25 Sep 2025, Jue

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Cada muerte o renuncia de un Pontífice abre una de las fases más delicadas de la vida de la Iglesia católica: la elección del Sucesor de san Pedro. Aunque el último cónclave tuvo lugar en marzo de 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco, comprender cómo se elige a un Papa sigue siendo fundamental para entender el funcionamiento de una institución milenaria que influye en más de 1,3 mil millones de fieles y — de forma indirecta — en la geopolítica mundial.


1. La sede vacante
Todo comienza con la sede vacante, es decir, el período que transcurre entre la muerte (o renuncia) del Pontífice reinante y la elección del nuevo. La Constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996 y actualizada por Benedicto XVI en 2007 y 2013, establece procedimientos detallados.

Comprobación de la vacancia
En caso de fallecimiento: el Cardenal Camarlengo — hoy el cardenal Kevin Farrell — constata oficialmente la muerte, cierra y sella el apartamento pontificio, y notifica el hecho al Cardenal Decano del Colegio cardenalicio.
En caso de renuncia: la sede vacante comienza en la hora indicada en el acto de dimisión, como ocurrió a las 20:00 del 28 de febrero de 2013 con Benedicto XVI.

Administración ordinaria
Durante la sede vacante, el Camarlengo administra materialmente el patrimonio de la Santa Sede, pero no puede realizar actos que corresponden exclusivamente al Pontífice (nombramientos episcopales, decisiones doctrinales, etc.).

Congregaciones generales y particulares
Todos los cardenales — electores y no electores — presentes en Roma se reúnen en la Sala del Sínodo para discutir asuntos urgentes. Las “particulares” incluyen al Camarlengo y tres cardenales elegidos por sorteo de forma rotativa; las “generales” convocan a todo el cuerpo cardenalicio y se emplean, entre otras cosas, para fijar la fecha de inicio del cónclave.


2. Quién puede elegir y quién puede ser elegido
Los electores
Desde el motu proprio Ingravescentem aetatem (1970) de Pablo VI, solo los cardenales que no hayan cumplido 80 años antes del inicio de la sede vacante tienen derecho a voto. El número máximo de electores está fijado en 120, aunque puede superarse temporalmente debido a consistorios cercanos.
Los electores deben:
– estar presentes en Roma al inicio del cónclave (salvo causas graves);
– prestar juramento de secreto;
– alojarse en la Domus Sanctae Marthae, la residencia creada por Juan Pablo II para garantizar dignidad y discreción.
El encierro no es un capricho medieval: busca proteger la libertad de conciencia de los cardenales y resguardar a la Iglesia de interferencias indebidas. Violar el secreto implica excomunión automática.

Los elegibles
En teoría, cualquier bautizado de sexo masculino puede ser elegido Papa, ya que el oficio petrino es de derecho divino. Sin embargo, desde la Edad Media hasta hoy, el Papa siempre ha sido elegido entre los cardenales. Si se eligiera a uno no cardenal o incluso a un laico, debería recibir inmediatamente la ordenación episcopal.


3. El cónclave: etimología, logística y simbolismo
El término “cónclave” proviene del latín cum clave, “con llave”: los cardenales quedan “encerrados” hasta la elección para evitar presiones externas. El encierro está garantizado por algunas reglas:
– Lugares permitidos: Capilla Sixtina (votaciones), Domus Sanctae Marthae (alojamiento), un recorrido reservado entre ambos edificios.
– Prohibición de comunicación: entrega de dispositivos electrónicos, bloqueo de señales, control anti-micrófonos.
– Secreto asegurado también por un juramento que prevé sanciones espirituales (excomunión latae sententiae) y canónicas.


4. Orden del día típico del cónclave
1. Misa “Pro eligendo Pontifice” en la Basílica de San Pedro la mañana del ingreso al cónclave.
2. Procesión en la Sixtina recitando el Veni Creator Spiritus.
3. Juramento individual de los cardenales, pronunciado ante el Evangeliario.
4. Extra omnes! (“¡Fuera todos!”): el Maestro de las Celebraciones litúrgicas pontificias despide a los no autorizados.
5. Primera votación (opcional) en la tarde del día de ingreso.
6. Doble votación diaria (mañana y tarde) con escrutinio al final.


5. Procedimiento de la votación
Cada ronda sigue cuatro momentos:
5.1. Praescrutinium. Distribución y llenado en latín de la papeleta “Eligo in Summum Pontificem…”.
5.2. Scrutinium. Cada cardenal, llevando la papeleta doblada, pronuncia: “Testor Christum Dominum…”. Deposita la papeleta en la urna.
5.3. Post-scrutinium. Tres escrutadores elegidos por sorteo cuentan las papeletas, leen en voz alta cada nombre, lo registran y perforan la papeleta con aguja e hilo.
5.4. Quema. Las papeletas y notas se queman en un horno especial; el color del humo indica el resultado.
Para ser elegido se requiere mayoría cualificada, es decir, dos tercios de los votos válidos.


6. El humo: negra espera, blanca alegría
Desde 2005, para hacer inequívoco la señal a los fieles en la Plaza de San Pedro, se añade un reactivo químico:
– Humo negro (fumata negra): ningún elegido.
– Humo blanco (fumata blanca): Papa elegido; también suenan las campanas.
Tras la fumata blanca, pasarán entre 30 minutos y una hora antes de que el nuevo Papa sea anunciado por el Cardenal Diácono en la Plaza de San Pedro. Poco después (entre 5 y 15 minutos), el nuevo Papa aparecerá para impartir la bendición Urbi et Orbi.


7. “Acceptasne electionem?” – Aceptación y nombre pontificio
Cuando alguien alcanza la mayoría necesaria, el Cardenal Decano (o el más antiguo por orden y antigüedad jurídica, si el Decano es el elegido) pregunta: «Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?» (¿Aceptas la elección canónicamente hecha de ti como Sumo Pontífice?). Si el elegido acepta — ¡Accepto! — se le pregunta: «Quo nomine vis vocari?» (¿Con qué nombre quieres ser llamado?). La adopción del nombre es un acto cargado de significados teológicos y pastorales: evoca modelos (Francisco de Asís) o intenciones reformadoras (Juan XXIII).


8. Ritos inmediatamente posteriores
8.1 Vestidura.
8.2 Entrada en la Capilla del Llanto, donde el nuevo Papa puede recogerse.
8.3 Obediencia: los cardenales electores desfilan para el primer acto de obediencia.
8.4 Anuncio al mundo: el cardenal Protodiácono aparece en el balcón central con el célebre «Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!».
8.5 Primera bendiciónUrbi et Orbi” del nuevo Pontífice.

Desde ese momento toma posesión del cargo y comienza formalmente su pontificado, mientras que la coronación con el palio petrino y el anillo del Pescador se realiza en la Misa de inauguración (generalmente el domingo siguiente).


9. Algunos aspectos históricos y desarrollo de las normas
Siglos I–III. Aclamación del clero y del pueblo romano. En ausencia de una normativa estable, la influencia imperial era fuerte.
1059 – In nomine Domini. Colegio cardenalicio. Nicolás II limita la intervención laica; nacimiento oficial del cónclave.
1274 – Ubi Periculum. Clausura obligatoria. Gregorio X reduce maniobras políticas, introduce el encierro.
1621–1622 – Gregorio XV. Escrutinio secreto sistemático. Perfeccionamiento de las papeletas; requisitos de dos tercios.
1970 – Pablo VI. Límite de edad a 80 años. Reduce el electorado, favoreciendo decisiones más rápidas.
1996 – Juan Pablo II. Universi Dominici Gregis. Codificación moderna del proceso, introduce la Domus Sanctae Marthae.


10. Algunos datos concretos de este Cónclave
Cardenales vivos: 252 (edad media: 78,0 años).
Cardenales votantes: 134 (135). El Cardenal Antonio Cañizares Llovera, Arzobispo emérito de Valencia, España, y el Cardenal John Njue, Arzobispo emérito de Nairobi, Kenia, han comunicado que no podrán participar en el cónclave.
De los 135 cardenales votantes, 108 (80%) fueron nombrados por el Papa Francisco. 22 (16%) por el Papa Benedicto XVI. Los restantes 5 (4%) por el Papa san Juan Pablo II.
De los 135 cardenales votantes, 25 participaron como electores en el Cónclave de 2013.

Edad media de los 134 cardenales electores participantes: 70,3 años.
Años medios de servicio como cardenal de los 134 cardenales electores participantes: 7,1 años.
Duración media de un papado: aproximadamente 7,5 años.

Inicio del Cónclave: 7 de mayo, Capilla Sixtina.
Cardenales votantes en el Cónclave: 134. Número de votos requeridos para la elección: 2/3, es decir, 89 votos.

Horario de votaciones: 4 votos al día (2 por la mañana, 2 por la tarde).
Después de 3 días completos (por definir), la votación se suspende por un día entero («para permitir una pausa de oración, una discusión informal entre los electores y una breve exhortación espiritual»).
Siguen otras 7 papeletas y otra pausa hasta un día entero.
Siguen otras 7 papeletas y otra pausa hasta un día entero.
Siguen otras 7 papeletas y luego una pausa para evaluar cómo proceder.


11. Dinámicas “internas” no escritas
A pesar del riguroso marco jurídico, la elección del Papa es un proceso espiritual pero también humano influenciado por:
– Perfiles de los candidatos (“papables”): procedencia geográfica, experiencias pastorales, competencias doctrinales.
– Corrientes eclesiales: curial o pastoral, reformista o conservadora, sensibilidades litúrgicas.
– Agenda global: relaciones ecuménicas, diálogo interreligioso, crisis sociales (migrantes, cambio climático).
– Idiomas y redes personales: los cardenales tienden a reunirse por regiones (grupo de “latinoamericanos”, “africanos”, etc.) y a dialogar informalmente durante las comidas o en los “paseos” por los jardines vaticanos.


Un evento espiritual e institucional a la vez
La elección de un Papa no es un trámite técnico comparable a una asamblea societaria. A pesar de la dimensión humana, es un acto espiritual guiado esencialmente por el Espíritu Santo.
El cuidado de normas minuciosas — desde el sellado de las puertas de la Sixtina hasta la quema de las papeletas — muestra cómo la Iglesia ha transformado su larga experiencia histórica en un sistema hoy percibido como estable y solemne.
Saber cómo se elige a un Papa, por tanto, no es solo curiosidad: es comprender la dinámica entre autoridad, colegialidad y tradición que sostiene la institución religiosa más antigua aún operativa a escala mundial. Y, en una época de cambios vertiginosos, ese “humito” que se eleva del techo de la Sixtina sigue recordando que decisiones centenarias pueden aún hablar al corazón de miles de millones de personas, dentro y fuera de la Iglesia.
Que este conocimiento de los datos y procedimientos nos ayude a orar más profundamente, como se debe hacer antes de cada decisión importante que afecta nuestra vida.

Por Editor BSOL

Editor del sitio web.