejecutiva, Sara Sechi, nos explica la actividad de esta institución.

La defensa como acto de responsabilidad para y con nuestros jóvenes
Don Bosco International (DBI) es la organización que se encarga de la representación institucional de los Salesianos de Don Bosco ante las instituciones europeas y las organizaciones de la sociedad civil que giran en torno a ellas. La misión del DBI se centra en la defensa, traducible como “incidencia política”, es decir, todas aquellas acciones dirigidas a influir en un proceso decisorio-legislativo, en nuestro caso el europeo. La oficina del DBI tiene su sede en Bruselas y está alojada en la comunidad salesiana de Woluwe-Saint-Lambert (Inspectoría FRB). El trabajo en la capital europea es dinámico y estimulante, pero la cercanía de la comunidad nos permite mantener vivo el carisma salesiano en nuestra misión, evitando quedar atrapados en la llamada “burbuja europea”, ese mundo de relaciones y dinámicas “privilegiadas” a menudo distantes de nuestras realidades.
La acción del DBI sigue dos direcciones: por un lado, acercar la misión educativa-pastoral salesiana a las instituciones a través del intercambio de buenas prácticas, instancias de los jóvenes, proyectos y resultados relacionados, creando espacios de diálogo y participación para aquellos que tradicionalmente no los tendrían; por otro, llevar la dimensión europea dentro de la Congregación a través del seguimiento y la información sobre los procesos en curso y las nuevas iniciativas, la facilitación de nuevos contactos con representantes institucionales, ONG y organizaciones confesionales que puedan dar lugar a nuevas colaboraciones.
Una pregunta que surge a menudo espontáneamente es cómo el DBI logra crear concretamente una incidencia política. En las acciones de defensa es fundamental el trabajo en red con otras organizaciones o entidades que compartan principios, valores y objetivos. A tal propósito, el DBI garantiza una presencia activa en alianzas, formales e informales, de ONG o actores confesionales que trabajan juntos en temas importantes para la misión de Don Bosco: la lucha contra la pobreza y la inclusión social, la defensa de los derechos de los jóvenes, especialmente aquellos en situación de vulnerabilidad, y el desarrollo humano integral. Cada vez que una delegación salesiana visita Bruselas, facilitamos para ellos los encuentros con los Miembros del Parlamento Europeo, los funcionarios de la Comisión, los cuerpos diplomáticos, incluida la Nunciatura Apostólica ante la Unión Europea, y otros actores de interés. A menudo logramos reunirnos con los grupos de jóvenes y estudiantes de las escuelas salesianas que visitan la ciudad, organizando para ellos un momento de diálogo con otras organizaciones juveniles.
El DBI es un servicio que la Congregación ofrece para dar visibilidad a sus obras y llevar a los foros institucionales la voz de quienes, de otro modo, no serían escuchados. La Congregación Salesiana tiene un potencial de defensa no totalmente expresado. La presencia en 137 países en la protección de los jóvenes en riesgo de pobreza y exclusión social representa una red educativa y social con la que pocas organizaciones pueden contar; sin embargo, todavía cuesta presentar estratégicamente los buenos resultados en las mesas de toma de decisiones, donde se delinean políticas e inversiones, especialmente a nivel internacional. Por esta razón, garantizar un diálogo constante con las instituciones representa al mismo tiempo una oportunidad y un acto de responsabilidad. Una oportunidad porque a largo plazo la visibilidad facilita contactos, nuevas asociaciones, financiación para los proyectos y la sostenibilidad de las obras. Una responsabilidad porque, al no poder permanecer en silencio ante las dificultades que enfrentan nuestros chicos y chicas en el mundo de hoy, la incidencia política es el testimonio activo de ese compromiso cívico que a menudo tratamos de generar en los jóvenes.
Garantizando derechos y dignidad para los chicos, Don Bosco fue el primer actor de incidencia política de la Congregación, por ejemplo, a través de la firma del primer contrato de aprendizaje italiano. La Defensa representa un elemento intrínseco de la misión salesiana. A los Salesianos no les falta la experiencia, ni las historias de éxito, ni las alternativas concretas e innovadoras para afrontar los desafíos actuales, pero a menudo falta una cohesión que permita un trabajo en red coordinado y una comunicación clara y compartida. Dando voz a los testimonios auténticos de los jóvenes podemos transformar los desafíos en oportunidades, creando un impacto duradero en la sociedad que dé esperanza para el futuro.

Sara Sechi
Don Bosco International – DBI, Bruselas

Sara Sechi, Secretaria Ejecutiva del DBI, está presente en Bruselas desde hace dos años y medio. Es hija de la generación Erasmus+, que junto con otros programas europeos le han garantizado experiencias de vida y formación que de otro modo le habrían sido negadas. Está muy agradecida a Don Bosco y a la Congregación Salesiana, donde ha encontrado meritocracia, crecimiento y una segunda familia. Y nosotros le deseamos un buen y provechoso trabajo por la causa de los jóvenes.




Beato Luigi Variara: 150° de su nacimiento

Este año se conmemora el 150° aniversario del nacimiento del Beato Luigi Variara, figura extraordinaria de sacerdote y misionero salesiano. Nacido el 15 de enero de 1875 en Viarigi, en la provincia de Asti, Luigi creció en un ambiente rico en fe, cultura y amor fraterno, que forjó su carácter y lo preparó para la extraordinaria misión que lo llevaría a servir a los más necesitados en Colombia. Desde su infancia en el Monferrato, en una familia marcada por la influencia espiritual de Don Bosco, hasta su vocación misionera desarrollada en Valdocco, la vida del Beato Variara representa un ejemplo luminoso de dedicación al prójimo y fidelidad a Dios. Recordemos los momentos destacados de su infancia y formación, ofreciendo una mirada a la extraordinaria herencia espiritual y humana que nos dejó.

De Viarigi a Agua de Dios
Luigi Variara nace en Viarigi, en la provincia de Asti, el 15 de enero de 1875, hace 150 años, en una familia profundamente cristiana. Su padre, Pietro, había escuchado a Don Bosco en 1856, cuando llegó al pueblo para predicar una misión. Cuando nació Luigi, su padre Pietro tenía cuarenta y dos años y estaba casado en segundas nupcias con Livia Bussa. Pietro había obtenido el diploma de maestro, amaba la música y el canto, y animaba las funciones parroquiales como organista y director del coro que él mismo fundó. Era una presencia muy estimada y apreciada en el pueblo de Viarigi. Cuando nació Luigi, era un invierno riguroso y, debido a las circunstancias del nacimiento, la partera consideró prudente bautizar al recién nacido. Dos días después se completaron los ritos bautismales.
La infancia de Luigi está marcada por las tradiciones locales y la vida familiar, un conjunto cultural y espiritual que contribuyó a moldear su carácter y a transmitir valiosos contenidos para el crecimiento del niño, marcando su futura vocación misionera en Colombia.
Es significativo el vínculo de Luigi con su padre Pietro, su formador y maestro, quien le transmitió el sentido cristiano de la vida, los primeros rudimentos de la escuela y el amor por la música y el canto: aspectos que, como sabemos, marcarán la vida y la misión de Luigi Variara. Su hermano menor, Celso, recuerda: “Aunque no revelaba nada excepcional, Luigi era todo bondad y amor en las manifestaciones de su vida, tanto con los padres, y en particular con la madre; como con nosotros… No recuerdo que mi hermano haya usado modos menos corteses y menos fraternos con nosotros, hermanos menores. Fiel y devoto asistente a la iglesia y a las funciones, pasaba el resto del tiempo no divirtiéndose en la calle, sino en casa, leyendo y estudiando sus libros de escuela y haciendo compañía a la madre”.
 Es hermoso recordar también la relación del pequeño Luigi con su hermana mayor, Giovanna, hija del primer matrimonio y madrina en su bautismo. Aunque se casó joven, Giovanna siempre mantuvo un vínculo especial con el pequeño Luigi, contribuyendo a fortalecer los rasgos de su personalidad, su inclinación a la piedad y al estudio. De los hijos de Giovanna, uno, Ulisse, se convertirá en sacerdote, y Ernestina, Hija de María Auxiliadora. Además, Giovanna, que fallecerá a los noventa años en 1947, mantuvo los lazos epistolares entre Luigi y su madre Livia durante la vida misionera de su hermano.
Otro aspecto que influirá en el crecimiento del pequeño Luigi es que la casa de los Variara estaba casi siempre llena de niños. Papá Pietro, al finalizar las lecciones, llevaba consigo a los escolares más necesitados y, después de hacer un poco de repaso, los confiaba a los cuidados de mamá Livia. Y así hacían las otras familias. Una testigo relata: “La señora Livia era la madre de todo el vecindario; su patio siempre estaba lleno de chicos y chicas; ella nos enseñaba a coser, jugaba con nosotros, siempre mostraba buen humor”. Luigi creció en este clima “oratoriano”, donde se sentía en casa, se sentía amado y la presencia paterna de papá Pietro y la materna de mamá Livia eran recursos educativos y afectivos de primera calidad no solo para sus hijos, sino para muchos otros niños y jóvenes, especialmente los más pobres y desfavorecidos.
En estos años, Luigi conoce y se dedica a un compañero discapacitado, Andrea Ferrari, cuidando de él y haciéndolo sentir a gusto. En esto se puede vislumbrar una semilla de esa solicitud y cercanía que luego marcará la vida y la misión de Luigi Variara al servicio de los enfermos de lepra en Agua de Dios, Colombia. De verdad, Luigi Variara, de niño y de joven, experimentó, con sus hermanos y con los chicos del vecindario, el amor sincero de sus padres y, a través de su ejemplo, conoció el verdadero rostro de Dios Padre, fuente del amor auténtico.

Pasando por Valdocco
Don Bosco era muy conocido en el Monferrato: lo había recorrido en todas direcciones con las bien conocidas caminatas otoñales junto a sus chicos, que con sus gritos y la alegría ruidosa y contagiosa llevaban fiesta a dondequiera que llegaban. Los chicos del lugar se unían felices a la alegre y bulliciosa troupe y, posteriormente, no pocos se marchaban para encontrarse con ese sacerdote, fascinados por ser educados por él en el oratorio de Turín.
En Viarigi quedó un recuerdo muy sentido de la visita de Don Bosco, que tuvo lugar en febrero de 1856. Don Bosco había aceptado la invitación del párroco, don Giovanni Battista Melino, para predicar una misión, dado que el pueblo estaba profundamente perturbado y dividido por los escándalos de un ex sacerdote, un tal Grignaschi, que reunía a su alrededor una verdadera secta y gozaba de gran popularidad. Don Bosco logró atraer a un público muy numeroso e invitó a la población a la conversión; así fue como Viarigi recuperó su equilibrio religioso y la paz espiritual. El vínculo espiritual que se creó entre este pueblo de Asti y el Santo de los jóvenes se prolongó en el tiempo y, precisamente, el pequeño Luigi fue preparado para su primera comunión por el párroco don Giovanni Battista Melino, el mismo que había invitado a Don Bosco a predicar la misión popular. En la familia Variara, según los deseos de papá Pietro, Luigi debía orientarse hacia el sacerdocio, pero él, al finalizar la escuela primaria, no tenía deseos ni inquietudes vocacionales particulares. En cualquier caso, debería continuar sus estudios y en este punto entra en juego Don Bosco: el recuerdo que dejó en Viarigi, su fama de hombre de Dios, la amistad con el párroco, los sueños de papá Pietro, la fama del oratorio de Turín hicieron que Luigi, el 1° de octubre de 1887, ingresara a Valdocco inscrito en la primera clase del gimnasio, con el deseo de su padre que quería que su hijo se encaminara hacia el sacerdocio. Sin embargo, el joven Luigi, con toda simplicidad, pero con firmeza, no dudó en declarar que no sentía vocación, pero el padre respondió: “Si no la tienes, María Auxiliadora te la dará. ¡Sé bueno y estudia!”. Don Bosco fallecerá cuatro meses después de la llegada del joven Variara al oratorio de Valdocco, pero el encuentro que Luigi tuvo con él fue suficiente para marcarlo de por vida. Él mismo recuerda el evento: «Estábamos en la temporada invernal y una tarde estábamos jugando en el amplio patio del oratorio, cuando de repente se oyó gritar de un lado a otro: “¡Don Bosco, Don Bosco!”. Instintivamente nos lanzamos todos hacia el punto donde aparecía nuestro buen Padre, que lo sacaban para dar un paseo en su carroza. Lo seguimos hasta el lugar donde debía subir al vehículo; de inmediato se vio a Don Bosco rodeado por la querida multitud de chicos. Yo buscaba afanosamente la manera de ponerme en un lugar desde donde pudiera verlo a mi antojo, ya que deseaba ardientemente conocerlo. Me acerqué lo más que pude y, en el momento en que lo ayudaban a subir al coche, me dirigió una dulce mirada, y sus ojos se posaron atentamente sobre mí. No sé lo que sentí en ese momento… ¡fue algo que no sé expresar! Ese día fue uno de los más felices para mí; ¡estaba seguro de haber conocido a un Santo, y que ese Santo había leído en mi alma algo que solo Dios y él podían saber!».




Comunidad de la Misión de Don Bosco, una historia de “familia” y de “profecía”

La Familia Salesiana, nacida de la intuición de Don Bosco, ha continuado a lo largo del tiempo creciendo y asumiendo formas diferentes, manteniendo las mismas raíces. Entre estas realidades se encuentra la Comunidad de la Misión de Don Bosco (CMB), una asociación privada de fieles con un carisma misionero, que desde 2010 forma parte oficialmente de la Familia Salesiana.

Los orígenes de la CMB
            Todo comenzó en 1983 en Roma, en el Instituto Gerini, durante un encuentro de jóvenes Salesianos Cooperadores. Durante la Misa de clausura, un signo claro e indeleble quedó grabado en el corazón y en la mente de algunos participantes: tu vida y tu fe deben tomar una luz misionera… en cada lugar donde estés. De esta intuición nació la Comunidad de la Misión de Don Bosco, surgida como una iniciativa del Espíritu y fundada en el Instituto Salesiano de Bolonia.
            Le pedimos al diácono Guido Pedroni, fundador y custodio general de la CMB, que contara la historia de esta realidad. La CMB, compuesta por laicos, está hoy presente en diferentes partes del mundo. Es una comunidad misionera en estilo y en elecciones, profundamente arraigada en el espíritu salesiano y en la vida de sus fundadores. Junto a Guido Pedroni, otros cuatro laicos han compartido desde el principio el ideal de la CMB: Paola Terenziani (fallecida hace algunos años y para quien se ha iniciado el proceso de beatificación), Rita Terenziani, Andrea Bongiovanni y Giacomo Borghi. A estas figuras, reunidas en la llamada “Tienda Madre”, se ha sumado recientemente Daniele Landi, ya presente en los orígenes de la Comunidad.

Una comunidad mariana y misionera
            Es relevante notar que la CMB es el único grupo de la Familia Salesiana fundado por un laico y nacido de una idea compartida: un sueño misionero y comunitario. Es profundamente mariana, ya que el gesto definitivo de pertenencia a la Comunidad, el Acto de Dedicatoria, está inspirado en la vida de María, toda dedicada a Jesús. Como cuenta Guido Pedroni, la CMB nació de “una intuición, el Acto de Dedicatoria, que para nosotros es una verdadera consagración a Dios y a la Comunidad a ejemplo de María y de Don Bosco”.

El estilo y la espiritualidad
            El estilo de la CMB se concreta en la forma de vivir la fe, en abrir nuevas presencias misioneras, en realizar proyectos, en establecer relaciones educativas y en experimentar la vida comunitaria. Es un estilo marcado por la iniciativa, que algunos incluso han definido como “temeridad”, y se basa en cuatro pilares: suscitar, involucrar, crear y creer. Suscitar motivaciones, involucrar a las personas en la acción, crear relaciones auténticas, creer en la Providencia del Espíritu que precede y custodia cada elección.
            Para la CMB, vivir en un “Estado de Misión” permanente significa testimoniar el Evangelio en cada momento del día y en cada lugar, ya sea África, América, Italia, un campo de nómadas o un aula escolar. Lo esencial es sentirse parte de la misión de la Iglesia, encarnada en el estilo de Don Bosco a favor de los jóvenes.

            Tres son los ejes de la espiritualidad de la CMB:
            – Unidad, construida en el diálogo fraterno;
            – Caridad, hacia jóvenes y pobres, vivida en la comunión;
            – Esencialidad, encarnada en la simple y familiar compartición típica del espíritu salesiano.
            Otros elementos distintivos son la concesión de un mandato específico y la conciencia del “Estado de Misión”. La identidad carismática se arraiga en la espiritualidad salesiana, enriquecida por algunos rasgos propios de la CMB, en particular una espiritualidad de búsqueda y una actitud de familiaridad, que sientan las bases de la unidad entre los miembros de la Comunidad y de la Asociación.

Misiones y difusión en el mundo
            Inicialmente, la CMB estaba comprometida en actividades misioneras a favor de Etiopía. Sin embargo, con el tiempo, el compromiso se ha trasladado del tiempo libre a la vida cotidiana, orientando las elecciones fundamentales de la existencia. El clima de profunda amistad, la vida espiritual intensa marcada por la Palabra de Dios y el trabajo concreto por los pobres y por los jóvenes han llevado a la Dedicatoria. Así se comprendió que la tensión misionera no solo concernía a Etiopía, sino a cada lugar donde hubiera necesidad.
            En 1988 se redactó la primera Regla de Vida, mientras que en 1994 la CMB se convirtió en una Asociación con una propia estructura jurídica, para continuar el compromiso misionero y las actividades de animación en el territorio bolonés.
            Todas las presencias misioneras de la CMB han surgido de una llamada y de un signo. Actualmente, la Comunidad está presente en Europa, África, América del Sur y Central. La primera expedición misionera tuvo lugar en 1998 en Madagascar; desde entonces se ha difundido en nueve países: Italia, Madagascar, Burundi, Haití, Ghana, Chile, Argentina, Ucrania y Mozambique. Las dos “aventuras” más recientes se refieren precisamente a Mozambique y Ucrania.
            En los próximos meses se abrirá una nueva presencia en Mozambique. En septiembre pasado, en la Basílica de María Auxiliadora en Turín-Valdocco, se entregó el crucifijo misionero a Angelica y, idealmente, a otros tres jóvenes de Madagascar y Burundi, ausentes por motivos burocráticos, que junto a ella formarán la primera comunidad en ese país.
            En Ucrania, en cambio, varios miembros de la CMB han ido en varias ocasiones para llevar ayuda debido a la guerra y ahora, en diálogo con los Salesianos, están tratando de entender qué nuevo desafío está indicando el Espíritu.

Una vocación de confianza y servicio
            Es evidente que la vocación de la CMB es misionera y mariana, dentro del carisma salesiano, pero también posee una identidad peculiar, forjada por la historia y los signos de la presencia del Señor que han emergido en las vicisitudes de la Comunidad. Es una historia entrelazada con la vida de Don Bosco y la de las personas que forman parte de ella. Nunca ha sido fácil permanecer fiel a las llamadas del Espíritu, ya que siempre invitan a ampliar el horizonte, a confiar incluso “en la oscuridad”.
            La misión de la CMB es testimonio y servicio, compartición y confianza en Dios. Testimonio con la propia vida, servicio como acción educativa, compartición fruto del discernimiento comunitario y asunción de responsabilidad en todos los aspectos, confianza en Dios a ejemplo de Don Bosco, aprendiendo gradualmente cómo los proyectos pueden adquirir luz y forma.

Marco Fulgaro




San Francisco de Sales, acompañante personal

            «Mi espíritu siempre acompaña al tuyo,» escribió Francisco de Sales un día a Juana de Chantal, en un momento en que ella se sentía asaltada por la oscuridad y las tentaciones. El añadió: “Camina, por lo tanto, mi querida Hija, y avanza con mal tiempo y durante la noche. Sé valiente, mi querida Hija; con la ayuda de Dios, haremos mucho”. Acompañamiento, dirección espiritual, guía de almas, dirección de conciencia, asistencia espiritual: son fórmulas más o menos sinónimas, ya que designan esta forma particular de educación y de formación ejercida en el ámbito espiritual de la conciencia individual.

Formación de un futuro acompañante
            La formación que recibió de joven había preparado a Francisco de Sales para convertirse a su vez en director espiritual. Como estudiante de los jesuitas en Paris muy probablemente tuvo un padre espiritual cuyo nombre desconocemos. En Padua, Antonio Possevino había sido su director; con este famoso jesuita Francisco se felicitaría más tarde por haber sido uno de sus «hijos espirituales». Durante su tormentoso camino hacia el estado clerical, su confidente y apoyo fue Amé Bouvard, sacerdote amigo de la familia, que le preparó entonces para la ordenación.
            Al comienzo de su episcopado, confió el cuidado de su vida espiritual al padre Fourier, rector de los jesuitas de Chambéry, «un religioso grande, erudito y devoto», con el que estableció «una amistad muy especial» y que estuvo muy cerca de él «con sus consejos y advertencias». Durante varios años, se confiesa regularmente con el penitenciario de la catedral, a quien llama «querido hermano y perfecto amigo».
            Su estancia en París en 1602 influyó profundamente en el desarrollo de sus dotes de director de almas. Enviado por el obispo para negociar algunos asuntos diocesanos en la corte, tuvo poco éxito diplomático, pero esta prolongada visita a la capital francesa le permitió establecer contactos con la élite espiritual que se reunía en casa de Dame Acarie, mujer excepcional, mística y anfitriona al mismo tiempo. Se convirtió en su confesor, observó sus éxtasis y la escuchó sin rechistar. Qué error cometí», diría más tarde, “por no haber aprovechado suficientemente su santísima compañía”. En efecto, ella me abrió libremente su alma; pero el extremo respeto que le tenía hizo que no me atreviera a informarme de la menor cosa».

Una actividad persistente «que tranquiliza y anima»
            Ayudar a cada uno, acompañarle personalmente, aconsejarle, corregir eventualmente sus errores, animarle, todo ello requiere tiempo, paciencia y un esfuerzo constante de discernimiento. El autor de Filotea habla por experiencia propia cuando afirma en el prefacio:

Es un trabajo, lo confieso, guiar almas individuales, pero un trabajo que hace que uno se sienta ligero, como el de los segadores y los cosechadores, que nunca están tan contentos como cuando tienen mucho trabajo y mucho que llevar. Es un trabajo que tranquiliza y anima, por la dulzura que aporta a quien lo emprende.

            Conocemos este importante ámbito de su labor formativa sobre todo por su correspondencia, pero hay que señalar que la dirección espiritual no se hace sólo por escrito. Los encuentros personales y las confesiones individuales forman parte de ella, aunque hay que distinguirlos adecuadamente. En 1603 conoció al duque de Bellegarde, gran figura del reino y gran pecador, que pocos años después le pidió que le guiara por el camino de la conversión. La Cuaresma que predicó en Dijon al año siguiente fue un punto de inflexión en su «carrera» como director espiritual, porque conoció a Jeanne Frémyot, viuda del barón de Chantal.
            A partir de 1605, la visita sistemática de su vasta diócesis le puso en contacto con infinidad de personas de toda condición, principalmente campesinos y montañeses, la mayoría de los cuales eran analfabetos y no nos dejaron correspondencia. Predicando la Cuaresma en Annecy en 1607, encontró en sus «sagradas redes» a una joven de veintiún años, «pero toda de oro», llamada Luisa Du Chastel, que se había casado con el primo del obispo, Enrique de Charmoisy. Las cartas de dirección espiritual que Francisco envió a Madame de Charmoisy servirían de material básico para la redacción de su futura obra, la Philothea.

            La predicación en Grenoble en 1616, 1617 y 1618 le aportó un número considerable de hijas e hijos espirituales que, tras haberle escuchado en la cátedra, buscarían contactar con él de cerca. Nuevas Filoteas lo seguirán en su último viaje a París en 1618-1619, donde formó parte de la delegación de Saboya que negociaba el matrimonio del príncipe de Piamonte, Víctor Amadeo, con Cristina de Francia, hermana de Luis XIII. Tras la boda principesca, Christine lo eligió como su confesor y «gran capellán».

El director es padre, hermano, amigo
            Al dirigirse a las personas que dirige, Francisco de Sales hace un uso abundante, por no decir excesivo, según la costumbre de la época, de títulos y apelativos tomados de la vida familiar y social, como padre, madre, hermano, hermana, hijo, hija, tío, tía, sobrina, padrino, madrina o sirviente. El título de padre significaba autoridad y al mismo tiempo amor y confianza. El padre «asiste» a su hijo y a su hija aconsejándoles con sabiduría, prudencia y caridad. Como padre espiritual, el director es el que en ciertos casos dice: ¡Yo hago! Francisco de Sales sabía utilizar ese lenguaje, pero sólo en circunstancias muy especiales, como cuando ordena a la baronesa que no evite un encuentro con el asesino de su marido:

Me preguntasteis cómo quería que os comportaseis en el encuentro con el que mató a vuestro señor esposo. Te respondo en orden. No es necesario que usted misma busque la fecha y la ocasión. Sin embargo, si ésta se presenta, quiero que la acojas con un corazón gentil, amable y compasivo.

            Una vez escribió a una mujer angustiada: «Te lo ordeno en nombre de Dios», pero fue para quitarle los escrúpulos. Su autoridad permaneció siempre humilde, buena, incluso tierna; su papel con respecto a las personas que dirigía, precisó en el prefacio a la Filotea, consistía en una «asistencia» especial, término que aparece dos veces en este contexto. La intimidad que se estableció entre él y el duque de Bellegarde fue tal que Francisco de Sales pudo responder a la petición del duque, no sin vacilar en utilizar los epítetos «hijo mío» o «monseñor hijo mío», sabiendo perfectamente que el duque era mayor que él. La implicación pedagógica de la dirección espiritual queda subrayada por otra imagen significativa. Tras recordar la veloz carrera de la tigresa para salvar a su cachorro, movida por la fuerza del amor natural, continúa diciendo:

Y cuánto más de buena gana cuidará un corazón paternal de un alma que ha encontrado llena de deseos de santa perfección, llevándola sobre su pecho, como una madre a su hijo, sin sentir el peso de la querida carga.

            Con respecto a la gente que él dirige, mujeres y hombres, Francisco de Sales también se comporta como un hermano, y es en esta capacidad que él se presenta a menudo a la gente que recurre a él. A Antoine Favre le llama constantemente «mi hermano». Al principio se dirige a la baronesa de Chantal con el apelativo de «madame» (señora), más tarde pasa al de «hermana», «este nombre, con el que los apóstoles y los primeros cristianos se expresaban su amor mutuo». El hermano no manda, aconseja y corrige fraternalmente.

            Pero lo que mejor caracteriza el estilo salesiano es el ambiente amistoso y recíproco que une al director y a la persona dirigida. Como bien dice André Ravier, «no hay verdadera dirección espiritual si no hay amistad, es decir, intercambio, comunicación, influencia mutua». No es sorprendente que Francisco de Sales ame a sus referentes con un amor que les testimonia de mil maneras; es sorprendente, en cambio, que desee ser igualmente amado por ellos. Con Jeanne de Chantal, la reciprocidad llega a ser tan intensa que a veces convierte «lo mío» y «lo tuyo» en «lo nuestro»: «No me es posible distinguir lo mío y lo tuyo en lo que nos concierne es nuestro».

Obediencia al director, pero en un clima de confianza y libertad
            La obediencia al director espiritual es una garantía contra los excesos, las ilusiones y los pasos en falso cometidos las más de las veces por cuenta propia; mantiene una actitud prudente y sabia. El autor de la Filotea la considera necesaria y beneficiosa, sin recurrir a ella; «la humilde obediencia, tan recomendada y tan practicada por todos los antiguos devotos», forma parte de una tradición. Francisco de Sales se la recomienda a la baronesa de Chantal a propósito de su primer director, pero indicándole cómo vivirla:

Alabo mucho el respeto religioso que sentís por vuestro director, y os exhorto a conservarlo con mucho cuidado; pero debo deciros también una palabra más. Este respeto debe indudablemente induciros a perseverar en la santa conducta a la que tan felizmente os habéis adaptado, pero de ningún modo debe impedir o sofocar la justa libertad que el Espíritu de Dios da a quien posee.

            En todo caso, el director debe poseer tres cualidades indispensables: «Debe estar lleno de caridad, ciencia y prudencia: si falta una de estas tres, hay peligro» (I I 4). No parece ser el caso del primer director de la señora de Chantal. Según su biógrafa, la Madre de Chaugy, este hombre la «vinculaba a su dirección» advirtiéndole de non pensar jamás en cambiarlo; eran «lazos inapropiados que mantenían su alma atrapada, encerrada y sin libertad». Cuando, tras conocer a Francisco de Sales, quiso cambiar de director, se vio sumida en un mar de escrúpulos. Para tranquilizarla, él le mostró otro camino:

Aquí está la regla general de nuestra obediencia, escrita en letras muy grandes: DEBES HACER TODO POR AMOR, Y NADA POR FUERZA; DEBES AMAR LA OBEDIENCIA MÁS DE LO QUE TEMES LA DESOBEDIENCIA. Os dejo el espíritu de la libertad: no la que excluye la obediencia, porque entonces habría que hablar de la libertad de la carne, sino la que excluye la compulsión, el escrúpulo y la prisa.

            El camino salesiano se funda en el respeto y la obediencia debidos al director, sin duda alguna, pero sobre todo en la confianza: «Tened en él la mayor confianza, unida a una sagrada reverencia, de modo que la reverencia no disminuya la confianza y la confianza no impida la reverencia; confiad en él con el respeto de una hija hacia su padre, respetadlo con la confianza de una hija hacia su madre».

La confianza inspira sencillez y libertad, que favorecen la comunicación entre dos personas, sobre todo cuando la dirigida es una joven novicia temerosa:

Te diré, en primer lugar, que no debes usar, a mi respecto, palabras de ceremonia o disculpa, pues, por voluntad de Dios, siento por ti todo el afecto que puedas desear, y no sabría prohibirme sentirlo. Amo profundamente tu espíritu, porque creo que Dios lo quiere, y lo amo tiernamente, porque te veo todavía débil y demasiado joven. Escríbame, pues, con toda confianza y libertad, y pídame todo lo que le parezca útil para su bien. Y que esto quede dicho de una vez por todas.

            ¿Cómo se debe escribir al obispo de Ginebra? Escríbeme con libertad, con sinceridad, con sencillez -dijo a una de las almas que dirigía-. Sobre este punto, no tengo nada más que decir, excepto que no debes poner Monseñor en la carta ni solo ni acompañado de otras palabras: basta con que pongas Señor, y ya sabes por qué. Soy un hombre sin ceremonias, y os amo y os honro de todo corazón». Este estribillo vuelve con frecuencia al comienzo de una nueva relación epistolar. El afecto, cuando es sincero y sobre todo cuando tiene la suerte de ser correspondido, autoriza la libertad y la mayor franqueza. Escríbeme cuando te apetezca», le dijo a otra mujer, “con toda confianza y sin ceremonias, porque así es como hay que comportarse en este tipo de amistad”. A uno de sus corresponsales le pidió: «No me pidas que te excuse por escribir bien o mal, porque no me debes más ceremonia que la de quererme». Esto significa hablar «de corazón a corazón». Tanto el amor a Dios como el amor al prójimo nos hacen seguir adelante «de buena manera, sin muchos aspavientos» porque, como él decía, «el verdadero amor no necesita método». La clave es el amor, porque «el amor iguala a los amantes», es decir, el amor opera una transformación en las personas que uno ama, haciéndolas iguales, semejantes y al mismo nivel.

«Cada flor requiere un cuidado especial».
            Aunque el objetivo de la dirección espiritual es el mismo para todos, es decir, la perfección de la vida cristiana, las personas no son todas iguales, y pertenece al arte del director saber indicar a cada uno el camino adecuado para alcanzar la meta común. Hombre de su tiempo, consciente de que las estratificaciones sociales eran una realidad, Francisco de Sales conocía bien la diferencia entre el caballero, el artesano, el ayuda de cámara, el príncipe, la viuda, la muchacha y la mujer casada. Cada uno, de hecho, debía producir frutos ‘de acuerdo a su calificación y profesión’. Pero el sentido de pertenencia a un determinado grupo social iba bien, en él, con la consideración de las peculiaridades del individuo: hay que “adaptar la práctica de la devoción a las fuerzas, actividades y deberes de cada uno en particular”. También creía que «los medios para alcanzar la perfección son diferentes según la diversidad de las vocaciones».
            La diversidad de temperamentos es un hecho que debe ser tomado en cuenta. Uno puede detectar en Francisco de Sales un “instinto psicológico” que es anterior a los descubrimientos modernos. La percepción de las características únicas de cada persona es muy pronunciada en él y es la razón por la que cada sujeto merece una atención especial por parte del padre espiritual: “En un jardín, cada hierba y cada flor requiere un cuidado especial”. Como un padre o una madre con sus hijos, se adapta a la individualidad, al temperamento y a las situaciones particulares de cada individuo. A esta persona, impaciente consigo misma, decepcionada porque no progresa como quisiera, le recomienda el amor propio; a esta otra, atraída por la vida religiosa pero dotada de una fuerte individualidad, le aconseja un estilo de vida que tenga en cuenta estas dos tendencias; a una tercera, oscilante entre la exaltación y la depresión, le sugiere la paz del corazón mediante la lucha contra las imaginaciones angustiosas. A una mujer desesperada por el carácter «derrochador y frívolo» de su marido, el director tendrá que aconsejarle «los medios adecuados y la moderación» y los medios para superar su impaciencia. Otra, una mujer con la cabeza en el cuello, con un carácter “de una sola pieza”, llena de ansiedades y pruebas, necesitará “santa dulzura y tranquilidad”. A otra le angustia el pensamiento de la muerte y a menudo se deprime: su director le inspira valor. Hay almas que tienen mil deseos de perfección; es necesario calmar su impaciencia, fruto de su amor propio. La famosa Angélique Arnauld, abadesa de Port-Royal, quiere reformar su monasterio con rigidez: es necesario recomendarle flexibilidad y humildad.
            En cuanto al duque de Bellegarde, que se había inmiscuido en todas las intrigas políticas y amorosas de la corte, el obispo le anima a adquirir «una devoción masculina, valiente, invariable, que sirva de espejo a muchos, exaltando la verdad del amor celestial, digna de reparación por las faltas pasadas». En 1613 redacta una Memoria para hacer una buena confesión, que contiene ocho «advertencias» generales, una descripción detallada «de los pecados contra los diez mandamientos», un «examen sobre los pecados capitales», «los pecados cometidos contra los preceptos de la Iglesia», un «medio para discernir el pecado mortal del venial» y, por último, «medios para apartar a los grandes del pecado de la carne».

Método «regresivo
            El arte de la dirección de la conciencia exige muy a menudo que el director dé un paso atrás y deje la iniciativa al destinatario, o a Dios, sobre todo cuando se trata de hacer elecciones que requieren una decisión exigente. «No tome mis palabras demasiado al pie de la letra», escribió a la baronesa de Chantal, “no quiero que sean una imposición para usted, sino que conserve la libertad de hacer lo que mejor le parezca”. Escribía, por ejemplo, a una mujer muy apegada a las «vanidades»:

Cuando te fuiste, se me ocurrió decirte que debías renunciar a las fragancias y a los perfumes, pero me contuve, para seguir mi sistema, que es suave y procura esperar los movimientos que, poco a poco, los ejercicios de piedad tienden a suscitar en las almas que se consagran por entero a la Bondad divina. Mi espíritu, en efecto, es sumamente amigo de la sencillez; y el gancho con que se acostumbra cortar los chupones inútiles, lo dejo habitualmente en manos de Dios.

            El director no es un déspota, sino alguien que «guía nuestras acciones con sus advertencias y consejos», como dice al principio de la Filotea. Se abstiene de mandar cuando escribe a Madame de Chantal: «Son consejos buenos y convenientes para ti, pero no mandatos». También dirá, en su proceso de canonización, que a veces lamentaba no haber sido suficientemente guiada con mandatos. De hecho, el papel del director queda definido por la siguiente respuesta de Sócrates a un discípulo: «Me ocuparé, pues, de devolverte a ti mismo mejor de lo que eres». Como siempre declaraba a Madame de Chantal, Francisco se había «consagrado», se había puesto al «servicio» de la «santísima libertad cristiana». Lucha por la libertad:

Veréis que digo la verdad y que lucho por una buena causa cuando defiendo la santa y amable libertad del espíritu, que, como sabéis, honro de manera muy especial, siempre que sea verdadera y esté libre de disipación y libertinaje, que no son más que una máscara de la libertad.

            En 1616, durante un retiro espiritual, Francisco de Sales hizo que la propia madre de Chantal hiciera un ejercicio de «desvestirse», para reducirla a «la hermosa y santa pureza y desnudez de los niños». Había llegado el momento de dar el paso hacia la «autonomía» de la persona directa. La exhortó, entre otras cosas, a no ‘tomar ninguna nodriza’ y a no seguir diciéndole -precisó- ‘que yo seré siempre su nodriza’, y, en suma, a estar dispuesta a renunciar a la dirección espiritual de Francisco. Sólo Dios basta: «No tengáis otros brazos para llevaros que los de Dios, ni otros pechos en los que descansar que los Suyos y la Providencia. […] No pienses más en la amistad ni en la unidad que Dios ha establecido entre nosotros». Para Madame de Chantal, la lección es dura: «¡Dios mío! ¡Mi verdadero Padre, al que has cortado profundamente con tu navaja! ¿Puedo permanecer mucho tiempo en este estado de ánimo? Ahora se ve «despojada y desnuda de todo lo que le era más precioso». Francisco confiesa también: «Y sí, también yo me encuentro desnudo, gracias a Aquel que murió desnudo para enseñarnos a vivir desnudos». La dirección espiritual alcanza aquí su punto culminante. Después de una experiencia así, las cartas espirituales serán más raras y los afectos más contenidos y ventajosos en favor de una unidad totalmente espiritual.