Convertirse en un signo de esperanza en eSwatini – Lesotho – Sudáfrica después de 130 años

En el corazón del África austral, entre las bellezas naturales y los desafíos sociales de eSwatini, Lesotho y Sudáfrica, los Salesianos celebran 130 años de presencia misionera. En este tiempo de Jubileo, de Capítulo General y de aniversarios históricos, la Inspectoría de África Meridional comparte sus signos de esperanza: la fidelidad al carisma de Don Bosco, el compromiso educativo y pastoral entre los jóvenes y la fuerza de una comunidad internacional que testimonia fraternidad y resiliencia. A pesar de las dificultades, el entusiasmo de los jóvenes, la riqueza de las culturas locales y la espiritualidad del Ubuntu siguen indicando caminos de futuro y de comunión.

Saludos fraternos de los Salesianos de la Visitaduría más pequeña y de la presencia más antigua en la Región África-Madagascar (desde 1896, los primeros 5 hermanos fueron enviados por Don Rúa). Este año agradecemos a los 130 SDB que han trabajado en nuestros 3 países y que ahora interceden por nosotros desde el cielo. «¡Pequeño es hermoso»!
En el territorio de la AFM viven 65 millones de personas que se comunican en 12 idiomas oficiales, entre tantas maravillas de la naturaleza y grandes recursos del subsuelo. Estamos entre los pocos países del África subsahariana donde los católicos son una pequeña minoría en comparación con otras Iglesias cristianas, con solo 5 millones de fieles.

¿Cuáles son los signos de esperanza que nuestros jóvenes y la sociedad están buscando?
En primer lugar, estamos tratando de superar los tristemente célebres récords mundiales de la creciente brecha entre ricos y pobres (100.000 millonarios frente a 15 millones de jóvenes desempleados), la falta de seguridad y la creciente violencia en la vida cotidiana, el colapso del sistema educativo, que ha producido una nueva generación de millones de analfabetos, lidiando con diversas adicciones (alcohol, drogas…). Además, 30 años después del fin del régimen de apartheid en 1994, la sociedad y la Iglesia siguen divididas entre las diversas comunidades en términos de economía, oportunidades y muchas heridas aún no cicatrizadas. De hecho, la comunidad del «País del Arco Iris» está luchando con muchas «lagunas» que solo pueden ser «llenadas» con los valores del Evangelio.

¿Cuáles son los signos de esperanza que la Iglesia católica en Sudáfrica está buscando?
Participando en el encuentro trienal «Joint Witness» de los superiores religiosos y los obispos en 2024, nos dimos cuenta de muchos signos de declive: menos fieles, falta de vocaciones sacerdotales y religiosas, envejecimiento y disminución del número de religiosos, algunas diócesis en bancarrota, constante pérdida/disminución de instituciones católicas (asistencia médica, educación, obras sociales o medios de comunicación) debido a la fuerte caída de religiosos y laicos comprometidos. La Conferencia Episcopal Católica (SACBC – que incluye Botsuana, eSwatini y Sudáfrica) indica como prioridad la asistencia a los jóvenes dependientes del alcohol y de otras sustancias diversas.

¿Cuáles son los signos de esperanza que los salesianos del África meridional están buscando?
Rezamos cada día por nuevas vocaciones salesianas, para poder acoger nuevos misioneros. De hecho, ha terminado la época de la Inspectoría anglo-irlandesa (hasta 1988) y el Proyecto África no incluía la punta meridional del continente. Después de 70 años en eSwatini (Suazilandia) y 45 años en Lesotho, solo tenemos 4 vocaciones locales de cada Reino. Hoy solo tenemos 5 jóvenes hermanos y 4 novicios en formación inicial. Sin embargo, la Visitaduría más pequeña de África-Madagascar, a través de sus 7 comunidades locales, se encarga de la educación y la atención pastoral en 6 grandes parroquias, 18 escuelas primarias y secundarias, 3 centros de formación profesional (TVET) y diversos programas de asistencia social. Nuestra comunidad inspectorial, con 18 nacionalidades diferentes entre los 35 SDB que viven en las 7 comunidades, es un gran don y un desafío que acoger.

Como comunidad católica minoritaria y frágil del África austral
Creemos que el único camino para el futuro es construir más puentes y comunión entre los religiosos y las diócesis: cuanto más débiles somos, más nos esforzamos por trabajar juntos. Dado que toda la Iglesia católica busca centrarse en los jóvenes, Don Bosco ha sido elegido por los obispos como Patrono de la Pastoral Juvenil y su Novena se celebra con fervor en la mayoría de las diócesis y parroquias al comienzo del año pastoral.

Como Salesianos y Familia Salesiana, nos animamos constantemente unos a otros: «work in progress» (trabajo en progreso)
En los últimos dos años, después de la invitación del Rector Mayor, hemos tratado de relanzar nuestro carisma salesiano, con la sabiduría de una visión y dirección común (a partir de la asamblea anual inspectorial), con una serie de pequeños y sencillos pasos diarios en la dirección correcta y con la sabiduría de la conversión personal y comunitaria.

Agradecemos el aliento de don Pascual Chávez para nuestro reciente Capítulo Inspectorial de 2024: «Sabéis bien que es más difícil, pero no imposible, “refundar” que fundar [el carisma], porque hay hábitos, actitudes o comportamientos que no corresponden al espíritu de nuestro Santo Fundador, don Bosco, y a su Proyecto de Vida, y tienen “derecho de ciudadanía” [en la Inspectoría]. Realmente se necesita una verdadera conversión de cada hermano a Dios, teniendo el Evangelio como suprema regla de vida, y de toda la Inspectoría a Don Bosco, asumiendo las Constituciones como verdadero proyecto de vida».

Se votó el consejo de don Pascual y el compromiso: «Convertirse en más apasionados de Jesús y dedicados a los jóvenes», invirtiendo en la conversión personal (creando un espacio sagrado en nuestra vida, para dejar que Jesús la transforme), en la conversión comunitaria (invirtiendo en la formación permanente sistemática mensual según un tema) y en la conversión inspectorial (promoviendo la mentalidad inspectorial a través de «One Heart One Soul» – fruto de nuestra asamblea inspectorial) y con encuentros mensuales en línea de los directores.

En la estampita-recuerdo de nuestra Visitaduría del Beato Miguel Rúa, junto a los rostros de los 46 hermanos y 4 novicios (35 viven en nuestras 7 comunidades, 7 están en formación en el extranjero y 5 SDB están esperando el visado, en San Calixto-catacumbas y un misionero que está haciendo quimioterapia en Polonia). También estamos bendecidos por un número creciente de hermanos misioneros que son enviados por el Rector Mayor o por un período específico por otras Inspectorías africanas para ayudarnos (AFC, ACC, ANN, ATE, MDG y ZMB). Estamos muy agradecidos a cada uno de estos jóvenes hermanos. Creemos que, con su ayuda, nuestra esperanza de relanzamiento carismático se está haciendo tangible. Nuestra Visitaduría – la más pequeña de África-Madagascar, después de casi 40 años de su fundación, aún no tiene una verdadera casa inspectorial. La construcción comenzó, con la ayuda del Rector Mayor, solo el año pasado. También aquí decimos: «obras en curso»…

Queremos compartir también nuestros humildes signos de esperanza con todas las otras 92 Inspectorías en este precioso período del Capítulo General. La AFM tiene una experiencia única de 31 años de voluntarios misioneros locales (involucrados en la Pastoral Juvenil del Centro Juvenil Bosco de Johannesburgo desde 1994), el programa «Love Matters» para un crecimiento sexual saludable de los adolescentes desde 2001. Nuestros voluntarios, de hecho, involucrados durante un año entero en la vida de nuestra comunidad, son miembros más valiosos de nuestra Misión y de los nuevos grupos de la Familia Salesiana que están creciendo lentamente (VDB, Salesianos Cooperadores y Exalumnos de Don Bosco).

Nuestra casa madre de Ciudad del Cabo celebrará el próximo año su centésimo trigésimo (130º) aniversario y, gracias al centésimo quincuagésimo (150º) aniversario de las Misiones Salesianas, hemos realizado, con la ayuda de la Inspectoría de China, una especial «Sala de la Memoria de San Luis Versiglia», donde nuestro Protomártir pasó un día durante su regreso de Italia a China-Macao en mayo de 1917.

Don Bosco ‘Ubuntu’ – camino sinodal
«¡Estamos aquí gracias a vosotros!» – Ubuntu es una de las contribuciones de las culturas del África meridional a la comunidad global. La palabra en lengua Nguni significa «Yo soy porque vosotros sois» («I’m because you are!». Otras posibles traducciones: «Existo porque existís»). El año pasado emprendimos el proyecto «Eco Ubuntu» (proyecto de sensibilización ambiental de 3 años de duración) que involucra a unos 15.000 jóvenes de nuestras 7 comunidades en eSwatini, Lesotho y Sudáfrica. Además de la espléndida celebración y el compartir del Sínodo de los Jóvenes 2024, nuestros 300 jóvenes [que participaron] conservan sobre todo Ubuntu en sus recuerdos. Su entusiasmo es una fuente de inspiración. La AFM os necesita: ¡Estamos aquí gracias a vosotros!

Marco Fulgaro




El voluntariado misionero cambia la vida de los jóvenes en México

El voluntariado misionero representa una experiencia que transforma profundamente la vida de los jóvenes. En México, la Inspectoría Salesiana de Guadalajara ha desarrollado durante décadas un camino orgánico de Voluntariado Misionero Salesiano (VMS) que sigue impactando de manera duradera en el corazón de muchos chicos y chicas. Gracias a las reflexiones de Margarita Aguilar, coordinadora del voluntariado misionero en Guadalajara, compartiremos el recorrido sobre los orígenes, la evolución, las fases de formación y las motivaciones que impulsan a los jóvenes a comprometerse para servir a las comunidades en México.

Orígenes
El voluntariado, entendido como compromiso a favor de los demás nacido de la necesidad de ayudar al prójimo tanto en el plano social como espiritual, se fortaleció con el tiempo con la contribución de gobiernos y ONG para sensibilizar sobre temas de salud, educación, religión, medio ambiente y más. En la Congregación Salesiana, el espíritu voluntario está presente desde sus orígenes: Mamá Margarita, junto a Don Bosco, fue una de las primeras “voluntarias” en el Oratorio, dedicándose a la asistencia de los jóvenes para cumplir la voluntad de Dios y contribuir a la salvación de sus almas. Ya el Capítulo General XXII (1984) comenzó a hablar explícitamente de voluntariado, y los capítulos siguientes insistieron en este compromiso como una dimensión inseparable de la misión salesiana.
En México, los Salesianos están divididos en dos Inspectorías: Ciudad de México (MEM) y Guadalajara (MEG). Es precisamente en esta última que, desde mediados de los años ochenta, se estructuró un proyecto de voluntariado juvenil. La Inspectoría de Guadalajara, fundada hace 62 años, ofrece desde hace casi 40 años la posibilidad a jóvenes deseosos de experimentar el carisma salesiano de dedicar un período de vida al servicio de las comunidades, especialmente en zonas fronterizas.
El 24 de octubre de 1987, el inspector envió un grupo de cuatro jóvenes junto con salesianos a la ciudad de Tijuana, en una zona fronteriza en fuerte expansión salesiana. Fue el inicio del Voluntariado Juvenil Salesiano (VJS), que se desarrolló gradualmente y se organizó de manera cada vez más estructurada.

El objetivo inicial se proponía a jóvenes de aproximadamente 20 años, dispuestos a dedicar de uno a dos años para construir los primeros oratorios en las comunidades de Tijuana, Ciudad Juárez, Los Mochis y otras localidades del norte. Muchos recuerdan los primeros días: pala y martillo en mano, convivencia en casas sencillas con otros voluntarios, tardes pasadas con niños, adolescentes y jóvenes del barrio jugando en el terreno donde surgiría el oratorio. A veces faltaba el techo, pero no faltaban la alegría, el sentido de familia y el encuentro con la Eucaristía.

Aquellas primeras comunidades de salesianos y voluntarios llevaron en sus corazones el amor a Dios, a María Auxiliadora y a Don Bosco, manifestando espíritu pionero, ardor misionero y cuidado total por los demás.

Evolución
Con el crecimiento de la Inspectoría y de la Pastoral Juvenil, surgió la necesidad de itinerarios formativos claros para los voluntarios. La organización se fortaleció a través de:
Cuestionario de candidatura: cada aspirante a voluntario completaba una ficha y respondía a un cuestionario que delineaba sus características humanas, espirituales y salesianas, iniciando el proceso de crecimiento personal.

Curso de formación inicial: talleres teatrales, juegos y dinámicas de grupo, catequesis y herramientas prácticas para las actividades en campo. Antes de la partida, los voluntarios se reunían para concluir la formación y recibir el envío a las comunidades salesianas.

Acompañamiento espiritual: se invitaba al candidato a ser acompañado por un salesiano en su comunidad de origen. Por un tiempo, la preparación se realizó junto con aspirantes salesianos, fortaleciendo el aspecto vocacional, aunque luego esta práctica sufrió modificaciones según la animación vocacional de la Inspectoría.

Encuentro inspectorial anual: cada diciembre, cerca del Día Internacional del Voluntario (5 de diciembre), los voluntarios se reúnen para evaluar la experiencia, reflexionar sobre el camino de cada uno y consolidar los procesos de acompañamiento.

Visitas a las comunidades: el equipo de coordinación visita regularmente las comunidades donde operan los voluntarios, para apoyar no solo a los jóvenes, sino también a salesianos y laicos de la comunidad educativa-pastoral, fortaleciendo las redes de apoyo.

Proyecto de vida personal: cada candidato elabora, con la ayuda del acompañante espiritual, un proyecto de vida que ayude a integrar la dimensión humana, cristiana, salesiana, vocacional y misionera. Se prevé un período mínimo de seis meses de preparación, con momentos en línea dedicados a las diversas dimensiones.
Involucramiento de las familias: encuentros informativos con los padres sobre los procesos del VJS, para hacer comprender el camino y fortalecer el apoyo familiar.

Formación continua durante la experiencia: cada mes se aborda una dimensión (humana, espiritual, apostólica, etc.) mediante materiales de lectura, reflexión y trabajo de profundización en curso.

Post-voluntariado: tras la conclusión de la experiencia, se organiza un encuentro de cierre para evaluar la experiencia, planificar los pasos siguientes y acompañar al voluntario en la reinserción en la comunidad de origen y en la familia, con fases presenciales y en línea.

Nuevas etapas y renovaciones
Recientemente, la experiencia ha adoptado el nombre de Voluntariado Misionero Salesiano (VMS), en línea con el énfasis de la Congregación en la dimensión espiritual y misionera. Algunas novedades introducidas:

Pre-voluntariado breve: durante las vacaciones escolares (diciembre-enero, Semana Santa y Pascua, y especialmente verano) los jóvenes pueden experimentar por períodos cortos la vida en comunidad y el compromiso de servicio, para tener un primer “aperitivo” de la experiencia.

Formación para la experiencia internacional: se ha establecido un proceso específico para preparar a los voluntarios a vivir la experiencia fuera de las fronteras nacionales.

Mayor énfasis en el acompañamiento espiritual: no solo “enviar a trabajar”, sino poner en el centro el encuentro con Dios, para que el voluntario descubra su propia vocación y misión.

Como subraya Margarita Aguilar, coordinadora del VMS en Guadalajara: “Un voluntario necesita tener las manos vacías para poder abrazar su misión con fe y esperanza en Dios.”

Motivaciones de los jóvenes
En la base de la experiencia VMS siempre está la pregunta: “¿Cuál es tu motivación para ser voluntario?”. Se pueden identificar tres grupos principales:

Motivación operativa/práctica: quienes creen que realizarán actividades concretas relacionadas con sus competencias (enseñar en una escuela, servir en un comedor, animar un oratorio). A menudo descubren que el voluntariado no es solo trabajo manual o didáctico y pueden sentirse decepcionados si esperaban una experiencia meramente instrumental.

Motivación ligada al carisma salesiano: exusuarios de obras salesianas que desean profundizar y vivir más intensamente el carisma, imaginando una experiencia intensa como un largo encuentro festivo del Movimiento Juvenil Salesiano, pero por un período prolongado.

Motivación espiritual: quienes desean compartir su experiencia de Dios y descubrirlo en los demás. A veces, sin embargo, esta “fidelidad” está condicionada por expectativas (por ejemplo, “sí, pero solo en esta comunidad” o “sí, pero si puedo volver para un evento familiar”), y es necesario ayudar al voluntario a madurar un “sí” libre y generoso.

Tres elementos clave del VMS
La experiencia de Voluntariado Misionero Salesiano se articula en tres dimensiones fundamentales:

Vida espiritual: Dios es el centro. Sin oración, sacramentos y escucha del Espíritu, la experiencia corre el riesgo de reducirse a un simple compromiso operativo, agotando al voluntario hasta el abandono.

Vida comunitaria: la comunión con los salesianos y con los demás miembros de la comunidad fortalece la presencia del voluntario entre niños, adolescentes y jóvenes. Sin comunidad no hay apoyo en los momentos difíciles ni contexto para crecer juntos.

Vida apostólica: el testimonio alegre y la presencia afectiva entre los jóvenes evangeliza más que cualquier actividad formal. No se trata solo de “hacer”, sino de “ser” sal y luz en el día a día.

Para vivir plenamente estas tres dimensiones, se necesita un camino de formación integral que acompañe al voluntario desde el inicio hasta el final, abrazando cada aspecto de la persona (humano, espiritual, vocacional) según la pedagogía salesiana y el mandato misionero.

El papel de la comunidad de acogida
El voluntario, para ser un instrumento auténtico de evangelización, necesita una comunidad que lo apoye, sea ejemplo y guía. De igual manera, la comunidad acoge al voluntario para integrarlo, apoyándolo en los momentos de fragilidad y ayudándolo a liberarse de ataduras que dificultan la entrega total. Como destaca Margarita: “Dios nos ha llamado a ser sal y luz de la Tierra y muchos de nuestros voluntarios han encontrado el valor de tomar un avión dejando atrás a la familia, los amigos, la cultura, su forma de vivir para elegir este estilo de vida centrado en ser misioneros.”

La comunidad ofrece espacios de diálogo, oración común, acompañamiento práctico y emocional, para que el voluntario pueda mantenerse firme en su elección y dar frutos en el servicio.

La historia del voluntariado misionero salesiano en Guadalajara es un ejemplo de cómo una experiencia puede crecer, estructurarse y renovarse aprendiendo de los errores y los éxitos. Poniendo siempre en el centro la motivación profunda del joven, la dimensión espiritual y comunitaria, se ofrece un camino capaz de transformar no solo las realidades servidas, sino también la vida de los propios voluntarios.
Nos dice Margarita Aguilar: “Un voluntario necesita tener las manos vacías para poder abrazar su misión con fe y esperanza en Dios.”

Agradecemos a Margarita por sus valiosas reflexiones: su testimonio nos recuerda que el voluntariado misionero no es un mero servicio, sino un camino de fe y crecimiento que toca la vida de los jóvenes y las comunidades, renovando la esperanza y el deseo de entregarse por amor a Dios y al prójimo.




Patagonia: “La mayor empresa de nuestra Congregación

Tan pronto como llegaron a la Patagonia, los Salesianos – liderados por Don Bosco – buscaron obtener un Vicariato Apostólico que garantizara autonomía pastoral y apoyo de Propaganda Fide. Entre 1880 y 1882, repetidas solicitudes a Roma, al presidente argentino Roca y al arzobispo de Buenos Aires se toparon con disturbios políticos y desconfianzas eclesiásticas. Misioneros como Rizzo, Fagnano, Costamagna y Beauvoir recorrían el Río Negro, el Colorado y hasta el lago Nahuel-Huapi, estableciendo presencia entre indios y colonos. El giro decisivo llegó el 16 de noviembre de 1883: un decreto erigió el Vicariato de la Patagonia septentrional, confiado a monseñor Giovanni Cagliero, y la Prefectura meridional, dirigida por monseñor Giuseppe Fagnano. Desde ese momento, la obra salesiana se arraigó «en el fin del mundo», preparando su futuro florecimiento.

            Los Salesianos acababan de llegar a la Patagonia cuando Don Bosco, el 22 de marzo de 1880, volvió a insistir ante varias Congregaciones Romanas y ante el mismo Papa León XIII para la erección del Vicariato o Prefectura de la Patagonia con sede en Carmen, que abarcase las colonias ya constituidas o que se fueran organizando a orillas del Río Negro, desde el 36º hasta el 50º grado de latitud Sur. Carmen podría haber llegado a ser “el centro de las Misiones Salesianas entre los Indios”.
            Pero los disturbios militares en el momento de la elección del general Roca como Presidente de la República (mayo-agosto 1880) y la muerte del inspector salesiano don Francesco Bodrato (agosto 1880) hicieron suspender los trámites. Don Bosco insistió también ante el Presidente en noviembre, pero sin resultados. El Vicariato no era querido ni por el arzobispo ni era bien visto por la autoridad política.
            Pocos meses después, en enero de 1881, Don Bosco animaba al nuevo inspector don Giacomo Costamagna a esforzarse por el Vicariato en la Patagonia y aseguraba al director-párroco don Fagnano que respecto a la Patagonia – “la mayor empresa de nuestra Congregación” – una gran responsabilidad pronto recaería sobre él. Pero se seguía en un impasse.
            Mientras tanto, en la Patagonia, don Emilio Rizzo, que había acompañado en 1880 al vicario de Buenos Aires monseñor Espinosa a lo largo del Río Negro hasta Roca (50 km), junto con otros salesianos se preparaba para nuevas misiones móviles por el mismo río. Don Fagnano, en 1881, pudo acompañar al ejército hasta la Cordillera. Don Bosco, impaciente, estaba ansioso y don Costamagna todavía en noviembre de 1881 le aconsejó que tratara directamente con Roma.
            Por suerte, a finales de 1881 vino a Italia monseñor Espinosa; Don Bosco aprovechó para informar por su intermediación al arzobispo de Buenos Aires, que en abril de 1882 pareció favorable al proyecto de un Vicariato confiado a los Salesianos. Más bien por la imposibilidad de atenderlo con su clero. Pero una vez más no se concretó.
            En el verano de 1882 y luego en 1883 don Beauvoir acompañó al ejército hasta el lago Nahuel-Huapi en los Andes (880 km); otras excursiones apostólicas habían hecho otros salesianos en abril a lo largo del Río Colorado, mientras don Beauvoir regresaba a Roca y en agosto don Milanesio se internaba hasta Ñorquín en Neuquén (900 km).
            Don Bosco estaba cada vez más convencido de que sin un Vicariato apostólico propio, los Salesianos no gozarían de la necesaria libertad de acción, dadas las difíciles relaciones que él mismo tuvo con su arzobispo de Turín y considerando también que el Concilio Vaticano I no decidió nada sobre las difíciles relaciones entre Ordinarios y superiores de Congregaciones religiosas en territorios de misión. Además, cosa no menor, sólo un Vicariato misionero podría contar con el apoyo financiero de la Congregación de Propaganda Fide.
            Por ello, Don Bosco retomó sus esfuerzos, presentando a la Santa Sede la propuesta de división administrativa de la Patagonia y Tierra del Fuego en tres Vicariatos o Prefecturas: desde el Río Colorado al Río Chubut, de éste al Río Santa Cruz, y de éstos a las islas de Tierra del Fuego, incluyendo las Malvinas (Falklands).
            Algunos meses después, el Papa León XIII accedió y solicitó los nombres. Don Bosco entonces sugirió al cardenal Simeoni la erección de un solo Vicariato para la Patagonia septentrional con sede en Carmen, del que dependiera una Prefectura apostólica para la Patagonia meridional. Para esta última propuso a don Fagnano; para el Vicariato a don Cagliero o don Costamagna.

Un sueño que se cumple
            El 16 de noviembre de 1883, un decreto de Propaganda Fide erigió el Vicariato apostólico de la Patagonia septentrional y central, que comprendía el sur de la provincia de Buenos Aires, los territorios nacionales de La Pampa central, el Río Negro, Neuquén y Chubut. Cuatro días después lo confió a don Cagliero como Provicario apostólico (y posteriormente Vicario apostólico). El 2 de diciembre de 1883 fue el turno de Fagnano para ser nombrado Prefecto apostólico de la Patagonia chilena, del territorio chileno de Magallanes-Punta Arenas, del territorio argentino de Santa Cruz, de las islas Malvinas y de otras islas no bien definidas que se extendían hasta el estrecho de Magallanes. Eclesiásticamente, la Prefectura cubría áreas pertenecientes a la diócesis chilena de San Carlos de Ancud.
            El sueño del famoso viaje en tren de Cartagena en Colombia a Punta Arenas en Chile del 10 de agosto de 1883 empezaba así a realizarse, más aún cuando algunos Salesianos desde Montevideo en Uruguay a comienzos de 1883 habían llegado a fundar la casa de Niterói en Brasil. El largo proceso para poder gestionar una misión con plena libertad canónica había llegado a su fin. En octubre de 1884 don Cagliero sería investido con la designación de Vicario apostólico de la Patagonia, donde haría su entrada el 8 de julio siguiente, siete meses después de su consagración episcopal ocurrida en Valdocco el 7 de diciembre de 1884.

Lo que siguió
            Aunque en medio de dificultades de todo tipo que la historia recuerda – incluyendo acusaciones y verdaderas calumnias – la obra salesiana desde esos tímidos comienzos se desplegó rápidamente tanto en la Patagonia Argentina como en la chilena. Se arraigó mayormente en pequeños centros de indios y colonos, hoy convertidos en pueblos y ciudades. Monseñor Fagnano en 1887 se estableció en Punta Arenas (Chile), desde donde comenzó poco después las misiones en las islas de Tierra del Fuego. Misioneros generosos y capaces gastaron generosamente la vida a uno y otro lado del Estrecho de Magallanes “por la salvación de las almas” y también de los cuerpos (en la medida de sus posibilidades) de los habitantes de esas tierras “allá, en el fin del mundo”. Lo han reconocido muchos, entre ellos una persona que sabe del tema, porque también vino “casi desde el fin del mundo”: el papa Francisco.

Foto de época: Los tres Bororòs que acompañaron a los misioneros salesianos a Cuiabá (1904)




Por fin en la Patagonia

Entre 1877 y 1880 se produce el giro misionero salesiano hacia la Patagonia. Tras la oferta del 12 de mayo de 1877 de la parroquia de Carhué, don Bosco sueña con la evangelización de las tierras australes, pero don Cagliero lo invita a la prudencia ante las dificultades culturales. Los intentos iniciales sufren retrasos, mientras que la “campaña del desierto” del general Roca (1879) redefine los equilibrios con los indígenas. El 15 de agosto de 1879 el arzobispo Aneiros encomienda a los salesianos la misión patagónica: «Finalmente ha llegado el momento en que puedo ofreceros la Misión de la Patagonia, hacia la cual vuestro corazón ha suspirado tanto». El 15 de enero de 1880 parte el primer grupo liderado por don Giuseppe Fagnano, inaugurando la epopeya salesiana en el sur argentino.

            Lo que hizo que Don Bosco y don Cagliero suspendieran, al menos temporalmente, cualquier proyecto misionero en Asia fue la noticia del 12 de mayo de 1877: el arzobispo de Buenos Aires había ofrecido a los salesianos la misión de Caruhé (al sudeste de la provincia de Buenos Aires), lugar de guarnición y frontera entre numerosas tribus de indígenas del vasto desierto de la Pampa y la provincia de Buenos Aires.
            Se abrían así por primera vez las puertas de la Patagonia a los Salesianos: Don Bosco estaba entusiasmado, pero Don Cagliero enfrió enseguida su entusiasmo: “Repito, sin embargo, que con respecto a la Patagonia no debemos correr con velocidad eléctrica, ni ir allí a vapor, porque los Salesianos no están todavía preparados para esta empresa […] se ha publicado demasiado y hemos podido hacer demasiado poco con respecto a los Indios. Es fácil de concebir, difícil de realizar, y es demasiado poco el tiempo que llevamos aquí, y debemos trabajar con celo y actividad para este fin, pero sin hacer alboroto, para no despertar la admiración de estas gentes de aquí, de querer aspirar, habiendo llegado ayer, a la conquista de un país que aún no conocemos y cuya lengua ni siquiera sabemos”.
            Ya sin la opción de Carmen de Patagones, con la parroquia confiada por el arzobispo a un sacerdote lazarista, a los salesianos les quedaban la parroquia más septentrional de Carhué y la más meridional de Santa Cruz, para la que don Cagliero consiguió un pasaje por mar en primavera, lo que habría retrasado seis meses su previsto regreso a Italia.
            La decisión de quién debía “entrar primero en la Patagonia” quedó así en manos de Don Bosco, que pretendía ofrecerle ese honor. Pero antes de que se diera cuenta, el don Cagliero decidió volver: “La Patagonia me espera, los de Dolores, Carhué, Chaco nos lo piden, ¡y yo los complaceré a todos corriendo!” (8 de julio de 1877). Regresó para asistir al I Capítulo General de la Sociedad Salesiana que se celebraría en Lanzo Torinese en septiembre. Entre otras cosas, siempre fue miembro del Capítulo Superior de la congregación, donde ocupó el importante cargo de Catequista General (era el número tres de la congregación, después de Don Bosco y Don Rua).
            El año 1877 se cerró con la tercera expedición de 26 misioneros dirigida por el don Santiago Costamagna y con la nueva petición de Don Bosco a la Santa Sede de una Prefectura en Carhué y un Vicariato en Santa Cruz. Pero, a decir verdad, en todo ese año la evangelización directa de los salesianos fuera de la ciudad se había limitado a la breve experiencia de don Cagliero y del clérigo Evasio Rabagliati en la colonia italiana de Villa Libertad en Entre Ríos (abril de 1877) en los límites de la diócesis de Paraná y a algunas excursiones al campamento salesiano pampeano en San Nicolás de los Arroyos.

El sueño se realiza (1880)
            En mayo de 1878 el primer intento de llegar a Carhué por parte de don Costamagna y del clérigo Rabagliati fracasó a causa de una tempestad marina. Pero mientras tanto Don Bosco ya había vuelto a la carga con el nuevo Prefecto de Propaganda Fide, el Cardenal Giovanni Simeoni, proponiendo un Vicariato o Prefectura con sede en Carmen, como el mismo don Fagnano había sugerido, que veía como un punto estratégico para llegar a los nativos.
            Al año siguiente (1879), justo cuando el proyecto de entrada de los salesianos en Paraguay tocaba a su fin, se les abrieron por fin las puertas de la Patagonia. En abril, en efecto, el general Julio A. Roca inició la famosa «campaña del desierto» con el objetivo de someter a los indios y obtener seguridad interna, haciéndolos retroceder más allá de los ríos Negro y Neuquén. Fue el «tiro de gracia» a su exterminio, tras las numerosas matanzas del año anterior.
            El vicario general de Buenos Aires, monseñor Espinosa, como capellán de un ejército de seis mil hombres, fue acompañado por el clérigo argentino Luigi Botta y don Costamagna. El futuro obispo se dio cuenta enseguida de la ambigüedad de su posición, escribió inmediatamente a Don Bosco, pero no vio otra manera de abrir el camino de la Patagonia a los misioneros salesianos. Y en efecto, en cuanto el gobierno pidió al arzobispo que estableciera algunas misiones a orillas del Río Negro y en la Patagonia, se pensó inmediatamente en los salesianos.
            Los salesianos, por su parte, tenían la intención de solicitar al gobierno la concesión por diez años de un territorio administrado por ellos para construir, con materiales pagados por el gobierno y con mano de obra de los indios, los edificios necesarios para una especie de reducción en ese territorio: los pobres evitarían la contaminación de los “corruptos y viciosos” colonos cristianos y los misioneros plantarían allí la cruz de Cristo y la bandera argentina. Pero el inspector salesiano P. Francisco Bodrato no se sentía para decidir por su cuenta, y el P. Lasagna lo desaconsejó en mayo aduciendo que el gobierno de Avellaneda estaba al final de su mandato y no le interesaba el problema religioso. Por tanto, era mejor preservar la independencia y la libertad de acción salesiana.
            El 15 de agosto de 1879 Monseñor Aneiros ofreció formalmente a Don Bosco la misión patagónica: “Ha llegado por fin el momento en que puedo ofrecerle la Misión de la Patagonia, hacia la que tanto ha anhelado su corazón, como cura de almas entre los patagones, que pueden servir de centro a la misión”.
            Don Bosco lo aceptó de inmediato y de buen grado, aunque todavía no era el ansiado consentimiento para la erección de circunscripciones eclesiásticas autónomas de la Archidiócesis de Buenos Aires, realidad a la que se oponía constantemente el Ordinario diocesano.

La partida
            El grupo de misioneros partió hacia la anhelada Patagonia el 15 de enero de 1880: estaba integrado por el padre José Fagnano, director de la Misión y párroco en Carmen de Patagones (el padre lazarista se había retirado), dos sacerdotes, uno de los cuales estaba a cargo de la parroquia de Viedma, en la otra orilla del Río Negro, un laico salesiano (coadjutor) y cuatro religiosas. En diciembre llegó el P. Domingo Milanesio para ayudar, y unos meses más tarde el P. José Beauvoir con otro novicio coadjutor. Comenzaba la epopeya misionera salesiana en la Patagonia.




Si la Patagonia debe esperar… vayamos a Asia

Se recorre la expansión de los misioneros salesianos en Argentina en la segunda mitad del siglo XIX, en un país abierto a los capitales extranjeros y caracterizado por una intensa inmigración italiana. Las reformas legislativas y la carencia de escuelas favorecieron los proyectos educativos de Don Bosco y Don Cagliero, pero la realidad se reveló más compleja de lo imaginado en Europa. Un contexto político inestable y un nacionalismo hostil a la Iglesia se entrelazaban con tensiones religiosas anticlericales y protestantes. Existía, además, la dramática condición de los indígenas, rechazados hacia el sur por la fuerza militar. La rica correspondencia entre los dos religiosos muestra cómo tuvieron que adecuar objetivos y estrategias frente a nuevos desafíos sociales y religiosos, manteniendo vivo el deseo de extender la misión también en Asia.

Con la misión jurídica recibida del papa, con el título y las facultades espirituales de misioneros apostólicos concedidas por la Congregación de Propaganda Fide, con una carta de presentación de Don Bosco al arzobispo de Buenos Aires, los diez misioneros tras un mes de viaje a través del océano Atlántico, a mediados de diciembre de 1875, llegaron a Argentina, un inmenso país poblado por algo menos de dos millones de habitantes (cuatro millones en 1895, en 1914 serían ocho millones). De él apenas conocían el idioma, la geografía y un poco de historia.
Acogidos por las autoridades civiles, el clero local y benefactores, vivieron inicialmente meses felices. En efecto, la situación del país era favorable, tanto en el plano económico, con grandes inversiones de capitales extranjeros, como en el social, con la apertura legal (1875) a la inmigración, sobre todo italiana: 100.000 inmigrantes, 30.000 de ellos sólo en Buenos Aires. La situación educativa también era favorable debido a la nueva ley de libertad de enseñanza (1876) y a la falta de escuelas para “niños pobres y abandonados”, como a las que querían dedicarse los salesianos.
En cambio, surgieron dificultades en el aspecto religioso -dada la fuerte presencia de anticlericales, masones, liberales hostiles, protestantes ingleses (galeses) en algunas zonas- y el modesto espíritu religioso de muchos clérigos nativos e inmigrantes. Del mismo modo, en el aspecto político, por los riesgos siempre inminentes de inestabilidad política, económica y comercial, por un nacionalismo hostil a la Iglesia católica y susceptible a cualquier influencia exterior, y por el problema no resuelto de los pueblos indígenas de la Pampa y la Patagonia. De hecho, el continuo avance de la línea fronteriza meridional los forzaba cada vez más al sur y hacia la Cordillera, cuando no los eliminaba realmente o, capturados, los vendía como esclavos. Don Cagliero, el jefe de la expedición, se dio cuenta inmediatamente de ello. Dos meses después de su desembarco escribió: “Los indios están exasperados contra el Gobierno Nacional. Van por ellos armados con Remingtons, hacen prisioneros a hombres, mujeres, niños, caballos y ovejas […] debemos rogar a Dios que les envíe misioneros para librarlos de la muerte del alma y del cuerpo”.
De la utopía del sueño al realismo de la situación
En 1876-1877 se produce una especie de diálogo a distancia entre Don Bosco y Don Cagliero: en menos de veinte meses cruzan el Atlántico no menos de 62 cartas. Don Cagliero se comprometía in loco a seguir las directrices de Don Bosco, basándose en las lecturas incompletas de que disponía y en sus inspiraciones de lo alto, que no eran fáciles de descifrar. Don Bosco, a su vez, conoció a través de su jefe de campo cómo la realidad argentina era diferente de lo que él había pensado en Italia. El proyecto operativo estudiado en Turín podía efectivamente ser compartido en los objetivos y en la misma estrategia general, pero no en las coordenadas geográficas, cronológicas y antropológicas previstas. Don Cagliero era perfectamente consciente de ello, a diferencia de Don Bosco que, en cambio, continuó incansablemente ampliando los espacios para las misiones salesianas.
El 27 de abril de 1876, de hecho, anunció a Don Cagliero la aceptación de un Vicariato Apostólico en la India – excluyendo los otros dos propuestos por la Santa Sede, en Australia y China – que le sería confiado a él, que por lo tanto dejaría en manos de otros las misiones de la Patagonia. Dos semanas después, sin embargo, Don Bosco presentó a Roma la petición de erigir un Vicariato Apostólico también para la Pampa y la Patagonia, que él consideraba, erróneamente, territorio nullius [de nadie] tanto civil como eclesiásticamente. Lo reiteró en agosto siguiente al firmar el largo manuscrito La Patagonia e le terre australiani del continente americano, escrito junto con el P. Giulio Barberis. La situación se complicó aún más con la adquisición por el gobierno argentino (de acuerdo con el chileno) de las tierras habitadas por los indígenas, que las autoridades civiles de Buenos Aires habían dividido en cuatro gobernaciones y que el arzobispo de Buenos Aires consideraba, con razón, sujetas a su jurisdicción ordinaria.
Pero las furiosas luchas gubernamentales contra los nativos (septiembre de 1876) hicieron que el sueño salesiano “A la Patagonia, a la Patagonia. ¡Dios lo quiera!” permaneció así por el momento.

Los italianos “indianizados”
Mientras tanto, en octubre de 1876, el arzobispo había propuesto a los misioneros salesianos que se hicieran cargo de la parroquia de La Boca, en Buenos Aires, para atender a miles de italianos “más indianizados que los indios en cuanto a costumbres y religión” (habría escrito don Cagliero). Aceptaron. Durante su primer año en Argentina, de hecho, ya habían estabilizado su posición en la capital: con la compra formal de la capilla Mater misericordiae en el centro de la ciudad, con el establecimiento de oratorios festivos para italianos en tres partes de la ciudad, con el hospicio de “artes y oficios” y la iglesia de San Carlos en el oeste -que permanecerían allí desde mayo de 1877 hasta marzo de 1878, cuando se trasladaron a Almagro- y ahora la parroquia de La Boca en el sur con un oratorio que se estaba instalando. También proyectaron un noviciado y mientras esperaban a las Hijas de María Auxiliadora pensaron en un hospicio e internado en Montevideo, Uruguay.
A finales del año 1876 don Cagliero estaba dispuesto a regresar a Italia, viendo además que tanto la posibilidad de entrar en Chubut como la fundación de una colonia en Santa Cruz (en el extremo sur del continente) se prolongaban excesivamente debido a un gobierno que ponía trabas a los misioneros y a que los nativos hubieran preferido “destruirlos antes que reducirlos”.
Pero con la llegada en enero de 1877 de la segunda expedición de 22 misioneros, Don Cagliero planeó independientemente intentar una excursión a Carmen de Patagones, sobre el Río Negro, de acuerdo con el arzobispo. Don Bosco a su vez ese mismo mes sugirió a la Santa Sede la erección de tres Vicariatos Apostólicos (Carmen de Patagones, Santa Cruz, Punta Arenas) o al menos uno en Carmen de Patagones, comprometiéndose a aceptar en 1878 el de Mangalor en la India con don Cagliero como Vicario. No sólo eso, sino que el 13 de febrero con inmensa valentía se declaró también disponible para el mismo 1878 para el Vicariato Apostólico de Ceilán con preferencia al de Australia, ambos propuestos a él por el Papa (¿o sugeridos por él al Papa?). En resumen, Don Bosco no se contentaba con América Latina, al oeste, soñaba con enviar sus misioneros a Asia, al este.




150° aniversario de la primera expedición misionera. El Día de las Misiones

El Sector para las Misiones de la Congregación Salesiana ha preparado los materiales habituales para la Jornada Misionera Salesiana 2025 ‘Dar Gracias, Repensar, Relanzar’, recordando 1875, año de la primera expedición misionera.

Ciento cincuenta años es mucho tiempo y la Familia Salesiana se prepara para celebrar esta ocasión de manera apropiada. El folleto de la Jornada Misionera Salesiana 2025 es un recurso rico y útil para dar gracias, repensar y relanzar las misiones salesianas, junto con el cartel, la oración y el vídeo (disponible en Youtube Settore per le Missioni Salesiane ).

La primera JMS a nivel congregacional se inició en 1988 y, a pesar de los cambios, sigue siendo una ocasión que se ofrece a las comunidades SDB, a las Comunidades Educativo-Pastorales (CEP), a todos los jóvenes y a los miembros de la Familia Salesiana para vivir bien este aspecto del carisma salesiano y para difundir la sensibilidad misionera. Aunque el nombre pueda prestarse a confusión, no se trata de un día concreto, no hay una fecha única porque cada Inspectoría puede elegir el período que mejor se adapte a su ritmo y calendario para vivir plenamente este momento fuerte de animación misionera. La JMS, además, es la culminación de itinerarios educativo-pastorales y no una actividad desvinculada del resto.

El folleto comienza con unas palabras del vicario P.Stefano Martoglio SDB: “En este año tenemos la oportunidad de celebrar el 150º aniversario de la primera expedición misionera de la Congregación Salesiana, enviada por Don Bosco en 1875. Celebrar esta expedición significa renovar el mismo espíritu y pedir al Señor el corazón misionero de Don Bosco. Esta expedición, y todas las que siguieron, no son para nosotros sólo elementos cronológicos. Es la fidelidad al espíritu de Don Bosco, en obediencia al Don de Dios, lo que ha marcado y sigue marcando el crecimiento, en fidelidad, de la Congregación Salesiana en el signo y Sueño de Don Bosco.”

El P. Alfred Maravilla SDB, Consejero General para las Misiones, comparte una reflexión sobre la Opción Misionera de Don Bosco. Aunque Don Bosco nunca se propuso ser misionero ad gentes, ad exteros, ad vitam, podemos encontrar su espíritu misionero ya desde su infancia. Don vivió en el Piamonte durante un vibrante despertar misionero e ya en 1848, hablaba con sus muchachos sobre enviar misioneros a regiones lejanas hablando a menudo de su deseo de evangelizar a quienes no conocen a Cristo en África, América y Asia. La opción misionera de Don Bosco fue una confluencia de tres factores: en primer lugar, la realización de su antiguo deseo personal de ‘ir a las misiones’, expresado en sus cinco ‘sueños misioneros’. En segundo lugar, Don Bosco sentía que el compromiso misionero de su recién aprobada Congregación evitaría que los miembros cayeran en el peligro real de una vida cómoda y fácil. Por encima de todo, el compromiso misionero de su Congregación es la expresión más plena de su carisma, resumido en su propio lema y en el de la Congregación: Da mihi animas, caetera tolle.

Algunas contribuciones proceden de diferentes perspectivas: el Aguinaldo 2025 “Anclados en la esperanza, peregrinos con los jóvenes”, el jubileo del Sagrado Corazón de Jesús con algunos puntos de la encíclica «Dilexit nos», escrita por el Papa Francisco y, por supuesto, el Año Santo de la Iglesia, el Jubileo. Podemos leer todas estas aportaciones como una invitación del Espíritu Santo a ser «más misioneros» en nuestra vida diaria, con fe y esperanza.

Sabemos que, entre muchos acontecimientos del 2025, uno será muy especial para los Salesianos: el Capítulo General 29 de la Congregación Salesiana. El. P. Alphonse Owoudou SDB será el regulador del CGXXIX Apasionados por Jesucristo y dedicados a los jóvenes nos ofrece una óptica privilegiada para reflexionar sobre nuestra misión a la luz de los tres ejes temáticos: la vocación y la fidelidad profética (agradecer), la comunidad como profecía de fraternidad (repensar) y la reorganización institucional de la Congregación (relanzar). La misión salesiana no es solo una herencia que hay que custodiar, sino un desafío que hay que relanzar con renovado entusiasmo y con una visión profética.
Con gratitud por el pasado, con discernimiento para el presente y con valentía para el futuro, sigamos caminando juntos, animados por el mismo celo misionero que llevó a los primeros misioneros salesianos más allá de las fronteras, impulsados por el deseo de hacer visible el amor de Dios entre los jóvenes. “
A continuación, la presentación de los miembros de la primera expedición de 1875, conocida sobre todo gracias a la famosa foto tomada por Michele Schemboche, fotógrafo profesional: Giovanni Battista Allavena, el P. Giovanni Battista Baccino, el P. Valentino Cassini, el P. Domenico Tomatis, Stefano Belmonte, Vincenzo Gioia, Bartolomeo Molinari, Bartolomeo Scavini, el P. Giuseppe Fagnano y el P. Giovanni Cagliero, jefe de la expedición misionera..

El 11 de noviembre de 1875 fue un día solemne y emotivo. Don Bosco preparó un sermón para acompañar a sus hijos que serían los primeros en cruzar el océano hacia Argentina. “Nuestro Divino Salvador, cuando estaba en esta tierra, antes de ir al Padre Celestial, reunió a sus Apóstoles y les dijo: Ite in mundum universum… docete omnes gentes…. Praedicate evangelium meum omni creaturae. Con estas palabras, el Salvador no dio un consejo, sino una orden a sus Apóstoles, para que fueran a llevar la luz del Evangelio a todas las partes de la tierra.”

Para comprender mejor el contexto de los misioneros salesianos, en el folleto se encuentro un artículo sobre la correspondencia con Don Bosco y una síntesis de los cinco sueños misioneros. Entre los centenares de cartas de Don Bosco que cruzaron el Océano Atlántico de 1874 a 1887, la mayoría estaban dirigidas a los Salesianos, del P. Cagliero al P. Fagnano, del P. Bodrato al P. Vespignani, del P. Costamagna al P. Tomatis y así sucesivamente a muchos de los Salesianos, sacerdotes, coadjutores, clérigos, que partieron durante las 12 expediciones misioneras organizadas a partir de 1875.

Como dicen las Constituciones de la Sociedad de San Francisco de Sales al artículo 138, » el Consejero para las Misiones promueve en toda la Sociedad el espíritu y el compromiso misionero. Coordina las iniciativas y orienta la acción de las misiones, de modo que responda con estilo salesiano a las urgencias de los pueblos que aún están por evangelizar. Es también incumbencia suya garantizar la preparación específica y la puesta al día de los misioneros”. Así pues, tenemos la oportunidad de conocer mejor y recordar a los ocho Consejeros Generales para las Misiones hasta el 2025: el P. Modesto Bellido Iñigo (1948-1965), el P. Bernard Tohill (1971-1983); el P. Luc Van Looy (1984-1990); el P. Luciano Odorico (1990-2002); el P. Francis Alencherry (2002-2008); el P. Václav Klement (2008-2014), el P. Guillermo Basañes (2014-2020) y el P. Alfred Maravilla (2020-2025).

Además, queremos presentar algunas figuras de salesianos «pioneros» menos conocidos que han contribuido a difundir el carisma salesiano en los cinco continentes. el P. Francisque Dupont, el iniciador de la misión salesiana en Vietnam, el P. Valeriano Barbero, el sembrador del carisma salesiano en Papúa Nueva Guinea, el P. Jacques Ntamitalizo, el inspirador del Proyecto África, el P. Raffaele Piperni, el precursor de los Salesianos en EE.UU.,  el P. Pascual Chavez, como el  autor del Proyecto Europa y el P. Bronisław Chodanionek, el pionero de incógnito en Moldavia.
El crecimiento de la Familia Salesiana es un signo de la fecundidad del carisma salesiano y, en particular, muchos grupos de Familia Salesiana fueron fundados por misioneros salesianos: en el folleto hay una breve presentación de cada uno de ellos. Además, es bueno constatar la santidad misionera de la Familia Salesiana, con un número creciente de personas que caminan por la ruta de la santidad. Otro fruto tangible de las misiones salesianas es la vida de cuatro jóvenes que pueden ser considerados como jóvenes testigos de la esperanza cristiana: Ceferino Namuncurá, Laura Vicuña, Simão Bororo y Akash Bashir.

Las nuevas presencias salesianas, sobre todo en países donde los Salesianos aún no están presentes, son indicios del impulso misionero de la Congregación Salesiana que refuerza la fe, da un nuevo entusiasmo vocacional y revitaliza la identidad carismática de los Salesianos sea en la Inspectoría que se hace cargo de las nuevas presencias, sea en la que envía, sea en la que recibe misioneros. Es más, el impulso misionero de la Congregación nos libera de los peligros del aburguesamiento, de la superficialidad espiritual y de un trabajo indiferenciado, nos obliga a salir de nuestras zonas de confort y nos proyecta con esperanza hacia el futuro. Con este espíritu, podemos conocer mejor las nuevas fronteras misioneras salesianas: Níger, Botsuana, Argelia, Grecia y Vanuatu.

La riqueza de las misiones salesianas supera las fronteras y llega a muchos campos: los museos misioneros salesianos, como custodios del patrimonio cultural y salesiano, los Voluntarios Misioneros Salesianos, que entregan vida y tiempo a los demás, los grupos misioneros, como los que están en la República Democrática del Congo, Inspectoría AFC.

Cada JMS propone un proyecto, vinculado al tema del año, como oportunidad concreta de solidaridad y animación misionera. Este año hemos elegido la apertura de un oratorio en Pagos, Grecia, una de las nuevas fronteras misioneras salesianas. La apertura de un oratorio en Pagos, en la isla de Syros, será una de las claves para involucrar a los jóvenes griegos católicos y a los migrantes presentes en el territorio y comenzar con ellos el trabajo salesiano.
Todos los fondos recaudados serán utilizados para iniciar las actividades pastorales, el acondicionamiento de los ambientes y la compra de materiales de animación. La implicación de los salesianos en la pastoral juvenil de la diócesis permitirá compartir nuestro carisma para enriquecer a la Iglesia local, una minoría pequeña y necesitada de animación.

El folleto termina con algunos juegos para divertirse y mejorar el conocimiento sobre las misiones salesianas, la presentación de los miembros del Sector Misiones, que ayudan al Consejero General a cumplir su función de promover el espíritu misionero y el compromiso misionero en la Congregación Salesiana, y la oración final.

Alabado sea Dios, nuestro Padre
por el espíritu misionero
que derramó en el corazón de Don Bosco
como elemento esencial de su carisma.

Te damos gracias por los 150 años de las misiones salesianas
y por tantos misioneros y misioneras salesianas
que han dado su vida llevando el Evangelio y el carisma salesiano a los 137 países del mundo.

Envía tu Espíritu para que nos guíe
a repensar una visión renovada de las misiones salesianas
con incansable creatividad misionera.

Enciende nuestros corazones con el fuego de tu amor
para que, apasionados por Jesucristo
podamos relanzarnos con celo y entusiasmo misionero
para anunciarlo a todos,
especialmente a los jóvenes pobres y abandonados.

Todos los santos misioneros salesianos:
¡rueguen por nosotros!

Los materiales de la JMS 2025 están disponibles en el enlace Jornada Misionera Salesiana 2025, para más información escribir a cagliero11sdb.org.

Marco Fulgaro




Se parte para las misiones… confiando en los sueños

Los sueños misioneros de Don Bosco, sin anticipar el curso de los acontecimientos futuros, tenían el sabor de predicciones para el ambiente salesiano.

            Los sueños misioneros de 1870-1871 y sobre todo los de la década de 1880 contribuyeron también en no poca medida a que Don Bosco prestara atención al problema misionero. Si en 1885 invitaba a la prudencia a monseñor Juan Cagliero: “no hagáis mucho caso de los sueños” sino “sólo si son moralmente útiles”, el mismo Cagliero que partió a la cabeza de la primera expedición misionera (1875) y futuro cardenal, los juzgaba como meros ideales a perseguir. Otros salesianos, en cambio, y sobre todo Don Santiago Costamagna, misionero de la tercera expedición (1877) y futuro inspector y obispo, los entendían como un itinerario a seguir casi obligatoriamente, hasta el punto de pedir al secretario de Don Bosco, Don Juan Bautista Lemoyne, que le enviara las actualizaciones “necesarias”. A su vez, el P. José Fagnano, también misionero de la primera hora y futuro Prefecto Apostólico, los veía como la expresión de un deseo de toda la Congregación, que debía sentirse responsable de llevarlos a cabo encontrando los medios y el personal. Por último, el P.Luis Lasagna, misionero que partió con la segunda expedición en 1876, y también futuro obispo, las veía como una clave para conocer al futuro salesiano en misión. Don Alberto Maria De Agostini, entonces en la primera mitad del siglo XX, emprendería personalmente peligrosas e innumerables excursiones a Sudamérica siguiendo la estela de los sueños de Don Bosco.
            Como quiera que se entiendan hoy, el hecho es que los sueños misioneros de Don Bosco, aunque no anticiparan el curso de los acontecimientos futuros, tenían el sabor de predicciones para el ambiente salesiano. Dado que estaban desprovistos de significados simbólicos y alegóricos y, en cambio, eran ricos en referencias antropológicas, geográficas, económicas y ambientales (se habla de túneles, trenes, aviones…) constituían un estímulo para la acción de los misioneros salesianos, tanto más cuanto que su realización real podía ser verificada. En otras palabras, los sueños misioneros orientaron la historia y esbozaron un programa de obra misionera para la sociedad salesiana.

La llamada (1875): un proyecto inmediatamente revisado
            En los años setenta, un notable intento de evangelización estaba en marcha en América Latina, gracias sobre todo a los religiosos, a pesar de las fuertes tensiones entre la Iglesia y cada uno de los Estados liberales. A través de contactos con el cónsul argentino en Savona, Giovanni Battista Gazzolo, Don Bosco se ofreció en diciembre de 1874 a proporcionar sacerdotes para la Iglesia de la Misericordia (la iglesia de los italianos) en Buenos Aires, a petición del Vicario General de Buenos Aires Monseñor Mariano Antonio Espinosa y aceptó la invitación de una Comisión interesada en un internado en San Nicolás de los Arroyos, 240 km al noroeste de la capital argentina. En realidad, la sociedad salesiana -que por entonces incluía también a la rama femenina de las Hijas de María Auxiliadora- tenía como primer objetivo la atención de la juventud pobre (con catecismos, escuelas, internados, hospicios, oratorios festivos), pero no excluía extender sus servicios a todo tipo de ministerios sagrados. Así que a finales de 1874 Don Bosco no ofrecía nada más de lo que ya se hacía en Italia. Además, las Constituciones Salesianas, aprobadas definitivamente en el mes de abril anterior, justo cuando se llevaba años negociando fundaciones salesianas en “tierras de misión” no europeas, no contenían ninguna mención a posibles missiones ad gentes.
            Las cosas cambiaron en pocos meses. El 28 de enero de 1875, en un discurso a los directores, y al día siguiente a toda la comunidad salesiana, incluidos los muchachos, Don Bosco anunció que las dos peticiones mencionadas en Argentina habían sido aceptadas, después de que se hubieran rechazado peticiones en otros continentes. También informó que “las Misiones en Sudamérica” (que en estos términos nadie había ofrecido realmente) habían sido aceptadas en las condiciones solicitadas, sujetas sólo a la aprobación del Papa. Don Bosco con un golpe maestro presentaba así a salesianos y jóvenes un apasionante “proyecto misionero” aprobado por Pío IX.
            Inmediatamente comenzó una febril preparación de la expedición misionera. El 5 de febrero su carta circular invitaba a los Salesianos a ofrecerse libremente para tales misiones, donde, aparte de algunas zonas civilizadas, ejercerían su ministerio entre “pueblos salvajes esparcidos por inmensos territorios”. Aunque había identificado la Patagonia como la tierra de su primer sueño misionero -donde crueles salvajes de zonas desconocidas mataban a los misioneros y, en cambio, acogían a los salesianos-, tal plan para evangelizar a los “salvajes” iba mucho más allá de las peticiones recibidas de América. El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Federico Aneiros, ciertamente no era consciente de ello, al menos en aquel momento.
            Don Bosco procedió con determinación a organizar la expedición. El 31 de agosto comunicó al Prefecto de Propaganda Fide, el cardenal Alessandro Franchi, que había aceptado la dirección del colegio de S. Nicolás como “base de las misiones” y que, por tanto, solicitaba las facultades espirituales que suelen concederse en estos casos. Recibió algunas de ellas, pero no recibió ninguna de las subvenciones económicas que esperaba porque Argentina no dependía de la Congregación de Propaganda Fide, ya que con un arzobispo y cuatro obispos no se consideraba “tierra de misión”. ¿Y la Patagonia? ¿Y Tierra del Fuego? ¿Y las decenas y decenas de miles de indios que viven allí, a dos, tres mil kilómetros, “en el fin del mundo”, sin ninguna presencia misionera?
            En Valdocco, en la iglesia de María Auxiliadora, durante la famosa ceremonia de despedida de los misioneros el 11 de noviembre, Don Bosco se detuvo en la misión universal de salvación confiada por el Señor a los apóstoles y, por tanto, a la Iglesia. Habló de la escasez de sacerdotes en Argentina, de las familias de emigrantes que se habían suscrito y de la labor misionera entre las “grandes hordas de salvajes” en la Pampa y en la Patagonia, regiones “que rodean la parte civilizada” donde “ni la religión de Jesucristo, ni la civilización, ni el comercio han penetrado todavía, donde los pies europeos no han dejado hasta ahora ningún vestigio”.
            Trabajo pastoral para los emigrantes italianos y luego plantatio ecclesiae en la Patagonia: éste fue el doble objetivo original que Don Bosco dejó a la primera expedición. (Extrañamente, sin embargo, no hizo mención de los dos lugares precisos de trabajo acordados al otro lado del Atlántico). Unos meses más tarde, en abril de 1876, insistiría don Cagliero en que “nuestro objetivo es intentar una última expedición a la Patagonia […] tomando siempre como base el establecimiento de colegios y hospicios […] en las cercanías de las tribus salvajes”. Lo repetiría el 1 de agosto: “En general, recordad siempre que Dios quiere nuestros esfuerzos hacia la Pampa y hacia los Patagones, y hacia los niños pobres y abandonados”.
            En Génova, al embarcar, entregó a cada uno de los diez misioneros -entre ellos cinco sacerdotes- veinte recuerdos especiales. Los reproducimos:

RECUERDOS A LOS MISIONEROS

1. Buscad almas, pero no dinero ni honores ni dignidad.
2. Emplead la caridad y la mayor cortesía con todos, pero evitad la conversación y la familiaridad con personas del sexo opuesto o de conducta sospechosa.
3. No hacer visitas sino por razones de caridad y necesidad.
4. No aceptar invitaciones a comer salvo por motivos muy graves. En tales casos asegúrate de que sean dos.
5. Cuidad especialmente de los enfermos, los niños, los ancianos y los pobres, y te ganarás la bendición de Dios y la buena voluntad de los hombres.
6. Rindan homenaje a todas las autoridades civiles, religiosas, municipales y gubernamentales.
7. Si te encuentras con alguna persona de autoridad en la calle, procura saludarla obsequiosamente.
8. Haz lo mismo con las personas eclesiásticas o adscritas a institutos religiosos.
9. Huye de la ociosidad y de las cuestiones. Mucha sobriedad en la comida, la bebida y el descanso.
10. Amar, temer y respetar a las demás órdenes religiosas y hablar siempre bien de ellas. Así conseguirán que todos te estimen y promoverás el bien de la congregación.
11. Cuida tu salud. Trabaja, pero sólo lo que te permitan tus propias fuerzas.
12. Que el mundo sepa que sois pobres en vestidos, en comida, en viviendas, y seréis ricos a los ojos de Dios y llegaréis a ser dueños de los corazones de los hombres.
13. Amaos unos a otros, aconsejaos unos a otros, corregíos unos a otros, pero nunca os guardéis envidia ni rencor, sino que el bien de uno sea el bien de todos; que las penas y sufrimientos de uno sean considerados como penas y sufrimientos de todos, y que cada uno se esfuerce por eliminarlos o al menos mitigarlos.
14. Observad vuestras Reglas, y no olvidéis nunca el ejercicio mensual de la buena muerte.
15. Encomendad a Dios todas las mañanas las ocupaciones del día especialmente las confesiones, escuelas, catecismos y sermones.
16. Encomienda constantemente tu devoción a Nuestra Señora y a Jesús Sacramentado.
17. Recomendar a los jóvenes la confesión y comunión frecuentes.
18. Para cultivar la vocación eclesiástica, inculcar 1. el amor a la castidad, 2. el horror al vicio opuesto, 3. la separación de los díscolos, 4. la comunión frecuente, 5. la caridad con signos de especial bondad y benevolencia.
19. En los asuntos contenciosos se debe escuchar a ambas partes antes de juzgar.
20. En nuestros trabajos y sufrimientos no olvidemos que tenemos una gran recompensa preparada para nosotros en el cielo.
Amén.




La historia de las misiones salesianas (1/5)

El 150º aniversario de las misiones salesianas se celebrará el 11 de noviembre de 2025. Creemos que puede ser interesante contar a nuestros lectores una breve historia de los antecedentes y las primeras etapas de lo que sería una suerte de epopeya misionera salesiana en la Patagonia. Lo hacemos en cinco episodios, con la ayuda de fuentes inéditas que nos permiten corregir las muchas inexactitudes pasadas en la historia.

            Despejemos el campo de inmediato: se dice y se escribe que Don Bosco quiso partir a las misiones siendo seminarista y joven sacerdote. Esto no está documentado. Si como estudiante de 17 años (1834) solicitó entrar en las misiones de los frailes franciscanos reformados del Convento de los Ángeles de Chieri, la petición se hizo, al parecer, principalmente por motivos económicos. Si diez años más tarde (1844), cuando dejó el “Convito Eclesiástico» de Turín, estuvo tentado de entrar en la Congregación de los Oblatos de la Virgen María, a los que acababan de confiar misiones en Birmania (Myanmar), sin embargo, es cierto que, para aquella misión, para la que quizás había emprendido también algún estudio de lenguas extranjeras, era para el joven sacerdote Bosco sólo una de las posibilidades de apostolado que se abrían ante él. En ambos casos Don Bosco siguió inmediatamente el consejo, primero, de don Comollo de entrar en el seminario diocesano y, después, de don Cafasso, de seguir dedicándose a los jóvenes de Turín. Incluso en los veinte años que van de 1850 a 1870, ocupado como estaba en proyectar la continuidad de su “obra de los Oratorios”, en dar fundamento jurídico a la sociedad salesiana que estaba creando, y en la formación espiritual y pedagógica de los primeros salesianos, todos jóvenes de su Oratorio, no estaba ciertamente en condiciones de dar continuidad a ninguna aspiración misionera personal o de sus mismos “hijos”. Ni siquiera una sombra de ir él o los salesianos a la Patagonia, aunque esté escrito en el papel o en la web.

Aumentar la sensibilidad misionera
            Esto no quita la sensibilidad misionera en Don Bosco, probablemente reducida a tenues insinuaciones y vagas aspiraciones en los años de su formación sacerdotal y de su primer sacerdocio, se agudizará considerablemente con el paso de los años. La lectura de los Anales de la Propagación de la Fe le proporcionó una buena información sobre el mundo misionero, hasta el punto de que extrajo de ellos episodios para algunos de sus libros y elogió al Papa Gregorio XVI, que alentó la difusión del Evangelio hasta los últimos rincones de la tierra y aprobó nuevas Órdenes religiosas con fines misioneros. Don Bosco pudo recibir una considerable influencia del canónigo G. Ortalda, director del Consejo diocesano de la Asociación Propaganda Fide durante 30 años (1851-1880) y también promotor de las “Escuelas Apostólicas” (una especie de seminario menor para vocaciones misioneras). En diciembre de 1857 había lanzado también el proyecto de una Exposición en favor de las Misiones Católicas confiadas a los seiscientos Misioneros Sardos. Don Bosco estaba bien informado al respecto.
            El interés misionero creció en él en 1862 con ocasión de la solemne canonización en Roma de los 26 protomártires japoneses y en 1867 con ocasión de la beatificación de más de doscientos mártires japoneses, celebrada también con solemnidad en Valdocco. También en la ciudad pontificia, durante sus largas estancias de 1867, 1869 y 1870, pudo ver otras iniciativas misioneras locales, como la fundación del Seminario Pontificio de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo para las misiones extranjeras.
            El Piamonte, con casi el 50% de los misioneros italianos (1500 con 39 obispos), estaba a la vanguardia en este campo y el franciscano monseñor Luigi Celestino Spelta, vicario apostólico de Hupei, visitó Turín en noviembre de 1859. No visitó el Oratorio, en cambio lo hizo Don Daniele Comboni en diciembre de 1864, quien en Turín publicó su Plan de Regeneración para África con el intrigante proyecto de evangelizar África a través de los africanos.
            Don Bosco tuvo un intercambio de ideas con él, que en 1869 intentó, sin éxito, asociarle a su proyecto y al año siguiente le invitó a enviar algunos sacerdotes y laicos para dirigir un instituto en El Cairo y prepararlo así para las misiones en África, en cuyo centro contaba con confiar a los Salesianos un Vicariato apostólico. En Valdocco, la petición, que no fue concedida, fue sustituida por la voluntad de aceptar muchachos para ser educados para las misiones. Allí, sin embargo, el grupo de argelinos recomendado por monseñor Charles Martial Lavigerie encontró dificultades, por lo que fueron enviados a Niza Marítima, Francia. La petición en 1869 del mismo arzobispo para tener ayudantes salesianos en un orfanato en Argel en tiempos de emergencia no fue concedida. Del mismo modo, la petición del misionero bresciano Giovanni Bettazzi de enviar salesianos para dirigir un prometedor instituto de artes y oficios, así como un pequeño seminario menor, en la diócesis de Savannah (Georgia, EE.UU.) fue suspendida a partir de 1868. También podían ser atractivas las propuestas de otros, ya fuera para dirigir obras educativas en “territorios de misión”, ya para la acción directa in partibus infidelium, pero Don Bosco nunca renunciaría ni a su plena libertad de acción -que quizá veía comprometida por las propuestas de otros que había recibido- ni sobre todo a su peculiar trabajo con los jóvenes, para los que en aquel momento estaba muy ocupado desarrollando la recién aprobada sociedad salesiana (1869) más allá de las fronteras de Turín y Piamonte. En resumen, hasta 1870 Don Bosco, aunque teóricamente sensible a las necesidades misioneras, cultivaba otros proyectos a nivel nacional.

Cuatro años de peticiones incumplidas (1870-1874)
            El tema misionero y las importantes cuestiones relacionadas con él fueron objeto de atención durante el Concilio Vaticano I (1868-1870). Si el documento Super Missionibus Catholicis nunca fue presentado en la asamblea general, la presencia en Roma de 180 obispos de “tierras de misión” y la información positiva sobre el modelo salesiano de vida religiosa, difundida entre ellos por algunos obispos piamonteses, dieron a Don Bosco la oportunidad de conocer a muchos de ellos y también de ser contactado por ellos, tanto en Roma como en Turín.
            Aquí, el 17 de noviembre de 1869, fue recibida la delegación chilena, con el arzobispo de Santiago y el obispo de Concepción. En 1870 fue el turno de Mons. D. Barbero, Vicario Apostólico en Hyderabad (India), ya conocido de Don Bosco, que le preguntó por las monjas disponibles para la India. En julio de 1870 llegó a Valdocco el dominico Mons. G. Sadoc Alemany, Arzobispo de San Francisco en California (USA), que pidió y obtuvo a los Salesianos para un hospicio con escuela profesional (que nunca se construyó). También visitaron Valdocco el franciscano Mons. L. Moccagatta, Vicario Apostólico de Shantung (China) y su hermano Mons. Eligio Cosi, más tarde su sucesor. En 1873 fue el turno de Mons. T. Raimondi, de Milán, que ofreció a Don Bosco la posibilidad de ir a dirigir escuelas católicas en la Prefectura Apostólica de Hong Kong. Las negociaciones, que duraron más de un año, quedaron estancadas por diversos motivos, al igual que en 1874 también quedó sobre el papel el proyecto de un nuevo seminario del P. Bertazzi para Savannah (EEUU). Lo mismo ocurrió en aquellos años con las fundaciones misioneras en Australia e India, para las que Don Bosco inició negociaciones de manera individual con obispos, que a veces daba por concluidas ante la Santa Sede, cuando en realidad eran sólo proyectos en marcha.
            En aquellos primeros años setenta, con un personal formado con algo más de dos docenas de personas (entre sacerdotes, clérigos y coadjutores), un tercio de ellos con votos temporales, repartidos en seis casas habría sido difícil para Don Bosco enviar a algunos de ellos a tierras de misión. Tanto más cuanto que las misiones extranjeras que se le habían ofrecido hasta entonces fuera de Europa presentaban serias dificultades de lengua, cultura y tradiciones no románicas, y el intento, ya antiguo, de contar con personal joven de lengua inglesa, incluso con la ayuda del rector del colegio irlandés de Roma, monseñor Toby Kirby, había fracasado.

(continuación)

Foto de época: el puerto de Génova, 14 de noviembre de 1877.




Proyecto Misionero Basilicata – Calabria

Dentro del “Proyecto Europa”, el sur de Italia ha lanzado un nuevo proyecto misionero en las regiones de Calabria y Basilicata, acogiendo a los primeros misioneros “ad gentes”, signo de generosidad misionera y oportunidad de crecimiento en la apertura mundial del carisma de Don Bosco.

Europa como tierra de misión: en una nueva perspectiva misional salesiana, las misiones asumen cada vez menos una connotación geográfica, como movimiento hacia “las tierras de misión”, hoy los misioneros provienen de los cinco continentes y son enviados a los cinco continentes. Este movimiento misionero multidireccional ya ocurre en muchas diócesis y congregaciones. Con el “Proyecto Europa”, los salesianos se han confrontado con este cambio de paradigma misionero, para el cual es necesario un camino de conversión de la mente y del corazón. El “Proyecto Europa”, en la idea de don Pascual Chávez, es un acto de coraje apostólico y una oportunidad de renacimiento carismático en el continente europeo que se inserta en el contexto más amplio de la nueva evangelización. El objetivo es comprometer a toda la congregación salesiana en el fortalecimiento del carisma salesiano en Europa, especialmente mediante una profunda renovción espiritual y pastoral de los confraternales y de las comunidades, con el fin de continuar el proyecto de Don Bosco a favor de los jóvenes, especialmente los más pobres.

Las inspectorías salesianas involucradas están llamadas a repensar sus presencias salesianas para una evangelización más efectiva y acorde al contexto actual. Entre ellas, la inspectoría del sur de Italia ha elaborado un nuevo proyecto misionero que involucra las regiones de Basilicata y Campania. Partiendo de un análisis del territorio, se puede constatar cómo el sur de Italia está caracterizado por una presencia bastante consistente de jóvenes, con una natalidad menor en comparación con otras regiones italianas, y cómo la emigración es un fenómeno muy presente que hace que muchos jóvenes se vayan a estudiar o trabajar en otros lugares. Las tradiciones religiosas y familiares, que siempre han constituido un referente identitario importante para la comunidad, son menos relevantes que en el pasado y muchos jóvenes viven la fe como distante de su vida, aunque no se muestran totalmente contrarios a ella. Los Salesianos experimentan una buena adhesión a las experiencias espirituales juveniles, pero, al mismo tiempo, una escasa receptividad a caminos sistemáticos y a propuestas de vida definitivas. Otras problemáticas que afectan al mundo juvenil son el analfabetismo emocional y afectivo, las crisis relacionales de las familias, la deserción escolar y el desempleo. Todo esto alimenta fenómenos de pobreza generalizada y el crecimiento de organizaciones criminales que encuentran un terreno fértil para involucrar y desviar a los jóvenes.

En este contexto, muchos jóvenes expresan un fuerte deseo de compromiso social, especialmente en ámbitos políticos y ecológicos y en el mundo del voluntariado.

La inspectoría salesiana en los últimos años ha reflexionado sobre cómo actuar para ser relevante en el territorio y ha tomado varias decisiones importantes, entre las que se encuentra el desarrollo de obras y proyectos para los jóvenes más pobres, como las casas-familia y los centros de día que manifiestan directa y claramente la elección a favor de los jóvenes en riesgo. La atención integral a los jóvenes debe apuntar a una formación no solo teórica para que el joven pueda descubrir o tomar conciencia de sus propias capacidades. Además, se requiere una praxis misionera más valiente para realizar caminos de educación a la fe que ayuden a los jóvenes a realizar el cumplimiento de su vocación cristiana. Todo esto debe realizarse con la participación activa de todos: consagrados, laicos, jóvenes, familias, miembros de la familia salesiana… en un estilo plenamente sinodal que promueva la corresponsabilidad y la participación.

Basilicata y Calabria han sido elegidas como áreas carismáticamente significativas y necesitadas de fortalecimiento y de nuevo impulso educativo-pastoral, territorios en los que apostar abriendo nuevas fronteras pastorales y redimensionando algunas ya presentes. Las presencias salesianas son seis: Potenza, Bova Marina, Corigliano Rossano, Locri, Soverato y Vibo Valentia. ¿Cuáles son los salesianos requeridos para este proyecto misionero? Salesianos dispuestos a trabajar en contextos pobres, populares y populares, con dificultades económicas y a veces falta de estímulos culturales y atentos en particular al primer anuncio. Salesianos que estén bien preparados, a nivel espiritual, salesiano, cultural y carismático. Es necesario tener bien presente la razón por la cual se ha elaborado este proyecto, es decir, cuidar de Basilicata y Calabria, dos regiones pobres y con pocas propuestas pastorales sistemáticas a favor de los jóvenes más necesitados, en las que el primer anuncio se convierte cada vez más en una necesidad también en contextos de tradición católica. El trabajo educativo-pastoral de los salesianos busca dar esperanza a muchos jóvenes que a menudo se ven obligados a dejar sus hogares y trasladarse hacia el norte en busca de una vida mejor. El contraste de esta realidad con ofertas pastorales y formativas visionarias, en particular la formación profesional, la atención al malestar juvenil, el trabajo con las instituciones para encontrar respuestas se vuelve cada vez más urgente. Además de los salesianos consagrados, este territorio se enriquece con la bella presencia de laicos y miembros de la Familia Salesiana y la iglesia local, así como la realidad social, nutre un gran respeto y consideración hacia los hijos de Don Bosco.

La acogida de nuevos misioneros ad gentes es una bendición y un desafío que se inserta en este proyecto pastoral. La inspectoría Italia Meridional (IME) este año ha recibido cuatro misioneros, enviados en la 155ª expedición misionera salesiana. Entre ellos, dos se han convertido en miembros de la nueva delegación inspectorial AKM (Albania, Kosovo, Montenegro), los otros dos han sido destinados al sur de Italia y participarán en el nuevo proyecto misionero del IME para Basilicata y Campania: Henri Mufele Ngankwini y Guy Roger Mutombo, de la República Democrática del Congo (Inspectoría ACC). Para acompañar de la mejor manera a los misioneros que llegan, la Inspectoría IME se compromete a que se sientan en casa y tengan una inserción gradual en la nueva realidad comunitaria y social. Los misioneros son gradualmente introducidos en la historia y la cultura del lugar que se convertirá en su hogar y, desde los primeros días, asisten a cursos de lengua y cultura italiana, por un período de al menos dos años, que les ayudará para una plena inculturación. Paralelamente, son introducidos en los procesos formativos y dan los primeros pasos en la acción educativo-pastoral inspectorial con los jóvenes y los chicos. Una dimensión fundamental es la atención al camino espiritual personal: a cada misionero se le garantizan momentos adecuados de oración personal y comunitaria, el acompañamiento y la guía espiritual, la confesión, preferiblemente en un idioma que ellos comprendan, y tiempos de actualización y formación. En una fase posterior, al misionero se le garantiza la formación continua para una inserción aún más plena en las dinámicas inspectoriales, manteniendo algunas atenciones específicas. La experiencia misionera será evaluada periódicamente para identificar puntos fuertes, debilidades y eventuales correcciones, en un espíritu fraterno.

Como nos recuerda don Alfred Maravilla, Consejero General para las Misiones, “ser misioneros en una Europa secularizada plantea notables desafíos internos y externos. La buena voluntad no es suficiente”. “Mirando hacia atrás con los ojos de la fe, nos damos cuenta de que a través del lanzamiento del ‘Proyecto Europa’ el Espíritu estaba preparando a la Sociedad Salesiana para enfrentar la nueva realidad de Europa, de modo que pudiéramos ser más conscientes de nuestros recursos y también de los desafíos, y con esperanza para relanzar el carisma salesiano en el Continente”.
Oremos para que en las regiones de Basilicata y Calabria la presencia salesiana esté inspirada por el Espíritu para el bien de los jóvenes más necesitados.

Marco Fulgaro




“Curso de Aliento” 2024.Curso de renovación misionera salesiana

El Sector Misionero de la Congregación Salesiana, con sede en Roma, ha organizado un curso de renovación misionera llamado Breath Course, en inglés, para misioneros que ya llevan muchos años en misión y que desean una renovación y actualización espiritual.El curso, que comenzó en la colina de Don Bosco el 11 de septiembre de 2024, concluyó con éxito en Roma el 26 de octubre de 2024.

En el Curso de Aliento participaron 24 personas de 14 países: Azerbaiyán, Botsuana, Brasil, Camboya, Eritrea, Filipinas, India, Japón, Nigeria, Pakistán, Samoa, Sudán del Sur, Tanzania y Turquía. A pesar de que los participantes en el curso procedían de distintos países con diferentes antecedentes culturales y pertenecían a distintas ramas de la Familia Salesiana, rápidamente establecimos un fuerte vínculo entre nosotros y todos nos sentimos como en casa en compañía de los demás.

Una de las particularidades del Curso de Aliento fue que se trataba de un curso misionero en el que participaban por primera vez varios miembros de la Familia Salesiana: 16 Salesianos de Don Bosco (SDB), 3 Hermanas de la Caridad de Jesús (SCG), 2 Hermanas Misioneras de María Auxiliadora (MSMHC), 2 Hermanas de la Visitación de Don Bosco (VSDB) y 1 Salesiano Cooperador. Otro aspecto positivo fue la experiencia con algunos de los miembros menos conocidos y más pequeños de la Familia Salesiana.

Las siete semanas del Curso de Aliento fueron un tiempo de renovación espiritual que nos permitió profundizar en el conocimiento de Don Bosco, la historia, el carisma, el espíritu y la espiritualidad salesiana, y conocer mejor a los diferentes miembros de la Familia Salesiana. La Lectio Divina Salesiana, las peregrinaciones a los lugares ligados a la vida y al apostolado de Don Bosco en los Becchi, Castelnuovo Don Bosco, Chieri y Valdocco, los días pasados en Annecy y Mornese, la peregrinación tras las huellas de San Pablo Apóstol en Roma, la participación en la audiencia general del Papa Francisco en el Vaticano, la visita a la Basílica del Sagrado Corazón construida por Don Bosco y a la Casa Generalicia Salesiana, el intercambio de experiencias misioneras entre todos los participantes del curso, la participación en la solemne «Invocación Misionera» desde la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco, el tiempo dedicado diariamente a la oración y reflexión personal, la celebración eucarística común, etc., nos ayudaron mucho a personalizar y profundizar en nuestros valores salesianos y en nuestra vocación misionera. También los días pasados en Roma reflexionando sobre diversos aspectos de la teología de la misión, las sesiones sobre pastoral juvenil salesiana, discernimiento personal, formación permanente, catequesis misionera, literatura emocional, voluntariado misionero, animación misionera de la Congregación, etc., nos ayudaron a personalizar y profundizar nuestra vocación misionera. La peregrinación a Asís, lugar santificado por San Francisco de Asís, con el tema «dar gracias», «repensar» y «relanzar», fue una oportunidad para dar gracias a Dios por nuestra vocación misionera y pedirle la gracia de volver a nuestras tierras de misión con mayor entusiasmo para hacerlo mejor en el futuro. Otra característica especial del Curso de Aliento fue que no tenía un carácter académico, con créditos, tesis, exámenes y evaluaciones, sino que hacía hincapié en la Palabra de Dios, el intercambio de experiencias, la reflexión, la oración y la contemplación, con un mínimo de aportaciones teóricas.

Como participantes en el Curso de Aliento, tuvimos el privilegio especial de asistir a la 155ª «Salida Misionera» de la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco, Turín, el 29 de septiembre de 2024. Un total de 27 salesianos, prácticamente todos muy jóvenes, partieron hacia distintos países como misioneros tras recibir la cruz misionera de manos del P. Stefano Martoglio, Vicario del Rector Mayor. Aquel memorable acontecimiento nos recordó nuestra propia recepción de la cruz misionera y partida para las misiones hace muchos años. También tomamos conciencia del «envío misionero» ininterrumpido desde Valdocco desde 1875 y del compromiso perenne de la Congregación Salesiana con el carisma misionero de Don Bosco.

Un aspecto muy enriquecedor del Curso de Aliento fue el intercambio de historias vocacionales y experiencias misioneras por parte de todos los participantes. Todos se prepararon con antelación y compartieron sus historias vocacionales y experiencias misioneras de forma creativa. Mientras que algunos compartieron sus experiencias en forma de sencillos discursos, otros utilizaron fotos, vídeos y presentaciones en PowerPoint. Hubo tiempo suficiente para interactuar con cada misionero, aclarar dudas y recabar más información sobre su vocación misionera, su país y su cultura. Este compartir fue un excelente ejercicio espiritual, ya que cada uno de nosotros tuvo la oportunidad de reflexionar profundamente sobre nuestra vocación misionera y descubrir la mano de Dios actuando en nuestras vidas. Este viaje interior fue muy formativo y nos permitió fortalecer nuestra vocación misionera y comprometernos más generosamente con la Missio Dei (Misión de Dios).

Durante el Curso de Aliento, al compartir nuestras experiencias misioneras, volvimos a convencernos profundamente de que la vida de un misionero no es fácil. La mayoría de los misioneros trabajan en «periferias» de diversos tipos (geográficas, existenciales, económicas, culturales, espirituales y psicológicas), y un buen número de ellos en condiciones muy difíciles, en circunstancias desafiantes y con muchas privaciones. En muchos contextos no hay libertad religiosa para predicar abiertamente el Evangelio. En otros lugares hay gobiernos con ideologías extremistas que se oponen al cristianismo y tienen en vigor leyes anti conversión. Hay países donde uno no puede revelar su identidad sacerdotal o religiosa. También hay lugares donde ni la institución católica ni el personal religioso pueden exhibir símbolos religiosos cristianos como la cruz, la Biblia, estatuas de Cristo o de santos, o vestimentas religiosas. Hay territorios donde los misioneros no pueden reunirse para celebrar reuniones o ejercicios espirituales ni llevar una vida comunitaria. Hay naciones que no permiten que ningún misionero cristiano extranjero entre en su país y bloquean toda ayuda financiera del extranjero a instituciones cristianas. Hay tierras de misión que no tienen suficientes vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa y, en consecuencia, el misionero se ve sobrecargado con muchos trabajos y responsabilidades. También hay situaciones en las que encontrar recursos económicos para hacer frente a los gastos ordinarios de funcionamiento de instituciones como escuelas, internados, institutos técnicos, centros juveniles, dispensarios, etc., es una de las principales preocupaciones de los misioneros. Hay misiones que carecen de recursos económicos para construir infraestructuras muy necesarias o de personas cualificadas para enseñar en escuelas e institutos técnicos o para prestar servicios básicos de atención sanitaria a los pobres. Esta lista de problemas a los que se enfrentan los misioneros no es exhaustiva. Pero lo bueno de los misioneros es que son personas de fe profunda y felices con su vocación misionera. Están felices de estar con la gente y contentos con lo que tienen, y confiando en la Providencia de Dios siguen adelante con su labor misionera a pesar de los muchos retos y dificultades. Algunos misioneros son brillantes ejemplos de santidad cristiana que hacen de su vida un poderoso anuncio del Evangelio. Estos valientes misioneros merecen nuestro aprecio, aliento y apoyo espiritual y material para continuar su labor misionera.

Una palabra especial de agradecimiento a todos los miembros del Sector Misiones que trabajaron duro e hicieron muchos sacrificios para organizar el Curso de Aliento 2024. Espero que el Sector Misiones continúe ofreciendo este curso cada año y, si es posible, en diferentes idiomas y con la participación de más miembros de la Familia Salesiana, especialmente los más pequeños y menos conocidos. El curso ciertamente dará a los misioneros la oportunidad de tener una renovación espiritual, actualización teológica, descanso físico y mental, que son esenciales para ofrecer un servicio misionero y pastoral de mejor calidad en las misiones y para establecer lazos más estrechos entre los miembros de la Familia Salesiana.

don Jose Kuruvachira, sdb