¿Has pensado en tu vocación? San Francisco de Sales podría ayudarte (1/10)
“No es por la grandeza de nuestras acciones por lo que agradaremos a Dios, sino por el amor con que las hacemos”, San Francisco de Sales. Un itinerario en diez episodios en el que San Francisco de Sales podría acompañar también a los jóvenes de hoy que se plantean preguntas sobre el sentido de su vida.
1. Si partiéramos del ABC de la vida cristiana
Queridos jóvenes, Sé que escribo a aquellos que ya llevan en su corazón un pequeño deseo de bien, una búsqueda de luz. Ya han caminado en amistad con el Señor, pero permítanme que les resuma aquí el ABC de la vida del creyente, es decir, una vida interior y espiritual rica y profunda. Con esta base estarán equipados para tomar decisiones fructíferas en su existencia. Este trabajo no es nuevo para mí: cuando era obispo, visitaba todas las parroquias de mi diócesis, y muchas estaban situadas en las montañas. Para llegar a ellas no había carreteras y tenía que recorrer largas distancias a pie, incluso en invierno, pero me alegraba de encontrarme con esas gentes sencillas, de animarlas a vivir como Dios quiere. Para caminar con fruto, es decisiva la labor del guía espiritual que se da cuenta de lo que pasa en el corazón, los anima, los sigue, les hace propuestas claras, graduales y estimulantes. Escribía en la Filotea: “¿Quieres emprender con confianza los caminos del Espíritu? Encuentra a alguien capaz, que sea tu guía y te acompañe; es la recomendación de las recomendaciones”. Hace cuatro siglos, como hoy: éste es el punto crucial, decisivo. La meta a alcanzar es la santidad, que consiste en una vida cristiana consciente, es decir, una profunda amistad con Dios, una vida espiritual ferviente, marcada por el amor a Dios y al prójimo. Es un camino sencillo, sabiendo que las grandes oportunidades de servir a Dios rara vez se presentan, mientras que las pequeñas siempre las tenemos. Esto nos estimula a una caridad pronta, activa y diligente. Si, al pensar en tal meta, son tentado por el desánimo, le repito lo que escribí hace siglos: “No debemos esperar que todo el mundo empiece con perfección: poco importa cómo empecemos. Sólo hay que estar decidido a continuar y terminar bien”. Para empezar con buen pie, los invito a la purificación del corazón mediante la confesión. El pecado es una falta de amor, un robo a tu humanidad, un estar a oscuras y en frío: en la confesión entregas a Jesús todo lo que puede agobiarte y oscurecer tu camino. Es volver a tener la alegría del corazón. Siguiendo adelante, las herramientas para caminar son tan antiguas y preciosas como la Iglesia, y han sostenido a generaciones de cristianos de todas las edades, ¡durante 20 siglos! También ustedes ciertamente lo han experimentado. La oración, es decir, el diálogo con un Padre enamorado de ti y de tu vida. No olvides que a rezar se aprende rezando: por tanto, tengan fidelidad y perseverancia.
La Palabra de Dios, es decir, la “carta de Dios” dirigida precisamente a ti en forma particular. Es como una especie de brújula que orienta tu caminar, ¡sobre todo cuando hay niebla, oscuridad y se corre el riesgo de perder la orientación! No olvides que al leerla tienes el Tesoro en tus manos. El sacramento de la Eucaristía es el termómetro de tu vida creyente: si tu corazón no ha madurado un vivo deseo de recibir el Pan de Vida, tu encuentro con Él tendrá resultados modestos. Escribía a mis contemporáneos: “Si el mundo les pregunta por qué comulgan tan a menudo, respondan que es para aprender a amar a Dios, para purificarnos de las imperfecciones, para liberaros de las miserias, para encontrar fuerza en las debilidades y consuelo en las aflicciones. Dos clases de personas deben comunicarse con frecuencia: los perfectos, porque estando bien dispuestos harían mal en no acercarse a la fuente y manantial de la perfección; y los imperfectos para esforzarse por alcanzar la perfección. Los fuertes para no debilitarse y los débiles para fortalecerse. Los enfermos para curarse y los sanos para no enfermar”. Asiste a la Santa Misa con gran frecuencia: ¡tanto como sea posible! Luego insisto en las virtudes, porque si el encuentro con Dios es verdadero y profundo, cambia también las relaciones con las personas, el trabajo, las cosas. Ellas permiten tener un carácter humanamente rico, capaz de amistades verdaderas y profundas, de comprometerse alegremente a hacer bien su deber (trabajo-estudio), paciente y cordial en el trato, bueno. Todo esto no sucede en tu corazón solitario, para mejorar y complacerse. La vida con los demás es un estímulo para caminar mejor (¡cuántos son mejores que nosotros!), para ayudar más (¡cuántos nos necesitan!), para ser ayudados (¡cuánto tenemos que aprender!), para recordarnos a nosotros mismos que no somos autosuficientes (¡no somos auto-creados y auto-educados!). Sin una dimensión comunitaria, pronto nos perdemos a nosotros mismos. Espero que ya hayas saboreado los frutos de una guía estable, de confesiones bien hechas, de una oración fiel y firme, de la riqueza de la Palabra, de la Eucaristía vivida con fecundidad, de las virtudes practicadas en la alegría de la vida cotidiana, de amistades enriquecedoras, de lo indispensable del servicio. En este humus se florece: sólo en este ecosistema se puede percibir el verdadero rostro del Dios cristiano, a cuya mano es hermoso y da alegría confiar la propia vida.
Conectarse a la mentalidad de los Milenials y la Generación Z
La comunicación involucra a distintas partes a las cuales que debemos considerar seriamente: en primer lugar, el emisor que codifica el mensaje eligiendo el medio a través del cual se transmite el mensaje del emisor al receptor. El receptor, por su parte, analiza el mensaje en su contexto y lo interpreta según la intención del emisor o de forma diferente. Por último, la feedback (retroalimentación) indica el grado de recepción del mensaje. Cualquier intento de comunicar a Cristo hoy en día comienza con la comprensión de la mentalidad de la generación joven de hoy. Este breve artículo se centrará en esta cuestión.
Una generación es un grupo que puede identificarse por el año de nacimiento y por los acontecimientos significativos que moldearon su personalidad, sus valores, sus expectativas, sus cualidades de comportamiento y sus capacidades de motivación. Los sociólogos llaman a la generación de los nacidos entre 1943 y 1960 ‘Baby Boomers’. La Generación X comprende a los nacidos entre 1961 y 1979. Los Milenials (también llamados Generación Y) son los nacidos entre 1980 y 2000. La Generación Z incluye a los nacidos después del año 2000.
Los emisores son los pastores-educadores salesianos y animadores juveniles. Los receptores son los jóvenes y adultos jóvenes de hoy que son principalmente milenials y de la Generación Z. Por eso, esta presentación se centrará en tratar de entender su mentalidad para descubrir formas de comunicarles nuestro mensaje, Jesucristo. No podemos cerrar nuestros ojos a la realidad de la ‘brecha digital’, que refleja la enorme y creciente desigualdad social entre quienes tienen fácil acceso a Internet y quienes no lo tienen, especialmente muchos jóvenes. Entonces, una respuesta importante a este artículo es la comparación de lo que se presenta aquí con el contexto específico del lector.
LOS MILENIALS Los milenials actuales tienen cerca entre 20 y 41 años. Aprendieron a utilizar la tecnología y se hicieron dependientes de ella a una edad más temprana que las generaciones anteriores. Los milenials más jóvenes no podrían ni siquiera imaginar la vida sin los smartphones e Internet. Pertenecen a una generación muy conectada a través de los medios sociales. Viven en una época en la que un mensaje puede llegar a innumerables personas y traspasar las barreras lingüísticas, culturales y geográficas. Esto ha creado en ellos el deseo de tener toda la información que desean y proporcionar respuestas y comentarios instantáneos.
Los milenials quieren ser tenidos en cuenta teniendo la oportunidad de compartir sus pensamientos, ya que les gusta compartir ideas y elegir la mejor. Quieren formar parte de la conversación escuchando y hablando. Cuando se escuchan sus opiniones, se sienten valorados y se disponen a participar en algo de lo que se sienten parte. Los milenials quieren que su fe se integre de forma holística en sus vidas, incluso en el ámbito de la tecnología.
Los milenials son la generación de las apps. Las aplicaciones se han convertido en una herramienta para comunicarse, procesar información, comprar productos o incluso leer las escrituras y rezar. Los milenials son expertos en tecnología y utilizan aplicaciones en un promedio de dos horas al día. Quieren ser descubiertos. Son optimistas y quieren compartir, prefiriendo comunicarse con textos. Se centran en el «ahora» pero tienden a ser idealistas.
LA GENERACIÓN Z En la actualidad, los integrantes de la Generación Z son aquellos que tienen 21 años o menos. Son los primeros en tener Internet al alcance de la mano. Son nativos digitales porque han estado expuestos a Internet, las redes sociales y los teléfonos móviles desde una edad temprana. Utilizan Internet para socializar sin distinguir entre los amigos que conocen en línea y los del mundo físico. Para ellos el mundo virtual es tan real como el mundo presencial. Siempre están conectados; el offline ya no existe para ellos. Son vigorosos contribuyentes y consumidores de contenidos en línea. Prefieren los sitios web para comunicarse e interactuar con la gente, especialmente mediante imágenes. Prefieren participar y estar conectados a través de la tecnología al alcance de su mano.
Son creativos, realistas y se centran en el futuro. Son conscientes de temas y acontecimientos que son importantes para la humanidad y tienen un gran deseo de buscar la verdad. Quieren elegir y descubrir la verdad por sí mismos. De hecho, la búsqueda de la verdad está en el centro de sus comportamientos y patrones de consumo típicos.
Los jóvenes de la Generación Z utilizan redes sociales como Facebook, WhatsApp, Twitter, Instagram, Tiktok, Tumblr, entre otros, para informarse sobre temas sociales, salud y nutrición, espiritualidad, etc., pero también son grandes usuarios de plataformas sociales anónimas como Snapchat, Secret, Whisper, donde cualquier imagen comprometedora desaparece casi al instante. Con una gran cantidad de información a su disposición, son más pragmáticos y menos idealistas que los milenials. Su constante dependencia de la red podría llevarlos a correr el riesgo de compartir en exceso su información personal en el mundo virtual y convertirse en adictos a Internet. Su carácter está formado por lo que publican sobre sí mismos en Internet y por lo que otros publican y comentan sobre ellos. Entre ellos, una gran mayoría en todos los continentes se declaran religiosos, pero no se identifican necesariamente con una religión: creen sin pertenecer, otros pertenecen sin creer. Los que dicen no pertenecer a ninguna religión concreta suelen proceder de familias sin fe religiosa o de cristianos tibios. La Generación Z es mucho menos religiosa que los milenials.
LOS MEDIOS SOCIALES Es cierto que los medios sociales podrían obstaculizar de algún modo las auténticas relaciones interpersonales. También podría utilizarse como plataforma para la distribución y el acceso a materiales que podrían causar daños morales, sociales y espirituales. La verdad es que cualquier medio de comunicación tiene el potencial de ser utilizado para el mal. Es cierto que los medios sociales han sido utilizados, por ejemplo, para globalizar el populismo y desencadenar revoluciones como la primavera árabe y las protestas de los chalecos amarillos en Francia.
Todavía, los medios sociales también han permitido a la gente estar conectada a nivel mundial. Nos permiten a cada uno de nosotros ponernos al día de lo que ocurre en nuestras vidas, compartir ideas poderosas e invitar a la gente a conocer a Jesucristo. Los medios sociales se han convertido en nuestro patio virtual. Por eso es importante que pasemos de demonizar los medios, a educar a los jóvenes en su uso adecuado y a desarrollar su potencial para evangelizar.
COMUNICAR A CRISTO El testimonio creíble es una condición importante para comunicar a Cristo. En el mundo virtual el testimonio implica visibilidad (manifestamos visiblemente nuestra identidad católica), verdad (nos aseguramos de ser portadores de la verdad y no de noticias falsas) y credibilidad (las imágenes que presentamos refuerzan el mensaje que queremos comunicar). Del mismo modo, la fe debe presentarse a los milenials y a la Generación Z de formas nuevas y atractivas. Esto, a su vez, les abrirá oportunidades para compartir su fe con sus compañeros. Debemos resistir la tentación de bombardear las redes sociales con mensajes e imágenes religiosas. De hecho, esto alejará a un gran número de jóvenes. En el Primer Anuncio no se trata de las doctrinas cristianas que se deben enseñar. El adjetivo “primero “no debe entenderse en un sentido estrictamente lineal o cronológico, como el primer momento del anuncio, porque en realidad empobrece su riqueza. Es más bien “primero” en el sentido en que el término arché era entendido por los antiguos filósofos griegos como el principio o el elemento fundamental del que todo tiene su origen, o aquello de lo que todas las cosas están formadas. Es el fundamento de una nueva evangelización y de todo el proceso de evangelización. Se trata de favorecer una experiencia sobrecogedora y emocionante capaz de suscitar un interés por la persona de Jesús. Esto eventualmente lleve a una primera adhesión a Él, o a la revitalización de la fe en Él. El primer anuncio es esa chispa que lleva a la conversión. Esta opción por Cristo es el feedback al mensaje. De aquí sigue el proceso de evangelización mediante el catecumenado y la catequesis sistemática. Sin el primer anuncio que lleva a una opción personal por Cristo, cualquier esfuerzo de evangelización será estéril. Entonces, el desafío para cada pastor-educador salesiano, para cada animador juvenil, para cada discípulo misionero no es hacer contenidos para los medios sociales. Esta es una tentación a la que hay que resistir con fuerza. Su tarea es formar y acompañar a los propios milenials y a la Generación Z para que puedan crear para sí mismos y para sus compañeros contenidos basados en la fe en los medios sociales que puedan despertar el interés por conocer a la persona de Jesucristo. En realidad, hoy los medios sociales son una plataforma privilegiada para comunicar a Cristo a los jóvenes. ¡Depende de cada uno de nosotros utilizarlos con creatividad misionera!
LOS AMBIENTES VIRTUALES JUVENILES DE HOY Nuevas intuiciones para una perspectiva misionera Encuesta realizada por Juan Carlos Montenegro y el P. Alejandro Rodríguez sdb, Provincia de San Francisco (SUO), EE.UU.
El mandamiento de Jesús «Id y haced discípulos» (Mt 28,19) sigue resonando en nosotros hoy. Nuestro amor por Cristo nos desafía a ir más allá de nuestras fronteras y llegar a todas las personas, especialmente a los jóvenes de la sociedad actual. Para hacer esto, necesitamos ver la realidad desde su punto de vista, comprender cómo procesan las informaciones y cómo estas afectan a su comportamiento. Sin embargo, nuestra principal misión como educadores-evangelizadores salesianos es la de acercarlos a Cristo y acercarles a Cristo a ellos. Las diferencias generacionales pueden ser un desafío que no nos ayuda a ponernos en camino para estar «plenamente» presentes en este nuevo patio donde los jóvenes han construido su propio lenguaje, han desarrollado sus propias reglas y han creado nuevas expresiones y diferentes tipos de relaciones significativas. Este nuevo patio es un mundo virtual donde los jóvenes de hoy viven, interactúan, sueñan, se comprometen y sufren. El amor y el sello misionero de Don Bosco nos insta a abrazar esta nueva realidad con esperanza, fe y caridad pastoral. Si no conocemos la nueva realidad a la que se enfrentan los jóvenes en el mundo virtual, nuestra propuesta y nuestro acompañamiento como educadores-evangelizadores será insignificante e irrelevante. El Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana (2015) nos llama a estar presentes en el «nuevo patio» Ahora más que nunca debemos innovar y adaptar nuestro estilo salesiano de presencia entre los jóvenes. Para entender lo que está sucediendo en este nuevo patio virtual, el Sector Misiones realizó una encuesta en línea a nivel congregacional tratando de entender a nuestros jóvenes, qué piensan, qué hacen, qué esperan en cuanto a los contenidos, las posibilidades y el uso de redes sociales. La encuesta en línea en 6 idiomas involucró a 1.731 jóvenes de nuestras comunidades educativo-pastorales salesianas de entre 13 y 18 años de 37 países y 6 continentes diferentes. Es importante tener esto en cuenta porque las respuestas de los jóvenes que no provienen de origen salesiano pueden ser diferentes.
Puntos relevantes: • Es sabido que el aumento del uso de Internet se asocia en los jóvenes a una disminución de la comunicación con los miembros de la familia, a una disminución de la participación en la vida social y a un aumento de la depresión y de la soledad. Estos son temas importantes a tener en cuenta sobre el acompañamiento en nuestra planificación pastoral. • El 91% de nuestros jóvenes utiliza teléfonos móviles para acceder a las redes sociales. Estos dispositivos están asociados a problemas de comportamiento y también a posibles problemas de salud. El 75% de los encuestados está conectado a Internet durante más de 6 horas a la semana, pero puede superar las 20 horas en algunos casos. Estar conectado tiene muchas implicaciones, como el cambio del desarrollo de habilidades sociales, de las relaciones, del conocimiento, etc.
• Los jóvenes encuestados creen que las mayores amenazas en el uso de las redes sociales son el acoso en línea, la pedofilia, las noticias falsas, los acosadores y los piratas informáticos. Mientras que el 26% de nuestros jóvenes dice haber sido acosados. • Por falta de supervisión y/o formación y acompañamiento, los jóvenes están expuestos a contenidos para adultos; la presencia educativa más urgente de los adultos comienza con los niños de 11 a 13 años porque es el momento en que, según la encuesta, son más vulnerables a contenidos de este tipo en las páginas web. • En cuanto a nuestra presencia con contenido religioso, el 73% de los jóvenes que hicieron esta encuesta tuvo algún tipo de contacto con contenido religioso. El 48% cree que Internet ayuda a desarrollar su relación con Dios. • Nuestros jóvenes visitan sitios web relacionados con vídeos y música, juegos, tutoriales, etc. El 88% de los encuestados prefiere el vídeo como tipo de contenido. • Los jóvenes prefieren WhatsApp (64%), Instragram (61%), Youtube (41%), Tik Tok o Facebook (37%) y Messenger (33%). Esta información nos ayuda a mejorar nuestras formas de comunicación con ellos porque los adultos pueden esforzarse mucho por estar presentes en plataformas donde los jóvenes no están. Quizás los mejores canales de comunicación podrían ser Facebook para los padres e Instagram para nuestros jóvenes.
Esta encuesta es una poderosa llamada que nos desafía a los educadores y evangelizadores de jóvenes a estar presentes entre nuestros jóvenes de una manera relevante y significativa en las redes sociales.
Animación vocacional en el corazón de la pastoral juvenil
La mayor dificultad en el servicio de la animación vocacional hoy no está tanto en la claridad de ideas, sino en tres aspectos: en primer lugar, la modalidad de la praxis pastoral; en segundo lugar, la implicación, el testimonio y la oración de toda la comunidad educativo-pastoral y, dentro de ella, la comunidad religiosa en la “cultura vocacional”.
Con el “cambio climático” en nuestras sociedades, los valores cambian, se transmiten y a veces se camuflan. Este cambio parece inevitable e irreversible. Sin embargo, sentimos la responsabilidad de ser proactivos y generar propuestas educativo-pastorales a los jóvenes que favorezcan su respuesta al proyecto de Dios con libertad, autenticidad y determinación. En los últimos años se ha hablado y escrito mucho sobre la animación vocacional para revitalizar nuestros esfuerzos, reconocer los nuevos movimientos del Espíritu, abrirnos a la reflexión de la Iglesia y desarrollar nuevas comprensiones del acompañamiento y el discernimiento vocacional.
Hoy muchos jóvenes se hacen las mismas preguntas y no siempre encuentran el espacio para examinarlas y explorarlas. Las preguntas vienen de dentro, como movimientos interiores que a menudo no saben interpretar ni reconocer. Cada uno de nosotros ha necesitado más de una vez la presencia de una persona que pudiera darnos las herramientas necesarias para pasar de esas turbulencias interiores a la confianza en un proyecto de vida significativo.
Del mismo modo, entendemos por “cultura vocacional” aquel ambiente, creado por los miembros de una Comunidad Educativo-Pastoral (no sólo la comunidad religiosa), que promueve la concepción de la vida como vocación. Es un entorno que permite a cada individuo, creyente o no creyente, entrar en un proceso en el que se le capacita para descubrir su pasión y sus objetivos en la vida. “Sentir la vocación a algo” significa sentirse llamado por una realidad preciosa, por la que puedo leer y dar sentido a mi vida. Implica no tanto hacer lo que queremos, sino descubrir lo que estamos llamados a ser y hacer.
Se puede decir que esta cultura vocacional tiene algunos componentes fundamentales: la gratitud, la apertura a lo trascendente, el cuestionamiento de la vida, la disponibilidad, la confianza en uno mismo y en los demás, la capacidad de soñar y de desear, el asombro ante la belleza, el altruismo… Estos componentes son sin duda la base de cualquier planteamiento vocacional.
Pero también debemos hablar de los componentes específicos de esta cultura vocacional salesiana. Se trata de aquellos elementos que favorecen, entre otras cosas: el conocimiento y la valoración de la llamada personal de Dios (a la vida, al seguimiento y a una misión concreta) y de los caminos de la vida cristiana (secular y de especial consagración); la práctica del discernimiento como actitud de vida y medio para hacer una opción vital; los aspectos relevantes del propio carisma salesiano.
Pero, ¿cuáles son las condiciones de una “cultura vocacional”?
1.- La oración constante es la base de toda pastoral vocacional. Por un lado, para los agentes de pastoral y para toda la comunidad cristiana: si las vocaciones son un don, debemos pedir al Dueño de la mies (cf Mt 9, 38) que siga suscitando cristianos con vocación a las diferentes formas de vida cristiana. Por otra parte, una tarea fundamental de toda pastoral será ayudar a los jóvenes a rezar.
2.- Son las personas las que promueven las vocaciones, no las estructuras. No hay nada más provocador que el testimonio apasionado de la vocación que Dios da a cada uno, sólo así el que es llamado desencadena, a su vez, la llamada en los demás. Los salesianos debemos esforzarnos por hacer comprensible nuestro modo de vivir con el Señor. Todos los salesianos somos corazón, memoria y garantes no sólo del carisma salesiano, sino también de nuestra propia vocación.
3.- Otro punto central de la “cultura de la vocación” es la renovación y revitalización de la vida comunitaria. Allí donde se vive y se celebra la vocación, las relaciones fraternas, el compromiso con la misión y la acogida de todos y cada uno, pueden surgir verdadera y propiamente preguntas de carácter vocacional.
4.- Con los tres puntos precedentes, hemos querido expresar que la acción pastoral en este campo que no esté sostenido por la oración y el testimonio de vida, está aquejada de incoherencia, como lo estaría en cualquier otro ámbito de la pastoral. Además, dado que la vocación requiere resistencia y persistencia, compromiso y estabilidad, debemos ir más allá de una mentalidad o sensibilidad vocacional y poseer una praxis vocacional, una pedagogía vocacional con gestos que la hagan creíble y la sostengan en el tiempo y en el espacio. Esta pedagogía tiene que ver con la centralidad de los itinerarios de fe en la iniciación cristiana, con las propuestas de vida comunitaria acompañada y con el acompañamiento personal; una animación vocacional en el interior de la pastoral juvenil.
5.- Si la confianza en Dios que llama funciona como un pulmón que oxigena la pastoral vocacional, el otro pulmón es la confianza en el corazón generosode los jóvenes. Los corazones de nuestros jóvenes están hechos para grandes cosas, para la belleza, para la bondad, para la libertad, para el amor…, y esta aspiración aparece continuamente como una llamada interior en lo profundo de sus corazones. Desde esta perspectiva, hemos podido elaborar dos enfoques vocacionales: el primer enfoque se centra en los jóvenes más cercanos a nuestro carisma, es decir, aquellos que, por sus vínculos con las comunidades y las obras salesianas, están abiertos a una experiencia de Dios, a relaciones comunitarias significativas y al servicio con los jóvenes; el segundo enfoque se centra en aquellos que pueden sentirse atraídos por profundizar en la vocación salesiana como opción de vida fundamental.
6.- Finalmente, para completar el mapa, no olvidemos la promoción de la vocación de especial consagración. En esta propuesta se define un aspecto concreto de la promoción vocacional, que busca despertar y acompañar a las personas llamadas a una forma concreta de vida (el ministerio ordenado, su propia congregación o movimiento), como una forma concreta de seguir a Jesús.
La Iglesia de hoy también necesita la vocación del salesiano consagrado. Quizá deberíamos recordar que el dinamismo del discernimiento vocacional es una tarea espiritual iluminada por la esperanza de conocer la voluntad de Dios; es una tarea humilde, porque implica la conciencia de no saber, pero expresa el coraje de buscar, de mirar y de caminar hacia delante, liberándose de ese miedo al futuro que se ancla en el pasado y que nace de la presunción de saberlo ya todo.
La vocación es un proceso que dura toda la vida, percibida como una sucesión de llamadas y respuestas, un diálogo en libertad entre Dios y cada ser humano, que toma la forma de una misión a descubrir continuamente en las distintas fases de la vida y en contacto con nuevas realidades. Una vocación, por tanto, es la forma particular en que una persona estructura su vida en respuesta a una llamada personal a amar y servir; la forma de amar y servir que Dios quiere para cada uno.
Partiendo de la cita del Papa Francisco (Evangelii Gaudium, 107), podemos indicar tres caminos a seguir para una animación vocacional coherente: vivir un fervor apostólico contagioso, rezar con insistencia y atreverse a proponer. En resumen: ¿qué podemos hacer? Rezar, vivir y actuar.
Invertir en la educación de los jóvenes para construir la familia de hoy y de mañana
La educación de los jóvenes es la tarea originaria de los padres, vinculada a la transmisión de la vida, y primordial respecto a la tarea educativa de otros sujetos; por ello el papel de la CEP se propone como complementario, no sustitutivo, de la función educativa de los padres de los jóvenes. La contribución de la vocación familiar, parental y de pareja se ha identificado en al menos tres temas centrales: el amor, la vida y la educación.
El cuidado de la familia despierta un gran interés en todo el mundo. Se presta especial atención al tema mediante artículos, publicaciones científicas y actas de conferencias. Al mismo tiempo, se pide a la familia que cuide los vínculos que constituyen el denso tejido que sostiene a la persona del joven en el proceso de crecimiento y que aumentan la calidad de vida de una comunidad. Por lo tanto, es necesario promover estrategias educativo-pastorales adecuadas para apoyar a la familia, en el papel que tiene en la construcción de las relaciones interpersonales e intergeneracionales, así como en la concepción completa de la educación y el acompañamiento de las nuevas generaciones.
En su complejidad, cada familia es como un libro que hay que leer, interpretar y comprender con mucho cuidado, atención y respeto. En nuestra sociedad contemporánea, la vida familiar presenta, de hecho, ciertas condiciones que la exponen a la fragilidad.
Salir al encuentro de Don Bosco es hacer un viaje siempre actual. Seguir sus sueños; comprender su pasión educativa; conocer su talento para sacar a los jóvenes de los “malos caminos” para convertirlos en “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, para educarlos en la fe cristiana y en la conciencia social, para guiarlos hacia una profesión honesta, es una experiencia de extraordinaria intensidad humana y familiar. La experiencia de Don Bosco tiene raíces lejanas. Su vida está poblada de familias, de una multiplicidad de relaciones, de generaciones, de jóvenes sin familia, de historias de amor y de crisis familiares, ya desde la primera página de su vida, cuando tuvo que afrontar la pérdida de su padre a una edad muy temprana.
La comunidad educativo-pastoral es una de las formas, si no la forma, en que se concreta el espíritu de familia. En ella el Sistema Preventivo se hace operativo en un proyecto comunitario. Como gran familia preocupada por la educación y la evangelización de los jóvenes en un territorio concreto, la CEP es la actualización de la intuición original del carisma salesiano, repetía a menudo Don Bosco: “Siempre he tenido necesidad de todos”. Partiendo de esta convicción, desde los primeros días del Oratorio, constituye en torno a sí una comunidad-familia que tiene en cuenta las diferentes condiciones culturales, sociales y económicas de los colaboradores y en la que los mismos jóvenes son los protagonistas.
La educación de los jóvenes es la tarea originaria de los padres, vinculada a la transmisión de la vida, y primordial respecto a la tarea educativa de otros sujetos; por ello el papel de la CEP se propone como complementario, no sustitutivo, de la función educativa de los padres de los jóvenes. La teología pastoral, en este proceso de potenciación, afirma que la familia es objeto, contexto y sujeto de la acción pastoral. Esta reflexión nos ha llevado a interrogarnos sobre la originalidad de la familia dentro de la CEP, donde un lugar específico. La contribución de la vocación familiar, parental y de pareja se ha identificado en al menos tres temas centrales: el amor, la vida y la educación.
Por ello, tanto a nivel local como inspectorial, es necesario comenzar a planificar programas de formación para agentes/ formadores, integrando a las familias en el PEPS, donde la propuesta educativa y pastoral se articule en torno a acciones que vean a la familia como protagonista a favor de los jóvenes. Estos caminos deben tener como núcleo central el encuentro, la metodología de la pedagogía familiar y la espiritualidad salesiana. Por ello se hace imprescindible rediseñarnos juntos en un sentido vocacional; al mismo tiempo entrar en la vida cotidiana de las familias, hablar su lenguaje, estar cerca de la fragilidad de las relaciones y reconocer las dificultades presentes en la vida de muchas de ellas, atendiendo a los jóvenes sin familia, a las familias jóvenes, a las situaciones familiares más frágiles (pobreza, desigualdad y vulnerabilidad) promoviendo la solidaridad entre las familias. Se hace entonces necesario acompañar el amor de las parejas/familias jóvenes cuidándolas y planificando una buena y constante formación en el amor para el desarrollo de cada vocación.
Todo lo dicho sobre la Pastoral Juvenil Salesiana y la Familia requiere, para su realización, la puesta en marcha de procesos de formación para todos los miembros de la CEP y, por ende, tanto para los salesianos consagrados como para los laicos que apoyan el desarrollo del PEPS y de la Familia Salesiana.