25 Sep 2025, Jue

Discurso del Rector Mayor al cierre del Capítulo General 29

⏱️ Tiempo de lectura: 22 min.

image_pdfimage_print

Queridísimos hermanos,

            Llegamos al final de esta experiencia del XXIX Capítulo General con un corazón colmado de alegría y de gratitud por todo lo que hemos podido vivir, compartir y proyectar. El don de la presencia del Espíritu de Dios que cada día hemos suplicado en la oración matutina, así como durante los trabajos por medio de la conversación en el Espíritu, ha sido la fuerza central de la experiencia del Capítulo General. El protagonismo del Espíritu lo hemos buscado y nos ha sido donado abundantemente.
            La celebración de cada Capítulo General es como un hito en la vida de cada congregación religiosa. Esto vale también para nosotros, para nuestra amadísima Congregación Salesiana. Es un momento que da continuidad al camino que desde Valdocco continúa siendo vivido con empeño y llevado adelante con celo y determinación en las varias partes del mundo.
            Llegamos al final de este Capítulo General con la aprobación de un Documento Final que nos servirá como carta de navegación para los próximos seis años – 2025-2031. El valor de tal Documento Final lo veremos y lo sentiremos en la medida en que la misma dedicación en la escucha, la misma premura de dejarnos acompañar por el Espíritu Santo que han marcado estas semanas, logremos mantenerlas después de la conclusión de esta experiencia de pentecostés salesiano.
            Desde el inicio, cuando el Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime hizo pública la Carta de Convocación del Capítulo General 29, 24 de septiembre de 2023, ACG 441, claras eran las motivaciones que debían guiar los trabajos pre-capitulares y después también los trabajos del mismo Capítulo General. El Rector Mayor escribe que:

            El tema elegido es fruto de una rica y profunda reflexión que hemos llevado adelante en el Consejo General sobre la base de las respuestas recibidas de las Inspectorías y de la visión que tenemos de la Congregación en este momento. Hemos sido gratamente sorprendidos por la gran convergencia y armonía que hemos encontrado en tantos aportes de las Inspectorías, que tenían mucho que ver con la realidad que vemos en la Congregación, con el camino de fidelidad que existe en muchos sectores y también con los desafíos del presente. (ACG 441)

            El proceso de escucha de las Inspectorías que ha llevado a la individuación del tema de este Capítulo General es ya una indicación clara de una metodología de escucha. A la luz de cuanto hemos vivido en estas semanas, se confirma el valor del proceso de la escucha. La manera como hemos primero individuado y después interpretado los desafíos que la Congregación está determinada a afrontar ha evidenciado aquel clima salesiano típico nuestro, espíritu de familia, que no quiere evitar los desafíos, que no busca uniformar el pensamiento, sino que hace todo lo posible para llegar a aquel espíritu de comunión donde cada uno de nosotros pueda reconocer el camino para ser el Don Bosco hoy.
            El punto focal de los desafíos individuados tiene que ver con la “referencia a la centralidad de Dios (como Trinidad) y de Jesucristo como Señor de nuestra vida, sin nunca olvidar a los jóvenes y nuestro empeño hacia ellos” (ACG 441). El desarrollo de los trabajos del Capítulo General testimonia no solo el hecho de que tenemos la capacidad de individuar los desafíos, sino que también hemos encontrado el modo de hacer emerger aquella concordia y unidad, reconociendo y atesorando el hecho de que nos encontramos en continentes y contextos diversos, culturas y lenguas diversas. Además, este clima confirma que cuando nosotros hoy miramos la realidad con los ojos y con el corazón de Don Bosco, cuando estamos verdaderamente apasionados de Cristo y dedicados a los jóvenes, entonces descubrimos que la diversidad se convierte en riqueza, que caminar juntos es bello, aunque fatigoso, que solo juntos podemos afrontar los desafíos sin miedo.
            En un mundo fragmentado por guerras, conflictos e ideologías despersonalizantes, en un mundo marcado por pensamientos y modelos económicos y políticos que quitan el protagonismo a los jóvenes, nuestra presencia es un signo, un «sacramento» de esperanza. Los jóvenes, sin distinción de color de la piel, de pertenencia religiosa o étnica, nos piden promover propuestas y lugares de esperanza. Son hijas e hijos de Dios que de nosotros esperan que seamos siervos humildes.
            Un segundo punto que ha sido confirmado y reiterado por este Capítulo General es la compartida convicción de que “si en nuestra Congregación faltaran la fidelidad y la profecía, seríamos como la luz que no brilla y la sal que no da sabor.” (ACG 441). El punto aquí no es tanto si queremos ser más auténticos o menos, sino el hecho mismo de que este es el único camino que tenemos y es el que aquí en estas semanas ha sido fuertemente reiterado: ¡crecer en la autenticidad!
            El coraje mostrado en algunos momentos del Capítulo General es una excelente premisa para el coraje que nos será pedido en el futuro sobre otros temas que de este Capítulo General han salido. Estoy seguro de que este coraje aquí ha encontrado un terreno fértil, un ecosistema sano y prometedor y que augura bien para el futuro. Tener coraje significa no dejar que el miedo tenga la última palabra. La parábola de los talentos nos lo enseña de manera clara. A nosotros el Señor nos ha dado un solo talento: el carisma salesiano, concentrado en el Sistema Preventivo. A cada uno de nosotros será preguntado qué hemos hecho de este talento.

            Juntos, estamos llamados a hacerlo fructificar en contextos desafiantes, nuevos e inéditos. No tenemos ningún motivo para sepultarlo. Tenemos tantas motivaciones, tantos gritos de los jóvenes que nos empujan a «salir» a sembrar esperanza. Este paso corajudo, lleno de convicción, ya lo ha vivido Don Bosco en su tiempo y que hoy nos pide vivirlo como él y con él.

            Quisiera comentar algunos puntos que se encuentran ya en el Documento Final y que creo que pueden servir como flechas que nos animan en el camino de los próximos seis años.

1. Conversión personal
            Nuestro camino como Congregación Salesiana depende de aquellas elecciones personales, íntimas y profundas que cada uno de nosotros decide hacer. Ampliando el fondo contra el cual es necesario reflexionar sobre el tema de la conversión personal, es importante recordar cómo en estos años después del Concilio Vaticano II, la Congregación ha hecho un camino de reflexión espiritual, carismática y pastoral que ha sido magistralmente comentado por Don Pascual Chávez en sus intervenciones semanales. Esta lectura y esta contribución enriquece ulteriormente aquella reflexión importante que nos ha dejado el Rector Mayor Don Egidio Viganó en su última carta a la Congregación: Cómo releer hoy el carisma del fundador (ACG 352, 1995). Si hoy hablamos de un «cambio de época», Don Viganó en 1995 escribía:

            La relectura del carisma de nuestro Fundador nos tiene comprometidos ya desde hace treinta años. Dos grandes faros de luz nos han ayudado en este empeño: el primero es el Concilio Ecuménico Vaticano II, el segundo es el cambio epocal de esta hora de aceleración de la historia” (ACG 352, 1995).

            Hago referencia a este camino de la Congregación con sus riquezas y patrimonio porque el tema de la conversión personal es aquel espacio donde este camino de la Congregación encuentra su confirmación y su ulterior impulso. La conversión personal no es un asunto intimista, autorreferencial. No se trata de una llamada que me toca solo a mí de manera desapegada de todo y de todos. La conversión personal es aquella experiencia singular de donde después saldrá y emergerá una renovada pastoral. El camino de la Congregación lo podemos constatar porque encuentra en el corazón de cada uno de nosotros su punto de partida. De aquí podemos notar aquella continua y convencida renovación pastoral. El Papa Francisco en una frase condensa esta urgencia: “la intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión «se configura esencialmente como comunión misionera»” (Christifideles laici n.32, Evangelii gaudium 23).
            Esto nos lleva a descubrir que cuando estamos insistiendo sobre la conversión personal debemos prestar atención a no caer, por una parte, en una interpretación intimista de la experiencia espiritual y, por otra, a no subvalorar lo que es el fundamento de cada camino pastoral.
            En esta llamada de renovada pasión por Jesús, invito a cada salesiano y a cada comunidad a tomar en serio las elecciones y los compromisos concretos que como Capítulo General hemos creído urgentes para un más auténtico testimonio educativo pastoral. Creemos que no podemos crecer pastoralmente sin aquella actitud de escucha a la Palabra de Dios. Reconocemos que los varios compromisos pastorales que tenemos, las necesidades siempre más crecientes que se nos presentan y que testimonian una pobreza que no se detiene nunca, arriesgan a quitarnos el tiempo necesario de «estar con Él». Este desafío ya lo encontramos desde el inicio de nuestra Congregación. Se trata de tener claras las prioridades que refuerzan nuestra espina dorsal espiritual y carismática que da alma y credibilidad a nuestra misión.
            Don Alberto Caviglia, cuando comenta el tema de la “Espiritualidad Salesiana” en sus Conferencias sobre el Espíritu Salesiano escribe:

            La maravilla más grande que han tenido aquellos que estudiaron a Don Bosco para el proceso de canonización… fue el descubrimiento del increíble trabajo de construcción del hombre interior.
            El Card. Salotti (…) refiriéndose a los estudios que iba haciendo, decía al S. Padre que «al estudiar los voluminosos procesos de Turín, más que la grandeza exterior de su obra colosal, le ha golpeado la vida interior del espíritu, de donde nació y se alimentó todo el prodigioso apostolado del Ven. Don Bosco».
            Muchos conocen solamente la obra externa que parece tan ruidosa, pero ignoran en gran parte aquel edificio sabio, sublime de perfección cristiana que él había erigido pacientemente en su alma al ejercitarse cada día, cada hora en la virtud propia de su estado.

            Queridísimos hermanos, aquí tenemos a nuestro Don Bosco. Es este Don Bosco que hoy nosotros estamos llamados a descubrir. El Artículo n.21 de nuestras Constituciones nos lo dice de manera muy clara:

            Lo estudiamos y lo imitamos, admirando en él una espléndida armonía de naturaleza y gracia. Profundamente hombre, rico en las virtudes de su gente, estaba abierto a las realidades terrenales; profundamente hombre de Dios, lleno de los dones del Espíritu Santo, vivía «como si viera lo invisible».
            Estos dos aspectos se fusionaron en un proyecto de vida fuertemente unitario: el servicio a los jóvenes. Lo realizó con firmeza y constancia, entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso. «No dio paso, no pronunció palabra, no puso mano a empresa que no tuviera como objetivo la salvación de la juventud… Realmente no tuvo en el corazón otra cosa que las almas» (Const. 21).

            Me gusta recordar aquí una invitación de la Madre Teresa a sus hermanas unos años antes de morir. Su dedicación y la de sus hermanas a los pobres es conocida por todos. Pero nos hace bien escuchar estas palabras que escribió a sus hermanas:

            Hasta que no seas capaz de sentir a Jesús en el silencio de tu corazón, no serás capaz de oírle decir «Tengo sed» en el corazón de los pobres. Nunca renuncies a este contacto íntimo y diario con Jesús como persona viva y real, no solo como idea. («Until you can hear Jesus in the silence of your own heart, you will not be able to hear him saying, «I thirst» in the hearts of the poor. Never give up this daily intimate contact with Jesus as the real living person – not just the idea”, in https://catholiceducation.org/en/religion-and- philosophy/the-fulfillment-jesus-wants-for-us.html)

            Solo escuchando en lo profundo del corazón a quien nos llama a seguirlo, Jesucristo, podemos realmente escuchar con un corazón auténtico a aquellos que nos llaman a servirles. Si la motivación radical de nuestro ser siervos no encuentra sus raíces en la persona de Cristo, la alternativa es que nuestras motivaciones se nutran del terreno de nuestro ego. Y la consecuencia es que nuestra misma acción pastoral termina por inflacionar el mismo ego. La urgencia de recuperar el espacio místico, el terreno sagrado del encuentro con Dios, un terreno en el que debemos quitarnos las sandalias de nuestras certezas y de nuestras maneras de interpretar la realidad con sus desafíos, en estas semanas se ha reiterado varias veces y de varias maneras.
            Queridísimos hermanos, aquí tenemos el primer paso. Aquí damos prueba de si queremos realmente ser hijos auténticos de Don Bosco. Aquí damos prueba de si realmente amamos e imitamos a Don Bosco.

2. Conocer a Don Bosco no solo amar a Don Bosco
            Somos conscientes de que otro desafío central que tenemos como Salesianos es el de comunicar la buena nueva con nuestro testimonio y a través de nuestras propuestas educativo-pastorales en una cultura que está sufriendo un cambio radical. Si en Occidente hablamos de la indiferencia a la propuesta religiosa fruto del desafío de la secularización, notamos cómo en otros continentes el desafío toma otras formas, ante todo el cambio hacia una cultura globalizada que desplaza radicalmente las escalas de valores y estilos de vida. En un mundo fluido e hiperconectado, lo que hemos conocido ayer, hoy ha cambiado radicalmente: en resumen, aquí se trata del tema, tantas veces mencionado, del cambio de época.
            Teniendo este cambio sus efectos en todos los ámbitos, es positivo ver cómo la Congregación, desde el CGS (1972) hasta hoy, está en un continuo camino de replanteamiento y reflexión sobre su propuesta educativo-pastoral. Es un proceso que responde a la pregunta «¿qué haría Don Bosco hoy, en una cultura secularizada y globalizada como la nuestra?».
            En todo este movimiento reconocemos cómo, desde sus orígenes, la belleza y la fuerza del carisma salesiano residen precisamente en su capacidad interna de dialogar con la historia de los jóvenes que en cada época estamos llamados a encontrar. Lo que nosotros contemplamos en Valdocco, tierra santa salesiana, es el soplo del Espíritu que ha guiado a Don Bosco y que reconocemos que continúa guiándonos también a nosotros hoy. Las Constituciones comienzan precisamente con esta fundante y fundamental certeza:

            El Espíritu Santo suscitó, con la intervención materna de María, a San Juan Bosco.
            Formó en él un corazón de padre y de maestro, capaz de una dedicación total: «He prometido a Dios que hasta mi último respiro sería para mis pobres jóvenes».
            Para prolongar en el tiempo su misión, lo guió a dar vida a varias fuerzas apostólicas, primero entre todas nuestra Sociedad.
            La Iglesia ha reconocido en esto la acción de Dios, sobre todo aprobando las Constituciones y proclamando santo al Fundador.
            De esta presencia activa del Espíritu obtenemos la energía para nuestra fidelidad y el sostén de nuestra esperanza. (Const. 1)

            El carisma salesiano encierra una invitación innata a ponernos frente a los jóvenes del mismo modo en que Don Bosco se ponía frente a Bartolomé Garelli… ¡»su amigo»!
            Todo esto parece muy fácil de decir, se presenta como una exhortación amigable. En realidad, esconde dentro de sí la urgente invitación a nosotros, hijos de Don Bosco, para que en el hoy de la historia, allí donde nosotros nos encontramos, repropongamos el carisma salesiano de modo adecuado y significativo. Pero, hay una condición indispensable que nos permite hacer este camino: el conocimiento verdadero y serio de Don Bosco. No podemos decir que «amamos» verdaderamente a Don Bosco, si no estamos comprometidos seriamente a «conocer» a Don Bosco.
            A menudo el riesgo es conformarnos con un conocimiento de Don Bosco que no logra conectarse con los desafíos actuales. Equipados solo con un conocimiento superficial de Don Bosco, somos realmente pobres de ese bagaje carismático que nos hace auténticos hijos suyos. Sin conocer a Don Bosco no podemos y no llegamos a encarnar a Don Bosco en las culturas donde estamos. Todo esfuerzo que presume solo esta pobreza de conocimiento carismático resulta solamente en operaciones carismáticas de cosmética, que al final son una traición de la misma herencia de Don Bosco.
            Si deseamos que el carisma salesiano sea capaz de dialogar con la cultura actual, las culturas actuales, debemos continuamente profundizarlo por sí mismo y a la luz de las siempre nuevas condiciones en que vivimos. El bagaje que hemos recibido al inicio de nuestra fase formativa inicial, si no es seriamente profundizado, hoy no es suficiente, simplemente es inútil, si no incluso dañino.

            En esta dirección, la Congregación ha hecho y está haciendo un enorme esfuerzo para releer la vida de Don Bosco, el carisma salesiano a la luz de las actuales condiciones sociales y culturales, en todas las partes del mundo. Es un patrimonio que tenemos, pero corremos el riesgo de no conocerlo porque no logramos estudiarlo como merece. La pérdida de memoria arriesga no solo hacernos perder el contacto con el tesoro que tenemos, sino que arriesga hacernos creer también que este tesoro no existe. Y esto será realmente trágico no tanto y solo para nosotros Salesianos, sino para aquellas multitudes de jóvenes que nos están esperando.
            La urgencia de tal profundización no es solo de naturaleza intelectualista, sino que toca la sed que existe por una seria formación carismática de los laicos en nuestras CEP. El Documento Final este tema lo trata a menudo y de manera sistemática. Los laicos que hoy participan con nosotros en la misión salesiana son personas deseosas de una más clara propuesta formativa salesianamente significativa. No podemos vivir estos espacios de convergencia educativo-pastoral si nuestro lenguaje y nuestro modo de comunicar el carisma no tienen la capacidad cognoscitiva y la preparación justa para suscitar curiosidad y atención por parte de aquellos que viven con nosotros la misión salesiana.
            No basta decir que amamos a Don Bosco. El verdadero «amor» por Don Bosco implica el compromiso de conocerlo y estudiarlo y no solo a la luz de su tiempo, sino también a la luz del gran potencial de su actualidad, a la luz de nuestro tiempo. El Rector Mayor Don Pascual Chávez, había invitado a toda la Congregación y a la Familia Salesiana a que los tres años que han precedido al «Bicentenario del nacimiento de Don Bosco 1815-2013» fueran tiempo de profundización de la historia, pedagogía y espiritualidad de Don Bosco (Don Pascual CHÁVEZ, Aguinaldo 2012, «Conociendo e imitando a Don Bosco, hagamos de los jóvenes la misión de nuestra vida» ACG 412).
            Es una invitación que es más que nunca actual. Este Capítulo General es una llamada y una oportunidad para fortalecer tal conocimiento de nuestro Padre y Maestro.
            Reconocemos, queridísimos hermanos, que a este punto este tema se conecta con el anterior: la conversión personal. Si no conocemos a Don Bosco y si no lo estudiamos, no podemos comprender las dinámicas y las fatigas de su camino espiritual y, por consecuencia, las raíces de sus elecciones pastorales. Llegamos a amarlo solo superficialmente, sin la verdadera capacidad de imitarlo como el hombre profundamente santo. Sobre todo, será imposible inculturar hoy su carisma en los diversos contextos y en las diversas situaciones. Solo reforzando nuestra identidad carismática, podremos ofrecer a la Iglesia y a la sociedad un testimonio creíble y una propuesta educativo-pastoral significativa y relevante para los jóvenes de hoy.

3. El camino continúa
            En esta tercera parte, me gustaría animar a todas las Inspectorías a mantener vivas las atenciones en algunos sectores en los que, a través de las diversas Deliberaciones y compromisos concretos, hemos querido dar una señal de continuidad.
            El campo de la animación y la coordinación de la marginación y el malestar juvenil ha sido un sector en el que, en estas décadas, la Congregación se ha comprometido mucho. Creo que la respuesta de las Inspectorías a la pobreza creciente es un signo profético que nos distingue y que nos encuentra a todos decididos a seguir reforzando la respuesta salesiana a favor de los más pobres.
            El compromiso de las Inspectorías en el campo de la promoción de ambientes seguros sigue encontrando una respuesta cada vez más creciente y profesional en las Inspectorías. El esfuerzo en este campo es un testimonio de que este camino es el correcto para afirmar el compromiso por la dignidad de todos, especialmente los más vulnerables.

            El campo de la ecología integral emerge como una llamada a un mayor trabajo educativo y pastoral. El crecimiento de la atención en las comunidades educativo-pastorales por los temas ambientales nos exige un compromiso sistemático para promover un cambio de mentalidad. Las diversas propuestas de formación en este ámbito ya presentes en la Congregación deben ser reconocidas, acompañadas y reforzadas aún más.
            Hay, además, dos áreas que me gustaría invitar a la Congregación a considerar atentamente para los próximos años. Forman parte de una visión más amplia del compromiso de la Congregación. Creo que son dos áreas que tendrán consecuencias sustanciales en nuestros procesos educativo-pastorales.

3.1 Inteligencia artificial: una misión real en un mundo artificial
            Como Salesianos de Don Bosco, estamos llamados a caminar con los jóvenes en cada ambiente en el que viven y crecen, también en el vasto y complejo mundo digital. Hoy en día, la Inteligencia Artificial (IA) se presenta como una innovación revolucionaria, capaz de moldear la forma en que las personas aprenden, se comunican y construyen relaciones. Sin embargo, por muy revolucionaria que sea, la IA sigue siendo exactamente eso: artificial. Nuestro ministerio, arraigado en la auténtica conexión humana y guiado por el Sistema Preventivo, es profundamente real. La inteligencia artificial puede asistirnos, pero no puede amar como nosotros. Puede organizar, analizar y enseñar de nuevas maneras, pero nunca podrá sustituir la dimensión relacional y pastoral que definen nuestra misión salesiana.

            Don Bosco era un visionario, que no temía la innovación, tanto a nivel eclesial como a nivel educativo, cultural y social. Cuando esta innovación servía al bien de los jóvenes, Don Bosco avanzaba con una velocidad sorprendente. Aprovechaba la imprenta, los nuevos métodos educativos y los laboratorios para elevar a los jóvenes y prepararlos para la vida. Si estuviera entre nosotros hoy, sin duda miraría a la IA con ojo crítico y creativo. La vería no como un fin, sino como un medio, un instrumento para amplificar la eficacia pastoral sin perder de vista a la persona humana, siempre en el centro.
            La IA no es solo un instrumento: es parte de nuestra misión de Salesianos que viven en la era digital. El mundo virtual ya no es un espacio separado, sino una parte integrante de la vida cotidiana de los jóvenes. La IA puede ayudarnos a responder a sus necesidades de manera más eficiente y creativa, ofreciendo itinerarios de aprendizaje personalizados, mentorschip virtual y plataformas que favorecen conexiones significativas.
            En este sentido, la IA se convierte tanto en un instrumento como en una misión, en cuanto nos ayuda a alcanzar a los jóvenes donde se encuentran, a menudo inmersos en el mundo digital. Aun abrazando la IA, debemos reconocer que es solo un aspecto de una realidad más amplia que comprende las redes sociales, las comunidades virtuales, la narración digital y mucho más. Juntos, estos elementos forman una nueva frontera pastoral que nos desafía a estar presentes y proactivos. Nuestra misión no es simplemente la de utilizar la tecnología, sino la de evangelizar el mundo digital, llevando el Evangelio a espacios donde de otro modo podría estar ausente.
            Nuestra respuesta a la IA y a los desafíos digitales debe estar arraigada en el espíritu salesiano de optimismo y compromiso proactivo. Sigamos caminando con los jóvenes, también en el vasto mundo digital, con corazones llenos de amor porque estamos apasionados por Cristo y arraigados en el carisma de Don Bosco. El futuro es brillante cuando la tecnología está al servicio de la humanidad y cuando la presencia digital está llena de auténtico calor salesiano y compromiso pastoral. Abrazamos este nuevo desafío, confiados en que el espíritu de Don Bosco nos guiará en cada nueva oportunidad.

3.2 La Universidad Pontificia Salesiana
            La Universidad Pontificia Salesiana (UPS) es la Universidad de la Congregación Salesiana, la Universidad que nos pertenece a todos. Constituye una estructura de gran e estratégica importancia para la Congregación. Su misión consiste en hacer dialogar el carisma con la cultura, la energía de la experiencia educativa y pastoral de Don Bosco con la investigación académica, de modo que se elabore una propuesta formativa de alto perfil al servicio de la Congregación, de la Iglesia y de la sociedad.
            Desde sus inicios, nuestra Universidad ha tenido un papel insustituible en la formación de tantos hermanos para roles de animación y de gobierno y todavía hoy desempeña esta tarea preciosa. En una época caracterizada por la desorientación difusa acerca de la gramática de lo humano y el sentido de la existencia, por la disgregación del vínculo social y por la fragmentación de la experiencia religiosa, por crisis internacionales y fenómenos migratorios, una Congregación como la nuestra está urgentemente llamada a afrontar la misión educativa y pastoral usufructuando los sólidos recursos intelectuales que se elaboran en el interior de una universidad.
            Como Rector Mayor y como Gran Canciller de la UPS, deseo reiterar que las dos prioridades fundamentales para la Universidad de la Congregación son la formación de educadores y pastores, salesianos y laicos, al servicio de los jóvenes y la profundización cultural -histórica, pedagógica y teológica- del carisma. En torno a estos dos ejes portantes, que requieren diálogo interdisciplinar y atención intercultural, la UPS está llamada a desarrollar su propio compromiso de investigación, de enseñanza y de transmisión del saber. Me alegro, por lo tanto, de que, con vistas al 150 aniversario del escrito de Don Bosco sobre el Sistema Preventivo, se haya puesto en marcha, en colaboración con la Facultad «Auxilium» de las FMA, un serio proyecto de investigación para enfocar la inspiración originaria de la praxis educativa de Don Bosco y para examinar cómo ésta inspira hoy las prácticas pedagógicas y pastorales en la diversidad de los contextos y de las culturas.
            El gobierno y la animación de la Congregación y de la Familia Salesiana sin duda se beneficiarán del trabajo cultural de la Universidad, así como el estudio académico recibirá savia preciosa manteniendo un estrecho contacto con la vida de la Congregación y su servicio cotidiano a los jóvenes más pobres de todas partes del mundo.

3.3 150 años: el viaje continúa
            Estamos llamados a dar gracias y alabanza a Dios en este año jubilar de la esperanza porque en este año recordamos el compromiso misionero de Don Bosco que en el año 1875 encuentra un momento muy significativo de desarrollo. La reflexión que en el Aguinaldo 2025 nos ha ofrecido el Vicario del Rector Mayor, Don Stefano Martoglio, nos recuerda el tema central del 150 aniversario de la primera expedición misionera de Don Bosco: reconocer, repensar y relanzar.
            A la luz del Capítulo General 29º que estamos concluyendo, nos ayuda a mantener viva esta invitación en el sexenio que nos corresponde. Como dice el texto del Aguinaldo 2025, estamos llamados a ser agradecidos porque «el agradecimiento hace patente la paternidad de cada bella realización. Sin agradecimiento no hay capacidad de acoger».
            Al agradecimiento añadimos el deber de repensar nuestra fidelidad, porque «la fidelidad comporta la capacidad de cambiar en la obediencia, hacia una visión que viene de Dios y de la lectura de los «signos de los tiempos» … Repensar, entonces, se convierte en un acto generativo, en el que se unen fe y vida; un momento en el que preguntarse: ¿qué quieres decirnos, Señor?».
            Por último, el coraje de relanzar, de recomenzar cada día. Como estamos haciendo en estos días, miremos lejos para «acoger los nuevos desafíos, relanzando la misión con esperanza. (Porque la) Misión es llevar la esperanza de Cristo con la conciencia lúcida y clara, ligada a la fe».

4. Conclusión
            Al final de este discurso de conclusión, me gustaría presentar una reflexión de Tomáš HALÍK, tomada de su libro Il pomrtiggio del cristianesimo (HALÍK, Tomáš, Tarde del cristianismo. El coraje de cambiar (Ediciones Vita e Pensiero, Milán 2022). El autor, en el último capítulo del libro, que lleva el nombre de «La sociedad del camino», presenta cuatro conceptos eclesiológicos.
            Creo que estos cuatro conceptos eclesiológicos pueden ayudarnos a interpretar positivamente las grandes oportunidades pastorales que nos esperan. Propongo esta reflexión con la conciencia de que lo que propone el autor está íntimamente ligado al corazón del carisma salesiano. Llama la atención y sorprende el hecho de que cuanto más nos adentramos en hacer una lectura carismático-pastoral, así como pedagógica y cultural de la realidad actual, se confirma cada vez más la convicción de que nuestro carisma nos proporciona una base sólida para que los diversos procesos que estamos acompañando encuentren su justa colocación en un mundo donde los jóvenes están esperando que se les ofrezca esperanza, alegría y optimismo. Es bueno que reconozcamos con gran humildad, pero al mismo tiempo con un gran sentido de responsabilidad, cómo el carisma de Don Bosco sigue proporcionando directrices hoy, no solo para nosotros, sino para toda la Iglesia.

            4.1 Iglesia como pueblo de Dios en peregrinación en la historia. Esta imagen delinea una Iglesia en movimiento y luchando con cambios incesantes. Dios plasma la forma de la Iglesia en la historia, se le revela por medio de la historia y le imparte sus enseñanzas a través de los acontecimientos históricos. Dios está en la historia (Id. p. 229).

            Nuestra llamada a ser educadores y pastores consiste precisamente en caminar con el rebaño en esta fase de la historia, en esta sociedad en continuo cambio. Nuestra presencia en los diversos «patios de la vida de las personas» es la presencia sacramental de un Dios que quiere encontrar a aquellos que lo buscan sin saberlo. En este contexto, «el sacramento de la presencia» adquiere para nosotros un valor inestimable porque se entrelaza con las vicisitudes históricas de nuestros jóvenes y de todos aquellos que se dirigen a nosotros en las diversas expresiones de la misión salesiana: el PATIO.

            4.2 La ‘escuela’ es la segunda visión de la Iglesia: escuela de vida y escuela de sabiduría. Vivimos en una época en la que en el espacio público de muchos países europeos no domina ni una religión tradicional ni el ateísmo, sino que prevalecen más bien el agnosticismo, el apateísmo y el analfabetismo religioso… En esta época es urgentemente necesario que la sociedad cristiana se transforme en una «escuela» siguiendo el ideal originario de las universidades medievales, surgidas como comunidades de docentes y alumnos, comunidades de vida, oración y enseñanza (Id. pp. 231-232).

            Recorriendo el proyecto educativo pastoral de Don Bosco desde sus orígenes, descubrimos cómo esta segunda propuesta toca directamente la experiencia que actualmente ofrecemos a nuestros jóvenes: la escuela y la formación profesional, tanto como lugares como caminos experienciales. Son recorridos educativos como instrumento indispensable para dar vida a un proceso integral donde cultura y fe se encuentran. Para nosotros hoy este espacio es una excelente oportunidad donde podemos testimoniar la buena noticia en el encuentro humano y fraterno, educativo y pastoral con tantas personas y, sobre todo, con tantos niños y jóvenes para que se sientan acompañados hacia un futuro digno. La experiencia educativa para nosotros, los pastores, es un estilo de vida que comunica sabiduría y valores en un contexto que encuentra y va más allá de la resistencia y que hace que la indiferencia se derrita con la empatía y la cercanía. Caminar juntos promueve un espacio de crecimiento integral inspirado en la sabiduría y los valores del Evangelio: la ESCUELA.

4.3 La Iglesia como hospital de campañaDurante demasiado tiempo, frente a las enfermedades de la sociedad, la Iglesia se ha limitado a dar la moral; ahora se encuentra ante la tarea de redescubrir y aplicar el potencial terapéutico de la fe. La misión diagnóstica debería ser llevada a cabo por aquella disciplina para la cual he propuesto el nombre de kairología: el arte de leer e interpretar los signos de los tiempos, la hermenéutica teológica de los hechos de la sociedad y de la cultura. La kairología debería dedicar su atención a las épocas de crisis y de cambio de los paradigmas culturales. Debería sentirlas como parte de una «pedagogía de Dios», como el tiempo oportuno para profundizar la reflexión sobre la fe y renovar su praxis. En cierto sentido, la kairología desarrolla el método del discernimiento espiritual, que es un componente importante de la espiritualidad de San Ignacio y de sus discípulos; lo aplica cuando profundiza y evalúa el estado actual del mundo y nuestras tareas en él (Id. pp. 233-234).


            Este tercer criterio eclesiológico va al corazón del enfoque salesiano. No estamos presentes en la vida de los niños y de los jóvenes para condenarlos. Nos ponemos a su disposición para ofrecerles un espacio sano de comunión (eclesial), iluminado por la presencia de un Dios misericordioso que no pone condiciones a nadie. Elaboramos y comunicamos las diversas propuestas pastorales precisamente con esta visión de facilitar el encuentro de los jóvenes con una propuesta espiritual capaz de iluminar los tiempos en que viven, de ofrecerles una esperanza para el futuro. La propuesta de la persona de Jesucristo no es fruto de un estéril confesionalismo o ciego proselitismo, sino el descubrimiento de una relación con una persona que ofrece amor incondicional a todos. Nuestro testimonio y el de todos aquellos que viven la experiencia educativo-pastoral, como comunidad, es el signo más elocuente y el mensaje más creíble de los valores que queremos comunicar para poderlos compartir: la IGLESIA.

4.4 El cuarto modelo de Iglesia… es necesario que la Iglesia instituya centros espirituales, lugares de adoración y contemplación, pero también de encuentro y diálogo, donde sea posible compartir la experiencia de la fe. Muchos cristianos están preocupados por el hecho de que en un gran número de países se esté deshilachando la red de las parroquias, que fue constituida hace algunos siglos en una situación socio-cultural y pastoral completamente diferente y en el ámbito de una diferente interpretación de sí misma de la Iglesia (Id. pp. 236-237).

            El cuarto concepto es el de una «casa» capaz de comunicar acogida, escucha y acompañamiento. Una «casa» en la que se reconoce la dimensión humana de la historia de cada persona y, al mismo tiempo, se ofrece la posibilidad de permitir a esta humanidad alcanzar su madurez. Don Bosco llama justamente «casa» al lugar en el que la comunidad vive su llamada porque, acogiendo a nuestros jóvenes, sabe asegurar las condiciones y las propuestas pastorales necesarias para que esta humanidad crezca de modo integral. Cada una de nuestras comunidades, «casa», está llamada a ser testigo de la originalidad de la experiencia de Valdocco: una «casa» que intercepta la historia de nuestros jóvenes, ofreciéndoles un futuro digno: la CASA.

            En nuestras Constituciones, Art. 40 encontramos la síntesis de todos estos «cuatro conceptos eclesiológicos». Es una síntesis que sirve como invitación y también como ánimo para el presente y el futuro de nuestras comunidades educativo-pastorales, de nuestras inspectorías, de nuestra amadísima Congregación Salesiana:

            El oratorio de Don Bosco, criterio permanente
            Don Bosco vivió una típica experiencia pastoral en su primer oratorio, que fue para los jóvenes casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que encamina a la vida y patio para encontrarse como amigos y vivir en alegría.
            Al cumplir hoy nuestra misión, la experiencia de Valdocco sigue siendo criterio permanente y de discernimiento y renovación de cada actividad y obra.

            Gracias.
            Roma, 12 de abril de 2025

Por P. Fabio ATTARD

Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco