Los benefactores de Don Bosco

Hacer el bien a los jóvenes requiere no sólo dedicación, sino también grandes recursos materiales y financieros. Don Bosco solía decir “Confío ilimitadamente en la Divina Providencia, pero también la Providencia quiere ser ayudada por nuestros inmensos esfuerzos”; dicho y hecho.

            A sus misioneros que partían, el 11 de noviembre de 1875, Don Bosco les dio 20 preciosos “Recuerdos”. El primero era: “Buscad almas, pero no dinero, ni honores, ni dignidad”.
            Don Bosco mismo tuvo que ir en busca de dinero toda su vida, pero quería que sus hijos no se afanaran en buscar dinero, que no se preocuparan cuando les faltara, que no perdieran la cabeza cuando lo encontraran, sino que estuvieran dispuestos a toda humillación y sacrificio en la búsqueda de lo necesario, con plena confianza en la Divina Providencia que nunca les dejaría faltar. Y les dio el ejemplo.

“¡El Santo de los millones!”
            Don Bosco manejó en su vida grandes sumas de dinero, reunidas al precio de enormes sacrificios, humillantes búsquedas, laboriosas loterías, incesantes peregrinaciones. Con ese dinero dio pan, vestido, alojamiento y trabajo a muchos chicos pobres, compró casas, abrió hospicios y colegios, construyó iglesias, puso en marcha grandes iniciativas de imprenta y editoriales, lanzó misiones salesianas en América y, finalmente, ya debilitado por los achaques de la vejez, erigió la Basílica del Sagrado Corazón en Roma, obedeciendo al Papa.
            No todos comprendieron el espíritu que le animaba, no todos apreciaron sus múltiples actividades y la prensa anticlerical se permitió insinuaciones ridículas. El 4 de abril de 1872, el periódico satírico turinés “Il Fischietto” (“El silbato”) decía que Don Bosco tenía “fabulosos fondos”, mientras que, a su muerte, en el periódico “Il Birichin” (“El pícaro”), Luigi Pietracqua publicó un soneto blasfemo en el que calificaba a Don Bosco de astuto “capaz de sacar sangre de un nabo” y le definía como “el Santo de los millones” porque habría contado millones a puñados sin ganarlos con su propio sudor.
            Quienes conocen el estilo de pobreza en el que vivió y murió el Santo pueden comprender fácilmente lo injusta que era la sátira de Pietracqua. Don Bosco fue, sí, un hábil administrador del dinero que le proporcionaba la caridad de los buenos, pero nunca guardó nada para sí. El mobiliario de su pequeña habitación en Valdocco consistía en una cama de hierro, una mesita, una silla y, más tarde, un sofá, sin cortinas en las ventanas, ni alfombras, ni siquiera una pequeña alfombra. En su última enfermedad, atormentado por la sed, cuando le proporcionaron agua mineral para aliviarle, no quería beberla, creyendo que era una bebida cara. Fue necesario asegurarle que sólo costaba siete céntimos la botella. Unos días antes de morir, ordenó a don Viglietti que buscara en los bolsillos de su ropa y le diera a don Rua la cartera, para que pudiera morir sin un céntimo en el bolsillo.

Nobleza filantrópica
Las Memorias Biográficas y el Epistolario de Don Bosco proporcionan una rica documentación sobre sus benefactores. Encontramos allí los nombres de casi 300 familias nobles de las que es imposible dar aquí una lista.

            Ciertamente no debemos cometer el error de limitar los benefactores de Don Bosco únicamente a la nobleza. Obtuvo la ayuda y la colaboración desinteresada de miles de personas de la clase eclesiástica y civil, de la burguesía y del pueblo, empezando por esa incomparable benefactora que fue Mamá Margarita.
            Nos detenemos en una figura de la nobleza que se distinguió por apoyar la obra de Don Bosco, destacando la actitud sencilla y delicada y, al mismo tiempo, valiente y apostólica que supo mantener para recibir y hacer el bien.
            En 1866 Don Bosco dirigió una carta a la condesa Enrichetta Bosco di Ruffino, de soltera Riccardi, que llevaba años en contacto con el Oratorio de Valdocco. Era una de las Damas que se reunían semanalmente para reparar la ropa de los jóvenes internos. He aquí el texto:

“Benemerita Señora Condesa,
            No puedo ir a visitar a Vuestra Señoría como desearía, pero voy con la persona de Jesucristo oculta bajo estos harapos que le recomiendo para que en su caridad los remiende. Es algo pobre en el tiempo; pero espero que para usted sea un tesoro para la eternidad.
            Que Dios le bendiga a usted, a sus trabajos y a toda su familia, mientras tengo el honor de poder profesarme con toda estima
            de V.S.B. Obbl.mo servidor».
            Sac. Bosco Gio. Turín, 16 de mayo de 1866

Carta de Don Bosco a los benefactores

            En esta carta Don Bosco se disculpa por no haber podido ir en persona a visitar a la Condesa. A cambio le envía un fardo de ropa vieja de los chicos del Oratorio para …. remendar… ¡unas pobres cosas (en piamontés: basura) ante los hombres, pero un tesoro precioso para los que visten a los desnudos por amor a Cristo!
            Hay quien ha querido ver en las relaciones de Don Bosco con los ricos un espíritu cortesano interesado. ¡Pero aquí hay un auténtico espíritu evangélico!




Memorias biográficas de San Juan Bosco

Para conocer a Don Bosco y su obra, es indispensable recurrir a las fuentes. Cuanto más nos alejamos cronológicamente del principio, más importante es volver a los orígenes. Como en todos los demás casos similares, la consulta de las fuentes primarias -los manuscritos y los originales- sólo es posible para unos pocos investigadores que disponen de la preparación y el tiempo necesarios para dedicarse a esta exigente tarea. Para la inmensa mayoría de los amantes de Don Bosco y del carisma salesiano, las fuentes son las elaboradas por estos investigadores primarios. Nos detendremos en este artículo a presentar una de las más importantes de estas fuentes, las Memorias Biográficas de San Juan Bosco, dejando las demás fuentes salesianas para artículos posteriores.

Las “Memorias Biográficas” de San Juan Bosco fueron escritas de 1898 a 1939, por tres autores: el P. Juan Bautista LEMOYNE (1839-1916), vol. I-IX, P. Angelo AMADEI (1868-1945), vol. X, P. Eugenio CERIA (1870-1957), vol. XI-XIX. A estos diecinueve volúmenes se añadieron dos más: un índice analítico compilado por el P. Ernesto FOGLIO (1891-1947) y publicado en 1948, y un índice alfabético compilado por el P. Pietro CICCARELLI (1915-2001) y publicado en 1972.
Estas “Memorias” son el fruto de una amplia investigación llevada a cabo a lo largo de cuarenta y dos años, y se han presentado cronológicamente, según los diversos periodos de la vida de San Juan Bosco, excepto los tres últimos volúmenes, como puede verse en la tabla siguiente.

Vol. Autor Años de referencia Publicado en Páginas
1 G.B. LEMOYNE 1815-1840 1898 523
2 G.B. LEMOYNE 1841-1846 1901 586
3 G.B. LEMOYNE 1847-1850 1903 652
4 G.B. LEMOYNE 1850-1853 1904 755
5 G.B. LEMOYNE 1854-1858 1905 940
6 G.B. LEMOYNE 1858-1861 1907 1079
7 G.B. LEMOYNE 1862-1864 1909 905
8 G.B. LEMOYNE 1865-1867 1912 1079
9 G.B. LEMOYNE 1868-1870 1917 1000
10 A. AMADEI 1871-1874 1939 1378
11 E. CERIA 1875 1930 619
12 E. CERIA 1876 1931 708
13 E. CERIA 1877-1878 1932 1012
14 E. CERIA 1879-1880 1933 850
15 E. CERIA 1881-1882 1934 863
16 E. CERIA 1883-1884 1935 724
17 E. CERIA 1884-1885 1936 901
18 E. CERIA 1886-1888 1937 878
19 E. CERIA 1888-1938 1939 454
20 E. FOGLIO   1948 620
21 P. CICCARELLI   1972 382

Sobre estos escritos se han realizado muchas críticas, pero quizá hay que tener en cuenta el tiempo y las circunstancias en las que se escribieron, ya que de lo contrario corremos el riesgo de caer en un rechazo genérico de esta fuente sin saber siquiera cuáles son las razones de ciertas críticas.

En primer lugar, debemos reconocer que los criterios que siguieron los autores en sus investigaciones fueron los de su época, con los medios entonces disponibles, con sus méritos y defectos, diferentes de los científicos de hoy.

Debemos tener en cuenta las circunstancias en las que se escribieron estos volúmenes: sólo dos años después de la muerte de Don Bosco, el 03.06.1890, ya se había abierto la causa de canonización. El decreto super virtutibus se promulgó el 20.02.1927, la beatificación tuvo lugar el 02.06.1929 y la canonización el 01.04.1934. Se trata aproximadamente del mismo periodo en el que se redactaron las “Memorias biográficas”. Se nota claramente el cuidado de los autores por no entorpecer el proceso de canonización.

También podemos decir que la Congregación Salesiana estaba en sus albores y los primeros salesianos necesitaban aliento, lo que también explica un cierto triunfalismo en sus escritos.

Además, los tres autores habían conocido a Don Bosco y, como muchos otros, sentían un verdadero afecto por su padre, afecto que influyó claramente en sus escritos, pero esto no les llevó a escribir mentiras ni a engañar a sus lectores.

La vida y las obras de un santo, en sí mismas, son muy difíciles de escribir. Si además se trata de un santo tan emprendedor como Don Bosco, es aún más complejo. Porque los santos, por definición diría yo, son aquellos cuya voluntad está unida a Dios, y comprender a los santos significa en cierto modo comprender los planes de Dios. Contar la vida de un santo sin ninguna referencia a las iluminaciones divinas que recibe y a los milagros reales que realiza es casi imposible. Y los hechos sobrenaturales relatados en las “Memorias biográficas” son sólo una fracción de los que ocurrieron, porque los propios santos hacen todo lo posible por ocultarlos. No hay más que recordar el episodio de las pastillas de pan de Don Bosco.

Pero todas estas influencias, circunstancias y dificultades no restan valor a esta obra monumental de cuarenta y dos años que ha dado sus frutos, vistos en generaciones enteras de salesianos e hijos de la espiritualidad salesiana.

Sin embargo, no todos han tenido la oportunidad de tener estos escritos a su alcance. Pero las tecnologías actuales nos permiten difundir estas fuentes con una facilidad nunca antes imaginada. Nos gustaría presentar estos recursos, pero dado que existen tantas versiones de las “Memorias biográficas” disponibles en Internet, es necesario hacer una aclaración, así como indicar dónde pueden leerse, consultarse o descargarse de Internet en varios idiomas.

La primera versión digitalizada(1.1) de las “Memorias Biográficas” en italiano fue realizada por el Departamento de Comunicación Salesiana en el año 2000 y se presentó en un CD que contenía un software patentado que podía instalarse. Se trataba del texto en papel escaneado, del que se había hecho un reconocimiento automático de caracteres, no muy preciso, con los medios de la época. Con la llegada del sistema operativo Windows Vista en 2006, quedó inutilizable por incompatibilidad.

En 2005 se realizó una segunda versión (1.2) a partir del escaneado realizado en 2000. Esta versión mejorada se cargó ese mismo año en la página web sdb.org, donde aún puede encontrarse en formato MsWord y PDF. La encontrarla AQUÍ. Casi todas las demás versiones italianas publicadas en otros sitios o entregadas “de mano en mano” tienen esta versión como fuente.

Una tercera versión(1.3), aún más mejorada, se terminó en 2009. Sobre esta versión se realizaron las concordancias de los veinte volúmenes, publicadas AQUÍ.

Una cuarta y última versión (1.4) se terminó en 2013. Esta última versión se ha publicado en la página web donboscosanto.eu en formato PDF. Puede encontrarla AQUÍ. Al ser la última, es la versión más precisa y libre de errores.

Hay otra versión italiana (2), que tiene como fuente un nuevo escaneado realizado en 2018, con reconocimiento automático de caracteres, que puede encontrar AQUÍ.

Este año, 2023, se ha completado una nueva versión (1.5) de las “Memorias Biográficas”, a partir de la segunda versión, la de 2005, que puede encontrarse en sdb.org. Fue mejorada por el P. Roberto DOMINICI, sdb, y la Inspectoría de Sicilia tras un largo periodo de trabajo. A diferencia de las versiones anteriores, tiene la particularidad que:
– todos los volúmenes se presentan en un único archivo, para facilitar la búsqueda (aunque el tamaño del archivo sea grande); la búsqueda de grupos de palabras ya no se ve obstaculizada por las indicaciones en las páginas de papel y dentro de los corchetes, como en las cuatro versiones anteriores;
– la búsqueda es muy rápida, inmediata, con Adobe Reader XI (aunque no con versiones anteriores), y también rápida con PDF-XChangeViewer;
– las páginas A4 del archivo PDF están separadas según los volúmenes en papel; de este modo pueden utilizarse para la indicación bibliográfica;
– hay un sumario general, un índice y también un repertorio, todos interactivos.
Agradecemos al P. Roberto que lo haya puesto a su disposición tanto en formato PDF (puede descargarlo desde AQUÍ) como en formato EPUB (puede descargarlo desde AQUÍ).

Es necesario decir que ninguna de estas versiones digitales italianas se ajusta al original, sino que son correcciones manuales parciales de textos escaneados que son reconocidos automáticamente por el software OCR. Esto es importante saber porque la búsqueda textual puede no producir absolutamente todos los resultados.

Las “Memorias Biográficas” en lengua inglesaThe Biographical Memoirs of Saint John Bosco” han sido traducidas por el P. Félix José PENNA, sdb (1904-1962), con los vols. I-XVI bajo la dirección del P. Diego BORGATELLO, sdb (1911-1994) y los vols. XVII-XIX bajo la dirección del P. Vincent Vinicio ZULIANI (1927-2011). Fueron publicados por Salesiana Publishers, INC., New Rochelle, Estados Unidos., en los años 1964-2003, en 18 volúmenes.
Una primera versión escaneada y consultable de las “Memorias Biográficas” en inglés fue iniciada por el P. Paul LEUNG, sdb, Hong Kong en 2015. Esta versión puede encontrarse AQUÍ o AQUÍ.
En 2023 se elaboró una segunda versión escaneada que permite realizar búsquedas y que puede encontrar AQUÍ.

Las “Memorias Biográficas” en lengua española Memorias Biográficas de san Juan Bosco” han sido traducidas por el P. José FERNÁNDEZ ALONSO, sdb (1885-1975) y el P. Basilio BUSTILLO CATALINA, sdb (1907-1998). Fueron publicadas por Ediciones Don Bosco, Madrid, España, en los años 1981-1998, en 19 volúmenes. Junto con el volumen XX se entregó también un CD con todos los textos de los veinte volúmenes, en formato digitalizado. La versión que puede encontrar AQUÍ es un extracto tomado en 2015 de este CD.
En 2018 se elaboró una segunda versión escaneada que permite realizar búsquedas y que puede encontrar AQUÍ.

Las “Memoires Biographiques” en lengua en francesa “Memoires Biographiques de Jean Bosco” han sido traducidas por varios autores. En detalle, vol. II – traductor desconocido, vol. IV – M. Yves LE COZ, sdb, coadjutor salesiano (1916-2015), vol. V – P. Marceau PROU, sdb (1921-2016), vol. XII – hermana Joséphine Depraz, fma y vol. XX, el índice analítico – P. Philippe Frémin, sdb. Fueron publicados por la Editrice SDB, en los años 1997-2017, en 5 volúmenes. Existe la intención de continuar la traducción de los volúmenes restantes.
Los volúmenes escaneados pueden descargarse desde AQUÍ y desde AQUÍ.

Las “Memorias Biográficas” en lengua polacaPamiętników Biograficznych” han sido traducidas por el P. Czesław PIECZEŃCZYK, SDB (1912-1993), entre 1958 y 1972. Las traducciones al polaco más antiguas datan principalmente de la Segunda Guerra Mundial, cuando el profesor P. Wincenty Fęcki corrigió el trabajo de un grupo de estudiantes. Se publicaron en Pogrzebień, Polonia, en 18 volúmenes.
La versión digital editada por el P. Stanislaw Lobodźc y el P. Stanislaw Gorczakowski se inauguró el 19 de junio de 2010. La colección completa de 18 volúmenes puede consultarse AQUÍ y también AQUÍ.

Las “Memórias Biográficas” en lengua portuguesaMemorias Biográficas de São Joào Bosco” han sido traducidas por varios traductores desde 2018. Hasta la fecha (febrero de 2023), se han traducido e impreso los doce primeros volúmenes y se espera imprimir el resto hasta 2025. La editorial es Editora Edebê, Brasilia, Brasil. Por ahora, sólo pueden obtenerse adquiriéndolos desde AQUÍ o desde AQUÍ.

Las Memorias Biográficas en lengua eslovena Biografskispominisv Janeza Boska” han sido traducidas por el P. Valter Bruno DERMOTA, sdb, salesiano de Eslovenia (1915-1994) e impresas entre 2012 y 2022. La editorial es Editorial Salve d.o.o. Ljubljana, y la colección digital de los 17 volúmenes puede encontrarse en línea AQUÍ y AQUÍ.

Las «Memorias biográficas» en lengua checaMemorie-ekniha” han sido traducidas en una selección realizada por el P. Oldrich Josef MED (1914-1991), sdb, salesiano de Bohemia, Rep. Checa, en la década de 1980. Los volúmenes I- XIV se presentan en un único archivo digital junto con las Memorias del Oratorio de San Juan Bosco y están disponibles en línea AQUÍ y AQUÍ.

Las “Biographische Gedenkschriften van de H. Johannes Bosco” en holandés fueron traducidas bajo el cuidado inicial del P. Marcel BAERT, sdb (1918-2006) en el Don Boscokring (Círculo Don Bosco), del departamento de teología de Oud-Heverlee (Bélgica). Los traductores, el P. Hubert ABRAMS, sdb (1913-1987), el P. Gerard GRIJSPEER, sdb (1896-1982), el P. Corneel NYSEN, sdb (1901-1985), J.H.P. Jacobs y el Dr. J. Muys trabajaron desde 1961 hasta 1979, año en que terminaron; en 1991 se publicó también el repertorio alfabético. Se han traducido y publicado 20 volúmenes y la versión digital se finalizó en 2013. La colección completa de 20 volúmenes puede consultarse AQUÍ.

Las “Memorias Biográficas” en lengua vietnamitaHồi Ký Tiểu Sử Thánh Gioan Bosco” han sido traducidas bajo el cuidado del P. Thinh Phuoc Giuseppe NGUYEN, sdb, de acuerdo con las versiones italiana e inglesa. Hay 10 volúmenes traducidos, de los que se han publicado cuatro; el proyecto de traducción continúa. Puede encontrarlos AQUÍ.

Las “Memorias biográficas” en chino se han traducido en 5 volúmenes. No hay información sobre la digitalización.

Hay informes no confirmados de traducciones también a otros idiomas; en cuanto verifiquemos la fiabilidad de la información, la compartiremos.

Todos estos trabajos de traducción y difusión de las “Memorias Biográficas” nos indican que son y seguirán siendo una referencia principal para el carisma salesiano. Este impresionante trabajo nos impulsa a estar agradecidos a quienes a lo largo de los años se han comprometido a escribir, traducir, publicar, digitalizar y compartir versiones descargables o consultables en Internet. Deseamos un buen trabajo a los que siguen comprometidos en este hermoso servicio a Don Bosco y al carisma, ofreciendo una pequeña oración por ellos cuando los recordamos por haber recibido gracias a través de estos escritos.




La lira italiana de 1861 a 2001 y 2022. La moneda en tiempos de Don Bosco

La Lira italiana, con sus subdivisiones en 100 céntimos, fue la moneda oficial de Italia desde 1861 hasta 2002, cuando fue sustituida definitivamente por la moneda europea, el Euro. Fue la moneda en tiempos de Don Bosco y en la historia temprana de la Congregación Salesiana.



La Lira italiana (abreviada como £ o Lit.) fue acuñada por primera vez por la República de Venecia en 1472. En 1806, fue adoptada por el reino napoleónico de Italia, también conocido como Reino Itálico, fundado en 1805 por Napoleón Bonaparte, cuando se hizo coronar como gobernante del norte y centro-este de lo que hoy es Italia. Diez años más tarde, en 1814, tras la disolución del Estado napoleónico, la moneda del Reino sólo se mantuvo en el Ducado de Parma y en el Reino de Cerdeña. Después de otros dos años, en 1816, el rey Víctor Manuel I de Saboya introdujo la Lira saboyana, que permaneció en circulación hasta el nacimiento del Reino de Italia en 1861, cuando se convirtió en la Lira italiana. Esta moneda permaneció en circulación hasta 2002, cuando fue sustituida definitivamente por el Euro.

Cuando uno sigue la historia de Don Bosco y de la Congregación Salesiana, siempre se encuentra con la dificultad de cuantificar correctamente los esfuerzos financieros que se realizaron para mantener y educar a miles, de hecho, decenas de miles de chicos, ya que la moneda italiana ha sufrido grandes variaciones a lo largo de los años. La dificultad aumentó aún más con la adopción de la moneda europea, cuando en 2002 el tipo de cambio se fijó en 1936,27 Liras italianas por un Euro. Y ha habido más variaciones significativas debido a la inflación.
A continuación, le proponemos una tabla de cálculo de la revalorización de la Lira desde 1861 hasta 2002 con posibilidad de actualización hasta 2022.


 

Lira italiana –> Euro

=
liras del año euros del año 2001

=
liras del año euros del año 2022 (+ 38.7%)

Euro –> Lira italiana

=
euros del año 2001 liras del año

=
euros del año 2022 (+ 38.7%) liras del año



Los cálculos se han realizado a partir de los coeficientes de revalorización proporcionados por el Instituto Central de Estadística (ISTAT) y se han determinado según la evolución de los índices del costo de vida, que desde 1968 toman el nombre de índices de precios al consumo para las familias de trabajadores y empleados. Para el periodo posterior al año 2002, se añadió el índice de inflación, que asciende al 38,70% en 2022 en comparación con el momento del lanzamiento de la moneda única (Euro), según los datos facilitados por el propio ISTAT (1 Euro en 2002 = 1,39 Euros en 2022).




Don Bosco y sus cruces cotidianas

La vida de Don Bosco tuvo grandes sufrimientos, pero los soportó con humildad y paciencia heroicas. Aquí queremos, en cambio, hablar de las cruces cotidianas, más pasajeras que aquéllas, pero no menos pesadas. Se trata de espinas que encontró en su camino a cada paso, espinas que en realidad aguijonearon su conciencia recta y su corazón sensible, que podrían haber desanimado a cualquiera menos a un paciente como a él. Daremos sólo algunos ejemplos de molestias de carácter principalmente económico que tuvo que soportar por culpa de otros.
Escribiendo el 25 de abril de 1876 una carta desde Roma a Don Miguel Rua, decía entre otras cosas: “Cuántas cosas, cuántos carruajes hechos y por hacer. Parecen cuentos de hadas”. Aquí el término «carrozzini» es un término piamontés utilizado por Don Bosco para indicar molestias ajenas que le traían cargas graves e inesperadas, de las que él no era la causa sino la víctima.

Tres casos significativos
El propietario de una fábrica de pasta a vapor, un tal abogado Luigi Succi de Turín, hombre muy conocido por sus obras de caridad, pidió un día a Don Bosco que le prestara su firma en una operación bancaria para retirar 40.000 liras. Como era un hombre rico del que había recibido muchos beneficios, Don Bosco cedió. Pero tres días después Succi murió, el pagaré caducó y Don Bosco avisó a sus herederos del compromiso de su difunto.
Testificó el Cardenal Juan Cagliero: “Estábamos cenando cuando entró Don Rua y le dijo a Don Bosco que los herederos no sabían ni querían saber nada de pagarés. Yo estaba sentado al lado de Don Bosco. Él tomaba su sopa y vi que entre cucharada y cucharada (ten en cuenta que era el mes de enero y el refectorio no tenía calefacción), le caían gotas de sudor de la frente al plato, pero sin aliento y sin interrumpir su modesta comida.
No había forma de hacer entrar en razón a aquellos herederos, y Don Bosco tuvo que pagar por ello. Sólo al cabo de unos diez años recuperó casi toda la suma asegurada con su firma.

Otra obra de caridad también le costó cara por la molestia que le causó. Un tal José Rua, de Turín, había inventado un dispositivo con el que elevar la custodia por encima del tabernáculo del altar en la iglesia y volverla a bajar a la mesa del altar, bajando y subiendo al mismo tiempo la cruz. Esto habría evitado los riesgos que corría el sacerdote al subir por la escalera para realizar esta función. Aquél parecía realmente un medio más sencillo y seguro de exponer el Santísimo Sacramento. Para favorecerlo, Don Bosco envió los diseños a la Sagrada Congregación de Ritos, recomendando la iniciativa. Pero la Congregación no aprobó el invento y ni siquiera quiso devolver los dibujos, alegando que tal era la práctica en tales casos. Finalmente, se hizo una excepción con él para librarle de una molestia más grave. Pero el Sr. Rua, al ver la pérdida nada despreciable de su industria, culpó de ello a Don Bosco, pleiteó contra él y exigió que el tribunal le obligara a pagar una cuantiosa indemnización. Afortunadamente, más tarde el magistrado resultó ser de una opinión muy diferente. Pero mientras tanto, durante el largo transcurso del litigio, los sufrimientos de Don Bosco no fueron pocos.

Una tercera molestia tuvo su origen en la caridad de Don Bosco. Había ideado una colecta especial en el invierno de 1872-1873. Aquel invierno fue particularmente duro, dadas las ya graves dificultades financieras públicas. Don Bosco, con el fin de procurarse medios de subsistencia para su obra en Valdocco, que en aquella época contaba con unos 800 jóvenes internos, escribió una circular enviada en sobre cerrado a los posibles contribuyentes, invitándoles a comprar boletos de diez liras cada uno como limosna y sorteando una valiosa reproducción de la Madonna di Foligno de Rafael.

Cruces que adornan la capilla Pinardi

Las autoridades públicas vieron en esta iniciativa una violación de la ley que prohibía las loterías públicas y demandaron a Don Bosco. Este, al ser interrogado, protestó diciendo que la lotería no tenía carácter especulativo, sino que consistía en un simple llamamiento a la caridad cívica, acompañado de una pequeña muestra de agradecimiento. El caso se alargó durante mucho tiempo y sólo terminó en 1875 con la sentencia del Tribunal de Apelación que condenaba “al sacerdote caballero Don Juan Bosco” a una fuerte multa por contravenir la ley de loterías. Aunque no cabía duda de que el fin que se había propuesto era loable, su buena fe no podía eximirle de la pena, ¡siendo el hecho material suficiente para establecer la contravención también porque “podía haber trascendido el fin que se proponía”!
Esta advertencia impulsó a Don Bosco a un último intento. Apeló al rey Víctor Manuel II, suplicando en virtud de un soberano perdón en favor de sus jóvenes sobre los que recaerían las consecuencias de la sentencia. Y el Soberano asintió graciosamente, concediendo el indulto. La concesión del indulto cayó en un momento en que Don Bosco estaba, entre otras cosas, todo inundado de gastos para su primera expedición de misioneros salesianos a América. Pero mientras tanto, ¡cuánta inquietud!
Aunque Don Bosco, en aras de la paz, trató siempre de evitar los litigios en los tribunales, aun así tuvo que soportarlos, obteniendo sólo a veces la absolución completa. “Summum jus summa iniuria” (rigurosa justicia, rigurosa injusticia) decía Cicerón, queriendo decir que demasiado rigor al juzgar es a menudo una gran injusticia.

El consejo del Santo
Don Bosco era tan ajeno a las discusiones y a los litigios que dejó escrito en su llamado Testamento Espiritual:
Con los extraños es necesario tolerar mucho, e incluso soportar el daño antes que llegar a discusiones.
Con las autoridades civiles y eclesiásticas hay que sufrir todo lo que se pueda honradamente, pero no llegar a discusiones ante los tribunales seculares. Puesto que, a pesar de los sacrificios y de toda buena voluntad, a veces hay que soportar discusiones y litigios, de modo que aconsejo y recomiendo que se someta la controversia a uno o dos árbitros con plenos poderes, abandonando la controversia a cualquier parecer de ellos.
De este modo se salvan las conciencias y se pone fin a asuntos, que de ordinario son muy largos y costosos, y en los que es difícil mantener la paz y la caridad cristiana
”.




Don Bosco, la Salette, Lourdes

En este mes que nos recuerda las apariciones de Lourdes, aprovechamos para señalar el error en el que, hace algún tiempo, cayó el autor de una anti-hagiografía de Don Bosco en su intento de ridiculizar la devoción a María Auxiliadora.
Dicho ensayista escribió:
“En tal impregnación del culto mariano, de historia casi sub specie Mariae, sorprende no encontrar huellas, en la vida de Don Bosco, de acontecimientos tan importantes como las apariciones de La Salette (1846) y de Lourdes (1858); y sin embargo todo lo que sucedía en Francia en Turín fue muy resentido, mucho más que lo que se desplegó en Italia. No comprendo esta ausencia de ecos. ¿Fue el manto de María Auxiliadora y de la Consolata lo que formó una celosa barrera contra otras protecciones y descensos de la misma figura?”

Lo verdaderamente asombroso aquí es la sorpresa de un escritor que no desconoce las fuentes salesianas, porque Don Bosco habló y escribió repetidamente sobre las apariciones de La Salette y Lourdes. En 1871, es decir, unos tres años después de la consagración de la iglesia de María Auxiliadora y del compromiso de Don Bosco de difundir la devoción, él mismo recopiló y publicó como número de mayo de sus “Lecturas Católicas”, el opúsculo titulado: Aparición de la Santísima Virgen en el monte de La Salette. En este pequeño volumen de 92 páginas, que tuvo una tercera edición en 1877, Don Bosco describió la Aparición en todos sus detalles, pasando luego a otros hechos prodigiosos atribuidos a la Virgen.
Dos años más tarde, en 1873, publicó, como número de diciembre de las mismas “Lecturas Católicas”, el opúsculo titulado: Las Maravillas de Nuestra Señora de Lourdes. El número salió anónimo, pero iba precedido de un anuncio “A nuestros oportunos benefactores y lectores” firmado por Don Bosco.
En las Memorias Biográficas
Y eso no es todo. En las Memorias Biográficas, al describir la primera fiesta de la Inmaculada Concepción celebrada en la Casa Pinardi de Valdocco el 8 de diciembre de 1846, el biógrafo, P. Juan Bautista Lemoyne, afirma que la fiesta fue “animada aún más por la fama de una aparición de Nuestra Señora en Francia, en La Salette”; y continúa: “Este era el tema favorito de Don Bosco, repetido por él cien veces”.

A los hipercríticos la expresión “cien veces” les parecerá exagerada, pero quienes conocen nuestra lengua saben que para nosotros significa simplemente “muchas veces” (“te lo he repetido cien veces”). Y “muchas veces” no significa “pocas”, ni mucho menos “nunca”.
En las mismas Memorias encontramos escrito el 8 de diciembre de 1858:
“Contento Don Bosco con tales estímulos celebraba la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Tanto más cuanto que en este año un acontecimiento portentoso había hecho resonar en el mundo entero la gloria y la bondad de la Madre celestial y Don Bosco lo había narrado varias veces a sus jóvenes y más tarde había dado cuenta de ello a la prensa”. Se trataba, evidentemente, de Lourdes.
Hay más. Una crónica del año 1865 relata las “Buenas noches”, o sermón vespertino a los jóvenes, pronunciado por Don Bosco el 11 de enero de ese año:
“Quiero contaros cosas magníficas esta noche. Nuestra Señora se dignó aparecerse muchas veces en pocos años a sus devotos. Se apareció en Francia, en 1846, a dos niños pastores, donde, entre otras cosas, predijo la enfermedad de las patatas y de las uvas, tal como sucedió; y lamentó que la blasfemia, trabajar los días de fiestas, el permanecer en la iglesia como perros, hubieran encendido la ira de su Divino Hijo. Se apareció en 1858 a la pequeña Bernardita, cerca de Lourdes, recomendándole que rezara por los pobres pecadores…”.
Nótese que en ese año habían comenzado las obras de construcción de la iglesia de María Auxiliadora; sin embargo, Don Bosco no olvidó las apariciones marianas en Francia.
Basta con buscar en el Boletín Salesiano para encontrar muchas referencias a Lourdes y a la Salette.
¿Cómo puede insinuarse, entonces, que “el manto de María Auxiliadora” formaba como “una celosa barrera contra otras protecciones y descensos de la misma Figura?” ¿Cómo puede decirse que en la vida de Don Bosco faltan huellas de acontecimientos tan importantes como la Aparición de La Salette (1846) y Lourdes (1858)?
Nosotros, que vamos siembre en busca de la “curiosidad”, también hemos querido dejar constancia de esto, que revela como ciertos ensayos tienen muy poco que ver con un conocimiento histórico auténtico y serio.




Bullying. ¿Algo nuevo? También hubo en tiempos de Don Bosco

Ciertamente no es ningún misterio para los conocedores más atentos de la “realidad viva” de Valdocco, y no sólo de la “ideal” o “virtual”, que la vida cotidiana en una estructura decididamente restringida para acoger las 24 horas del día y durante muchos meses al año a varios centenares de niños, muchachos y jóvenes de diferentes edades, orígenes, dialectos, intereses, planteaba problemas educativos y disciplinarios no indiferentes a Don Bosco y a sus jóvenes educadores. Presentamos dos episodios significativos en este sentido, en su mayoría desconocidos.

La violenta riña
En otoño de 1861, la viuda del pintor Agostino Cottolengo, hermano del célebre san Benito Cottolengo, teniendo que colocar a sus dos hijos, José y Mateo Luis, en la capital del recién nacido Reino de Italia por motivos de estudio, pidió a su cuñado, canónigo Luis Cottolengo de Chieri, para encontrar un internado adecuado. Este último sugirió el oratorio de Don Bosco y así, el 23 de octubre, los dos hermanos, acompañados por otro tío, Ignacio Cottolengo, fraile dominico, entraron en Valdocco con 50 liras mensuales al internado. Sin embargo, antes de Navidad, Mateo Luis, de 14 años, ya había regresado a casa por motivos de salud, mientras que su hermano mayor, José, que había vuelto a Valdocco tras las vacaciones navideñas, fue expulsado un mes después por motivos de fuerza mayor. ¿Qué había sucedido?
Había sucedido que el 10 de febrero de 1862, José, de 16 años, había llegado a las manos con un tal José Chicco, de nueve años, sobrino del canónigo Simón Chicco di Carmagnola, que probablemente pagaba su pensión.
En la riña, con un palo, el niño se llevó obviamente la peor parte, resultando seriamente herido. Don Bosco se preocupó de hospitalizarlo con la familia Masera de confianza, para evitar que la noticia del desagradable episodio se extendiera dentro y fuera de la casa. El niño fue examinado por un médico, que redactó un informe bastante pesado, útil “para los que tienen razón”.

El alejamiento temporal del matón
Para no correr riesgos y por razones disciplinarias evidentes, Don Bosco se vio obligado el 15 de febrero a alejar por un tiempo al joven Cottolengo, haciéndole acompañar no a Bra a casa de su madre, que habría sufrido demasiado, sino a Chieri, a su tío canónigo. Este, dos semanas más tarde, preguntó a Don Bosco por el estado de salud de Chicco y los gastos médicos ocasionados, para que los pagara de su bolsillo. También le preguntó si estaba dispuesto a aceptar que su sobrino regresara a Valdocco. Don Bosco le contestó que el niño herido ya estaba casi completamente curado y que no había que preocuparse por los gastos médicos porque “tenemos que tratar con gente honrada”. En cuanto a aceptar que su sobrino vuelva con él, “imagínese si puedo negarme”, escribió. Pero con dos condiciones: que el niño reconozca su error y que el canónigo Cottolengo escribiría al canónigo Chicco para disculparse en nombre de su sobrino y rogarle que “dijera una simple palabra” a Don Bosco para que acogiera al joven de nuevo en Valdocco. Don Bosco le aseguró que sí podía. Chicco no sólo aceptó las disculpas -ya le había escrito al respecto- sino que ya había dispuesto el ingreso del sobrino “en casa de un familiar para evitar cualquier publicidad”. A mediados de marzo, ambos hermanos Cottolengo fueron acogidos de nuevo en Valdocco “de manera amable”. Sin embargo, Mateo Luis permaneció allí sólo hasta Pascua debido a los habituales problemas de salud, mientras que José hasta el final de sus estudios.

Una amistad consolidada y una pequeña ganancia
No contentos aún con que el asunto hubiera terminado con satisfacción mutua, al año siguiente el canónigo Cottolengo volvió a insistir a Don Bosco para que pagar el médico y las medicinas del niño herido. El conónigo Chicco, interrogado por Don Bosco, respondió que el gasto total había sido de 100 liras, pero que él y la familia del niño no pedían nada; pero que, si Cottolengo insistía en pagar la cuenta, él cedería esta suma “a favor del Oratorio de San Francisco de Sales”. Así que tenía que ocurrir.
Así pues, un episodio de bullying se había resuelto de manera brillante y educativa: el agresor se había arrepentido, la “víctima” había sido bien asistida, los tíos se habían unido por el bien de sus sobrinos, las madres no habían sufrido, Don Bosco y la obra de Valdocco, tras haber corrido algunos riesgos, habían ganado en amistades, simpatía… y, algo siempre apreciado en aquel internado para chicos pobres, una pequeña contribución económica. Sacar el bien del mal no es para todos, Don Bosco lo consiguió. Hay mucho que aprender.

Una carta muy interesante que abre una mirada al mundo de Valdocco
Ahora bien, presentamos un caso aún más grave, que de nuevo puede ser instructivo para los padres y educadores de hoy en día que lidian con muchachos difíciles y rebeldes.
He aquí el hecho. En 1865, un tal Carlo Boglietti, abofeteado por insubordinación grave por el asistente del taller de encuadernación, el clérigo José Mazzarello, denunció el hecho ante el tribunal de primera instancia urbano de Borgo Dora, que abrió una investigación, citando como testigos al acusado, al acusador y a tres muchachos. Don Bosco, deseoso de zanjar el asunto con menos molestias por parte de las autoridades, pensó que lo mejor era dirigirse directamente y por adelantado por carta al propio magistrado. Como director de un hogar educativo creía que podía y debía hacerlo “en nombre de todos […] dispuesto a dar a quien sea la mayor satisfacción”.

Dos premisas jurídicas importantes
En su carta defiende en primer lugar su derecho y su responsabilidad como padre educador de los niños que le han sido confiados: señala inmediatamente que el artículo 650 del Código Penal, cuestionado por la citación, “parece totalmente ajeno al asunto que nos ocupa, ya que si se interpretara en el sentido exigido por el tribunal urbano, se introduciría en el régimen doméstico de las familias, y los padres y sus tutores ya no podrían corregir a sus hijos ni prevenir la insolencia y la insubordinación, [cosas] que serían gravemente perjudiciales para la moralidad pública y privada”.
En segundo lugar, reiteró que la facultad de “utilizar todos los medios que se juzgaran oportunos […] para mantener a raya a ciertos jóvenes” le había sido concedida por la autoridad gubernamental que le había enviado a los niños; sólo en casos desesperados -de hecho, “varias veces”- había tenido que recurrir “al brazo de la seguridad pública”.

El episodio, los precedentes y las consecuencias educativas
En cuanto al joven Carlos en cuestión, Don Bosco escribió que, ante los continuos gestos y actitudes de rebeldía, “fue paternal e inútilmente amonestado varias veces; que no sólo se mostró incorregible, sino que insultó, amenazó y maldijo al clérigo Mazzarello en la cara de sus compañeros”, hasta el punto de que “aquel asistente de carácter muy suave y manso se asustó tanto por ello, que desde entonces estuvo siempre enfermo sin haber podido reanudar nunca sus funciones y aún vive como un enfermo”.
El chico se había escapado entonces del internado y, a través de su hermana, había informado a sus superiores de su fuga sólo “cuando supo que ya no se podía ocultar la noticia a la policía”, lo que no había hecho antes “para preservar su honor”. Desgraciadamente, sus compañeros habían continuado en su violenta protesta, hasta tal punto que – volvió a escribir Don Bosco – “fue necesario expulsar a algunos de ellos del establecimiento, a otros con dolor entregarlos a las autoridades de seguridad pública que los llevaron a la cárcel”.

Las peticiones de Don Bosco
Frente a un joven “indisciplinado, que insultaba y amenazaba a sus superiores” y que luego tenía “la audacia de citar ante las autoridades a aquellos que por su bien […] consagraron su vida y su dinero”, Don Bosco sostenía en general que “la autoridad pública debe acudir siempre en ayuda de la autoridad privada y no de otro modo”. En el caso concreto no se opuso entonces a un procedimiento penal, pero con dos condiciones precisas: que el muchacho presentara primero a un adulto para pagar “los gastos que pudieran ser necesarios y que asumiera la responsabilidad de las graves consecuencias que pudieran producirse”.
Para evitar un posible juicio, que sin duda sería aprovechado por la prensa contraria, Don Bosco jugó sus cartas: pidió de antemano que “los daños que el asistente había sufrido en su honor y en su persona fueran reparados al menos hasta que pudiera reanudar sus ocupaciones ordinarias”, «que las costas de este caso corrieran a su cargo” y que ni el muchacho ni “su pariente o consejero” el señor Esteban Caneparo vinieran a Valdocco “a renovar los actos de insubordinación y los escándalos ya causados”.

Conclusión
No se sabe cómo llegó a su fin este triste asunto; lo más probable es que se llegara a una conciliación previa entre las partes. Sin embargo, es bueno saber que los muchachos de Valdocco no eran todos Domingo Savio, Francisco Besucco o incluso Miguel Magone. También había jóvenes “presos” que hacían pasar un mal rato a Don Bosco y a sus jóvenes educadores. La educación de los jóvenes siempre ha sido un arte exigente no exento de riesgos; ayer como hoy, es necesaria una estrecha colaboración entre padres, profesores, educadores, agentes de seguridad, todos interesados en el bien exclusivo de los jóvenes.




Don Bosco y la Biblia

En un capítulo de la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación promulgada por el Concilio Vaticano II, que aborda “La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”, invita a todos los fieles cristianos a leer con frecuencia el Libro Sagrado.

Es un hecho que, en la época de Don Bosco, en el Piamonte, en la catequesis parroquial y escolar, la lectura personal del texto bíblico aún no se practicaba lo suficiente no era aun suficientemente practicada. En lugar de recurrir directamente a ella, se estilaba hacer una catequesis sobre la doctrina católica con ejemplos tomados de los Compendios de la Historia Sagrada.

Y así se hizo también en Valdocco.

Todo esto no quiere decir que Don Bosco no leyera y meditara personalmente la Biblia. Ya en el seminario de Chieri tuvo a su disposición la Biblia de Martini, así como conocidos comentarios como los de Calmet. Pero es un hecho que cuando estaba en el Seminario se elaboraban sobre todo tratados de carácter doctrinal más que estudios bíblicos propiamente dichos, aunque los tratados dogmáticos incluían evidentemente citas bíblicas. El clérigo Bosco no se contentó con esto y se hizo autodidacta en la materia.

En el verano de 1836, Don Cafasso, que había sido requerido, le propuso enseñar griego a los internos del Colegio del Carmine de Turín, que habían sido evacuados a Montaldo por la amenaza del cólera. Esto le impulsó a tomarse en serio la lengua griega para hacerse apto para enseñarla.

Con la ayuda de un padre jesuita con profundos conocimientos de griego, el clérigo Bosco hizo grandes progresos. En sólo cuatro meses el erudito jesuita le hizo traducir casi todo el Nuevo Testamento, y luego, durante cuatro años más, cada semana revisaba alguna composición o versión griega que el clérigo Bosco le enviaba y él revisaba puntualmente con las observaciones oportunas. «De este modo», dice el propio Don Bosco, “pude traducir el griego casi tan bien como si lo haría con el latín”.

Su primer biógrafo asegura que el 10 de febrero de 1886, ya anciano y enfermo, Don Bosco recitaba en presencia de sus discípulos por entero algunos capítulos de las Epístolas de San Pablo en griego y latín.

Por las mismas Memorias Biográficas sabemos que el clérigo Juan Bosco, en verano, en Sussambrino, donde vivía con su hermano José, solía subir a lo alto del viñedo perteneciente a Turco y allí se dedicaba a aquellos estudios a los que no había podido asistir durante el año escolar, especialmente el estudio de la Historia del Antiguo y Nuevo Testamento de Calmet, la geografía de los Santos Lugares y los principios de la lengua hebrea, adquiriendo suficientes conocimientos.

Todavía en 1884, se acordaba del estudio que había hecho del hebreo y se le oyó en Roma entrar con un profesor de lengua hebrea en la explicación de ciertas frases originales de los profetas, haciendo comparaciones con los textos paralelos de varios libros de la Biblia. También trabajaba en una traducción del Nuevo Testamento del griego.

Don Bosco, por tanto, como autodidacta, fue un cuidadoso estudioso de los escritos bíblicos y llegó a conocerlos bien.

Un día, aun siendo estudiante de teología, quiso visitar a su antiguo maestro y amigo Don Giuseppe Lacqua que vivía en Ponzano. Éste, informado de la visita propuesta, le escribió una carta en la que le decía, entre otras cosas, “cuando venga a visitarme, acuérdese de traerme los tres pequeños volúmenes de la Santa Biblia”.

Esta es una prueba clara de que el clérigo Bosco los estudiaba.

Siendo un joven sacerdote, hablaba conversando con su párroco, el teólogo Cinzano, sobre la mortificación cristiana. Don Bosco le citó entonces las palabras del Evangelio: Si quis vult post me venire, abneget semetipsum, et tollat crucem suam quotidie et sequatur me. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. El teólogo Cinzano le interrumpió diciendo:

– Usted añade una palabra, esa quotidie (= todos los días) que no está en el evangelio.

Y Don Bosco:

Esta palabra no se encuentra en tres evangelistas, pero sí en el evangelio de San Lucas. Consulte el capítulo noveno, versículo 23, y verá que no añado nada.

El buen párroco, experto en disciplinas eclesiásticas, no había reparado en el versículo de San Lucas, mientras que Don Bosco sí le había prestado atención. Varias veces Don Cinzano relató este incidente con gusto.

El compromiso de Don Bosco en Valdocco

Don Bosco, en fin, demostró de muchas otras maneras este profundo interés y estudio de la Sagrada Escritura, e hizo mucho en Valdocco para dar a conocer su contenido a sus hijos.

Si se piensa en su edición de la Historia Sagrada, publicada por primera vez en 1847 y luego reimpresa en 14 ediciones y docenas y docenas de reimpresiones hasta 1964.

Si se piensa en todos sus otros escritos relacionados con la historia bíblica, como Maniera facile per imparare la Storia Sacra, publicado por primera vez en 1850; la Vida de San Pedro, que salió en enero de 1857 como fascículo de las “Letture Cattoliche”; la Vida de San Pablo, que salió en abril del mismo año como fascículo de “Letture Cattoliche”; la Vida de San José, que salió en el fascículo de marzo de 1867 de “Letture Cattoliche”; etc.

Don Bosco, en fin, conservaba en su Breviario máximas de la Sagrada Escritura, como la siguiente: “Bonus Dominus et confortans in die tribulationis” (Nah 1, 7).

Hizo pintar frases de las Sagradas Escrituras en las paredes del pórtico de Valdocco, como la siguiente: “Omnis enim, qui petit accipit, et qui quaerit invenit, et pulsanti aperietur” (Mt 7, 8).

Desde 1853 quiso que sus alumnos clérigos de filosofía y teología estudiaran diez versículos del Nuevo Testamento cada semana y los recitaran literalmente los jueves por la mañana.

En la apertura del curso todos los clérigos sostenían el volumen de la Biblia Vulgata latina y la abrían en las primeras líneas del Evangelio de San Mateo. Pero Don Bosco, después de haber recitado la oración, comenzaba a decir en latín el versículo 18 del capítulo 16 de Mateo: “Et ego dico tibi quia tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et portae inferi non praevalebunt adversus eam”. Y yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Realmente quería que sus hijos guardaran siempre esta verdad evangélica en sus mentes y corazones.