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Tan pronto como llegaron a la Patagonia, los Salesianos – liderados por Don Bosco – buscaron obtener un Vicariato Apostólico que garantizara autonomía pastoral y apoyo de Propaganda Fide. Entre 1880 y 1882, repetidas solicitudes a Roma, al presidente argentino Roca y al arzobispo de Buenos Aires se toparon con disturbios políticos y desconfianzas eclesiásticas. Misioneros como Rizzo, Fagnano, Costamagna y Beauvoir recorrían el Río Negro, el Colorado y hasta el lago Nahuel-Huapi, estableciendo presencia entre indios y colonos. El giro decisivo llegó el 16 de noviembre de 1883: un decreto erigió el Vicariato de la Patagonia septentrional, confiado a monseñor Giovanni Cagliero, y la Prefectura meridional, dirigida por monseñor Giuseppe Fagnano. Desde ese momento, la obra salesiana se arraigó «en el fin del mundo», preparando su futuro florecimiento.
Los Salesianos acababan de llegar a la Patagonia cuando Don Bosco, el 22 de marzo de 1880, volvió a insistir ante varias Congregaciones Romanas y ante el mismo Papa León XIII para la erección del Vicariato o Prefectura de la Patagonia con sede en Carmen, que abarcase las colonias ya constituidas o que se fueran organizando a orillas del Río Negro, desde el 36º hasta el 50º grado de latitud Sur. Carmen podría haber llegado a ser “el centro de las Misiones Salesianas entre los Indios”.
Pero los disturbios militares en el momento de la elección del general Roca como Presidente de la República (mayo-agosto 1880) y la muerte del inspector salesiano don Francesco Bodrato (agosto 1880) hicieron suspender los trámites. Don Bosco insistió también ante el Presidente en noviembre, pero sin resultados. El Vicariato no era querido ni por el arzobispo ni era bien visto por la autoridad política.
Pocos meses después, en enero de 1881, Don Bosco animaba al nuevo inspector don Giacomo Costamagna a esforzarse por el Vicariato en la Patagonia y aseguraba al director-párroco don Fagnano que respecto a la Patagonia – “la mayor empresa de nuestra Congregación” – una gran responsabilidad pronto recaería sobre él. Pero se seguía en un impasse.
Mientras tanto, en la Patagonia, don Emilio Rizzo, que había acompañado en 1880 al vicario de Buenos Aires monseñor Espinosa a lo largo del Río Negro hasta Roca (50 km), junto con otros salesianos se preparaba para nuevas misiones móviles por el mismo río. Don Fagnano, en 1881, pudo acompañar al ejército hasta la Cordillera. Don Bosco, impaciente, estaba ansioso y don Costamagna todavía en noviembre de 1881 le aconsejó que tratara directamente con Roma.
Por suerte, a finales de 1881 vino a Italia monseñor Espinosa; Don Bosco aprovechó para informar por su intermediación al arzobispo de Buenos Aires, que en abril de 1882 pareció favorable al proyecto de un Vicariato confiado a los Salesianos. Más bien por la imposibilidad de atenderlo con su clero. Pero una vez más no se concretó.
En el verano de 1882 y luego en 1883 don Beauvoir acompañó al ejército hasta el lago Nahuel-Huapi en los Andes (880 km); otras excursiones apostólicas habían hecho otros salesianos en abril a lo largo del Río Colorado, mientras don Beauvoir regresaba a Roca y en agosto don Milanesio se internaba hasta Ñorquín en Neuquén (900 km).
Don Bosco estaba cada vez más convencido de que sin un Vicariato apostólico propio, los Salesianos no gozarían de la necesaria libertad de acción, dadas las difíciles relaciones que él mismo tuvo con su arzobispo de Turín y considerando también que el Concilio Vaticano I no decidió nada sobre las difíciles relaciones entre Ordinarios y superiores de Congregaciones religiosas en territorios de misión. Además, cosa no menor, sólo un Vicariato misionero podría contar con el apoyo financiero de la Congregación de Propaganda Fide.
Por ello, Don Bosco retomó sus esfuerzos, presentando a la Santa Sede la propuesta de división administrativa de la Patagonia y Tierra del Fuego en tres Vicariatos o Prefecturas: desde el Río Colorado al Río Chubut, de éste al Río Santa Cruz, y de éstos a las islas de Tierra del Fuego, incluyendo las Malvinas (Falklands).
Algunos meses después, el Papa León XIII accedió y solicitó los nombres. Don Bosco entonces sugirió al cardenal Simeoni la erección de un solo Vicariato para la Patagonia septentrional con sede en Carmen, del que dependiera una Prefectura apostólica para la Patagonia meridional. Para esta última propuso a don Fagnano; para el Vicariato a don Cagliero o don Costamagna.
Un sueño que se cumple
El 16 de noviembre de 1883, un decreto de Propaganda Fide erigió el Vicariato apostólico de la Patagonia septentrional y central, que comprendía el sur de la provincia de Buenos Aires, los territorios nacionales de La Pampa central, el Río Negro, Neuquén y Chubut. Cuatro días después lo confió a don Cagliero como Provicario apostólico (y posteriormente Vicario apostólico). El 2 de diciembre de 1883 fue el turno de Fagnano para ser nombrado Prefecto apostólico de la Patagonia chilena, del territorio chileno de Magallanes-Punta Arenas, del territorio argentino de Santa Cruz, de las islas Malvinas y de otras islas no bien definidas que se extendían hasta el estrecho de Magallanes. Eclesiásticamente, la Prefectura cubría áreas pertenecientes a la diócesis chilena de San Carlos de Ancud.
El sueño del famoso viaje en tren de Cartagena en Colombia a Punta Arenas en Chile del 10 de agosto de 1883 empezaba así a realizarse, más aún cuando algunos Salesianos desde Montevideo en Uruguay a comienzos de 1883 habían llegado a fundar la casa de Niterói en Brasil. El largo proceso para poder gestionar una misión con plena libertad canónica había llegado a su fin. En octubre de 1884 don Cagliero sería investido con la designación de Vicario apostólico de la Patagonia, donde haría su entrada el 8 de julio siguiente, siete meses después de su consagración episcopal ocurrida en Valdocco el 7 de diciembre de 1884.
Lo que siguió
Aunque en medio de dificultades de todo tipo que la historia recuerda – incluyendo acusaciones y verdaderas calumnias – la obra salesiana desde esos tímidos comienzos se desplegó rápidamente tanto en la Patagonia Argentina como en la chilena. Se arraigó mayormente en pequeños centros de indios y colonos, hoy convertidos en pueblos y ciudades. Monseñor Fagnano en 1887 se estableció en Punta Arenas (Chile), desde donde comenzó poco después las misiones en las islas de Tierra del Fuego. Misioneros generosos y capaces gastaron generosamente la vida a uno y otro lado del Estrecho de Magallanes “por la salvación de las almas” y también de los cuerpos (en la medida de sus posibilidades) de los habitantes de esas tierras “allá, en el fin del mundo”. Lo han reconocido muchos, entre ellos una persona que sabe del tema, porque también vino “casi desde el fin del mundo”: el papa Francisco.
Foto de época: Los tres Bororòs que acompañaron a los misioneros salesianos a Cuiabá (1904)