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Don Vincentius Prastowo es el nuevo inspector salesiano para Indonesia, un país que con sus 279 millones de habitantes y más de 700 lenguas se sitúa en el cuarto lugar del mundo por población. Indonesia es el Estado-archipiélago más grande del planeta, formado por 17.508 islas, y alberga a la comunidad musulmana más numerosa del mundo. La presencia salesiana en esta nación se remonta a 1985, aunque la primera experiencia en el actual Timor Oriental comenzó ya en 1927. Lo entrevistamos.
¿Puedes presentarte?
Me llamo Vincentius Prastowo. Nací el 28 de noviembre de 1980 en Magelang, Java Central. Soy la segunda generación de mi familia en abrazar la fe católica. Mis padres fueron los primeros en nuestra familia ampliada en recibir el sacramento del bautismo, una decisión que cambió profundamente el curso de nuestras vidas. De ellos, conocí a Jesucristo y los valores católicos que me fueron transmitidos desde la infancia. Asistí a una escuela primaria católica dirigida por las Hermanas de la Inmaculada Concepción (SPM), donde mi fe creció a través de la educación religiosa, las actividades litúrgicas y las interacciones cercanas con las hermanas religiosas.
¿Cuál es la historia de tu vocación?
Mi interés por la vida religiosa comenzó durante la adolescencia, inspirado por los sacerdotes jesuitas que servían en mi parroquia. Su genuina dedicación al servicio, la profundidad intelectual y la espiritualidad profunda dejaron una impresión duradera en mí. Esta inspiración me llevó a continuar mi formación en el Seminario Menor Stella Maris en Bogor, dirigido por los Franciscanos, desde 1994 hasta 1998.
En el seminario, no solo aprendí teología y filosofía básica, sino que también profundicé mi comprensión de la vida de oración, la disciplina y la vida comunitaria. Estos años fueron fundamentales para moldear mi camino y aclarar mi deseo de seguir una vida de servicio a Dios y a los demás.
¿Cómo conociste a los salesianos?
Cada año, el Seminario Stella Maris acogía visitas de varias congregaciones religiosas, introduciendo a los seminaristas a diferentes espiritualidades y misiones. Durante una de estas visitas, conocí al Padre Jose Llopiz Carbonell y al Padre Andress Calejja, dos sacerdotes salesianos que venían con frecuencia al seminario. Traían calendarios anuales con la imagen de María, Auxilio de los Cristianos, que capturó inmediatamente mi atención.
A través de conversaciones con ellos, me volví curioso acerca de la misión salesiana y decidí explorar más a fondo su comunidad. Mi curiosidad me llevó a visitar regularmente la comunidad salesiana en Yakarta cada fin de año. Quedé profundamente impresionado por su enfoque en la educación y su compromiso de acompañar a los jóvenes. No solo predicaban la fe; la practicaban siendo mentores de jóvenes de contextos humildes.
El calor y el amor que experimenté en la comunidad salesiana finalmente consolidaron mi decisión de elegir este camino.
¿Cuáles fueron las dificultades que encontraste?
Elegir el camino salesiano no estuvo exento de desafíos. Mi formación inicial se llevó a cabo en Timor Oriental, una región involucrada en un conflicto político en ese momento debido a su lucha por la independencia de Indonesia. La situación creó tensiones significativas, tanto para mí como para mi familia. Mis padres estaban profundamente preocupados por mi seguridad y sugirieron considerar una congregación “más segura”.
Sin embargo, mi determinación era firme. Creía que esta vocación era la vida que Dios había planeado para mí. En medio del conflicto en curso, enfrenté numerosas pruebas, incluida la amenaza de violencia, la adaptación cultural y la nostalgia por mi familia. Aun así, en cada dificultad, encontré fuerza a través de la oración y la protección de Dios.
Esta experiencia me enseñó a superar el miedo y fortaleció mi convicción. Una de mis mayores alegrías fue la libertad y el coraje de determinar mi vocación, a pesar de los obstáculos en el camino.
Como salesiano, he realizado los inmensos desafíos que enfrentan las comunidades en las regiones insulares de Indonesia. Nuestra nación, compuesta por miles de islas, se enfrenta a disparidades en el acceso a la educación y a oportunidades económicas. En las áreas remotas, las necesidades más urgentes de los jóvenes son una educación de calidad y acceso a trabajos dignos.
Creo firmemente que la colaboración entre los gobiernos centrales y locales es esencial para aliviar la pobreza en estas regiones. Priorizar el desarrollo de infraestructuras educativas, ofrecer becas para niños desfavorecidos y crear oportunidades laborales justas son pasos vitales.
Como parte de la comunidad salesiana, me siento llamado a contribuir a estos esfuerzos, especialmente a través de programas de educación profesional destinados a empoderar a los jóvenes con habilidades que los preparen para el mercado laboral y promuevan la autosuficiencia.
¿Cómo es su trabajo salesiano en el contexto del país?
Indonesia es conocida como el país con la mayor población musulmana del mundo. Sin embargo, estoy agradecido de que su pueblo sea generalmente moderado y abierto a la diversidad. En este contexto, los salesianos trabajan en áreas predominantemente musulmanas con un espíritu de hermandad y colaboración. Nuestra misión busca construir puentes a través de la educación y el servicio, respetando las creencias individuales mientras defendemos valores universales como el amor, la justicia y la paz.
Esta conciencia de la diversidad es un tesoro que debemos seguir celebrando. En la vida cotidiana, aprendemos a respetarnos y a trabajar juntos con diversas comunidades. Creo que la diversidad cultural, religiosa y tradicional de Indonesia es una bendición que debe ser preservada y apreciada.
¿Cómo ves el futuro de los jóvenes y la educación salesiana?
Se prevé que Indonesia experimente un auge demográfico a partir de 2030. Esto significa un aumento significativo de la población en edad laboral, presentando tanto oportunidades como desafíos. Aunque este crecimiento ofrece el potencial para un avance económico, también conlleva riesgos de desempleo generalizado si no se gestiona adecuadamente.
Como comunidad enfocada en la educación, los salesianos desempeñan un papel crucial en preparar a los jóvenes para enfrentar el futuro. Nos enfocamos en la formación profesional que se alinea con las necesidades de la industria, promoviendo al mismo tiempo un fuerte carácter y disciplina. Uno de nuestros principales proyectos es elevar la dignidad de los jóvenes en las islas remotas dotándolos de habilidades para la era digital y tecnológica.
Para prosperar en la era 5.0, los jóvenes indonesios necesitan adaptabilidad, creatividad y capacidad de colaboración. Los programas de formación que ofrecemos buscan satisfacer estas necesidades, empoderando a los jóvenes no solo para competir en el mercado laboral, sino también para convertirse en agentes de cambio en sus comunidades.
¿Qué lugar ocupa en tu vida María Auxiliadora?
María siempre ha ocupado un lugar especial en mi camino. Desde la infancia, la conocí y amé a través de las oraciones del Rosario que a menudo se recitaban en nuestro vecindario. Su imagen como María, Ayuda de los Cristianos, me ha fortalecido y guiado continuamente a través de los desafíos de la vida.
En la tradición salesiana, la devoción a María se enfatiza en gran medida. Creemos que ella está siempre presente, acompañándonos y protegiéndonos en cada paso de nuestro camino. Mis experiencias personales confirman que a través de la oración y confiándonos a María, las dificultades aparentemente insuperables pueden ser superadas.
¿Qué les dirías a los jóvenes en este momento?
A los jóvenes, mi mensaje es este: nunca pierdan la esperanza. No dejen que las dificultades, los desafíos o los obstáculos aplasten sus sueños. Crean que siempre hay un camino a seguir, especialmente cuando nos apoyamos en Dios y buscamos la intercesión de María.
La vida es un regalo lleno de oportunidades. No teman salir de su zona de confort, enfrentar desafíos y perseguir su verdadera vocación. En cada viaje, Dios proporciona la fuerza, y María siempre estará presente como una madre amorosa y fiel. Que los jóvenes indonesios puedan levantarse, crecer y convertirse en agentes de cambio, llevando esperanza a la nación y al mundo. Caminemos juntos en la fe, el amor y el servicio.
don Vincentius Prastowo
Inspector de Indonesia