25 Sep 2025, Jue

Mensaje del Rector Mayor. Aquel joven me dijo: “mi pasión es Cristo”

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Habían pasado muchos años desde la última vez que había oído esa expresión de un joven en un contexto tan desenfadado, en presencia de todos sus compañeros que se agolpaban a nuestro alrededor.

Queridos amigos del Boletín Salesiano, hemos “doblado el cabo” del año, como se dice en jerga marinera, y afrontamos el Año Nuevo. Todo comienzo posee algo mágico, y lo nuevo siempre tiene su particular encanto. El año 2023 parecía lejano y, sin embargo, aquí está. El Año Nuevo es cada vez una promesa de que alguna buena noticia llegará también para nosotros. El Año Nuevo brota de la luz y el entusiasmo que nos regaló la Navidad.

«Hay un tiempo para nacer» dice Qohelet en la Biblia. Nunca es demasiado tarde para volver a empezar. Dios siempre empieza de nuevo con nosotros, llenándonos de su bendición.
Una lección he aprendido de estos últimos años: prepararnos para las sorpresas y lo inesperado. Como dice San Pablo en una carta: «nunca un corazón humano ha podido probar lo que Dios ha preparado para los que le aman» (1Cor 2,9). El contenido de la esperanza cristiana es vivir abandonado en los brazos de Dios. Hoy han cambiado muchos modos de vivir, de expresarse, de comunicarse. Pero el corazón humano, especialmente el de los jóvenes, es siempre el mismo, como un brote en primavera, lleno de vida a punto de estallar. Los jóvenes “son” la esperanza que camina. Lo que les cuento ahora me parece muy apropiado para este saludo del Boletín Salesiano del mes de enero, el “mes de Don Bosco”.
Hace unas semanas, visité las presencias salesianas en los Estados Unidos de América (EE.UU.), y un día, a primera hora de la mañana, llegué a la escuela secundaria y preparatoria Santo Domingo Savio de Los Ángeles. Estuve varias horas con cientos de estudiantes, seguidas de una mesa redonda con cuarenta y cinco jóvenes del instituto. Hablamos de sus planes y sueños personales. Fueron unas horas muy agradables y enriquecedoras.
Al final de la mañana, compartí un sandwich con los jóvenes en el patio. Estaba sentado en una mesa de madera en el patio con mi sandwich y una botella de agua. Otros cuatro salesianos estaban conmigo en ese momento; había saludado a muchos jóvenes, algunos sentados en mesas, otros de pie. Fue un almuerzo lleno de alegría. En mi mesa había dos asientos vacíos y, en un momento dado, dos jóvenes se acercaron y se sentaron con nosotros. Naturalmente, empecé a hablar con ellos. Después de un par de minutos, uno de los jóvenes me dijo: «Quiero hacerle una pregunta». «Por supuesto, dime».
El joven dijo: «¿Qué tengo que hacer para convertirme en Papa? Quiero ser Papa»
Puse cara de sorpresa, pero sonreí. Le contesté que nunca me habían hecho una pregunta así y que me sorprendía su claridad y determinación. Se me ocurrió espontáneamente explicarle que entre tantos millones de católicos hay mucha competencia y no es tan fácil ser elegido Papa.

Rector Mayor en el Centro Juvenil de la Familia Salesiana situado en Boyle Heights, Este de Los Ángeles, EE.UU., Nov. 2022

Le propuse: «Escucha, podrías empezar por hacerte salesiano».
El joven dijo sonriendo: «Bueno, no digo que no» y añadió, muy serio: «porque lo que es seguro es que mi pasión es Cristo». Debo decir que quedé impresionado y gratamente sorprendido. Creo que hacía muchos años que no oía esa expresión de un joven en un contexto tan desenfadado, en presencia de todos sus compañeros, que ahora se agolpaban a nuestro alrededor.

El joven tenía una sonrisa genuina en la cara y le dije que me había gustado mucho su respuesta, porque entendía que era absolutamente sincera. Añadí que, si estaba de acuerdo, me gustaría relatar nuestro diálogo en otro momento y lugar, y así lo hice.
Pero ya en ese momento mis pensamientos habían volado hacia Don Bosco. Seguramente Don Bosco habría apreciado un diálogo con un joven como éste. No cabe duda de que en muchos diálogos que mantuve con Savio, Besucco, Magone, Rua, Cagliero, Francesia y muchos otros había mucho de esto, del deseo de aquellos jóvenes de hacer algo hermoso con sus vidas.
Y pensé en lo importante que es hoy, 163 años después del comienzo de la Congregación Salesiana, seguir creyendo profundamente que los jóvenes son buenos, que tienen tantas semillas de bondad en sus corazones, que tienen sueños y proyectos que a menudo llevan dentro tanta generosidad y donación.

Qué importante es seguir creyendo que es Dios quien actúa en el corazón de cada uno de nosotros, de cada uno de sus hijos e hijas.
Me parece que hoy, en nuestro tiempo, corremos el peligro de volvernos tan prácticos y eficaces a la hora de analizar todo lo que nos ocurre y experimentamos que corremos el riesgo de perder la capacidad de sorprendernos a nosotros mismos y a los demás y, lo que es más preocupante, de no dejarnos “sorprender por Dios”.
La esperanza es como un volcán en nuestro interior, como un manantial secreto que brota en nuestros corazones, como un resorte que estalla en lo más profundo de nuestras almas: nos envuelve como un torbellino divino en el que estamos insertos, por la gracia de Dios. Creo que como ayer con Don Bosco, hoy hay miles y miles de jóvenes que quieren ver a Jesús, que necesitan experimentar la amistad con él, que buscan a alguien que les acompañe en este hermoso viaje.
Les invito a unirse a ellos, queridos amigos del Boletín, y les deseo tiempo para asombrarse y tiempo para confiar, tiempo para mirar las estrellas, tiempo para crecer y madurar, tiempo para volver a esperar y amar. Les deseo tiempo para vivir cada día, cada hora como un regalo. También les deseo tiempo para perdonar, tiempo para dar a los demás y mucho tiempo para rezar, soñar y ser feliz.

Por Ángel Card. FERNÁNDEZ ARTIME

Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco