25 Sep 2025, Jue

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Una vez más he podido comprobar por mí mismo, viajando por el mundo salesiano, que María Auxiliadora – como prometió Don Bosco – es un faro de luz, un puerto seguro, el amor maternal de su hijo y de todos nosotros”.


Queridos amigos de Don Bosco, del Boletín Salesiano y de su precioso carisma, como hago a menudo quiero compartir con vosotros, en este mes de mayo, un acontecimiento que viví recientemente y que me tocó el corazón y, al mismo tiempo, me hizo reflexionar mucho sobre la responsabilidad que tenemos hacia la devoción a María Auxiliadora.
El día que Juan Bosco ingresó en el seminario, Mamá Margarita le dijo: “Cuando viniste al mundo, te consagré a la Santísima Virgen: cuando comenzaste tus estudios te recomendé la devoción a esta Madre nuestra: ahora te recomiendo que seas todo suyo: ama a los compañeros devotos de María; y si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María”. Al terminar estas palabras mi madre se conmovió: yo lloraba: “Madre, le respondí, te doy las gracias por todo lo que has dicho y hecho por mí; estas palabras tuyas no serán dichas en vano y las tendré como un tesoro durante toda mi vida”.
Como recuerdan a menudo nuestras Memorias, Don Bosco se arrojó en los brazos de la divina Providencia, como un niño en los de su madre.

Una ciudad salesiana

A finales de marzo, cuando viajé de nuevo a Perú – a América Latina – quise ir al noroeste del país y visitar una ciudad y una presencia salesiana muy significativa. Por varias razones.
En primer lugar, porque Piura es llamada por los propios lugareños “la ciudad del calor eterno” o incluso “la ciudad donde el verano nunca termina”, ciertamente allí hace mucho calor y la humedad la hace aún más calurosa.
Pero al mismo tiempo es una ciudad muy salesiana. Más de un siglo de presencia aquí ha marcado el espíritu de la gente con un estilo educativo y relacional muy familiar, muy sencillo, en definitiva, muy salesiano.
Sobre todo, es una ciudad muy mariana, y en la órbita de las dos presencias salesianas es muy devota de María Auxiliadora.

Por último, me gustaría destacar el magnífico servicio educativo que se ha prestado desde el inicio de la presencia con el colegio Don Bosco y sobre todo, en las últimas décadas, con la presencia salesiana en Bosconia, una humilde y hermosa presencia en uno de los barrios más conflictivos, más periféricos y más pobres, y donde, gracias al compromiso de tantas personas (tanto de la sociedad civil como de la Iglesia) y sobre todo gracias al carisma de Don Bosco, esta parte de la ciudad sigue transformándose, dando oportunidades de formación profesional a cientos de chicos y chicas que, donde no habrían tenido ninguna oportunidad, hoy salen de esta casa salesiana con una profesión aprendida, practicada y capacitados para el mundo laboral.
En Bosconia existe incluso un magnífico centro médico salesiano dirigido por una rama de nuestra familia, las Hermanas Salesianas.
Creo que he descrito rápidamente lo que encontré en la “ciudad del calor eterno”. Todo es digno de mención, pero me conmovió especialmente la profunda devoción a María Auxiliadora. Casi inesperadamente -porque sólo un par de semanas antes había anunciado que me gustaría venir- me encontré a las 6 de la tarde de un día laborable normal en medio de una multitud de más de tres mil personas que se habían reunido para celebrar la Eucaristía en honor de nuestra Madre Auxiliadora.

Vi cientos de niños y jóvenes con sus padres, docenas y docenas de niños, niñas y adolescentes de los diversos oratorios salesianos locales, profesores, educadores, etc.
El “calor eterno de la ciudad” parecía poca cosa comparado con la fe, la devoción, la interioridad y la oración, el canto y todo lo demás que imaginé que llenaba los corazones de aquellas personas, igual que llenaba el mío.
Una vez más pude comprobar por mí mismo viajando por el mundo salesiano, que María Auxiliadora -como prometió Don Bosco- es un faro de luz, un refugio seguro, el amor maternal de su hijo y de todos nosotros, sus hijos e hijas. Ella es, en definitiva, la MADRE en la que nos abandonamos y que siempre nos conducirá a su amado Hijo. También vi esto en Piura.

La Virgen en el balcón
Y al mismo tiempo quisiera añadir otro pequeño comentario con una autocrítica necesaria para todos los que somos hijos e hijas de Don Bosco. Todo se reduce a esto: el espíritu de Dios llega donde quiere y toca los corazones de sus fieles de una manera que sólo Él sabe cómo hacerlo. Este es el caso de la devoción a la Madre del Hijo de Dios, y mi nota crítica es que no en todas las partes del mundo se ha dado a conocer a la Madre del Cielo, nuestra Madre Auxiliadora, de la misma manera, con la misma intensidad, con la misma pasión apostólica. Hay lugares en los que hemos desarrollado escuelas, en los que hemos dado pasos, en los que ciertamente hemos servido al bien de la gente, pero no hemos conseguido darla a conocer y hacerla amar.
Esto sería incomprensible para Don Bosco. Le diré que para mí es igualmente incomprensible e inaceptable. Porque, además, si en la familia de Don Bosco hubiera personas que no se refirieran a María Auxiliadora, serían otra cosa, pero no serían hijos e hijas de Don Bosco. Ella, la Madre, y la devoción a María Auxiliadora como Madre del Señor y madre nuestra no es opcional en el carisma salesiano, como no lo era para Don Bosco. Es, sencillamente, esencial. “María Santísima es la fundadora y será el sostén de nuestras obras”, solía repetir continuamente Don Bosco, “Ella será generosa con nosotros en dones temporales y espirituales, será nuestra guía, nuestra maestra, nuestra madre. Todos los bienes del Señor nos llegan a través de María”.
En uno de sus sueños, Don Bosco vio a una Señora muy noble vestida regiamente, que salía de su balcón gritando: “Hijos míos, venid, cobijaos bajo mi manto”.
Es mi ferviente deseo que Ella, la Madre del Hijo amado, Ella, la Auxiliadora de los Cristianos, siga siendo tan especial en todas partes del mundo como lo es en la “ciudad del calor eterno” (Piura-Perú).
Feliz Fiesta de María Auxiliadora a todos en todo el mundo.


Por Ángel Card. FERNÁNDEZ ARTIME

Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco