8 Dic 2025, Lun

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El encuentro entre Don Bosco y el joven Bartolomé Garelli, que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1841, día de la Inmaculada Concepción, en la sacristía de San Francisco de Asís, se ha convertido en la tradición salesiana en el humilde símbolo de los inicios del Oratorio. Los testimonios de los primeros Sucesores, don Miguel Rúa y don Pablo Albera, subrayan cómo el propio Don Bosco reconocía en aquella sencilla Avemaría la semilla de la que germinaría toda la obra salesiana. Una página de historia que revela la potencia evangélica de los pequeños comienzos.

Don Miguel Rua, primer Sucesor de Don Bosco, celoso custodio de la primera historia salesiana y de las palabras de Don Bosco, escribió a los Salesianos el 17 de mayo de 1904:
Mis queridos hijos, nuestro buen padre Don Bosco comenzó su obra el día de la Inmaculada Concepción, de la fecha de esa fiesta quiso que estuvieran marcados los mayores hechos y las principales disposiciones concernientes a nuestra Pía Sociedad(Lettere Circolari di Don Michele Rua ai Salesiani, Turín, 1965, p. 367).
Don Pablo Albera, segundo Sucesor de Don Bosco y uno de sus discípulos más cercanos, en su Circular a los Salesianos del 15 de mayo de 1911 sobre la piedad, afirmaba: “El 8 de diciembre de 1886 [Don Bosco] dio una conferencia a sus hermanos en Turín. Recordó a los oyentes su primer encuentro con Bartolomé Garelli en la sacristía de San Francisco de Asís, que había tenido lugar 45 años antes; luego se extendió en describir el camino que su obra había recorrido a lo largo de los años a partir de tan humildes principios. Pero lejos de atribuirse la más mínima parte de mérito, concluyó diciendo: ‘Y todo este bien que hace nuestra Pía Sociedad es fruto de aquel Ave María que recé antes de salir a catequizar a aquel pobre niño’”.
La fecha del 8 de diciembre de 1841 está pues asociada por la tradición salesiana al inicio de los oratorios festivos de Don Bosco para los jóvenes pobres y abandonados, obra fundamental a la que están ligadas todas las demás.

Tres documentos en comparación
            En 1854 hay un primer documento de Don Bosco que permaneció manuscrito durante mucho tiempo y que estaba dirigido a las autoridades civiles y religiosas, que lleva el título: Bosquejo histórico del Oratorio de San Francisco de Sales y que comienza así: “Este Oratorio, es decir, una reunión de jóvenes en días festivos, comenzó en la iglesia de San Francisco de Asís. El Sr Don Cafasso, desde hace ya varios años, en verano, daba todos los domingos un catecismo a los aprendices de albañil en una pequeña habitación anexa a la sacristía de dicha iglesia. La seriedad de las ocupaciones de este sacerdote le hizo interrumpir este ejercicio que tanto le agradaba. Lo reanudé a finales de 1841, y comencé por reunir en el mismo lugar a dos jóvenes adultos, muy necesitados de instrucción religiosa. A ellos se unieron otros y en 1842 el número había aumentado a veinte y a veces a veinticinco(Piccola Biblioteca dell’I.S.S. nº 9, p. 34-35).
El segundo documento data de 1862 y lleva por título: Notas históricas en torno al Oratorio de San Francisco de Sales. Comienza así: “La idea de los Oratorios surgió de la asistencia a las cárceles de esta ciudad. En estos lugares de miseria espiritual y temporal había muchos jóvenes de edad floreciente, de ingenio agudo, de buen corazón, capaces de formar el consuelo de las familias y el honor de la patria. Y, sin embargo, allí estaban encerrados, descorazonados, convertidos en la vergüenza de la sociedad(ibíd., p. 56).
El tercer documento son las Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales, escritas por Don Bosco en 187375. Podemos leer allí: “El día solemne de la Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre de 1841) a la hora señalada me encontraba en el acto de vestirme con los ornamentos sagrados para celebrar la Santa Misa…(MO 124-127). Y aquí, nos dice el documento, un pobre muchacho entró por curiosidad en la sacristía de San Francisco de Asís e inmediatamente fue expulsado por el sacristán, pero Don Bosco lo hizo llamar como amigo y, después de celebrar la Santa Misa, lo interrogó y le habló con paternal afecto ¡empezando su catecismo con un Ave María! (MB II, 73-76)
El encuentro con Garelli el 8 de diciembre de 1841 fue entonces visto y considerado por Don Bosco como el inicio emblemático de su Oratorio. Así se desprende del testimonio de Don Rua y de Don Albera. Este hecho, aparentemente insignificante, no encontró, por supuesto, la necesidad de describirlo en documentos oficiales destinados a autoridades externas. Más bien lo contó en aquellas Memorias del Oratorio de carácter confidencial para hacer saber a sus hijos que todo el bien que hacía la Sociedad Salesiana era fruto de aquella pequeña semilla.

Por eso las diversas celebraciones del aniversario del 8 de diciembre Don Bosco quiso que tuvieran lugar en esa fecha.
La inauguración de la Capilla de San Francisco de Sales en el Hospital de la Marquesa de Barolo se hizo el 8 de diciembre de 1844. La inauguración del segundo Oratorio abierto cerca de Porta Nuova y dedicado a San Luis fue querido por Don Bosco para el 8 de diciembre de 1847. Y el 8 de diciembre de 1851 se celebró en Valdoco el décimo aniversario del comienzo del Oratorio.
No en vano el obispo Juan Cagliero, más tarde cardenal, afirmó que en 1862 Don Bosco le había dicho: “Hasta ahora hemos celebrado con solemnidad y pompa la fiesta de la Inmaculada Concepción, y en este día comenzaron nuestras primeras obras de oratorios festivos(MB VII, 334).

Dudas sobre aquella reunión
            El episodio del 8 de diciembre de 1841 suscitó dudas e interrogantes no sólo sobre la exactitud de la fecha, sino también sobre el nombre y el pueblo de origen del muchacho y la coherencia histórica del propio relato. Pero se trata de dudas y preguntas que, tras un examen minucioso, no se convierten en pruebas. De hecho, no hay ni una sola de esas hipótesis que no esté también abierta a dudas y preguntas (N. CERRATO, Vi presento D. Bosco, Turín, LDC, 2006, p. 116-117).
Sin embargo, es razonable suponer que el propio Don Bosco sólo más tarde vio en aquel encuentro y en aquella Ave María el inicio paradigmático de su Oratorio y habló de ello a sus amigos más íntimos incluso años antes de escribir sus Memorias.
Los testimonios, pues, de los discípulos de Don Bosco, como Don Miguel Rua, Don Juan Cagliero y Don Pablo Albera, valen más que nuestras hipótesis y dudas, mientras que las Memorias de Don Bosco tienen, sí, una finalidad didáctica, pero se basan en una historia descrita con franqueza y en una realidad verdaderamente vivida.

P. Natale CERRATO

Salesiano de Don Bosco, misionero en China de 1948 a 1975, estudioso de Don Bosco y del Salesianismo, escribió obras y artículos, realizando una valiosa labor de difusión de la vida y obra del Santo de la Juventud. Entró en la eternidad en 2019.