25 Sep 2025, Jue

Cincuenta años de servicio Padre Rolando Fernandez

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El P. Rolando Fernandez, misionero salesiano en Filipinas, actualmente en la comunidad de Dili – Comoro perteneciente a la Visitaduría de Timor Est (TLS), ha cumplido 50 años de servicio en la vida sacerdotal, 40 de ellos en Timor Oriental.

Los fieles de Baucau celebraron los 50 años de vida sacerdotal del P. Rolando Fernandez, sdb, misionero de Pangasinan, Filipinas, en la fiesta de Santo Domingo Savio. Participaron en la concelebración de la misa de acción de gracias el inspector de la TLS, P. Anacleto Pires, sacerdotes de la diócesis de Baucau y sacerdotes salesianos. Participaron numerosas personas, entre ellas algunas religiosas e Hijas de María Auxiliadora, miembros de la Familia Salesiana, novicios y prenovicios, representantes del gobierno, estudiantes y jóvenes, reunidos en la catedral de Baucau y animados por un alegre espíritu de acción de gracias, celebrando el amor de Dios a través de la persona del padre Rolando Fernandez, en sus cuarenta años de vida y de servicio en favor del pueblo timorense.

Amu Orlando, como le llama el pueblo, pasó sus diez años de vida misionera en Papúa Nueva Guinea, antes de unirse a otros misioneros que trabajaban en Timor Oriental a mediados de los años ochenta. Esta celebración tuvo lugar en Baucau, ya que el P. Rolando trabajó allí como párroco (1992-1994) y director y fundador de la conocida Escola Secundária Santo António (ESSA) Teulale-Baucau. Además, el P. Rolando realizó muchas otras obras en Baucau. Por citar sólo algunas, traducciones de la Palabra de Dios a la lengua nacional, el Tetum y otras obras impresas. Se esforzó mucho por ofrecer a los fieles oraciones y textos de culto para las celebraciones litúrgicas. El último de sus legados, pero no por ello menos importante, que permanecerá en el corazón de los jóvenes timorenses de todo el país, es la organización del evento Cruz Jovens para los jóvenes de Timor Oriental, iniciado por el Papa San Juan Pablo II en Roma el 22 de abril de 1984 (primera Jornada Mundial de la Juventud).

En la homilía, el padre Rolando fue al corazón del significado del término ayuda. En primer lugar, habló de la indignidad del hombre para ser sacerdote. El sacerdocio no es un derecho, sino un don de Dios. Es Dios quien llama, en su gran amor, y da esta gracia para llegar a ser sacerdote. Es la confianza de Dios elegir y suscitar hombres para servir a su pueblo. Esto se refleja también en la segunda Plegaria Eucarística, en la que el sacerdote dice: “…te damos gracias porque nos has hecho dignos de estar en tu presencia para ejercer el servicio sacerdotal”. Por este gran regalo, el P. Rolando agradeció a Dios que le llamara y le diera la oportunidad de servir.
Luego, mirando al pasado, a su trayectoria vital, el P. Rolando vio cómo el dedo de Dios le había señalado, mostrado y preparado el camino para este don del sacerdocio ordenado a través de las experiencias que inició en su devota familia de padres y hermanos, y a través de los misioneros salesianos que conoció. Podemos añadir que se confirma una vez más el dicho “el fruto no cae lejos del árbol”.
Uno de los acontecimientos memorables que cambiaron su vida fue que su padre quedó impresionado tras visitar una escuela técnica de Don Bosco. Allí vio a los chicos fabricar zapatos, coser, hacer trabajos de carpintería, mecánica y electricidad. Su padre le compró un par de zapatos y, en aquella ocasión, un sacerdote salesiano le regaló un folleto con imágenes de María Auxiliadora, Don Bosco y Domingo Savio. Una vez en casa, su padre le dijo: “El año que viene irás a la escuela de Don Bosco”. Efectivamente, así fue. Allí vio la vida de los salesianos, aprendió de ellos, deseó ser como ellos y, al final, se convirtió en uno de ellos, en hermano salesiano y después en sacerdote salesiano para siempre. Finalmente, el padre Rolando sintió un gran deseo de convertirse en signo y portador del amor de Dios, especialmente para los jóvenes. Para él, el amor de sus hermanos y superiores que confiaron en él, que le encomendaron algunas responsabilidades más allá de sus posibilidades, el amor de sus antiguos alumnos, de los muchachos y de la gente, enriquecieron de significado su vida. Y no son palabras vacías: se podrían enumerar tantos acontecimientos y experiencias de amor de los salesianos y de la gente. Podía sentir profundamente su amor incluso cuando estaba enfermo.
Luego, recordando las palabras de Don Bosco que decía: “Pan, trabajo y paraíso: son tres cosas que puedo ofreceros en nombre del Señor”, comentó que el pan, para él, jamás faltó, pero si no había trabajo, el riesgo era que tampoco hubiera paraíso. El trabajo intenso consume la vida rápidamente, pero no teme a la muerte porque tiene fe en las palabras que Don Bosco dejó como testamento: “Cuando sucumba un salesiano y deje de vivir trabajando por las almas, entonces diréis que nuestra Congregación ha tenido un gran triunfo y las bendiciones del Cielo descenderán abundantemente sobre ella”. Y esta confianza en las palabras de Don Bosco continúa, dando crédito a las Constituciones Salesianas que afirman en su artículo 54: “Para el salesiano, la muerte está iluminada por la esperanza de entrar en la alegría de su Señor”. Y – decimos – es justa esta confianza en las Constituciones, porque el mismo Don Bosco dijo: “Si me habéis amado en el pasado, continuad amándome en el futuro con la exacta observancia de nuestras Constituciones”.

Tras la homilía, el P. Rolando renovó de nuevo sus votos religiosos ante el inspector, el P. Anacleto Pires, el P. Manuel Ximenes, sdb, párroco de Baucau, y el P. Agnelo Moreira, sdb, rector de la comunidad de Baucau. Dio un testimonio vivo del amor de Dios por la humanidad, especialmente por los jóvenes.
Luego de la bendición final, hubo varios discursos de diversos representantes que expresaron su gratitud al P. Rolando por su presencia, su vida y su trabajo por la Iglesia en Timor Oriental, especialmente en Baucau. Gracias a su ejemplo de vida, hay muchas vocaciones a la vida religiosa, tanto de religiosas como de sacerdotes. El padre Rolando Fernandez, como una gota de miel, ha atraído a muchos jóvenes, chicos y chicas, a abrazar la vida religiosa o sacerdotal. Como signo de gratitud en nombre de los hermanos de Timor Oriental, el P. Anacleto obsequió al P. Rolando una estatua de Don Bosco. Y en memoria de este acontecimiento, el P. Anacleto y el P. Rolando plantaron también un árbol en Baucau.

P. Julian Mota, sdb

Por Editor BSOL

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