El Jubileo del 2025 y las basílicas jubilares

El 24 de diciembre de 2024, en la Vigilia de Navidad, el Papa abrió la Puerta de Bronce en la Basílica de San Pedro, marcando así el inicio del Jubileo del 2025. Este gesto se repitió posteriormente en otras basílicas: el 27 de diciembre, con motivo de la fiesta de San Juan Apóstol y Evangelista, en la Basílica Lateranense (de la que es compatrono); el 1 de enero de 2025, solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en la Basílica de Santa María la Mayor; y finalmente el 5 de enero, Vigilia de la Epifanía, en la Basílica de San Pablo Extramuros. A continuación, explicamos brevemente qué es el Jubileo y cuáles son las basílicas jubilares donde es posible obtener la Indulgencia plenaria.

Origen
A veces se confunde el primer Jubileo con la primera Bula que estableció su periodicidad, pero el Jubileo tiene sus raíces en la legislación bíblica. Fue Dios mismo quien ordenó a Moisés celebrar un año «jubilar» cada cincuenta años (Levítico 25). A lo largo de los siglos, esta práctica pasó a la comunidad cristiana, adaptándose gradualmente a las necesidades y tradiciones de la Iglesia.

En el 1300, ante la gran afluencia de peregrinos a Roma, el papa Bonifacio VIII publicó la bula Antiquorum habet fida relatio, que no instituía el Jubileo ex novo, sino que reconocía la tradición secular ya existente. Realizó diversas indagaciones, interrogando incluso a personas muy ancianas, como un saboyano de 107 años que recordaba haber sido llevado a Roma por su padre cien años antes para ganar “grandes Indulgencias”. Esta extendida creencia llevó a Bonifacio VIII a establecer solemnemente lo que se transmitía oralmente, es decir, la posibilidad de obtener la Indulgencia plenaria visitando la Basílica de San Pedro durante el año “secular”.

En origen, según la bula de Bonifacio VIII, el Jubileo debía celebrarse cada cien años. Sin embargo, los plazos cambiaron con el tiempo:
– El Papa Clemente VI lo redujo a cada cincuenta años (retomando así la periodicidad del Antiguo Testamento);
– El Papa Gregorio XI lo fijó cada treinta y tres años, en recuerdo de los años de vida de Jesús;
– El Papa Pablo II estableció finalmente la periodicidad de veinticinco años, para que más fieles, incluidos los jóvenes, pudieran disfrutar de esta gracia al menos una vez en la vida (considerando la escasa esperanza de vida de aquellos tiempos).

Además de los Jubileos “ordinarios” (cada 25 años), a veces se convocan “extraordinarios” por circunstancias particulares o necesidades de la Iglesia. Los últimos tres Jubileos extraordinarios han sido:
– 1933-1934: Jubileo extraordinario de la Redención (1900º aniversario de la Redención de Cristo, tradicionalmente datado en el año 33 d.C.);
– 1983-1984: Jubileo extraordinario de la Redención (1950º aniversario de la Redención de Cristo);
– 2015-2016: Jubileo extraordinario de la Misericordia (para poner en el centro el tema de la Misericordia). Dado que no todos podían viajar a Roma, los Pontífices concedieron la posibilidad de obtener la Indulgencia plenaria también a aquellos que, por motivos económicos o de otra índole, no podían emprender el viaje. En lugar del peregrinaje, se podían realizar otras obras de piedad, penitencia y caridad, como ocurre aún hoy.

Significado y espíritu del Jubileo
El Jubileo es un tiempo fuerte de penitencia y conversión, que busca la remisión de los pecados y el crecimiento en la gracia de Dios. En particular, la Iglesia nos invita a:

1. Renovar la memoria de nuestra Redención y suscitar una viva gratitud hacia el Divino Salvador.
2. Avivar en nosotros la fe, la esperanza y la caridad.
3. Prevenirnos, gracias a las luces particulares que el Señor otorga en este período de gracia, contra errores, impiedad, corrupción y escándalos que nos rodean.
4. Despertar y aumentar el espíritu de oración, arma fundamental del cristiano.
5. Cultivar la penitencia del corazón, corregir los comportamientos y reparar con obras buenas los pecados que atraen la ira de Dios.
6. Obtener, mediante la conversión de los pecadores y el perfeccionamiento de los justos, que Dios anticipe en su misericordia el triunfo de la verdad enseñada por la Iglesia.

Uno de los momentos culminantes para el fiel durante el Jubileo es el paso a través de la Puerta Santa, gesto que debe ser precedido por un camino de preparación remota (oración, penitencia y caridad) y por una preparación próxima (el cumplimiento de las condiciones para recibir la Indulgencia plenaria). Es importante recordar que no se puede recibir la Indulgencia plenaria si se está en estado de pecado grave.

Las condiciones para recibir la Indulgencia plenaria son:
1. Confesión sacramental.
2. Comunión eucarística.
3. Oración según las intenciones del Santo Padre (un Padre Nuestro y un Ave María).
4. Disposición interior de total desapego del pecado, incluso venial (es decir, la firme voluntad de no querer ofender más a Dios).
Si falta la plena disposición o no se cumplen todas las condiciones, la indulgencia es solo parcial.

Información sobre el Jubileo de 2025
Como es habitual, también este Jubileo ha sido convocado por una Bula de Convocatoria, titulada Spes non confundit, consultable AQUÍ. También están disponibles las Normas sobre la Concesión de la Indulgencia durante el Jubileo Ordinario del 2025, legibles AQUÍ. El sitio web oficial del Jubileo del 2025, con información sobre organización, eventos, calendario y más, se encuentra AQUÍ.

En la tradición jubilar de la Iglesia Católica, los peregrinos, al llegar a Roma, realizan un “peregrinaje devoto” en las iglesias enriquecidas con indulgencia. Esta costumbre se remonta a la época de los primeros cristianos, que amaban orar sobre las tumbas de los apóstoles y mártires, seguros de recibir gracias particulares por intercesión de San Pedro, San Pablo y los muchos mártires que impregnaron la tierra de Roma con su sangre.

En el 2025, se han propuesto diferentes recorridos de peregrinación, y en cada una de las iglesias señaladas es posible obtener la Indulgencia plenaria. Todas las basílicas e iglesias mencionadas a continuación han sido enriquecidas con tal don jubilar.

1. Itinerario de las cuatro Basílicas Papales
Las cuatro Basílicas Papales de Roma son:
1.1 San Pedro en el Vaticano
1.2 San Juan de Letrán
1.3 Santa María la Mayor
1.4 San Pablo Extramuros

2. Peregrinación de las 7 iglesias
La peregrinación de las Siete Iglesias, iniciada por San Felipe Neri en el siglo XVI, es una de las tradiciones romanas más antiguas. El itinerario, de aproximadamente 25 km, se extiende por toda la ciudad, tocando también el campo romano y las catacumbas. Además de las cuatro Basílicas Papales, incluye:
2.5 Basílica de San Lorenzo Extramuros
2.6 Basílica de Santa Cruz en Jerusalén
2.7 Basílica de San Sebastián Extramuros

3. “Iter Europaeum”
El Iter Europaeum es un peregrinaje a través de 28 iglesias y basílicas de Roma, cada una asociada a uno de los Estados miembros de la Unión Europea por su valor artístico, cultural o por la tradición de acoger peregrinos provenientes de ese país específico.

4. Mujeres Patronas de Europa y Doctores de la Iglesia
Este recorrido ofrece la oportunidad de conocer más de cerca a las santas europeas, en particular aquellas reconocidas como Patrones de Europa o Doctores de la Iglesia. El itinerario lleva a los peregrinos por los callejones del Rione Monti, Piazza della Minerva y otros lugares icónicos de Roma, descubriendo figuras femeninas de gran relevancia en la historia del catolicismo.

5. Catacumbas cristianas
Lugares a la vez históricos y sagrados, donde se conservan los restos mortales de numerosos santos y mártires.

6. Otras Iglesias Jubilares
En estas iglesias se llevarán a cabo catequesis en diferentes idiomas para redescubrir el significado del Año Santo. También será posible acercarse al sacramento de la Reconciliación y enriquecer la propia experiencia de fe con la oración.

Basílicas o iglesias enriquecidas con Indulgencia plenaria
Para facilitar la visita y la devoción, presentamos aquí la lista de todas las basílicas e iglesias enriquecidas con Indulgencia plenaria para el Jubileo de 2025, acompañada de enlaces a los sitios del Jubileo, a Google Maps, a las páginas web oficiales de los distintos lugares de culto y a otra información útil. Tres de ellas se han repetido porque están incluidas en doble categoría (Basílica Santa María sobre Minerva, San Pablo a la Regola y Santa Brígida en Campo de Fiori).




Basílicas
Papales (4)

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1

Basílica
de San Pedro en el Vaticano

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2

Archibasílica
de San Juan de Letrán

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3

Basílica
de San Pablo Extramuros

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4

Basílica
de Santa María la Mayor

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La
Peregrinación de las siete Iglesias (4 papales+3)

5

Basílica
de San Lorenzo Extramuros

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6

Basílica
de la Santa Cruz en Jerusalén

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7

Basílica
de San Sebastián Extramuros

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Catacumbas
cristianas visitables (7)

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Catacumbas
de San Pancracio (Via Vitellia)

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9

Catacumbas
de Domitila (Via Ardeatina)

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Catacumbas
de San Calixto (Via Appia)

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11

Catacumbas
de San Sebastián (Via Appia)

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12

Catacumbas
de los santos Marcelino y Pedro (Via Labicana)

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Catacumbas
de Santa Inés (Via Nomentana)

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14

Catacumbas
de Priscila (Via Salaria nova)

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Iter
Europaeum (28)

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Basílica
de Santa María de Aracoeli

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16

Santísimo
Nombre de María en el Foro de Trajano

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17

San
Julián de los flamencos

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18

San
Pablo de la Regla

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19

Basílica
de Santa María in via Lata

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20

San
Jerónimo de los Croatas

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21

Santa
María en Transpontina

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22

Basílica
de Santa Sabina all’Aventino

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23

Basílica
de Santa María sobre Minerva

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24

San
Luis de los Franceses

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25

Santa
María dell’Anima (Pontificio Istituto Teutonico)

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26

San
Teodoro en el Palatino

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27

San
Isidro en Capo le Case

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28

Basílica
Santa María de los Ángeles y los mártires

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29

Basílica
de los Cuatro Santos Coronados

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30

Santo
Nombre de Jesús (Iglesia de Jesús)

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31

Basílica
Sacro Cuore di Gesù al Castro Pretorio

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San
Paolo alle Tre Fontane

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33

Santos
Miguel y Magno (San Michele in Sassia)

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34

San
Estanislao de los Polacos

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Sant’Antonio
dei Portoghesi (Sant’Antonio en Campo Marzio)

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Basílica
de San Clemente de Letrán

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37

San
Salvatore alle Coppelle

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Basílica
de Santa Práxedes

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39

Basílica
de Santa María la Mayor

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40

San
Pedro en el monte de oro

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41

Santa
Brígida en Campo de Fiori

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Basílica
de Santo Stefano Rotondo del Monte Celio

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Mujeres
Patronas de Europa y Doctoras de la Iglesia (7)

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Basílica
de Santa María sobre Minerva (Santa Catalina de Siena)

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44

Santa
Brígida en Campo de Fiori (Santa Brígida de Suecia)

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Santa
María de la Victoria (Santa Teresa de Jesús, Ávila)

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Trinità
dei Monti (Santa Teresa del Niño Jesús)

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Basílica
de Santa Cecilia en Trastevere (Santa Hildegarda de Bingen)

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Basílica
de San Agustín en Campo Marzio

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Sant’Ivo
alla Sapienza (Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein)

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Iglesias
JubilareS
(12)

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San
Paolo de la Regla

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51

San
Salvatore in Lauro

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Santa
María in Vallicella

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Santa
Catalina de Siena

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Espíritu
Santo de los Napolitanos

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Santa
María del Sufragio

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Basílica
de San Juan de los Florentinos

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Basílica
Santa María de Montserrat de los Españoles

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Basílica
de los Santos Silvestre y Martín ai Monti

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Santa
Prisca

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Basílica
de Sant’Andrea delle Fratte

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Santuario
de Nuestra Señora del Divino Amor

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Otras
iglesias indulgenciadas (1)

62

Santo
Spirito in Sassia

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Perfiles de familias heridas en la historia de la santidad salesiana

1. Historias de familias heridas
            Estamos acostumbrados a imaginar la familia como una realidad armoniosa, caracterizada por la coexistencia de varias generaciones y por el papel guía de los padres que establecen la norma y de los hijos que, al aprenderla, son guiados por ellos en la experiencia de la realidad. Sin embargo, a menudo las familias se ven atravesadas por dramas e incomprensiones, o marcadas por heridas que agreden su configuración óptima y devuelven una imagen distorsionada, falsificada y engañosa.
            También la historia de la santidad salesiana está atravesada por historias de familias heridas: familias donde falta al menos una de las figuras parentales, o donde la presencia de mamá y papá se convierte, por diversas razones (físicas, psíquicas, morales y espirituales), en un obstáculo para sus hijos, hoy en camino hacia los honores de los altares. El mismo Don Bosco, que había experimentado la muerte prematura de su padre y el alejamiento de la familia por la prudente voluntad de Mamá Margarita, quiere – no es casualidad – que la obra salesiana esté particularmente dedicada a la «juventud pobre y abandonada» y no duda en alcanzar a los jóvenes que se han formado en su oratorio con una intensa pastoral vocacional (demostrando que ninguna herida del pasado es un obstáculo para una vida humana y cristiana plena). Por lo tanto, es natural que la misma santidad salesiana, que se nutre de las existencias de muchos jóvenes de Don Bosco que luego fueron consagrados a través de él a la causa del Evangelio, lleve en sí – como lógica consecuencia – la huella de familias heridas.
            De estos chicos y chicas que crecieron en contacto con las obras salesianas se quieren presentar tres, cuyas historias se “inserten” en el surco biográfico de Don Bosco. Los protagonistas son:
            – la beata Laura Vicuña, nacida en Chile en 1891, huérfana de padre y cuya madre inicia en Argentina una convivencia con el rico propietario Manuel Mora; Laura, por lo tanto, herida por la situación de irregularidad moral de su madre, está dispuesta a ofrecer su vida por ella;
            – el siervo de Dios Carlo Braga, valtellinense de 1889, abandonado de pequeño por su padre y cuya madre es alejada porque se la considera, por una mezcla de ignorancia y maledicencia, psíquicamente inestable; Carlo, por lo tanto, que enfrenta grandes humillaciones y verá su vocación salesiana puesta en dificultades en varias ocasiones por aquellos que temen en él un comprometedor resurgimiento del malestar psíquico falsamente atribuido a su madre;
            – finalmente, la sierva de Dios Anna María Lozano, que nace en 1883 en Colombia, sigue con su familia a su padre en el lazareto, donde se ve obligado a trasladarse tras la aparición de la terrible lepra, será obstaculizada en su vocación religiosa, pero podrá finalmente realizarla gracias al encuentro providencial con el salesiano Luigi Variara, beato.

2. Don Bosco y la búsqueda del padre
            Como Laura, Carlo y Anna María – marcados por la ausencia o las “heridas” de una o más figuras parentales – antes que ellos, y en cierto sentido “por ellos”, también Don Bosco experimenta la falta de un núcleo familiar fuerte.
            Las Memorias del Oratorio deben pronto detenerse en la precoz pérdida del padre: Francisco muere a los 34 años y Don Bosco – no sin recurrir a una expresión en ciertos aspectos desconcertante – reconoce que «Dios misericordioso los golpeó a todos con una grave desgracia». Así, entre los primeros recuerdos del futuro santo de los jóvenes se abre paso una experiencia desgarradora: la del cadáver del padre, de quien la madre intenta alejarlo, encontrando sin embargo su resistencia: «Yo quería absolutamente quedarme», explica Don Bosco, quien entonces añadió: «Si papá no viene, no quiero ir [me]». Margarita le responde entonces: «Pobre hijo, ven conmigo, ya no tienes padre». Ella llora y Juancito, que carece de una comprensión racional de la situación, pero intuye todo el drama con una intuición afectiva e identificativa, hace suya la tristeza de la madre: «Yo lloraba porque ella lloraba, ya que a esa edad no podía comprender cuánto gran infortunio era la pérdida del padre».
            Frente al papá muerto, Juancito demuestra considerarlo aún el centro de su vida. De hecho, dice: «no quiero ir [contigo, mamá]» y no, como esperaríamos: «no quiero venir». Su punto de referencia es el padre – punto de partida y deseable punto de retorno –, respecto al cual cada alejamiento parece desestabilizador. En el dramatismo de esos momentos, además, Juancito aún no ha comprendido qué significa la muerte del progenitor. De hecho, espera («si papá no viene…») que el padre aún pueda estar cerca de él: y sin embargo ya intuye su inmovilidad, su mutismo, su incapacidad de protegerlo y defenderlo, la imposibilidad de ser tomado de la mano por él para convertirse a su vez en un hombre. Las vicisitudes inmediatamente posteriores, además, confirman a Giovanni en la certeza de que el padre lo protege amorosamente, lo orienta y lo guía y que, cuando le falta, incluso la mejor de las madres, como lo es Margarita, puede proveer solo en parte. En su camino de chico exuberante, el futuro Don Bosco encuentra sin embargo a otros “padres”: los casi coetáneos Luis Comollo, que despierta en él la emulación de las virtudes, y san José Cafasso, que lo llama «mi querido amigo», le hace «un gesto amable para que se acerque» y, al hacerlo, lo confirma en la persuasión de que la paternidad es cercanía, confianza e interés concreto. Pero hay sobre todo don Calosso, el sacerdote que “intercepta” al rizado Juancito en ocasión de una “misión popular” y se convierte en determinante para su crecimiento humano y espiritual. Los gestos de don Calosso operan en el preadolescente Juancito una verdadera revolución. Don Calosso, ante todo, le habla. Luego le da voz. Después lo anima. Además: se interesa por la historia de la familia Bosco, demostrando saber contextualizar el “ahora” de ese chico en el “todo” de su historia. Además, le revela el mundo, de hecho, de alguna manera lo reintegra al mundo, haciéndole conocer cosas nuevas, regalándole nuevas palabras y demostrándole que tiene las capacidades para hacer mucho y bien. Finalmente, lo cuida con el gesto y con la mirada, y provee a sus necesidades más urgentes y reales: «Mientras yo hablaba, nunca me quitó la mirada de encima.
“Anímate amigo, yo pensaré en ti y en tus estudios”».
            En don Calosso, Juan Bosco hace, por lo tanto, la experiencia de que la verdadera paternidad merece una entrega total y totalizadora; conduce a la conciencia de sí mismo; abre un “mundo ordenado” donde la regla da seguridad y educa a la libertad:

«Yo me puse pronto en manos de don Calosso. Entonces conocí lo que significa tener una guía estable […], un amigo fiel del alma… Él me animó; todo el tiempo que podía lo pasaba cerca de él…. Desde esa época comencé a saborear lo que es la vida espiritual, ya que antes actuaba más bien materialmente y como una máquina que hace una cosa, sin saber la razón».
            El padre terrenal, sin embargo, también es aquel que siempre quisiera estar cerca del hijo, pero en un cierto momento ya no puede hacerlo. También don Calosso muere; incluso el mejor padre en un momento se hace a un lado, para otorgar al hijo la fuerza del desapego y de la autonomía propias de la edad adulta.
            ¿Cuál es entonces, para Don Bosco, la diferencia entre familias exitosas o fracasadas? Se podría estar tentado a decir que está toda aquí: “exitosa” es la familia caracterizada por padres que educan a los hijos a la libertad y, si los dejan, es solo por una imposibilidad sobrevenida o por su bien. “Herida” en cambio es la familia donde el progenitor ya no genera vida, sino que lleva en sí problemas de diversa índole que obstaculizan el crecimiento del hijo: un progenitor que se desinteresa por él y, ante las dificultades, incluso lo abandona, con una actitud tan diferente a la del Buen Pastor.
            Las vicisitudes biográficas de Laura, Carlo y Anna María lo confirman.

3. Laura: una hija que “genera” a su propia madre
            Nacida en Santiago de Chile el 5 de abril de 1891, y bautizada el 24 de mayo siguiente, Laura es la hija mayor de José D. Vicuña, un noble venido a menos que se había casado con Mercedes Pino, hija de modestos agricultores. Tres años después llega una hermanita, Julia Amanda, pero pronto el papá muere, tras haber sufrido una derrota política que ha minado su salud y comprometido, con el sustento económico de la familia, también el honor. Privada de cualquier «protección y perspectiva de futuro», la madre llega a Argentina, donde recurre a la tutela del terrateniente Manuel Mora: un hombre «de carácter soberbio y altivo», que «no disimula odio y desprecio por quienquiera que se oponga a sus planes». Un hombre que solo en apariencia garantiza protección, pero que en realidad está acostumbrado a tomar, si es necesario con la fuerza, lo que quiere, instrumentalizando a las personas. Mientras tanto, paga los estudios de Laura y su hermana en el colegio de las Hijas de María Auxiliadora y su madre – que sufre la influencia psicológica de Mora – convive con él sin encontrar la fuerza para romper el vínculo. Sin embargo, cuando Mora comienza a mostrar signos de deshonesto interés hacia la misma Laura, y sobre todo cuando esta última emprende el camino de preparación para la Primera Comunión, ella de repente comprende toda la gravedad de la situación. A diferencia de la madre – que justifica un mal (la convivencia) en vista de un bien (la educación de las hijas en el colegio) – Laura entiende que se trata de una argumentación moralmente ilegítima, que pone en grave peligro el alma de la madre. En este período, además, Laura quisiera convertirse ella misma en hermana de María Auxiliadora: pero su solicitud es rechazada, porque es hija de una «concubina pública». Y es en este punto que precisamente en Laura – acogida en el colegio cuando en ella dominaban aún «impulsividad, facilidad de resentimiento, irritabilidad, impaciencia y propensión a aparecer» – se manifiesta un cambio que solo la Gracia, unida al compromiso de la persona, puede operar: pide a Dios la conversión de la madre, ofreciéndose a sí misma por ella. En ese momento, Laura no puede moverse ni “hacia adelante” (ingresando entre las Hijas de María Auxiliadora) ni “hacia atrás” (regresando con la madre y Mora). Con un gesto entonces cargado de la creatividad típica de los santos, Laura emprende el único camino que aún le es accesible: el de la altura y la profundidad. En los propósitos de la Primera Comunión había anotado:
            Propongo hacer cuanto sé y puedo para […] reparar las ofensas que ustedes, Señor, reciben cada día de los hombres, especialmente de las personas de mi familia; Dios mío, dame una vida de amor, de mortificación y de sacrificio.

            Ahora finaliza el propósito en “Acto de ofrecimiento”, que incluye el sacrificio de la vida misma. El confesor, reconociendo que la inspiración es de Dios, pero ignorando las consecuencias, consiente, y confirma que Laura es «consciente de la oferta que acaba de realizar». Ella vive los últimos dos años con silencio, alegría y sonrisa y una índole rica de calor humano. Y, sin embargo, la mirada que posa sobre el mundo – como confirma un retrato fotográfico, muy diferente de la estilización hagiográfica conocida – también dice toda la sufrida conciencia y el dolor que la habitan. En una situación donde le falta tanto la “libertad de” (condicionamientos, obstáculos, fatigas), como la “libertad para” hacer tantas cosas, esta preadolescente testifica la “libertad para”: la del don total de sí misma.
            Laura no desprecia, sino que ama la vida: la suya y la de su madre. Por eso se ofrece. El 13 de abril de 1902, Domingo del Buen Pastor, se pregunta: «Si Él da la vida… ¿qué me impide a mí por la mamá?». Moribunda, añade: «¡Mamá, yo muero, yo misma se lo he pedido a Jesús… hace casi dos años que le ofrecí la vida por ti…, para obtener la gracia de tu regreso!».

            Estas son palabras libres de arrepentimiento y reproche, pero cargadas de una gran fuerza, una gran esperanza y una gran fe. Laura ha aprendido a aceptar a su madre por lo que es. De hecho, se ofrece a sí misma para darle lo que ella sola no puede conseguir. Cuando Laura muere, la madre se convierte. Laurita de los Andes, la hija, ha contribuido así a generar a la madre en la vida de fe y gracia.

4. Carlo Braga y la sombra de la madre
            También Carlo Braga, que nace dos años antes que Laura, en 1889, está marcado por la fragilidad de su madre: cuando su marido la abandona a ella y a los hijos, Matilde «casi no comía y se deterioraba a vista de ojo». Llevada entonces a Como, muere allí cuatro años más tarde de tuberculosis, aunque todos están convencidos de que la depresión se había transformado en una verdadera locura. Carlo comienza a ser «compadecido como el hijo de un inconsciente [el padre] y de una madre infeliz». Sin embargo, tres acontecimientos providenciales lo socorren.
            Del primero, ocurrido cuando era muy pequeño, redescubre más tarde el sentido: había caído en el hogar y su madre Matilde, al rescatarlo, lo había consagrado en ese instante a la Virgen. Así, el pensamiento de la madre ausente se convierte para Carlo niño en «un recuerdo doloroso y consolador a la vez»: dolor por su ausencia; pero también la certeza de que ella lo había confiado a la Madre de todas las madres, María Santísima. Escribe don Braga, años después, a un hermano salesiano conmovido por la pérdida de su propia madre:
            Ahora la madre te pertenece mucho más que cuando estaba viva. Déjame que te hable de mi experiencia personal. Mi madre me dejó cuando tenía seis años […]. Pero debo confesarte que ella me siguió paso a paso y, cuando lloraba desolado al murmullo del río Adda, mientras, pastorcillo, me sentía llamado a una vocación más alta, me parecía que la Mamá me sonreía y me secaba las lágrimas.

            Carlo luego conoce a sor Giuditta Torelli, una Hija de María Auxiliadora que «salvó al pequeño Carlo de la desintegración de su personalidad cuando a los nueve años se dio cuenta de que era tolerado y oyó a veces a la gente decir sobre él: “Pobre niño, ¿por qué está en el mundo?”». De hecho, había quienes sostenían que su padre merecía ser fusilado por la traición del abandono y, en cuanto a la madre, muchos compañeros de escuela le replican: «Tú cállate, total tu madre era una loca». Pero sor Giuditta lo ama o lo ayuda de manera especial; posa sobre él una mirada “nueva”; además, cree en su vocación y la alienta.
            Entrado entonces en el colegio salesiano de Sondrio, Carlo vive la tercera y decisiva experiencia: conoce a don Rua, de quien tiene el honor de ser el pequeño secretario por un día. Don Rua sonríe a Carlo y, repitiendo el gesto que Don Bosco había realizado en su momento con él («Miguelito, tú y yo siempre haremos todo a medias»), «mete su mano dentro de la suya y le dice: “siempre seremos amigos”»: si sor Giuditta había creído en la vocación de Carlo, don Rua ahora le permite realizarla, «haciéndolo pasar por encima de todos los obstáculos». Ciertamente, a Carlo Braga no le faltarán dificultades en cada etapa de su vida – de novicio, clérigo, incluso inspector –, concretándose en aplazamientos prudenciales y asumiendo a veces la forma de maledicencia: pero él ya habrá aprendido a enfrentarlas. Mientras tanto, se convierte en un hombre capaz de irradiar una extraordinaria alegría, humilde, activo y de delicada ironía: todas características que dicen del equilibrio de la persona y su sentido de la realidad. Bajo la acción del Espíritu Santo, don Braga desarrolla él mismo una radiante paternidad, a la que se une una gran ternura por los jóvenes a su cargo. Don Braga redescubre el amor por su propio papá, lo perdona y emprende un viaje para reconciliarse con él. Se somete a fatigas sin número para estar siempre entre sus Salesianos y chicos. Se define como aquel que ha sido «puesto en la viña para hacer de palo», es decir, en la sombra, pero para el bien de los demás. Un padre, al confiarle su hijo como aspirante salesiano, dice: «¡Con un hombre así te dejo ir incluso al Polo Norte!». Don Carlo no se escandaliza de las necesidades de los hijos, sino que los educa a manifestarlas, a aumentar el deseo: «¿Necesitas algún libro? No tengas miedo, escribe una lista más larga». Sobre todo, don Carlo ha aprendido a posarse sobre los demás con esa mirada de amor de la que él mismo se sintió alcanzado en su momento gracias a sor Giuditta y don Rua. Testifica don Giuseppe Zen, hoy cardenal, en un largo pasaje que merece ser leído en su totalidad y que comienza con las palabras de su propia madre a don Braga:
            «Mire, Padre, este chico ya no es tan bueno. Quizás no sea adecuado para ser aceptado en este instituto. No quisiera que usted fuera engañado. ¡Ah, si supiera cómo me ha hecho desesperar en este último año! No sabía realmente qué hacer. Y si también aquí me hará desesperar, dígamelo, que iré a recogerlo de inmediato». Don Braga, en lugar de responder, me miraba a los ojos; yo también lo miraba, pero con la cabeza baja. Me sentía como un imputado acusado por el Fiscal, en lugar de defendido por su abogado. Pero el juez estaba de mi lado. Con la mirada me entendió profundamente, de inmediato y mejor que todas las explicaciones de mi madre. Él mismo, escribiéndome muchos años más tarde, se aplicaba las palabras del Evangelio: «Intuitus dilexit eum (“mirándolo lo amó”)». Y desde ese día no tuve más dudas sobre mi vocación.

5. Anna María Lozano Díaz y la fecunda enfermedad del padre
            Los padres de Laura y de Carlo se habían – a diversos títulos – revelado como “lejanos” y “ausentes”. Una última figura, la de Anna María, atestigua en cambio el dinamismo opuesto: el de un padre demasiado presente, que con su presencia abre a la hija un nuevo camino de santificación. Anna nace el 24 de septiembre de 1883 en Oicatà, Colombia, en una familia numerosa, caracterizada por la ejemplar vida cristiana de los padres. Cuando Anna es muy joven, el papá – un día, al lavarse – descubre una mancha sospechosa en la pierna. Es la terrible lepra, que logra ocultar durante algún tiempo, pero finalmente se ve obligado a reconocer, aceptando primero separarse de la familia, y luego reunirse con ella en el lazareto de Agua de Dios. La esposa le había dicho heroicamente: «Tu suerte es la nuestra». Así, los sanos aceptan las condicionantes que les vienen al asumir el ritmo de los enfermos. En este momento, la enfermedad del padre condiciona la libertad de elección de Anna María, obligada a proyectar su vida en el lazareto. Ella, además – como ya había sucedido con Laura – se encuentra imposibilitada para realizar su vocación religiosa a causa de la enfermedad paterna: experimenta entonces, interiormente, esa laceración que la lepra opera en los enfermos. Sin embargo, Anna María no está sola. Como Don Bosco gracias al Calosso, Laura en el confesor y Carlo en don Rua, encuentra un amigo del alma. Es el beato don Luigi Variara, salesiano, que le asegura: «Si tienes vocación religiosa, se realizará», y la involucra en la fundación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, en 1905. Es el primer Instituto en acoger en su interior a leprosos o hijos de leprosos. Cuando la Lozano muere, el 5 de marzo de 1982 a casi 99 años, Madre general durante más de medio siglo, la intuición del salesiano don Variara se ha concretado ya en una experiencia que ha confirmado y reforzado la dimensión victimaria-reparadora del carisma salesiano.

6. Los santos enseñan
            En su ineludible diferencia, las vicisitudes de Laura Vicuña (beata), Carlo Braga y Anna María Lozano (siervos de Dios) están unidas por algunos aspectos dignos de nota:
            a) Laura, Anna y Carlo, como ya Don Bosco, sufren situaciones de desasosiego y dificultad, a diversos títulos relacionadas con sus padres. No se puede olvidar a Mamá Margarita, que se ve obligada a alejar a Juancito de casa cuando la ausencia de la autoridad paterna facilita la confrontación con el hermano Antonio; ni olvidar que Laura fue acosada por el Mora y rechazada por las Hijas de María Auxiliadora como su aspirante; que Carlo Braga sufrió incomprensiones y calumnias; o que la lepra del padre parece en un momento dado arrebatar a Anna María toda esperanza de futuro.
            Una familia a diversos títulos herida causa por lo tanto un daño objetivo a quienes forman parte de ella: desconocer o intentar reducir la magnitud de este daño sería una empresa tan ilusoria como injusta. A cada sufrimiento se asocia de hecho un elemento de pérdida que los “santos”, con su realismo, interceptan y aprenden a nombrar.

            b) Juancito, Laura, Anna María y Carlo realizan en este punto un segundo paso, más arduo que el primero: en lugar de sufrir pasivamente la situación, o de gemir sobre ella, se acercan con una mayor conciencia al problema. Además de un vivo realismo, atestiguan la capacidad, típica de los santos, de reaccionar con prontitud, evitando el repliegue autorreferencial. Se dilatan en el don, e insertan este don en las condiciones concretas de vida. Al hacerlo, unen el «da mihi animas» al «caetera tolle».

            c) Los límites y las heridas, así, nunca son removidos: pero siempre reconocidos y nombrados; incluso, son “habitadas”. También la beata Alexandrina María da Costa y el siervo de Dios Nino Baglieri, el venerable Andrea Beltrami y el beato Augusto Czartoryski, “alcanzados” por el Señor en las condiciones invalidantes de su enfermedad, el beato Tito Zeman, el venerable José Vandor y el siervo de Dios Ignacio Stuchlý – parte de vicisitudes históricas más grandes que ellos y que parecen sobrepasarlos – enseñan el difícil arte de permanecer en las dificultades y permitir al Señor hacer florecer a la persona en ellas. ¡La libertad de elección asume aquí la forma altísima de una libertad de adhesión, en el «fiat!».

Nota Bibliográfica:
            Para preservar el carácter de “testimonio” y no de “relación” de este escrito, se ha evitado un aparato crítico de notas. Se señala sin embargo que las citas presentes en el texto son extraídas de las Memorias del Oratorio del Sac. Juan Bosco; de María Dosio, Laura Vicuña. Un camino de santidad juvenil salesiana, LAS, Roma 2004; de Don Carlo Braga cuenta su experiencia misionera y pedagógica (testimonio autobiográfico del siervo de Dios) y de la Vida de Don Carlo Braga, “El Don Bosco de China”, escrita por el salesiano don Mario Rassiga y hoy disponible en copiados. A estas fuentes se añaden luego los materiales de los Procesos de beatificación y canonización, accesibles para Don Bosco y Laura, aún reservados para los siervos de Dios.




Navidad 2024

Deseamos a todos nuestros lectores una Santa Navidad, enriquecida con las bendiciones del Señor, y un feliz Año Nuevo con paz y serenidad.




Los Cardenales Protectores de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco

Desde el principio, la Sociedad Salesiana ha tenido, como muchas otras órdenes religiosas, un cardenal protector. A lo largo del tiempo, hasta el Concilio Vaticano II, hubo nueve cardenales protectores, un papel de gran importancia para el crecimiento de la Sociedad Salesiana.

La institución de cardenales protectores para las congregaciones religiosas es una antigua tradición que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, cuando el Papa nombraba defensores y representantes de la fe. Con el paso del tiempo, esta práctica se extendió a las órdenes religiosas, a las que se asignó un cardenal con la tarea de proteger sus derechos y prerrogativas ante la Santa Sede. La Sociedad Salesiana de San Juan Bosco también gozó de tal favor, contando con varios cardenales para representarla y protegerla en los cargos eclesiásticos.

Origen de la figura del Cardenal Protector
La costumbre de tener un protector se remonta a los primeros siglos del Imperio Romano, cuando Rómulo, el fundador de Roma, creó dos órdenes sociales: patricios y plebeyos. Cada plebeyo podía elegir a un patricio como protector, estableciendo un sistema de beneficio mutuo entre las dos clases sociales. Esta práctica fue adoptada posteriormente también por la Iglesia. Uno de los primeros ejemplos de protector eclesiástico es San Sebastián, nombrado por el Papa Cayo en el año 283 d.C. defensor de la Iglesia de Roma.

En el siglo XIII, la asignación de cardenales protectores a las órdenes religiosas se convirtió en una práctica establecida. San Francisco de Asís fue uno de los primeros en solicitar un cardenal protector para su orden. Tras una visión en la que sus frailes eran atacados por aves rapaces, Francisco pidió al Papa que les asignara un cardenal como defensor. Inocencio III accedió y nombró al cardenal Ugolino Conti, sobrino del Papa. A partir de entonces, las órdenes religiosas siguieron esta tradición para obtener protección y apoyo en sus relaciones con la Iglesia.

Esta práctica se extendió casi como una necesidad, ya que las nuevas órdenes mendicantes e itinerantes tenían un estilo de vida diferente al de los monjes con domicilio fijo, bien conocidos por los obispos locales. Las distancias geográficas, los diferentes sistemas políticos de los lugares donde operaban las nuevas órdenes religiosas y las dificultades de comunicación de la época exigían una figura de autoridad que conociera a fondo sus problemas y necesidades. Esta figura podía representarlos ante la Curia romana, defender sus derechos e intereses e interceder ante la Santa Sede en caso de necesidad. El cardenal protector no tenía jurisdicción ordinaria sobre las órdenes religiosas; su papel era el de un protector benévolo, aunque en circunstancias particulares podía recibir poderes delegados.

Esta práctica se extendió también a otras órdenes religiosas y, en el caso de la Sociedad Salesiana, los cardenales protectores desempeñaron un papel crucial para garantizar el reconocimiento y la protección de la joven congregación, especialmente en sus primeros años, cuando intentaba consolidarse dentro de la estructura de la Iglesia Católica.

La elección del Cardenal Protector
La relación entre Don Bosco y la jerarquía eclesiástica fue compleja, especialmente en los primeros años de la fundación de la congregación. No todos los cardenales y obispos veían con buenos ojos el modelo educativo y pastoral propuesto por Don Bosco, en parte por su enfoque innovador y en parte por su insistencia en dirigirse a las clases más pobres y desfavorecidas.

La elección de un cardenal protector no era aleatoria, sino que se hacía con sumo cuidado. Normalmente, se buscaba un cardenal que conociera la orden o que hubiera mostrado interés por el tipo de trabajo realizado por la congregación. En el caso de los Salesianos, esto significaba buscar cardenales que tuvieran especial interés en la juventud, la educación o las misiones, ya que éstas eran las principales áreas de actividad de la Sociedad. Por supuesto, el nombramiento final dependía del Papa y de la Secretaría de Estado.

El papel del Cardenal Protector de los Salesianos
Para la Sociedad Salesiana, el Cardenal Protector era una figura clave en su interacción con la Santa Sede, ayudando a mediar en cualquier disputa, asegurando la correcta interpretación de las reglas canónicas y velando por que las necesidades de la orden fueran comprendidas y respetadas. A diferencia de algunas congregaciones más antiguas, que ya habían establecido una sólida relación con las autoridades eclesiásticas, los Salesianos, nacidos en una época de rápidos cambios sociales y religiosos, necesitaron un importante apoyo para afrontar los retos iniciales, tanto internos como externos.

Uno de los aspectos más importantes del papel del Cardenal Protector fue su capacidad para apoyar a los Salesianos en sus relaciones con el Papa y la Curia. Este papel de mediador y protector proporcionó a la congregación un canal directo con las altas esferas de la Iglesia, permitiéndoles expresar preocupaciones y peticiones que de otro modo podrían haber sido ignoradas o pospuestas. El cardenal protector era también responsable de asegurar que la Sociedad Salesiana cumpliera con las directrices del Papa y de la Iglesia, asegurando que su misión se mantuviera en línea con la enseñanza católica.

En una de sus visitas a Roma, en febrero de 1875, Don Bosco pidió al Santo Padre Pío IX la gracia de tener un cardenal protector:

En la misma audiencia preguntó al Papa si debía, como las demás Congregaciones religiosas, pedir un Cardenal Protector. El Papa le respondió textualmente: – Mientras yo viva seré siempre vuestro Protector, y de vuestra Congregación” (MB XI, 113).

Sin embargo, dándose cuenta de la necesidad de una persona de referencia que tuviera autoridad para llevar a cabo diversas tareas para la Sociedad Salesiana, en 1876 Don Bosco volvió a pedir al Papa un Cardenal Protector:

Habiendo pedido entonces que, para desenredar nuestros asuntos eclesiásticos en Roma, nos asignara un Cardenal Protector para defender nuestras causas ante la Santa Sede, como tienen todas las demás Órdenes y Congregaciones, me dijo sonriendo: – Pero, ¿cuántos protectores quieres? ¿No tienes suficiente con uno? – Haciéndome entender: quiero ser tu Cardenal Protector; ¿quieres aún más? Al oír palabras de tanta bondad, se lo agradecí de todo corazón y le dije: ‘Santo Padre, cuando dices esto, ya no busco ningún otro protector’. (MB XII, 221-222).

Después de esta satisfactoria respuesta, Don Bosco obtuvo todavía un Cardenal Protector en el mismo año de 1876:

3º Hice la petición de un Cardenal Protector a través del cual pudiera comunicarme con S.S. Al principio pareció que él mismo deseaba ser nuestro Protector, pero cuando le hice notar que el Cardenal Protector era en realidad un referendario de las cosas salesianas a S.S., que esas cosas no se podían tratar en las Sagradas Congregaciones porque estaban lejos, Su Santidad sería nuestro Protector de facto, el Cardenal trataría nuestras cosas en los distintos dicasterios y luego las remitiría a S.S.- En este sentido está bien, añadió, y yo lo comunicaré todo al Cong. de las VV. y RR.El Card. es el Em. Oreglia que será el protector de nuestras Misiones, de los Salesianos Cooperadores, de la Opera di Maria A.; de la Archicofradía de los devotos de M. A. y de toda la Congregación Salesiana para los asuntos que tendrán que tratarse en Roma ante la Santa Sede”. (MB XIII, 496-497)

Don Bosco menciona a este cardenal en su escrito «La flor más bella del colegio apostólico o más bien la elección de León XIII» (pp. 193-194):

XXVIII. Card. Luigi Oreglia
Luigi Oreglia dei Baroni di S. Stefano honra al Piamonte como cardenal Bilio, ya que nació en Benevagienna, en la diócesis de Mondovì, el 9 de julio de 1828. Hizo sus estudios teológicos en Turín bajo la enseñanza de nuestros valientes profesores, que admiraban su mente perspicaz y su infatigable amor por el trabajo. Pasó luego a Roma, a la Academia Eclesiástica, donde completó de manera encomiable su educación religiosa, y se dedicó al estudio de las lenguas, principalmente el alemán, en el que es muy bueno. Habiendo ingresado en la prelatura, fue nombrado el 15 de abril de 1858 referendario de la Signatura, luego enviado internuncio a La Haya en Holanda, de donde pasó a Portugal, después de haber sido preconizado arzobispo de Damiata, sucediendo en ese importante cargo diplomático al eminentísimo cardenal Perrieri. Encontró aún vivas en Portugal ciertas tradiciones de Pombal, que combatió con gran inteligencia y valor. Por lo cual no fue demasiado grato a los que entonces gobernaban. Y volvió a Roma y el Santo Padre, para demostrar que si dejó de representar a la Santa Sede en Portugal no fue por ningún demérito, lo creó y lo hizo Cardenal en el Consistorio del 22 de diciembre de 1873, dándole el título de Santa Anastasia y nombrándolo Prefecto de la Sagrada Congregación de Indulgencias y Sagradas Reliquias. El cardenal Oreglia añadió a los nobles modales del caballero las virtudes del sacerdote ejemplar. Pío Nono siempre le tuvo aprecio y amaba su conversación llena de reserva y gracia. Va despacio para ocuparse de algún negocio, pero cuando gasta una palabra, no le importan los trabajos y los sinsabores con tal de que tenga éxito. Es muy indulgente. El nuevo Pontífice le tiene en gran estima y le ha confirmado en el cargo de prefecto de la Sagrada Congregación de Indulgencias y Sagradas Reliquias.»

El cardenal Luigi Oreglia siguió siendo protector de los salesianos de 1876 a 1878, aunque ya había desempeñado esta tarea de manera informal antes de 1876.

Sin embargo, oficialmente, el primer Cardenal Protector de los Salesianos fue Lorenzo Nina, que desempeñó este cargo de 1879 a 1885. León XIII accedió a la petición de Don Bosco de tener un cardenal protector para la Sociedad, y la notificación oficial llegó tras una audiencia el 29 de marzo de 1879:

Seis días después de esta audiencia, con una nota de la Secretaría de Estado que llevaba la firma de Monseñor Serafino Cretoni, se notificó oficialmente a Don Bosco el nombramiento de Protector, en estos honrosos términos: “La Santidad de Nuestro Señor, deseando que la Congregación Salesiana, que cada día adquiere nuevos títulos a la benevolencia especial de la Santa Sede por sus obras de caridad y de beneficencia de la Iglesia, reciba el título de Protector. Sede para las obras de caridad y de fe implantadas en las diversas partes del mundo, se ha dignado graciosamente conferir este cargo al Sr. Cardenal Lorenzo Nina, Su Secretario de Estado”. En tiempos de Pío IX, el Cardenal Oreglia actuaba como Protector, pero sólo a título oficial, pues aquel Pontífice se había reservado la protección de la Sociedad, necesitada de especial y paternal asistencia en sus primeros tiempos; ahora, en cambio, estaba el Protector propiamente dicho, como otras Congregaciones religiosas. Tampoco podía recaer la elección en un Prelado más benévolo; quien, habiendo conocido a Don Bosco antes del cardenalato, le tenía en la más alta estima y le profesaba un sincero afecto. Requerido por Don Bosco para ser Protector de los Salesianos, se mostró muy dispuesto, diciéndole: – Yo no podría ofrecerme para esto al Santo Padre; pero si el Santo Padre me lo dice, acepto inmediatamente. – Dio una prueba elocuente de su buena voluntad cuando el Beato le propuso que, ya que Su Eminencia tenía tanto que hacer, le asignara una persona con quien tratar el asunto de las Misiones. El Cardenal respondió: – No, no; quiero que lo tratemos directamente; venga mañana a las cuatro y media, y hablaremos mejor. Es un milagro ver surgir en estos tiempos una Congregación sobre las ruinas de otras, donde se quisiera destruirlo todo. – El Beato experimentó a menudo cuán beneficiosa era para él tan afectuosa protección. A su regreso a Turín y habiendo informado al Capítulo Superior de la designación pontificia de Protector, envió al Cardenal, en nombre de toda la Congregación, una carta de agradecimiento por haberse dignado aceptar ese cargo, de cordialísimo homenaje y de oración por las Misiones y quizá también por los privilegios; así nos lo da a entender la siguiente respuesta de Su Eminencia». (MB XIV, 78-79)

A partir de ahora, la Congregación Salesiana tendrá siempre un cardenal protector con gran influencia en la Curia Romana.
Además de esta figura oficial, siempre hubo otros cardenales y altos prelados que, comprendiendo la importancia de la educación, apoyaron a los Salesianos. Entre ellos se encuentran los cardenales Alessandro Barnabò (1801-1874), Giuseppe Berardi (1810-1878), Gaetano Alimonda (1818-1891), Luigi Maria Bilio (1826-1884), Luigi Galimberti (1836-1896), Augusto Silj (1846-1926) y muchos otros.

Lista de los Protectores de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco:

  Cardinal Protector SDB Periodo Nombramiento
  Beato Papa Pio IX    
1 Luigi OREGLIA 1876-1878  
2 Lorenzo NINA 1879-1885 29.03.1879 (MB XIV,78-79)
3 Lucido Maria PAROCCHI 1886-1903 12.04.1886 (ASV, Segr. Stato, 1886, prot. 66457; ASC D544, Cardenales Protectores, Parocchi)
4 Mariano RAMPOLLA DEL TINDARO 1903-1913 31.03.1093 (carta del Cardenal Rampolla a Don Rua)
5 Pietro GASPARRI 1914-1934 09.10.1914 (AAS 1914-006, p. 22)
6 Eugenio PACELLI (Pio XII) 1935-1939 02.01.1935 (AAS 1935-027, p.116)
7 Vincenzo LA PUMA 1939-1943 24.05.1939 (AAS 1939-031, p. 281)
8 Carlo SALOTTI 1943-1947 29.12.1943 (AAS 1943-036, p. 61)
9 Benedetto Aloisi MASELLA 1948-1970 10.02.1948 (AAS 1948-040, p.165)

El último protector de los Salesianos fue el Cardenal Benedetto Aloisi Masella, ya que la función de los protectores fue anulada por la Secretaría de Estado en el momento del Concilio Vaticano II en 1964. Los protectores titulares permanecieron hasta su muerte, y con ellos murió también el oficio que recibieron.

Esto sucedió porque, en el contexto contemporáneo, la función del cardenal protector perdió parte de su relevancia formal. La Iglesia católica sufrió numerosas reformas durante el siglo XX, y muchas de las funciones que antes se delegaban en los cardenales protectores se incorporaron a las estructuras oficiales de la Curia Romana o quedaron obsoletas por los cambios en el gobierno eclesiástico. Sin embargo, aunque la figura del cardenal protector ya no exista con las mismas prerrogativas que en el pasado, el concepto de protección eclesiástica sigue siendo importante.

Hoy en día, los Salesianos, como muchas otras congregaciones, mantienen una estrecha relación con la Santa Sede a través de varios dicasterios y oficinas curiales, en particular el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Además, muchos cardenales siguen apoyando personalmente la misión de los Salesianos, incluso sin el título formal de protector. Esta cercanía y apoyo siguen siendo esenciales para asegurar que la misión salesiana continúe respondiendo a los desafíos del mundo contemporáneo, particularmente en la educación de los jóvenes y en las misiones.

La institución de los cardenales protectores de la Sociedad Salesiana fue un elemento crucial en su crecimiento y consolidación. Gracias a la protección ofrecida por estas eminentes figuras eclesiásticas, Don Bosco y sus sucesores pudieron llevar a cabo la misión salesiana con mayor serenidad y seguridad, sabiendo que podían contar con el apoyo de la Santa Sede. La labor de los cardenales protectores resultó esencial no sólo para defender los derechos de la congregación, sino también para favorecer su expansión por todo el mundo, ayudando a difundir el carisma de Don Bosco y su sistema educativo.




Cuál es la acción ordinaria del demonio y cómo contrarrestarla

La tentación del diablo no produce sus devastadoras consecuencias si nuestra voluntad humana, con la ayuda de Dios, se esfuerza por resistirla.En efecto, somos libres de aceptar o rechazar las sugerencias del diablo.Y Dios, por su parte, entre las diversas ayudas, nos da la posibilidad de saber distinguir entre lo que Él nos sugiere y lo que nos sugiere el demonio.

La catequesis del Papa Francisco nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la acción ordinaria del demonio. Corresponde a la tentación e implica a todos, sin excluir a nadie. La acción extraordinaria, como la vejación o la posesión, ciertamente impresiona con sus manifestaciones, pero es la ordinaria la acción diabólica más peligrosa porque quiere llevarnos a la perspectiva definitiva y absoluta del sufrimiento eterno. El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica en el nº 74 es claro: “Toda la obra de los demonios entre los hombres consiste en tratar de asociarlos a su rebelión contra Dios”.

Para ello, Satanás y los demonios estudian a fondo las debilidades de cada uno de nosotros actuando mediante la tentación sobre nuestra esfera psíquica con la intención de alterar el juicio de nuestro intelecto y obtener el consentimiento de nuestra voluntad.Para tentarnos, se valen de dos poderosos aliados: la «carne» y el “mundo”.

La carne es nuestra naturaleza humana herida por el pecado original y que sigue siendo vulnerable incluso después del bautismo, porque está inclinada al mal por lo que el lenguaje tradicional denomina concupiscencia. El mundo no es simplemente el ambiente en el que vivimos o el género humano en general, sino, como escribe el evangelista Juan, aquellos que, con diversos grados de conciencia, viven separados de Dios, formando el grupo de los que, en efecto, sirven al “príncipe de este mundo”, es decir, a Satanás, difundiendo el pecado en la sociedad.

Como nos ha recordado el Papa, el mundo, incluidos los medios tecnológicos creados y gestionados por el hombre, nos presenta continuamente oportunidades para pecar, instigándonos a hacer lo contrario de lo que Jesús nos enseñó.

Así es como el demonio, a través del mundo, nos propone como amables e imitables escándalos y malos ejemplos, espectáculos corruptos, placeres y diversiones refinadas e inmorales.

Y al mismo tiempo siembra discordias, atiza guerras, crea divisiones, confunde las mentes incluso mediante ideologías revestidas de falso humanitarismo. Hoy utiliza los poderosos medios de comunicación social, los medios de comunicación social, para orientar y condicionar el pensamiento de la humanidad contra Dios, separándolo de su Amor.
Una tentación con la que Satanás siempre ha minado a los seres humanos, y que el Papa Francisco señaló en su catequesis, es la del esoterismo, el ocultismo, la brujería y el satanismo. Satanás se esfuerza por hacer creer que a través de estas prácticas se puede obtener la elevación espiritual, poderes extraordinarios, la autorrealización y el cumplimiento de los propios deseos y la felicidad. En realidad, es exactamente lo contrario.
El hombre, al adherirse a la mentalidad mágica y a las prácticas ocultas, recorre el camino indicado por Satanás, pues crece cada vez más en su deseo de querer llegar a ser como Dios, asumiendo el antiguo desafío de los ángeles rebeldes, y poniéndose engañosamente en el lugar de Dios. Su caída en ese punto es inevitable.
En conclusión, nunca hay que olvidar que la tentación diabólica no produce sus devastadoras consecuencias si nuestra voluntad humana, con la ayuda de Dios, se esfuerza por resistirla.

Nosotros, en efecto, somos libres de aceptar o rechazar las sugerencias del diablo.

Y Dios, por su parte, entre las diversas ayudas, nos da la capacidad de saber distinguir entre lo que Él nos sugiere y lo que nos sugiere el demonio.
San Pablo, en su carta a los Efesios, nos enseña cómo rechazar al demonio: “Revestíos de la armadura de Dios para que podáis resistir a las asechanzas del diablo” (Ef 6,11) y luego añade «sacad fuerzas del Señor» (Ef 6,10).
Debemos ser vigilantes en la oración, asiduos a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, pasando a menudo tiempo con Jesús en la adoración eucarística. En particular, debemos cultivar una verdadera devoción mariana, rezando amorosamente el Rosario y, unidos a la Virgen, cumplir bien nuestros deberes cotidianos con espíritu de fe y de amor hacia todos.
Si, por falta de vigilancia o por otra causa, a veces prevalece la tentación y caemos en el pecado, no debemos perder la esperanza. El Señor está siempre dispuesto a perdonar a sus hijos que, sinceramente arrepentidos, llaman a la puerta de su misericordia. Con este fin, instituyó el sacramento de la Confesión, que, recordémoslo, no sólo sirve para perdonar los pecados, sino que también es un medio para llevar a cabo la conversión permanente que necesitamos.

Padre Francesco Bamonte, Siervo del Inmaculado Corazón de María (I.C.S.M.), exorcista y vicepresidente de la Asociación Internacional de Exorcistas ( ex presidente durante dos mandatos consecutivos, de 2012 a 2023), autor de varios libros.
Fuente: agensir.it, con permiso del autor




Un salesiano, Director de las Obras Misionales Pontificias en Lituania

El 16 de junio de 2024, el Cardenal Luis Antonio G. Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, confirmó a Don Alessandro como Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Lituania por otro mandato de cinco años (2024-2029). Don Alessandro, salesiano de Turín, trabaja como misionero en Lituania desde 1998. Actualmente es director de la comunidad salesiana de Vilna, párroco de la parroquia confiada a los salesianos y redactor del Boletín Salesiano Lituano.
Fue nombrado director nacional de las OMP en 2019 a propuesta de la Conferencia Episcopal Lituana, y su cargo se puede resumir como el comisario nacional de animación misionera de la Iglesia de Lituania, especialmente con una mirada especial hacia las misiones directamente dependientes de las Organizaciones Pontificias.

¿Qué son las Obras Misionales Pontificias?
Las Obras Misionales Pontificias (OMP) son una red mundial de oración y solidaridad al servicio del Papa para atender las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y de las Iglesias locales en los llamados territorios de misión. Son una organización de la Iglesia católica universal que promueve y apoya las actividades misioneras en todo el mundo. Su misión principal es difundir el Evangelio y apoyar a las comunidades cristianas en los países en vías de desarrollo. En cada país del mundo existe una dirección nacional del POM que, a través de los diversos directores diocesanos o de los responsables nacionales de las congregaciones religiosas o de los movimientos eclesiales, coordina las iniciativas de ese país para el crecimiento de la atención misionera.
Veamos en detalle la historia, la motivación teológica y eclesial de estas 4 Obras y su especificidad.

1. Obra de la Propagación de la Fe: fundada en 1822 en Lyon, Francia, por la Beata Paulina Jaricot. Su objetivo es proporcionar apoyo financiero y espiritual a las misiones católicas en todo el mundo. Fue reconocida como “Pontificia” por el Papa Pío XI en 1922.

2. Obra de la Infancia Misionera (también conocida como Santa Infancia): fundada en 1843 por Charles de Forbin-Janson, obispo de Nancy, Francia. Su objetivo es sensibilizar a los niños de los países cristianos a la causa misionera y promover la solidaridad entre los niños de todo el mundo.  También fue reconocida como “Pontificia” por el Papa Pío XI en 1922.

3. Obra de San Pedro Apóstol: fundada en 1889 por Jeanne Bigard y su madre Stéphanie en Caen, Francia. Su objetivo es apoyar la formación del clero local en los territorios de misión. Concede becas al clero y a los sacerdotes de los países de misión, tanto a nivel local como en el extranjero. Declarada “Pontificia” en 1922 por el Papa Pío XI.

4. Unión Misionera del Clero: fundada en 1916 por el padre Paolo Manna, misionero del PIME (Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras). Promueve la conciencia misionera entre el clero y los agentes de pastoral. No es sólo para el clero, sino para la toma de conciencia de todo el pueblo de Dios como poseedor del mandato misionero universal. Se convirtió en obra pontificia en 1956, bajo el pontificado de Pío XII.

Motivación teológica y eclesial
El POM tiene sus raíces en la misión evangelizadora de la Iglesia, que tiene su origen en el mandato de Cristo a sus discípulos: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes” (Mateo 28:19). Por tanto, la misión se concibe como una respuesta a la invitación divina de compartir la Buena Nueva con todas las naciones.
El corazón de la misión es el anuncio de la salvación en Jesucristo, la proclamación del Reino de Dios y el testimonio de la fe cristiana.
Por otra parte, el anuncio no apoyado en la solidaridad no sería muy creíble. Los POM expresan la solidaridad de la Iglesia universal con las Iglesias jóvenes, especialmente en los países más pobres, a través de la ayuda espiritual y material.
Desde el punto de vista eclesial, los POM son una expresión concreta de la cooperación misionera en el seno de la Iglesia universal. Prestan apoyo a las Iglesias locales en los territorios de misión, ayudándolas a desarrollar estructuras eclesiales y a formar al clero y a los laicos. También promueven la conciencia misionera entre los fieles, estimulando la oración, la vocación misionera y el apoyo económico a las misiones. Facilitan la cooperación internacional dentro de la Iglesia, permitiendo una distribución equitativa de los recursos para las necesidades de la misión.
Las Obras Misionales Pontificias son un componente vital de la Iglesia Católica, encarnando un compromiso con la evangelización y la solidaridad global. Su historia refleja una continua y creciente atención hacia las misiones, mientras que su motivación teológica y eclesial resalta la importancia del mandato misionero en el contexto de la fe cristiana.
También nosotros, Salesianos, estamos llamados a formar parte de este camino misionero eclesial de cercanía y solidaridad espiritual y material.

Encuentro Misionero Universal
Desde 1926, la Jornada Misionera Mundial se celebra el penúltimo domingo de octubre en todas las comunidades católicas del mundo, como día de oración y solidaridad universal entre las Iglesias hermanas. Es un momento en el que cada uno de nosotros está llamado a afrontar la responsabilidad que incumbe a cada bautizado y a cada comunidad cristiana, pequeña o grande, en respuesta al mandato de Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). Se sitúa al comienzo del año pastoral para recordarnos que la dimensión misionera debe inspirar cada momento de nuestra vida y que “la acción misionera -nos recuerda el Papa Francisco- es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15).
La Jornada está asociada a una colecta anual de ofrendas con las que las Obras Misionales Pontificias, expresión de la solicitud del Papa hacia todas las comunidades cristianas del mundo, acuden en ayuda de las jóvenes Iglesias misioneras, especialmente de las que se encuentran en situaciones difíciles y de mayor necesidad, proveyendo a sus necesidades pastorales básicas: formación de seminaristas locales, sacerdotes, religiosos, catequistas; construcción y mantenimiento de lugares de culto, seminarios y estructuras parroquiales; apoyo a la TV, Radio y Prensa católicas locales; dotación de medios de transporte para los misioneros (coches, motos, bicicletas, barcos); apoyo a la educación, crianza y formación cristiana de niños y jóvenes. Por esta razón, esta colecta de ofrendas difiere de otras finalidades, así como de otras posibles formas de cooperación entre Iglesias particulares.

Tema de la Jornada Misionera Mundial 2024
Cada año, el Santo Padre envía un mensaje a toda la Iglesia con ocasión de la Jornada Mundial de las Misiones. En este mensaje se presta especial atención a las actividades del PMA al servicio de toda la Iglesia. Este 2024, el tema de la Jornada Mundial de las Misiones es “Id e invitad a todos al banquete”, inspirado en Mt 22,9. Este tema ha sido elegido para subrayar la misión de la Iglesia de llevar la invitación a la salvación a toda la humanidad, reflejando la parábola de las bodas en la que el rey invita a todos los que se encuentran en la encrucijada a participar en el banquete.
El Papa Francisco destaca tres aspectos clave:
1. “¡Id e invitad!” La misión como una incansable salida hacia todos para invitarles al encuentro y a la comunión con Dios. Esto llama a la Iglesia a estar siempre en salida, superando obstáculos y dificultades para llevar el Evangelio a todos.
2. El “Banquete”. La perspectiva escatológica y eucarística de la misión. El banquete escatológico simboliza la salvación final en el Reino de Dios, y la participación en la Eucaristía anticipa esta comunión perfecta con Dios.
3. “Todos”. La misión universal de los discípulos de Cristo, que deben ir a los márgenes de la sociedad para invitar a todos, sin exclusión, a participar en la vida nueva en Cristo.

Don Alessandro BARELLI, sdb




Congreso sobre la Comunicación 2024, Shaping Tomorrow

Del 1 al 7 de agosto de 2024 se celebrará en la Universidad Pontificia Salesiana (UPS) de Roma un Congreso sobre la Comunicación, titulada “Shaping Tomorrow”. Los organizadores son el Sector para la Comunicación de la Congregación Salesiana y la Facultad de Ciencias de la Comunicación Social de la Pontificia Universidad Salesiana. El objetivo es señalar nuevos caminos en la comunicación social, para “dar forma al mañana”. Presentamos la visión de los organizadores.

             “Cuando se reza para que llueva, hay que tener en cuenta el barro”. Así dijo Denzel Washington, recordando las palabras de su padre. En el contexto de los medios y la comunicación, la lluvia está representada por las nuevas herramientas y oportunidades tecnológicas del siglo XXI, como la inteligencia artificial, Internet de alta velocidad, las redes sociales, los ordenadores, los portátiles, los teléfonos inteligentes y las tablets. El barro está representado por las noticias falsas, el ciberacoso y el discurso del odio, la desaparición de las habilidades sociales y comunicativas, los filtros y las burbujas de información, la exclusión digital, entre otros.

            Shaping Tomorrow es el lema del Congreso de Comunicación 2024, que se celebrará en Roma del 1 al 7 de agosto de 2024. En comunicación social, no se trata de un paraguas protector contra el chaparrón; al fin y al cabo, esperamos que llueva, igual que deseamos una buena comunicación. Se trata más bien de construir carreteras, aceras, alcantarillas y puentes, evitando y reduciendo el barro en la ciudad llamada comunicación social, Internet o medios sociales. En el contexto de las nuevas formas de comunicación, se trata de desarrollar las posibilidades tecnológicas siendo conscientes al mismo tiempo de los aspectos negativos y desafíos.

            Dar forma al mañana, a medida que cambia la era de la comunicación, es como abrir la puerta adecuada sin la actitud de ingenuidad de que hay una persona esperando detrás de cada puerta. La ingenuidad en el mundo de la tecnología moderna es como compartir tus emociones con la inteligencia artificial y creer que mostrará una empatía sin límites. Un smartphone moderno no es humano, una computadora portátil no es un humano, un servidor no es humano. Sin embargo, a veces nos comportamos ingenuamente, como si el hardware y el software sustituyeran a nuestra madre, nuestro padre, nuestra familia, nuestra comunidad y las emociones que experimentamos, los deseos que queremos cumplir y las necesidades que necesitamos satisfacer. Buscamos un ser humano donde no lo hay. Lo que obtenemos en su lugar es un sustituto caricaturesco de la humanidad, las relaciones interpersonales y el tan deseado amor: la necesidad de amar a los demás y la necesidad de ser amado por los demás. Forjar el mañana significa, por el contrario, construir la comunicación a partir de una sólida antropología cristiana, sin caricatura de la humanidad y respetando la dignidad humana.

            El desarrollo de la tecnología de la comunicación en las últimas décadas ha hecho de nuestra sociedad una aldea global, donde la información viaja a la velocidad de la luz. A veces el poder de una pequeña noticia equivale al de un huracán del que habla el mundo entero. En un mundo en el que la comunicación se está convirtiendo no sólo en transmisión de información, sino también en construcción de relaciones e influencia en la sociedad, Shaping Tomorrow es una invitación a participar activamente en la configuración del mundo que está por venir. Sitúa al ser humano y su dignidad en el centro, en línea con la norma personalista de Juan Pablo II.

Modelar el mañana
            – lo entendemos como una llamada a modelar el futuro de la comunicación salesiana a través de una comunicación responsable y eficaz;
            – significa poner en el centro al ser humano y su dignidad;
            – es promover la enseñanza de la Iglesia sobre la comunicación social;
            – trata de la ética en la comunicación social basada en una sólida antropología;
            – quiere generar y promover soluciones en el campo de la comunicación, realizando investigaciones y aportando análisis, especialmente desde una perspectiva salesiana;
            – es reunir experiencia e información para generar nuevas ideas, resultados y recomendaciones en el campo de la comunicación social;
            – en plena revolución digital, requiere la formación de profesionales de los medios de comunicación.
            – es participar activamente en el debate público y buscar soluciones a los problemas de la comunicación social;
            – es actuar a escala internacional e influir en los procesos de toma de decisiones aportando recomendaciones y soluciones.

Temas que se tratarán en el Congreso

1. Cambio de época: cultura digital e Inteligencia Artificial – Fabio Pasqualetti, sdb

2. Cambios de época en la comunicación – Fabio Bolzetta
3. Creadores de nuevos lenguajes y paradigmas para la evangelización, especialmente en el entorno digital – Hna. Xiskya Valladares
4. La comunicación con los emigrantes y refugiados – Maurizio di Schino
5. Buenas prácticas de evangelización en las redes sociales – Hna. Xiskya Valladares
6. La Iglesia en el mundo digital y la aproximación a las nuevas tecnologías en la comunicación eclesial – Fabio Bolzetta
7. La comunicación con las nuevas generaciones, en particular con la Generación Z y Alfa. ¿Cómo es la comunicación con las nuevas generaciones en el siglo XXI, tanto cara a cara como en el entorno digital? – Mark McCrindle
8. La comunicación interna y externa en la Iglesia – los tres papas – Valentina Alazraki
9. La comunicación de crisis – Valentina Alazraki
10. Involucrar al público joven – 10 consejos para dirigirse al público de la Generación Z – Laura Wagner-Meyer
11. Periodismo móvil – Simone Ferretti
12. Creadores de contenidos – Simone Ferretti
13. Migrantes y refugiados – en el contexto de la comunicación con la generación más joven a través de los medios sociales – Laura Wagner-Meyer
14. ¿Cómo puede la labor de la Iglesia católica comprender mejor las transformaciones digitales que se están produciendo en el mundo moderno? – Andy Stalman
15. ¿Cómo puede la estrategia de marca mejorar la labor de los Salesianos en el mundo? – Andy Stalman
16. Comunicación con migrantes y refugiados – Donatella Parisi

Detalles del Congreso en el sitio web, https://www.shapingtomorrowsdb.org




Exposición por el 200 aniversario del sueño de don Bosco

Un diálogo entre el pasado, el presente y el futuro: exposición temporal por el 200 aniversario del sueño de don Bosco. Museo Casa Don Bosco

Hacer referencia a la biografía de don Bosco sin mencionar el mundo de los sueños es suprimir un aspecto importante de su identidad. La vida del santo estuvo marcada por lo sobrenatural, por las visiones y los sueños que Dios le enviaba desde su infancia, cuando entre los nueve y los diez años, Giovannino Bosco tuvo su primer sueño, que le quedó profundamente marcado y le acompañó durante toda su vida.

El sueño fue considerado profético porque iluminó su proyecto de vida, tanto en la elección del estado eclesiástico como en la dedicación total a la juventud pobre y abandonada. De hecho, en cierto modo marcó su camino, dado que inició en los prados de Becchi, su ciudad natal, se concretizó e hizo realidad en Turín cuando se estabilizó en el barrio de Valdocco y lo recordó en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el Castro Pretorio en Roma, un año antes de morir. Paralelamente, desde 1875, con las misiones salesianas, abrazaba diferentes continentes del mundo llegando hasta la actualidad, donde la presencia salesiana trabaja por mantener vivo el sueño del fundador.

Dos siglos después, conscientes de que el sueño que tuvo don Bosco sigue siendo un acontecimiento que permanece actual, el museo de la casa madre de Valdocco-Turín, Museo Casa Don Bosco, inauguró una exposición temporal el 22 de mayo que permanecerá abierta hasta el 22 de septiembre de 2024.

La muestra, fruto de una investigación previa, se encuentra dividida en diferentes secciones que profundizan en la narración, la historia, la iconografía del sueño en las artes y la resonancia del sueño hoy, doscientos años después.

La selección de los objetos histórico-artísticos en diferentes soportes contribuye a descubrir diferentes momentos de la historia salesiana que recuerdan este acontecimiento crucial en la vida del santo. Junto a las fotografías históricas, se presentan objetos del periodo comprendido entre la beatificación (1929) y canonización (1934), cuando comenzó la representación del Sueño en las artes: ilustraciones en los libros, postales, monedas conmemorativas, óleos, pinturas sobre papel, etc.

La exposición presenta una importante selección de láminas originales. Los artistas Corrado Mezzana (1890- 1952), Guido Grilli (1905-1967), Cosimo [Nino] Musío (1933-2017) y Alarico Gattia (1927- 2022) son algunos de los autores. Los cómics de Grilli, Musío y Gattia fueron encargados por la Libreria della Dottrina Cristiana (1941), fundada por el cuarto sucesor de Don Bosco, don Pietro Ricaldone (1870-1951). La actual Editorial Elledici conserva estas obras, que se han difundido en diversas publicaciones, medios, formatos e idiomas de todo el mundo en esta exposición se muestran por primera vez los originales.

Complementan la exposición las diecisiete fotografías ganadoras del concurso internacional de fotografía convocado en enero de 2024 y promovido por la casa museo con el objetivo de acoger el talento artístico y creativo de todo el mundo salesiano. Las instantáneas se encuentran descritas por los propios autores en el idioma original y proceden de Italia, México, Panamá, Eslovaquia, España y Venezuela.

Estas imágenes dialogan entre pasado, presente y futuro y nos hacen reflexionar sobre cómo, dos siglos después, el Sueño de Don Bosco se ha hecho realidad en las presencias salesianas de todo el mundo.

Asimismo, el sector de Pastoral Juvenil de la Congregación Salesiana promueve la celebración del Sínodo de los jóvenes y, con motivo del bicentenario del sueño, recogió en la publicación “Diamantes ocultos” más de 200 sueños de jóvenes de todo el mundo, algunos de ellos, expuestos en la muestra.

Foto: Guido Grilli (1905-1967), Sogno di Giovannino, 16.6 x 23 cm., 1952, filmina D15, cuadro n. 4. Archivio Storico Editrice Elledici.

dra. Ana MARTÍN GARCÍA
Historiadora del arte, conservadora del patrimonio cultural y doctora europea (Doctor Europaus) en artes visuales por la Universidad de Bolonia. Antigua alumna de los Salesianos de Estrecho (Madrid, España). Desde 2023 trabaja en la dirección del Museo Casa Don Bosco de Valdocco-Turín como Coordinadora General.




Las manos de Dios

Un maestro viajaba con un discípulo encargado de cuidar el camello. Un atardecer, habiendo llegado a una posada, el discípulo estaba tan cansado que no ató al animal.
“Dios mío”, rezó mientras se acostaba, “cuida del camello: te lo confío”.
A la mañana siguiente el camello había desaparecido.
– ¿Dónde está el camello? preguntó el amo.
– No lo sé, respondió el discípulo. Tienes que preguntárselo a Dios. Anoche estaba tan agotado que le confié nuestro camello. Desde luego, no es culpa mía que se escapara o que lo robaran. Le pedí explícitamente a Dios que velara por él. Él es el responsable. Usted siempre me insta a tener la mayor confianza en Dios, ¿no es así?
– Ten la mayor confianza en Dios, pero primero ata tu camello, respondió el amo. Porque Dios no tiene más manos que las tuyas.

Sólo Dios puede dar la fe;
tú, sin embargo, puedes testimoniarla.
Sólo Dios puede dar esperanza;
Tú, sin embargo, puedes infundir confianza en tus hermanos.
Sólo Dios puede dar amor;
Tú, sin embargo, puedes enseñar a otros a amar.
Sólo Dios puede dar la paz;
Tú, sin embargo, puedes sembrar la unidad.
Sólo Dios puede dar fuerza;
Tú, sin embargo, puedes dar apoyo a los desanimados.
Sólo Dios es el camino;
Tú, sin embargo, puedes mostrar el camino a los demás.
Sólo Dios es la luz;
Tú, sin embargo, puedes hacerla brillar a los ojos de todos.
Sólo Dios es la vida;
Tú, sin embargo, puedes reavivar en los demás el deseo de vivir.
Sólo Dios puede hacer lo que parece imposible;
Tú, sin embargo, puedes hacer lo que es posible.
Sólo Dios se basta a sí mismo;
él, sin embargo, prefiere contar contigo.
(Canción brasileña)




Oraciones e invocaciones indulgentes

A veces se oye esta pregunta: ¿Cuál es la oración más poderosa?
La formulación es ciertamente errónea, porque conduce el pensamiento a una fórmula mágica, que tiene poder sobre Dios, obligándole a responder positivamente a nuestra petición.
La pregunta más correcta sería: ¿Cuál es la oración más agradable a Dios?
Seguramente es la que se hace con todo el corazón, no sólo con los labios.
Pero así como muchas veces no sabemos rezar, así como Jesús enseñó a los apóstoles el «Padre nuestro», la Iglesia también propone oraciones. Y no se eligen al azar, sino que tienen su origen en la historia de la salvación, ya sea bíblica o en la vida de los santos. Y debido a su alto valor doctrinal, algunas han sido enriquecidas con indulgencias.

Pero, ¿qué es una indulgencia?
Leemos en el Enchiridion indulgentiarum (Manual de las Indulgencias) esta explicación:
«Una indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya remitidos en cuanto a la culpa, que el fiel, debidamente dispuesto y bajo ciertas condiciones, adquiere por intervención de la Iglesia, la cual, como ministro de la redención, dispensa y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos.»
Más explícitamente: no basta con haber obtenido el perdón de la culpa en el sacramento de la Reconciliación, hay que reparar el daño causado (porque hay daño, aunque no sea inmediatamente visible), reparación que no siempre se hace mediante la penitencia impuesta por el confesor.
Esto también ocurre en las relaciones humanas. Por ejemplo, si un periodista ha escrito errores sobre una persona, no basta con reconocer el error, sino que debe repararlo, es decir, retractarse de su error. O si una persona ha producido una destrucción material, no basta con reconocer la falta, debe reparar el daño. O si un ladrón ha reconocido su delito y ha recibido su condena, no basta con que repare el daño, es decir, que devuelva lo robado. Se trata de un acto de justicia, que comprendemos muy bien cuando somos las víctimas.

Las oraciones indulgentes, si se hacen con fe, nos consiguen la remisión debida a los pecados parcial o incluso plenariamente (nos liberan en parte o totalmente de la pena temporal). San Juan Bosco las tenía en gran estima, y no perdía ocasión de proponer no sólo oraciones, sino también obras indulgentes.

Proponemos a continuación una lista de oraciones indulgentes, presentando su uso, origen, dónde se encuentran en el Enchiridion indulgentiarum (Manual de Indulgencias) y la fuente del texto. Quiera el Señor que estas oraciones nos ayuden a progresar en la vida espiritual.

Accede a la lista de oraciones e invocaciones haciendo clic AQUÍ.