¡Qué regalo, el tiempo!

El inicio del nuevo año, en nuestra liturgia, está iluminado por la antiquísima bendición con la que los sacerdotes israelitas bendecían al pueblo: «El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda gracia; el Señor vuelva su rostro hacia ti y te dé paz».

Queridos amigos y lectores del Boletín Salesiano, estamos al inicio de un año nuevo, así que expresémonos mutuamente los mejores deseos para el tiempo que vendrá, para el tiempo que llega, un regalo que contiene cada otro regalo en el que se desarrolla nuestra vida.
Llenemos, por lo tanto, este deseo de contenidos que lo iluminen. Demos la palabra a Don Bosco que, cuando llegó al seminario de Chieri, se detuvo en el reloj de sol que, aún hoy, se destaca en la pared del patio, y contaba: «Alzando la vista sobre un reloj de sol, leí este verso: Afflictis lentae, celeres gaudentibus horae». Aquí está, le dije al amigo, aquí está nuestro programa: mantengámonos siempre alegres y el tiempo pasará pronto (Memorias Biográficas I,374).
El primer deseo que nos intercambiamos, para vivirlo, es el que Don Bosco nos recuerda: vive bien, vive sereno y transmite serenidad a quienes te rodean, ¡el tiempo tendrá otro valor! Cada momento del tiempo es un tesoro; pero es un tesoro que pasa rápidamente. Siempre Don Bosco amaba comentar: «Los tres enemigos del hombre son: la muerte (que sorprende); el tiempo (que se le escapa), el demonio (que le tiende sus lazos)» (MB V,926).
«Recuerda que ser feliz no es tener un cielo sin tormentas, un camino sin accidentes, trabajo sin esfuerzo, relaciones sin decepciones» recomienda un antiguo deseo. «Ser feliz no es solo celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos. Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, malentendidos y períodos de crisis. Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida».
Un sabio tenía en su estudio un enorme reloj de péndulo que a cada hora sonaba con solemne lentitud, pero también con gran estruendo.
«¿Pero no le molesta?» preguntó un estudiante.
«No» respondió el sabio. «Porque así, a cada hora, me veo obligado a preguntarme: ¿qué he hecho de la hora que acaba de pasar?».
El tiempo es el único recurso no renovable. Se consume a una velocidad increíble. Sabemos que no tendremos otra oportunidad. Por lo tanto, todo el bien que podamos hacer, el amor, la bondad y la amabilidad de las que somos capaces, debemos donarlas ahora. Porque no volveremos a esta tierra una vez más. Con un perpetuo velo de remordimiento en nuestro interior, sentimos que Alguien nos preguntará: «¿Qué has hecho de todo ese tiempo que te regalé?».

Nuestra esperanza se llama Jesús
En el nuevo tiempo que acabamos de comenzar, las fechas y los números de un calendario son signos convencionales, son signos y números inventados para medir el tiempo. En el paso del año viejo al nuevo año ha cambiado muy poco, y sin embargo, la percepción de un año que termina nos obliga a hacer siempre un balance. ¿Cuánto hemos amado? ¿Cuánto hemos perdido? ¿Cuánto hemos mejorado, o cuánto hemos empeorado? El tiempo que pasa nunca nos deja iguales.

La liturgia, en el surgimiento del nuevo año, tiene una forma propia de hacernos hacer un balance. Lo hace a través de las palabras iniciales del evangelio de Juan; palabras que pueden parecer difíciles pero que en realidad reflejan la profundidad de la vida: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios: todo fue hecho por medio de él, y sin él nada de lo que existe fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la han recibido”. En el fondo de cada una de nuestras vidas resuena una Palabra más grande que nosotros. Esa es la razón por la que existimos, por la que el mundo existe, por la que todo existe. Esta Palabra, este Verbo, es Dios mismo, es el Hijo, es Jesús. El nombre de la razón por la que hemos sido hechos se llama Jesús.
Él es la verdadera razón por la que todo existe, y es en Él que podemos entender lo que existe. Nuestra vida no debe ser juzgada comparándola con la historia, con sus eventos y su mentalidad. Nuestra vida no puede ser juzgada mirando a nosotros mismos y a nuestra sola experiencia. Nuestra vida es comprensible solo si se la acerca a Jesús. En Él todo adquiere un sentido y un significado, incluso de lo que nos ha sucedido de contradictorio e injusto. Es mirando a Jesús que entendemos algo de nosotros mismos. Lo dice bien un salmo cuando afirma: “A tu luz vemos la luz”.
Esta es la forma de ver el Tiempo según el Corazón de Dios, y nosotros deseamos vivir este tiempo nuevo así.
El nuevo año traerá a todos nosotros, a la familia salesiana, a la Congregación, importantes eventos y novedades. Todo dentro del regalo del Jubileo que en la Iglesia estamos viviendo.
Dentro del espíritu del Jubileo dejemos que nos lleve la Esperanza que es la presencia de Dios en nuestra vida.
El primer mes de este nuevo año, enero, está salpicado de fiestas Salesianas que nos llevan a la Fiesta de Don Bosco, agradezcamos a Dios por esta delicadeza con la que nos permite comenzar el nuevo año.
Dejemos, por lo tanto, la última palabra a Don Bosco y fijemos este su aforismo, para que forje nuestro 2025: Hijitos míos, conserven el tiempo y el tiempo los conservará a ustedes por la eternidad (MB XVIII 482,864).




Llamado Misionero 2025

Queridos hermanos,

un saludo fraterno y cordial desde el “Sacro Cuore” de Roma.

En este día, 18 de diciembre, como cada año, en el recuerdo de la fundación de nuestra Congregación, en 1859, vengo a vosotros con este escrito que renueva el espíritu de los orígenes, el espíritu misionero que ha hecho, desde el principio, que la Congregación sea lo que es.

Este año, con emoción, doy voz al corazón de la Congregación, en el 150° aniversario de la primera expedición misionera. La celebración de este aniversario marca nuestro corazón y nuestra alma. Nos pide renovar el espíritu misionero que siempre ha estado en el corazón del carisma, para que, dando gracias por la fidelidad de Dios, dé energía para el futuro a la evangelización y a la Congregación.

Celebrar el 150 aniversario de la primera expedición misionera de Don Bosco representa un gran don para:

Dar gracias, para reconocer la gracia de Dios.
El reconocimiento hace evidente la paternidad de cada hermosa realización. Sin gratitud no hay capacidad de acoger. Cada vez que no reconocemos un don en nuestra vida personal e institucional, corremos el grave riesgo de anularlo y «apropiarnos de él».
Hablando del espíritu de la misión, estamos en el centro de la vida del discípulo: algo infinitamente más grande que nosotros, que es la dinámica fundacional y original de la Iglesia, para cada generación.

Repensar, porque «nada es para siempre».
La fidelidad implica también la capacidad de cambiar en la obediencia a una visión que viene de Dios y de la lectura de los «signos de los tiempos». Nada es para siempre: desde el punto de vista personal e institucional, la verdadera fidelidad es la capacidad de cambiar, reconociendo en qué el Señor nos llama a cada uno de nosotros.
Repensar, entonces, se convierte en un acto generativo, en el que fe y vida se unen; un momento para preguntarnos: ¿qué quieres decirnos Señor con esta persona, con esta situación a la luz de los signos de los tiempos que, para ser leídos, exigen que tengamos el mismo corazón de Dios?

Relanzar, empezar de nuevo cada día.
El reconocimiento nos lleva a mirar hacia adelante y acoger los nuevos desafíos, relanzando las misiones con esperanza. La actividad misionera es llevar la esperanza de Cristo con una conciencia lúcida y clara, ligada a la fe, que nos hace reconocer que lo que veo y vivo «no es algo mío», y me da la fuerza para seguir adelante, personal e institucionalmente.
Todo esto requiere el coraje de ser uno mismo, de reconocer la propia identidad en el don de Dios e invertir las energías en una responsabilidad precisa. Conscientes de que lo que nos ha sido confiado no es nuestro y que tenemos la tarea de transmitirlo a las próximas generaciones.
Este es el corazón de Dios, esta es la vida de la Iglesia.

El Santo Padre nos ha entregado recientemente una carta encíclica «Dilexit nos» sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo. Este regalo del papa Francisco ilumina nuestro corazón misionero.

El Papa nos indica la acción social y el mundo entero como destino natural de la auténtica devoción al Sagrado Corazón. En el número 205 de la encíclica dice: «¿Qué culto sería para Cristo si nos conformáramos con una relación individual sin interés por ayudar a los demás a sufrir menos y a vivir mejor? ¿Acaso podrá agradar al Corazón que tanto amó que nos quedemos en una experiencia religiosa íntima, sin consecuencias fraternas y sociales?»

El papa Francisco nos dice claramente que quien tiene intimidad con el corazón del Señor no puede dejar de estar dotado de un espíritu misionero que abraza al mundo entero, ¡porque su corazón se ha ensanchado, ampliado! Hay una relación directa: cuanto más vivamos en la intimidad del Corazón de Cristo, más seremos capaces de llegar a los confines más lejanos de la tierra.

El corazón de Cristo me empuja a estar atento a las heridas del corazón de la humanidad.
En una palabra: el corazón de la misión es el corazón de Dios.

Qué fuerza y energía nos transmite el Santo Padre en este año que nos introduce en el 150 aniversario de la primera expedición misionera.

La historia continúa con nosotros. Hoy Don Bosco necesita salesianos que se pongan a disposición como «simples instrumentos» para realizar el sueño misionero. Este es mi llamado a los hermanos que sienten en lo más profundo de su corazón la llamada de Dios, dentro de nuestra común vocación salesiana, a estar disponibles como misioneros con un compromiso de por vida (ad vitam), dondequiera que el Rector Mayor los envíe.

Al último llamado de don Ángel, en diciembre de 2023 se unieron 48 salesianos de los que 24 fueron elegidos como miembros de la 155 expedición misionera. En este año que prepara el 150° de la primera expedición misionera, mi oración y mi deseo es que puedan ser aún más.

El diálogo con el Consejero General para las Misiones y la reflexión compartida en el seno del Consejo General, a partir del proyecto misionero presentado al Consejo (ACG 437, p. 66) me permite precisar las urgencias identificadas para 2025, donde quisiera que un número significativo de hermanos pudiera ser enviado:
– África del Norte, África del Sur (AFM), África Occidental Norte (AON), Mozambique;
– la nueva presencia que iniciaremos en Vanuatu;
– Albania y Rumania, para el «Proyecto Calabria-Basilicata» (IME);
– Chile, Mongolia, Uruguay y otras fronteras y cualquier urgencia.

Invito a los Inspectores, con sus los Delegados inspectoriales para la animación misionera, para que sean los primeros en ayudar a los hermanos a facilitar su discernimiento, invitándolos, después del diálogo personal, a ponerse a disposición del Rector Mayor para responder a las necesidades misioneras de la Congregación. Luego, el Consejero General para las Misiones continuará el discernimiento que conducirá a la elección de los misioneros para la próxima 156a expedición misionera, que se celebrará en Valdocco el 11 de noviembre de 2025.

Que el Señor bendiga y que la Virgen os acompañe a todos vosotros; Santa Navidad para todos y un buen año nuevo en nombre de la Esperanza, que es la presencia de Dios.

Roma, 18 de diciembre de 2024

don Stefano Martoglio
Vicario (ex. art. 143 cost. S.D.B.)
Prot. n. 24/0575




Un corazón grande como las playas del mar

Se nos regala un tiempo nuevo: del Corazón de Dios al corazón de la humanidad, en el espejo del gran corazón de Don Bosco.

Queridos amigos y lectores, en este número de diciembre me dirijo a vosotros con los mejores deseos para un nuevo año. De un tiempo nuevo que se nos regala para vivir con intensidad y con «novedad de vida», y hago mío, como deseo propicio y oportuno, el regalo que el Santo Padre nos ha hecho en estos días: la Carta Encíclica Dilexit Nos sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo.
Los salesianos estamos acostumbrados a cantar: «Dios te ha dado un corazón grande / como la arena del mar. / Dios te ha dado su espíritu: / ha liberado tu amor».
El Papa Pío XI, que le conoció bien, dijo que Don Bosco tenía una «hermosa particularidad»: era «un gran amante de las almas» y las veía «en el pensamiento, en el corazón, en la sangre de Nuestro Señor Jesucristo». Al fin y al cabo, en el escudo de armas de nuestra Congregación hay un corazón ardiente.
El Papa Francisco se presenta así en el nº 2 de Dilexit Nos: «Para expresar el amor de Jesús se utiliza a menudo el símbolo del corazón. Algunos se preguntan si todavía hoy tiene un significado. Pero cuando tenemos la tentación de navegar por la superficie, de vivir con prisas sin saber en el fondo para qué, de convertirnos en consumistas insaciables y esclavos de los engranajes de un mercado al que no le interesa el sentido de nuestra existencia, necesitamos recuperar la importancia del corazón».

Qué fuerte es esta indicación de nuestro Papa para mostrarnos una nueva forma de vivir, en un tiempo nuevo que se nos regala, el año que viene.
En el nº 21, el Papa Francisco escribe: «el núcleo de todo ser humano, su centro más íntimo, no es el núcleo del alma, sino de toda la persona en su identidad única, que es de alma y cuerpo. Todo se unifica en el corazón, que puede ser la sede del amor con todos sus componentes espirituales, psíquicos e incluso físicos. En definitiva, si el amor reina en él, la persona realiza su identidad de manera plena y luminosa, porque todo ser humano ha sido creado sobre todo para el amor, está hecho en sus fibras más profundas para amar y ser amado».
Y añade en el número 27 de la misma Encíclica: “Ante el Corazón de Jesús, vivo y presente, nuestra mente, iluminada por el Espíritu, comprende las palabras de Jesús. Así nuestra voluntad se pone en movimiento para practicarlas. Pero esto podría quedarse en una forma de moralismo autosuficiente. Escuchar y gustar al Señor y honrarle es cosa del corazón. Sólo el corazón es capaz de poner las demás facultades y pasiones y toda nuestra persona en actitud de reverencia y obediencia amorosa al Señor”.
No me extiendo más, esperando haber abierto vuestro apetito para leer esta espléndida Carta Encíclica, que no sólo es un gran regalo para vivir de un modo nuevo el tiempo que nos es dado, y que ya sería suficiente; es también una indicación profundamente «salesiana».
Cuánto escribió y trabajó Don Bosco en difundir precisamente la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, como amor divino que acompaña nuestra realidad humana.

Un impulso magnífico
En las Memorias Biográficas en el tomo VIII, 243 – 244, encontramos escrito lo siguiente, refiriéndose a Don Bosco: «La devoción al Sagrado Corazón, que ardía en su corazón, animaba todas sus obras, daba eficacia a sus discursos familiares, a sus sermones y al ejercicio de su ministerio, de modo que todos estábamos encantados y persuadidos por ella (dice el testimonio de don Bonetti). Parecía también que el Sagrado Corazón cooperaba con una ayuda sobrenatural en el cumplimiento de su ardua misión».
Este testimonio de la devoción de Don Bosco al Sagrado Corazón se identifica «plásticamente» con la Basílica del mismo nombre construida por Don Bosco en Roma a petición del Papa de la época.
El edificio material recuerda y nos recuerda a todos la «monumental» devoción de Don Bosco al Sagrado Corazón. Como con la Virgen, así con el Sagrado Corazón, la devoción de Don Bosco se manifiesta en las iglesias que construyó. Porque la devoción al Sagrado Corazón es la Eucaristía, el culto eucarístico.
El corazón de Don Bosco en constante amor a la Eucaristía es un magnífico impulso personal para hacerlo vivo y verdadero en el nuevo año. Un verdadero y profundo deseo para el nuevo año vivido en plenitud. Como continúa el himno: «Has formado hombres / de corazón sano y fuerte: / los has enviado al mundo a proclamar / el Evangelio de la alegría».
Quisiera concluir este breve mensaje, deseando a todos un Feliz Año Nuevo, con la imagen que el Papa Francisco trae a colación en las primeras páginas de la encíclica, refiriéndose a las enseñanzas de su abuela sobre el significado del nombre de las galletas de carnaval, las «mentiras» … porque cuando se hornean, la masa se hincha y por dentro vacía… por eso tiene un exterior que corresponde a un vacío interior; parecen por fuera pero no lo son, son «mentiras» (Dilexit nos n°7).
Que el Año Nuevo sea para todos nosotros pleno y rico en sustancia, concretándose en la acogida de Dios que viene entre nosotros.
Que su venida traiga paz y verdad, que lo que se ve desde fuera se corresponda con lo que hay dentro.
Mis mejores deseos para todos.




El camino de las rosas

“¡Oh! Don Bosco siempre camina sobre rosas.Pero no veían las espinas que desgarraban mis pobres miembros.Sin embargo, seguí adelante”.De espinas y rosas está entrelazada toda vida, como en el famoso sueño de Don Bosco de la enramada de rosas.La esperanza es la fuerza que, a pesar de las espinas, nos mantiene en pie.

Queridos lectores, amigos de la familia salesiana y bienhechores que ayudáis a la obra de Don Bosco en todas las situaciones y contextos, al haceros llegar un pensamiento a través del Boletín Salesiano, he elegido permanecer un poco más sobre el tema de la Esperanza, como hicimos el mes pasado.
No sólo por continuidad, sino sobre todo porque es un tema del que hay que hablar, porque todos lo necesitamos mucho. Es una declinación de la dulzura de Dios en nuestras vidas.
Pero cuando hablamos de esperanza, ante todo, recordemos que es un elemento de profunda humanidad, y un claro criterio de interpretación de la vida, en todas las religiones.
La esperanza tiene mucho que ver con la trascendencia y la fe, el amor y la vida eterna, señala el filósofo coreano Byung-Chul Han. Trabajamos, producimos y consumimos, señala este filósofo en sus escritos, pero en esta forma de vivir no hay apertura a lo trascendente, no hay Esperanza.
Vivimos en un tiempo privado de la dimensión de la celebración, aunque estemos llenos de cosas que nos aturden; un tiempo sin celebración es un tiempo sin esperanza. La sociedad del consumo y del espectáculo en la que vivimos corre el riesgo de hacernos incapaces de ser felices, de alegrarnos de la situación en la que nos encontramos. Incluso la situación más difícil siempre tiene migajas de luz.
La esperanza nos hace creyentes en el futuro, porque el lugar donde más intensamente se experimenta la esperanza es la trascendencia.
El escritor y político checo Vaclay Havel, presidente de Checoslovaquia en la época de la “revolución de terciopelo”, que muchos recordamos, definió la esperanza como un estado de ánimo, una dimensión del alma.
La esperanza es una orientación del corazón que trasciende el mundo inmediato de la experiencia; es un anclaje en algún lugar más allá del horizonte.
Las raíces de la esperanza están en lo trascendente, por eso no es lo mismo tener esperanza que estar satisfecho porque las cosas van bien.
Cuando hablamos de futuro lo hacemos en relación con lo que ocurrirá mañana, el mes que viene, dentro de dos años. El futuro es lo que podemos planificar, predecir, gestionar y optimizar.
La esperanza es la construcción de un futuro que nos une al futuro que no termina, a lo trascendente, a la dimensión Divina. Cultivar la esperanza es bueno para nuestro corazón porque pone energía en la construcción de nuestro camino hacia el Paraíso.

La palabra más pronunciada por Don Bosco
Don Alberto Caviglia escribió: “Si pasamos las páginas que registran las palabras y los discursos de Don Bosco, encontramos que la del Paraíso era la palabra que repetía en toda circunstancia como supremo argumento animador de toda actividad en el bien y de toda resistencia a la adversidad”.
“¡Un trozo de Paraíso lo arregla todo!” repetía Don Bosco en medio de las dificultades. Incluso en las modernas escuelas de gestión se enseña que una visión positiva del futuro se convierte en fuerza vital.
Cuando, viejo y decaído, atravesaba el patio con pasos de hormiga, los que se cruzaban con él le dirigían el habitual saludo distraído: “¿Adónde vamos, Don Bosco?”. Sonriendo, el santo respondía: “Al Paraíso”.
Cuánto insistía Don Bosco en esto: ¡El Paraíso! Hacía crecer a sus jóvenes con la visión del Paraíso en el corazón y en los ojos. Todos sabemos que podemos ser cristianos, incluso convencidos, pero no creer en el Paraíso.
Don Bosco nos enseña a unir nuestro más allá con el más acá. Y lo hace con la virtud de la Esperanza.
Llevémosla en nuestro corazón, y abramos nuestro corazón a la caridad, a nuestra humanidad que encarna aquello en lo que creemos profundamente.
Si recibes este breve escrito en el mes de noviembre, vive esta esperanza con nuestros Santos y con tus difuntos, todos unidos en un cordón que parte de nuestra vida cotidiana y nos lleva al infinito.
Como Don Bosco, vivid como si viéramos lo invisible, alimentados por la Esperanza que es la presencia Providente de Dios. Sólo quien es profundamente concreto, como lo era Don Bosco, es capaz de vivir mirando lo invisible.




Nuestro regalo anual

Tradicionalmente, como Familia Salesiana recibimos cada año el Aguinaldo; un regalo al comienzo del año, y en estas pocas líneas quiero mirar dentro de este regalo para acogerlo como se merece, sin perder nada de la frescura del regalo.

Un regalo, porque, ante todo, aguinaldo significa: ¡Te hago un regalo! Te doy algo importante para celebrar un tiempo nuevo, un año nuevo. Así lo pensó Don Bosco y así lo regaló a todos los jóvenes y adultos que estaban con él.
Este regalo, el aguinaldo, quiero hacéroslo para el comienzo del año nuevo, de un tiempo nuevo.
Hermoso e importante esto: un año nuevo, un tiempo nuevo es un recipiente en el que se contendrán todos los demás contenidos. El año que viene no es igual a los que has vivido hasta ahora, el año nuevo requiere una mirada nueva para vivirlo en plenitud; ¡porque el año nuevo no volverá! Cada tiempo es único porque somos diferentes del año pasado, de cómo éramos el año pasado.
El Aguinaldo es prepararse para este nuevo tiempo, empezar a mirar dentro de este nuevo año, destacando ciertas cosas que serán parte importante de este año.

El hilo rojo
El don del tiempo, de la vida; en la vida el don de Dios y todos los demás dones que hay en ella: las situaciones de las personas, las ocasiones, las relaciones humanas. Dentro de este modo providencial de ver el don del tiempo y de la vida, el strenna, regalo que Don Bosco… y después de él sus sucesores hacen cada año a toda la familia salesiana… es una mirada al nuevo año, al nuevo tiempo, para verlo con ojos nuevos.
El aguinaldo es una ayuda para ver el tiempo que viene fijándonos en un hilo rojo que guía este nuevo tiempo: el hilo rojo que nos regala el aguinaldo es la Esperanza. Esto también es importante. Seguro que el nuevo año nos depara muchas cosas, pero ¡no te despistes! Empieza a pensar en lo importante que es… ¡no te disperses, recoge!
El aguinaldo que nuestro Padre Ángel ha horneado para nosotros, como un vestido nuevo, destaca acontecimientos que todos viviremos, y los une con un hilo rojo, ¡La Esperanza!
Los acontecimientos que destaca el aguinaldo de 2025 son acontecimientos globales o particulares que nos implican, porque los vivimos bien:

El Jubileo ordinario del año 2025: un Jubileo es un acontecimiento de la Iglesia que, en la tradición católica, nos regala el Santo Padre. Vivir el Jubileo es vivir esta peregrinación que la Iglesia nos ofrece para volver a poner la presencia de Cristo en el centro de nuestras vidas y de la vida del Mundo. El Jubileo que el Papa Francisco tiene un tema generador: ¡Spes non confundit! ¡La esperanza no defrauda! ¡Qué maravilloso tema generador! Si algo necesita el Mundo en estos momentos difíciles es Esperanza, pero no la esperanza de lo que creemos que podemos hacer por nosotros mismos, a riesgo de que se convierta en una ilusión. La Esperanza del redescubrimiento de la Presencia de Dios. El Papa Francisco escribe: «¡La esperanza llena el corazón!». No sólo calienta el corazón, lo llena. ¡Llenarlo hasta desbordarlo!

La esperanza nos hace peregrinos, ¡el Jubileo es peregrinación! Te pone en movimiento por dentro, si no, no es Jubileo. Dentro de este acontecimiento eclesial que nos hace sentir Iglesia nosotros, como Congregación Salesiana y como Familia Salesiana, tenemos un aniversario importante: en 2025 se cumplirán

– el 150 aniversario de la primera expedición misionera a Argentina
Don Bosco, en Valdocco, lanza su corazón más allá de todas las fronteras: ¡envía a sus hijos al otro lado del mundo! Los envía, más allá de toda seguridad humana, los envía cuando ni siquiera tiene lo necesario para continuar lo que había comenzado.
¡Simplemente los envía! La Esperanza es obedecida, porque la Esperanza impulsa la Fe y pone en marcha la Caridad. Los envía y los primeros hermanos se ponen en camino y van, ¡a donde ni siquiera ellos conocían! De ahí nacimos todos, de la Esperanza que nos pone en camino y nos hace peregrinos.
Este aniversario debe celebrarse, como todos los aniversarios, porque nos ayuda a reconocer el Don, (no es de tu propiedad, te fue regalado) a recordar y a dar fuerza para el tiempo que viene de la energía de la Misión.
La Esperanza funda la Misión, porque la Esperanza es una responsabilidad que no puedes esconder ni guardarte para ti. No mantengas oculto lo que se te ha dado; ¡reconoce al dador y entrega con tu vida lo que se ha dado a las próximas generaciones! Esta es la vida de la Iglesia, la vida de cada uno de nosotros.
San Pedro, que veía lejos, escribe en su primera carta: «estad siempre dispuestos a responder a todo el que os pregunte por la esperanza que hay en vosotros» (1 Pe 3,15). Debemos pensar que responder no son las palabras, ¡es la vida la que responde!
Con la esperanza que hay en vosotros, vivid y preparaos para este nuevo año que comienza, un camino con los jóvenes, con los hermanos para renovar el Sueño de Don Bosco y el Sueño de Dios.

Nuestro escudo
«En mi estandarte brilla una estrella» se cantaba antaño. En nuestro escudo, además de la estrella, hay una gran ancla y un corazón ardiente.
He aquí algunas imágenes sencillas para empezar a mover nuestros corazones hacia el tiempo venidero, «Anclados en la esperanza, peregrinos con la juventud». Anclados es un término muy fuerte: el ancla es la salvación del barco en la tormenta, firme, fuerte, ¡arraigada en la Esperanza!
Dentro de este tema generador estará todo nuestro día a día: personas, situaciones, decisiones… lo «micro» de cada uno de nosotros que se suelda a lo «macro» de lo que viviremos todos juntos… entregando a Dios el don de este tiempo que se nos regala. Porque al Aguinaldo que todos recibiremos debes sumar tu parte; tu vida cotidiana que sabrás iluminar con lo que hemos escrito y recibirás, de lo contrario no es una Esperanza, no es en lo que se basa tu vida y no te pone en «movimiento» haciéndote Peregrino.
Confiamos este camino a la Madre del Señor, Madre de la Iglesia y Auxiliadora nuestra; Peregrina de la Esperanza con nosotros.




Comunicado del Rector Mayor al término de su mandato

A mis hermanos salesianos SDB
A mis hermanos y hermanas de la Familia Salesiana

Mis queridos hermanos y hermanas: recibid en este día del nacimiento de nuestro Padre don Bosco mi saludo fraterno lleno de cariño y afecto. Os estoy haciendo llegar estas palabras unos pocos minutos después de haber celebrado con toda solemnidad la fiesta litúrgica del nacimiento de don Bosco en Becchi-Colle don Bosco, donde vio la luz aquel 16 de agosto de 1815. Aquel niño seda un instrumento maravilloso del Espíritu de Dios para dar vida a este gran movimiento que es la Familia de Don Bosco.
Ha sido en este mañana cuando, en la presencia del Vicario del Rector Mayor y de muchos hermanos salesianos, familia salesiana, laicos amigos de don Bosco, autoridades civiles y de servicio público y los 375 jóvenes que de todo el mundo han participado en el Sínodo de los Jóvenes, he firmado mi renuncia al servicio corno Rector Mayor, tal corno dicen las Constituciones y Reglamentos de los Salesianos de don Bosco, al ser llamado por el Santo Padre, Papa Francisco para otro servicio.
Con estas palabras quiero comunicar en todo el mundo salesiano lo acontecido, quiero expresar mi mirada de fe y de esperanza en el Señor que nos ha guiado hasta aquí, y deseo agradecer tanto bien recibido en estos diez años y medio corno Rector Mayor de la Congregación Salesiana y como Padre, en nombre de don Bosco, de toda la Familia Salesiana en el mundo.

1. Ante todo, mis queridos hermanos y hermanas, expreso ante vosotros un profundo agradecimiento a Dios por estos años en los que ha bendecido a nuestra Congregación y a la Familia Salesiana. Ciertamente en diez años se viven momentos y realidades muy diversos, máxime al tratarse de la Congregación en 136 naciones; creo poder decir que todo lo hemos afrontado con mirada de fe, con mucha esperanza y con decisión, siempre para el bien de la misión y fidelidad al carisma recibido.
2. Doy gracias al Señor porque en estos años no me ha faltado, y no nos ha faltado, esa serenidad y fuerza que viene de Él. En realidad, cuan cierto es lo que el Señor Resucitado le dice a San Pablo: «Te basta mi gracia» (2 Cor 12,9). Así he vivido y hemos vivido corno Consejo General nuestro servicio de animación y gobierno. Particularmente a los dos Consejos Generales que me han acompañado en estos diez años y medio deseo agradecer su lealtad al proyecto común, su entrega y servicio.
3. Al terminar este tiempo al frente de la Congregación Salesiana expreso de modo particular mi agradecimiento al Vicario del Rector Mayor, don Stefano Martoglio, que asume con total dedicación y generosidad su servicio al frente de la Congregación. Durante los próximos meses el trabajo y la responsabilidad serán grandes, pero su personalidad, fraternidad, capacidad y optimismo, contando con la ayuda del Consejo General, harán más fácil, guiados por el Señor, el camino que resta hasta el 29 Capítulo General.
4. Expreso mi profundo agradecimiento a todos mis hermanos salesianos en el mundo. Me he sentido siempre acogido, querido y aceptado fraternalmente, y he encontrado colaboración y generosidad. Qué cierto es el que los salesianos de don Bosco quieren y cuidan al Rector Mayor corno lo harán con don Bosco mismo, tal corno él nos pidió en su testamento espiritual. Gracias por tanta generosidad.
5. También deseo manifestar mi agradecimiento a la Familia Salesiana extendida por todo el mundo: a nuestras hermanas las Hijas de María Auxiliadora, a los Salesianos Cooperadores, a la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) – todos ellos fundados por don Bosco -, y así hasta los 32 grupos que hoy formamos este gran árbol carismático. Han sido años de crecimiento y bendición. Un gracias a todas las personas que, desde la fe en et Señor, lo han hecho posible.
6. Y estos diez años en los que, desde et servicio de animación y gobierno he podido visitar 120 naciones en las que la Congregaci6n y la Familia Salesiana está presente, he recibido el gran regalo de encontrarme con los jóvenes del mundo, jóvenes, adolescentes, niños y niñas de cada nación. He podido ‘tocar con mi mirada, corazón’, por mí mismo, corno siguen aconteciendo cada día «milagros educativos que sanan y transforman vidas» en tantísimas presencias salesianas y de nuestra familia. Y he podido encontrarme con miles y miles de jóvenes, de todos los continentes y culturas. Ellos han sido una de mis más profundas alegrías.
7. Y me queda un último agradecimiento. En estos años también me he sentido siempre alentado y sostenido, desde et amor incondicional, por mi familia de sangre. Mis padres, hoy ya hoy en Dios, me acompañaron durante nueve años con amor sereno, con su oración y diciéndome siempre que no me preocupara por ellos. Ellos y todo el resto de mi familia han estado ahí siempre, sosteniéndome con su presencia y siendo puerto seguro al que llegar para que nunca me olvidara de mis humildes orígenes.
8. Termino refiriéndome a lo que el 25 de marzo del 2014 respondo cuando et Rector Mayor don Pascual Chavez me proponía, en nombre del 27 Capítulo General, que me había elegido en la votación, si aceptaba et servicio corno Rector Mayor. Recuerdo que en mi pobre italiano del momento dije, no sin profunda emoción, que «confiando en la Gracia del Señor y desde la fe, con la certeza de que siempre estaría sostenido por mis hermanos salesianos, y porque amo de verdad a los jóvenes, a quienes llevo en mi corazón salesiano, se aceptaba lo que se me pedía».

Hoy, en estas palabras de agradecimiento puedo deciros que todo eso que esperaba se ha ido haciendo realidad con la Gracia de Dios.

Mis últimas palabras están dirigidas a nuestro padre don Bosco y a la Auxiliadora. Sin duda que don Bosco ha velado y sostenido a su Congregación y su Familia en estos años. Y no me cabe duda de que en todo este tiempo se ha ido haciendo realidad lo que ya nos aseguró él mismo: «Ella, lo ha hecho todo». Así fue con don Bosco; así ha sido en estos años a los que me estoy refiriendo, y así seguirá siendo, sin duda. A Ella, Madre Auxiliadora nos confiamos.

De todo corazón, Gracias, y un ¡hasta siempre! de este vuestro hermano que es y siempre será salesiano de don Bosco. Con todo mi afecto,

Ángel Fernández Cardinale Artime
Prot. 24/0427
Colle Don Bosco, 16.08.2024

Añadamos también el acta de cese de funciones.

Yo, el abajo firmante, Ángel Fernández Cardenal Artime, Rector Mayor de la Sociedad de San Francisco de Sales,

– considerando que en el Consistorio del 30 de septiembre de 2023 el Santo Padre Francisco me ha creado y publicado Cardenal de la Diaconía de Santa María Auxiliadora en Via Tuscolana; que con fecha 5 de marzo de 2024 me ha asignado la sede titular de Ursona, con dignidad arzobispal, y que el 20 de abril de 2024 he recibido la Ordenación Episcopal en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma;
– considerando que el religioso elevado al Episcopado está sometido exclusivamente al Romano Pontífice (can. 705);
– teniendo en cuenta que, de conformidad con el can. 184 §1 CIC «el oficio eclesiástico se pierde por transcurso del tiempo prefijado» y que, por decreto del 19 de abril de 2024, el Santo Padre ha dispuesto «de manera excepcional y solo por este caso» la prosecución de mi servicio corno Rector Mayor, después de la ordenación episcopal, hasta el 16 de agosto de 2024,
por el presente acto

DECLARO

que, habiéndose cumplido el tiempo establecido por dicho decreto, a partir de la fecha de hoy ceso en el cargo de Rector Mayor de la Sociedad de San Francisco de Sales.

De conformidad con el art. 143 de las Constituciones, el Vicario Don Stefano Martoglio se hace cargo, ad interim, del gobierno de la Sociedad, hasta la elección del Rector Mayor que tendrá lugar durante el 29° Capitulo General convocado en Turín del 16 de febrero al 12 de abril de 2025.

Ángel Fernández Cardinale Artime
Prot. 24/0406
Roma, 16.08.2024




Sobre alas de la esperanza Mensaje del Vicario del Rector Mayor

Con gran sencillez, con tranquilidad y en total continuidad, permaneciendo en mi servicio de Vicario durante los próximos meses apoyaré al Rector Mayor en la conducción de la Congregación a un Capítulo General, el 29, en febrero de 2025.

            Queridos lectores del Boletín Salesiano, escribo estas líneas con inquietud porque, siendo lector del Boletín Salesiano desde que era niño en mi familia, me encuentro ahora en una página distinta al tener que escribir en el primer artículo, el reservado al Rector Mayor.
Lo hago con gusto, porque este honor me permite dar gracias a Dios por nuestro don Ángel, hoy Cardenal de la Santa Iglesia Romana, que acaba de cumplir 10 años de valioso servicio a la Congregación y a la Familia Salesiana, tras su elección en el XXVII Capítulo General de 2014.
            A la distancia de 10 años después de aquel día, ya está plenamente al servicio del Santo Padre, para cuanto el Papa Francisco le encomiende. Lo llevamos en el corazón y lo acompañamos con la oración agradecida, por el bien que nos ha hecho, porque el tiempo no disminuye, sino que fortalece la gratitud. Su historia personal es un acontecimiento histórico para él, pero también para todos nosotros.
Su partida, en sentido canónico para un servicio aún mayor a la Iglesia, es un permanecer siempre con nosotros y en nosotros.

En total continuidad
            Y ahora como Congregación, y por extensión como Familia Salesiana, ¿cómo seguimos adelante?
            Muy sencillo, con tranquilidad y en total continuidad. El Vicario del Rector Mayor, según las Constituciones Salesianas, tiene también la tarea de sustituir al Rector Mayor en caso de necesidad. Así será, hasta el próximo Capítulo General.
            Las Constituciones Salesianas lo dicen de manera más orgánica y articulada, pero el concepto fundamental es éste. Permaneciendo en mi servicio de Vicario en los próximos meses sustituiré al Rector Mayor llevando la Congregación al Capítulo General, el 29 de febrero de 2025.
            Se trata de una tarea exigente para la que pido de inmediato vuestras oraciones e invocación al Espíritu Santo para ser fiel al Señor Jesucristo, con el corazón de Don Bosco.

Mi nombre es Esteban
            Antes de pasar a lo importante, unas palabras para presentarme: me llamo Stefano, nací en Turín en el seno de una familia típica de nuestra tierra; hijo de un padre exalumno salesiano, que quiso enviarme a la misma escuela donde él había estado en su momento, y de una madre maestra, también exalumna de una escuela católica. De ellos recibí la vida y la vida de fe, sencilla y concreta. Así crecimos mi hermana y yo, somos solo dos.
            Mis padres ya están en el cielo, en las manos de Dios, y estarán sonriendo mucho cuando vean las cosas que le pasan a su hijo… seguramente comentarán: ¡dun Bosch tenje nà man sla testa! (¡Don Bosco ponle una mano en la cabeza!).

            Salesianamente hablando, siempre he formado parte de la Inspectoría Salesiana de Piamonte-Valle de Aosta, hasta que en el CG27 me pidieron coordinar la Región Mediterránea (todas las realidades salesianas alrededor del Mar Mediterráneo, en los tres continentes que lo bordean… pero incluyendo también Portugal y algunas zonas de Europa del Este). Una experiencia salesiana maravillosa, que me transformó, haciéndome internacional en mi manera de ver y sentir las cosas. El CG28 dio el segundo paso, pidiéndome ser Vicario del Rector Mayor, ¡y aquí estamos! 10 años al lado del P. Ángel, aprendiendo en estos años a sentir el corazón del mundo, para una congregación que está verdaderamente extendida por toda la tierra.

El futuro próximo
            El servicio de estos próximos meses, hasta febrero de 2025, es pues acompañar a la Congregación al próximo Capítulo General, que se celebrará en Turín Valdocco a partir del 16 de febrero de 2025.
            Queridos amigos, el Capítulo General es el momento más alto e importante de la vida de la Congregación, cuando los representantes de todas las Provincias de la Congregación se reúnen (estamos hablando más de 250 hermanos) esencialmente para tres cosas: conocerse, orar y reflexionar para “pensar en el presente y en el futuro de la Congregación” y elegir al próximo Rector Mayor y a todo su Consejo. Un momento muy importante, por tanto, que nuestro don Ángel ha dirigido en su reflexión al tema “Apasionados por Jesucristo y dedicados a los jóvenes”. Este tema que el Rector Mayor ha elegido para la congregación se articulará en tres aspectos diferentes y complementarios: la centralidad de Cristo en nuestra vida personal, la consagración religiosa; la dimensión de nuestra vocación comunitaria, en la fraternidad y corresponsabilidad laical a la que se confía la misión; los aspectos institucionales de nuestra congregación, la verificación de la animación y gobierno en el acompañamiento de la Congregación. Tres aspectos para un único tema generador.
            Nuestra Congregación tiene una gran necesidad de este Capítulo General, que llega después de tantos acontecimientos que nos han conmovido a todos. Pensemos que el último Capítulo General se celebró cerca de la Pandemia.

Construir la esperanza
            Celebrar un Capítulo General es celebrar la Esperanza, construir la Esperanza a través de las decisiones institucionales y personales que permiten al “sueño” de Don Bosco continuar, darle un presente y un futuro. Cada persona está llamada a ser un sueño, en el corazón de Dios, un sueño realizado.

            En la tradición salesiana existe aquella hermosa frase que Don Bosco dijo a Don Rua, llamado de nuevo a Valdocco para ocupar concretamente el lugar de Don Bosco:
            “Has hecho Don Bosco en Mirabello. Ahora lo harás aquí, en el Oratorio”.
            Esto es lo que realmente cuenta: “Ser Don Bosco hoy” y es el mayor regalo que podemos hacer a este mundo.




Entre la admiración y el dolor

Hoy me despido por última vez de vosotros desde esta página del Boletín Salesiano. El 16 de agosto, día en que conmemoramos el nacimiento de Don Bosco, termina mi servicio como Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco.
¡Siempre es un motivo para agradecer, siempre gracias! En primer lugar, a Dios, a la Congregación y a la Familia Salesiana, a tantas personas queridas y amigas, a tantos amigos del carisma de Don Bosco, a los muchos bienhechores.

            También en esta ocasión, mi saludo transmite algo que he vivido recientemente. De ahí el título de este saludo: Entre la admiración y el dolor. Os cuento la alegría que llenó mi corazón en Goma, en la República Democrática del Congo, herida por una guerra interminable, y la alegría y el testimonio que recibí ayer.
            Hace tres semanas cuando, después de visitar Uganda (en el campo de refugiados de Palabek que, gracias a la ayuda y al trabajo salesiano de los últimos años, ha dejado de ser un campo de refugiados sudaneses para convertirse en un lugar donde decenas de miles de personas se han asentado y han encontrado una nueva vida), atravesé Ruanda y llegué a la frontera en la región de Goma, una tierra maravillosa, hermosa y rica en naturaleza (y precisamente por eso tan deseada y deseable). Pues bien, a causa de los conflictos armados, en esa región hay más de un millón de desplazados que han tenido que abandonar sus hogares y sus tierras. También nosotros tuvimos que dejar la presencia salesiana en Sha-Sha, ocupada militarmente.
            Este millón de desplazados llegó a la ciudad de Goma. En Gangi, uno de los distritos, está la obra salesiana “Don Bosco”. Me sentí inmensamente feliz al ver el bien que se está haciendo allí. Cientos de niños y niñas tienen un hogar. Decenas de adolescentes han sido sacados de la calle y viven en la casa Don Bosco. Allí, a causa de la guerra, encontraron un hogar 82 recién nacidos y niños y niñas que perdieron a sus padres o fueron dejados atrás (“abandonados”) porque sus padres no podían ocuparse de ellos.
            Y allí, en ese nuevo Valdocco, uno de los muchos Valdocco que hay en el mundo, una comunidad de tres monjas de San Salvador, junto con un grupo de señoras, todos sostenidos por la casa salesiana con ayudas que llegan gracias a la generosidad de los bienhechores y de la Providencia, cuidan de estos pequeños y pequeñas. Cuando fui a visitarlos, las hermanas habían vestido a todos de gala, incluso a los niños que dormían en sus cunas. ¡Cómo no sentir que mi corazón se llenaba de alegría ante esta realidad de bondad, a pesar del dolor causado por el abandono y la guerra!
            Pero mi corazón se conmovió cuando conocí a varios centenares de personas que vinieron a saludarme con ocasión de mi visita. Forman parte de los 32.000 desplazados que abandonaron sus hogares y sus tierras a causa de las bombas y vinieron a buscar refugio. Lo encontraron en los campos y terrenos de la casa Don Bosco de Gangi. No tienen nada, viven en chabolas de unos pocos metros cuadrados. Esta es su realidad. Juntos buscamos cada día la manera de encontrar comida. ¿Pero saben lo que más me impresionó? Lo que más me impresionó fue que cuando estaba con estos cientos de personas, en su mayoría ancianos y madres con niños, no habían perdido su dignidad ni su alegría ni su sonrisa. Me asombró y me entristeció el corazón tanto sufrimiento y tanta pobreza, a pesar de que estamos haciendo nuestra parte en nombre del Señor.

Un concierto extraordinario
            Sentí otra gran alegría al recibir un testimonio de vida que me hizo pensar en los adolescentes y jóvenes que están en nuestra presencia, y en tantos hijos de padres que quizá me estén leyendo y que sienten que sus hijos están desmotivados, aburridos de la vida, o no tienen pasión por casi nada. Entre los invitados a nuestra casa estos días se encontraba una extraordinaria pianista que ha recorrido el mundo dando conciertos y ha formado parte de grandes orquestas filarmónicas. Es una antigua alumna de los Salesianos y tuvo a un salesiano, ya fallecido, como gran referente y modelo. Ha querido ofrecernos este concierto en el atrio del templo del Sagrado Corazón como homenaje a María Auxiliadora, a la que tanto quiere, y como agradecimiento por todo lo que ha sido su vida hasta ahora.
            Y digo esto último porque nuestra querida amiga nos ofreció un concierto maravilloso, con una calidad excepcional a sus 81 años. Estuvo acompañada por su hija. Y a esa edad, quizás cuando algunos de nuestros mayores de la familia hace tiempo que han dicho que ya no quieren hacer nada, ni nada que requiera esfuerzo, nuestra querida amiga, que practica el piano todos los días, movía sus manos con una agilidad maravillosa y se sumergía en la belleza de la música y de su interpretación. Buena música, una sonrisa generosa al final de su actuación y la entrega de las orquídeas a Nuestra Señora Auxiliadora era todo lo que necesitábamos en aquella maravillosa mañana. Y mi corazón salesiano no pudo evitar pensar en esos niños, niñas y jóvenes que quizás han tenido o ya no tienen nada que les motive en sus vidas. Ella, nuestra amiga concertista de piano, vive con gran serenidad a sus 81 años y, como me dijo, sigue ofreciendo el don que Dios le ha dado y cada día encuentra más motivos para hacerlo.
            Otra lección de vida y otro testimonio que no deja indiferente el corazón.

            Gracias, amigos, gracias de corazón por todo el bien que hacemos juntos. Por pequeño que sea, contribuye a que nuestro mundo sea un poco más humano y más bello. Que el buen Dios os bendiga.




Cuando un educador toca el corazón de sus hijos

El arte de ser como Don Bosco: “Recordad que la educación es una cosa del corazón, y que sólo Dios es su maestro, y no podremos tener éxito en nada a menos que Dios nos enseñe el arte de ella, y nos dé las claves para ello”. (MB XVI, 447)

Queridos amigos, lectores del Boletín Salesiano y amigos del carisma de Don Bosco. Os escribo este saludo, diría que casi en directo, antes de que este número entre en imprenta. Digo esto porque la escena que os voy a contar ha sucedido hace apenas cuatro horas.
Acabo de llegar a Lubumbashi. Durante los últimos diez días he estado visitando presencias salesianas muy significativas, como los desplazados y refugiados de Palabek -hoy en condiciones mucho más humanas que cuando llegaron a nosotros, gracias a Dios- y de Uganda he pasado a la República Democrática del Congo, a la torturada y crucificada región de Goma.

La presencia salesiana allí está llena de vida. Varias veces he dicho que mi corazón estaba “tocado” (touché), es decir, conmovido al ver el bien que se hace, al ver que hay una presencia de Dios incluso en la mayor pobreza. Pero mi corazón se conmovió de dolor y tristeza cuando conocí a algunas de las 32.000 personas (en su mayoría ancianos, mujeres y niños) que se alojan en los terrenos de la presencia salesiana de Don Bosco-Gangi.
Pero eso os lo contaré la próxima vez, porque necesito dejarlo reposar en mi corazón.

El “papá” de los chicos de Goma
Ahora sólo quiero mencionar una hermosa escena que presencié en el vuelo que nos llevó a Lubumbashi.
Era un vuelo extracomercial con un avión de tamaño medio. Pero el capitán era una persona conocida, no para mí, sino para los salesianos locales. Cuando saludé al capitán en el avión, me contó que había estudiado formación profesional en nuestra escuela, aquí en Goma. Me dijo que habían sido años que habían cambiado su vida, pero añadió algo más, diciéndome y diciéndonos: y aquí está el que ha sido un “papá” para nosotros.
En la cultura africana, cuando se dice que alguien es un papá, se está diciendo algo extremo. Y no pocas veces el papá no es la persona que engendró a ese hijo o hija, sino la que realmente le cuidó, apoyó y acompañó.
¿A quién se refería el comandante, un hombre de unos 45 años, con su ahora joven hijo piloto acompañándole en el vuelo? Se refería a nuestro hermano salesiano coadjutor (es decir, no un sacerdote, sino un laico consagrado, obra maestra del carisma salesiano).
Este salesiano, el hermano Onorato, misionero español, es misionero en la región de Goma desde hace más de 40 años. Ha hecho todo lo posible para que esta escuela profesional y muchas otras cosas fueran posibles, ciertamente junto con otros salesianos. Conoció al comandante y a algunos de sus amigos cuando no eran más que muchachos perdidos en el barrio (es decir, entre cientos y cientos de muchachos). De hecho, el comandante me contó que cuatro de sus compañeros, que en aquellos años estaban prácticamente en la calle, consiguieron estudiar mecánica en la casa de Don Bosco y ahora son ingenieros y se encargan del mantenimiento mecánico y técnico de las avionetas de su compañía.

El “sacramento” salesiano
Pues bien, cuando escuché al comandante, antiguo alumno salesiano, decir que Onorato había sido su padre, el padre de todos ellos, me emocioné profundamente e inmediatamente pensé en Don Bosco, a quien sus muchachos sentían y consideraban como su padre.
En las cartas de Don Rua y de Monseñor Cagliero, Don Bosco es llamado siempre «papá». La noche del 7 de diciembre de 1887, cuando la salud de Don Bosco se deterioró, Don Rua se limitó a telegrafiar a Monseñor Cagliero: “Papá se encuentra en un estado alarmante”. Una vieja canción terminaba: “¡Viva Don Bosco, nuestro papá!”.
Y pensé cuán cierto es que la educación es un asunto del corazón. Y confirmé entre mis convicciones que estar presentes entre los niños, niñas y jóvenes es para nosotros casi un “sacramento” a través del cual también llegamos a Dios. Por eso a lo largo de los años he hablado con tanta pasión y convicción a mis hermanos y hermanas salesianos y a la familia salesiana sobre el «sacramento» salesiano de la presencia.
Y sé que, en el mundo salesiano, en nuestra familia en todo el mundo, entre nuestros hermanos y hermanas hay tantos “papás” y tantas “mamás” que, con su presencia y su afecto, con su saber educar, llegan al corazón de los jóvenes, hoy tan necesitados, yo diría cada vez más, de estas presencias que pueden cambiar una vida a mejor.

Saludos desde África y todas las bendiciones del Señor para los amigos del carisma salesiano.
Que Dios os bendiga a todos.




María Auxiliadora, de aquí al mundo

            Amigos, lectores del Boletín Salesiano, recibid mi afectuoso y cordial saludo en este tiempo de Pascua. En un mundo convulsionado, sacudido por guerras y no poca violencia, seguimos declarando, anunciando y proclamando que Jesús es el Señor, resucitado del Padre y que VIVE. Y necesitamos urgentemente su Presencia en corazones dispuestos a acogerle.
            Al mismo tiempo, pude ver el contenido del Boletín de este mes, siempre rico y lleno de vida salesiana, por lo que estoy agradecido a quienes lo elaboran. Y mientras leía las páginas, antes de escribir mi saludo, me encontré con la presentación de tantos lugares salesianos del mundo a los que María Auxiliadora ha acudido.
Debo confesar que cuando me encontré en Valdocco, dentro de la magnífica Basílica de María Auxiliadora, en este lugar santo donde todo habla de la presencia de Dios, de la protección maternal de la Madre y de Don Bosco, no podía imaginar cómo se había hecho realidad el anuncio de María Auxiliadora a Don Bosco, diciendo que, desde aquí, desde este templo mariano, su gloria se extendería por todo el mundo. Y así fue.
            En el servicio de estos diez años como Rector Mayor he conocido cientos de presencias salesianas en el mundo donde la Madre está presente. Y una vez más me gustaría contaros mi última experiencia. Fue durante mi última visita a las presencias salesianas entre el pueblo Xavante cuando pude “tocar con mis propias manos” la Providencia de Dios y el bien que se sigue haciendo y que seguimos haciendo entre todos.
Pude visitar varias aldeas y pueblos del Estado de Mato Grosso. He estado en San Marcos, en la aldea de Fátima, en Sangradouro, y alrededor de estos tres grandes centros hemos visitado otros, entre ellos el lugar donde tuvo lugar el primer asentamiento con el pueblo Xavante, un pueblo que estaba herido por la enfermedad y en peligro de extinción, y que, gracias a la ayuda de aquellos misioneros, a sus medicinas y a decenas de años de presencia amorosa entre ellos, ha sido posible llegar a la realidad de hoy con más de 23.000 miembros del pueblo Xavante. Esta es la Providencia, el anuncio del Evangelio y al mismo tiempo un viaje con un pueblo y su cultura, preservados hoy como nunca antes.
            Tuve la oportunidad de hablar con varias autoridades civiles. Me sentí agradecido por todo lo que podemos hacer juntos por el bien de este pueblo y de los demás. Y al mismo tiempo me tomé la libertad de recordarles, con sencillez, pero con honestidad y legítimo orgullo, que quienes han acompañado a este pueblo durante 130 años, como ha hecho en este caso la Iglesia a través de los hijos e hijas de Don Bosco, son dignos de una mirada respetuosa, y de escuchar su palabra.
Hemos hecho todo lo posible para unirnos a las voces que reclaman tierras para estos colonos. La defensa de su tierra y de la fe vivida con estos pueblos (en este caso con los Boi-Bororo) fue la causa del martirio del salesiano Rodolfo Lunkenbein y del indio Simao en Meruri.
            Conduciendo por cientos de kilómetros de carretera, me alegró ver tantos carteles que anunciaban: “Territorio de Reserva Indígena”. Y pensé que ésta era la mejor garantía de paz y prosperidad para este pueblo.
¿Y qué tiene que ver lo que estoy describiendo con María Auxiliadora? Sencillamente todo, porque es difícil imaginar un siglo de presencia salesiana (sdb y fma) entre los indígenas Xavantes y no haberles transmitido el amor a la madre de nuestro Señor, y madre nuestra.

La ayuda de los cristianos en la selva
            En San Marcos, todos o la mayoría de los aldeanos, junto con nuestros invitados, terminaron el día de nuestra llegada con una procesión y el rezo del santo rosario. La imagen de la Virgen fue iluminada en plena noche en medio de la selva. Peregrinaban ancianos, adultos, jóvenes y muchas madres que llevaban a sus hijos dormidos en una cesta sobre los hombros. Hicimos varias paradas en distintos lugares de la aldea. Sin duda, la Madre en aquel momento, y sin duda en muchos otros, estaba pasando por la aldea de San Marcos y bendiciendo a sus hijos e hijas indígenas.
            No puedo saber si Don Bosco soñó esta escena de la Virgen en medio de la aldea de Xavante. Pero no hay duda de que en su corazón estaba ese deseo, con ese pueblo y con muchos otros, ya fuera en la Patagonia, ya fuera en el Amazonas, ya fuera en el río Paraguay…
Y ese deseo y ese sueño misionero se cumple en la Amazonia desde hace 130 años. Como escribí en el comentario al Aguinaldo, la dimensión femenina-maternal-mariana es quizás una de las dimensiones más desafiantes del sueño de Don Bosco. Es el propio Jesús quien le da una maestra, que es su Madre, y que “su nombre debe ser pedido a Ella”; Juan debe trabajar “con sus hijos”, y será “Ella” quien se encargará de la continuidad del sueño en la vida, quien le llevará de la mano hasta el final de sus días, hasta el momento en que realmente lo comprenda todo.
Hay una enorme intencionalidad en querer decir que, en el carisma salesiano a favor de los niños más pobres, desfavorecidos y necesitados, la dimensión del trato con la “dulzura”, con la mansedumbre y la caridad, así como la dimensión “mariana”, son elementos indispensables para quienes quieren vivir este carisma. Sin María de Nazaret estaríamos hablando de otro carisma, no del carisma salesiano, ni de los hijos e hijas de Don Bosco.
            En esta fiesta de María Auxiliadora, el 24 de mayo, en diferentes momentos, María Auxiliadora estará presente en los corazones de sus hijos e hijas de todo el mundo, ya sea en Taiwán y Timor Oriental, ya sea en la India, ya sea en Nairobi (Kenia), ya sea en Valdocco, ya sea en la Amazonia y en la pequeña aldea de San Marcos, que no es nada para el mundo, pero es todo un mundo para este pueblo que ha conocido a María Auxiliadora.
            Feliz mes de María. Feliz Fiesta de María Auxiliadora a todos, desde Valdocco al mundo entero.