Preparación del Aniversario de la Primera Expedición Misionera Salesiana (1875-2025)

El próximo año, 2025, se cumple el 150 aniversario de la partida de la primera expedición misionera salesiana. En vista de este aniversario, el Departamento de Misiones Salesianas quiere preparar el acontecimiento y lanza una introducción para las comunidades salesianas. Este evento se propone como: Agradecer, Repensar, Relanzar.

Agradecer: Damos gracias a Dios por el don de la vocación misionera que hoy permite a los hijos de Don Bosco llegar a los jóvenes pobres y abandonados de 136 países.

Repensar: Es una ocasión propicia para repensar y desarrollar una visión renovada de las misiones salesianas a la luz de los nuevos desafíos y perspectivas que han llevado a nuevas reflexiones misiológicas.

Relanzar: No sólo tenemos una gloriosa historia que recordar y por la que estar agradecidos, sino también una gran historia por venir. Miramos al futuro con celo misionero y renovado entusiasmo para llegar a más jóvenes pobres y abandonados.

El Logo Oficial: El globo terrestre atravesado por algunas olas simbolizan el coraje y los nuevos desafíos, pero también el dinamismo y la audacia. En el centro se encuentra un barco, símbolo de la Primera Expedición Misionera Salesiana (1875), el fuego de un renovado entusiasmo misionero. La forma de la rueda alude a la unidad y a la conexión mutua. Se puede utilizar el logo, pero solo en la versión oficial, sin realizar modificaciones o cambios en ninguna parte del logo. El logo está disponible en diversos formatos. Se puede descargar (http://tinyurl.com/5k3xmuen) o solicitarlo por correo electrónico (cagliero11 @ sdb.org).

El objetivo de las celebraciones:
Mantener vivo el espíritu y el entusiasmo misionero en la Congregación, para promover un mayor celo y generosidad misionera entre los Salesianos y en toda la CEP
(Comunidad Educativo Pastoral) (cf. Líneas Programáticas del Rector Mayor para la Congregación Salesiana después del Capítulo General 28, n. 7, ACG 433/2020).

No es un evento, sino un proceso de renovación misionera
El 150° aniversario de la primera expedición misionera no debe ser un acto conmemorativo, sino un proceso de renovación misionera que ya ha comenzado con la elaboración del plan sexenal de animación misionera. Su punto álgido es 2025, pero continúa en los años siguientes. Esto ocurre a tres niveles.

1. A nivel inspectorial
Las celebraciones tendrán lugar principalmente a escala inspectorial. A través del CORAM (Coordinador Regional de Animación Misionera), el Sector para las Misiones continuará siguiendo el plan de animación misionera de cada Inspectoría, de la que forman parte las iniciativas a nivel inspectorial para 2025.

En el contexto de las celebraciones, a través del DIAM (Delegado Provincial de Animación Misionera), se animará activamente a cada Inspectoría a evaluar cómo ha puesto en práctica las Líneas Programáticas n. 2, 5, 7.

Es urgente dar prioridad absoluta al compromiso de la evangelización de los jóvenes con propuestas conscientes, intencionales y explícitas. Estamos invitados a hacerles conocer a Jesús y a la Buena Nueva del Evangelio para su vida. […] Responder a la necesidad de volver a proponer, con más convicción, el primer anuncio, porque «nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio» (Christus Vivit, no. 214) (Líneas Programáticas n. 2).

La Congregación, en todas sus Inspectorías, hace una opción radical, preferente, personal – de cada Salesiano – e institucional en favor de los más necesitados, de los chicos, de las chicas y de los jóvenes pobres y excluidos, con una particular atención en la defensa de los que son explotados y víctimas de cualquier abuso y violencia (Líneas Programáticas n. 5).

Hemos concretizado la llamada misionera invitando a cada Inspectoría a abrir en su interior un proyecto misionero (refugiados, inmigrados, puestos fronterizos, niños explotados…) dando prioridad a la significatividad y a las verdaderas peticiones de ayuda de los jóvenes de hoy. (Líneas Programáticas n. 7).

Se pedirá a cada Inspectoría que presente una iniciativa concreta para 2025 (por ejemplo: en ARS y ARN se está preparando un Congreso histórico; la Visitaduría ZMB ha iniciado la apertura de una nueva presencia en Botsuana, etc.) que se socializará a través de ANS, etc.

2. En el sector para las misiones
Todo el año 2025 será una ocasión para dar a conocer el resultado del trabajo en curso en el Sector para las Misiones sobre los refugiados, los gitanos, la identidad de los Museos Salesianos, identidad de las Procuras Misioneras Inspectorial, Mesa Redonda de misiólogos y teólogos sobre las misiones salesianas hoy, Voluntariado Misionero Salesiano, Bosco Food (para crear una mentalidad intercultural), subsidios para la Animación Misionera, para la JMS (Jornada Misionera Salesiana) 2025, etc.

3. A nivel congregacional
Envío misionero el 11 de noviembre de 2025 en la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco. Es una celebración con la que la Congregación renueva, ante María Auxiliadora, su compromiso misionero.

El Rector Mayor invita a cada Inspectoría a enviar el DIAM para la celebración. Pasarán unos días (9-12 de noviembre de 2025) en Valdocco y Génova para “Dar gracias, Repensar, Relanzar”.




Entrega de la Cruz Misionera Salesiana

El 24 de septiembre, el Rector Mayor presidió la entrega de la cruz misionera a los miembros de la 154ª expedición misionera de la Congregación Salesiana. Se trata del 154º grupo desde que Don Bosco presidió el primer envío misionero desde Valdoco, el 11 de noviembre de 1875.

El envío misionero en la Basílica de María Auxiliadora de Valdoco es un gesto con el que la Congregación Salesiana renueva, ante María Auxiliadora, su compromiso misionero. El centro de esta emotiva celebración es el misionero que recibe la cruz misionera de manos del sucesor de Don Bosco, el Rector Mayor. La cruz misionera salesiana, de hecho, sólo es entregada por el Rector Mayor a quien ofrece el don radical y completo de sí mismo que, por su propia naturaleza, implica una disponibilidad total sin límite de tiempo (ad vitam).

Recibir la cruz misionera suscita muchas emociones e implica desafíos espirituales. Todos ellos se expresan en los diseños de la propia cruz que reciben los misioneros. La vida del misionero se centra en la persona de Cristo y en Cristo crucificado. Esto implica que el misionero recibe primero y transmite después la gran enseñanza de la Cruz: el amor infinito del Padre que da lo mejor de sí mismo, su Hijo; el amor hasta el extremo que es obediente y generoso al entregarse a la voluntad del Padre para la salvación de la humanidad. Para todo misionero salesiano “Nuestro más alto conocimiento […] es conocer a Jesucristo, y nuestra mayor alegría es revelar a todos los hombres las insondables riquezas de su misterio” (Constituciones SDB art. 34).

El Buen Pastor en la cruz misionera salesiana revela la cristología salesiana: la caridad pastoral es el núcleo del espíritu salesiano, “la actitud que conquista los corazones con mansedumbre y entrega” (Constituciones SDB art. 10-11).

Da Mihi Animas cetera Tolle (dame almas, llévate lo demás): este es el lema que ha caracterizado a los Hijos de Don Bosco desde el principio. En un contexto misionero, esta breve oración salesiana adquiere un significado especial: dejarlo todo, incluso la propia tierra, la propia cultura y las cosas que dan seguridad, para dedicarse sin límites a aquellos a los que se es enviado, para ser para ellos instrumento de salvación.

El Espíritu Santo que desciende sobre el Buen Pastor como en el río Jordán desciende ahora sobre Cristo presente en el dinamismo pastoral de la Iglesia. Sin el Espíritu Santo, y sin la luz, el discernimiento, la fuerza y la santidad que descienden del Espíritu, toda actividad misionera no sería más que una serie de actividades, a veces vacías, realizadas en lugares lejanos.

Por último, el texto escrito en el reverso de la cruz: “Euntes ergo docete omnes nationes baptizantes eos in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti” (Mt 28,19) (Vayan, pues, y enseñen a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo): representa el corazón del mandato misionero dado por el Señor resucitado. El texto da el mandato de enseñar a todos los hombres a ser seguidores y discípulos de Jesús (el texto griego subraya mathêteúsate, “hacer discípulos”, que es más que docete, “enseñar”). La evangelización, la plenitud de la gracia pasan a través de las palabras y las acciones, siendo la mayor de todas las gracias sacramentales el bautismo, que sumerge a la persona en el misterio de la comunión con Dios.

En 1875 Don Bosco envió 10 salesianos italianos a Argentina. Hoy se envían misioneros a los cinco continentes. Cada Salesiano, cada Inspector es corresponsable de la actividad misionera de toda la Congregación. Gracias a los misioneros salesianos, el carisma de Don Bosco está hoy presente en 134 países. Las reflexiones de algunos miembros de las 154 expediciones misioneras revelan hasta qué punto los misioneros salesianos han tocado la vida de las personas, generando a su vez nuevas vocaciones misioneras salesianas.

Ch. Jorge DA LUÍSA JOÃO, salesiano de Bengo, Angola, tiene 31 años. “La semilla de mi vocación misionera surgió cuando veíamos vídeos misioneros en la comunidad salesiana de Benguela, donde hice el aspirantado como externo. Luego, durante el prenoviciado, noviciado y postnoviciado se desarrolló con el acompañamiento de mi guía espiritual. Ahora que el Rector Mayor ha aceptado mi solicitud de misión y me envía a Cabo Verde, mi sueño es dar toda mi vida en la tierra de misión a la que seré enviado y ser enterrado allí, al igual que los misioneros que lo dieron todo por Angola y cuyos cuerpos descansan en suelo angoleño».

Ch. Soosai ARPUTHARAJ es de Michaelpalayam, Tamilnadu, India. “Mi vocación misionera nació cuando estaba al principio de mi formación inicial, pero tenía miedo de hablar con alguien de mi deseo misionero. Pero durante el encuentro de jóvenes salesianos en nuestra Inspectoría, nos hablaron de la experiencia misionera. Esto me hizo preguntarme: “¿Por qué no puedo ser misionero ad gentes en la congregación salesiana?”. Agradezco al Vicario de mi Inspectoría que me orientó para que finalmente tomara esta decisión de ofrecerme al Rector Mayor para ir a donde él me enviara. Así, acepté de buen grado la propuesta del Consejero General para las Misiones de enviarme a Rumanía. Sé que ésta es la llamada de Dios para entregar mi vida a los jóvenes de Rumanía».

Ch. Joshua TARERE, 30 años, originario de Vunadidir, East New Britain, Papúa Nueva Guinea. Es el primer misionero salesiano en Oceanía. “Cuando era niño sólo conocía al sacerdote diocesano de mi parroquia. Como estudiante de secundaria, no asistí a ninguna escuela salesiana. Pero gracias a los salesianos de Don Bosco Rapolo que venían a mi parroquia para la misa dominical, me inspiré en su obra misionera. Venían a mi pueblo a servir a los jóvenes. Esta experiencia de servicio y disponibilidad a los demás me ayudó a identificarme con su vocación misionera.
Durante el noviciado, mi maestro de novicios, el P. Philip Lazatin, me animó a discernir y clarificar mi interés misionero. En el post-noviciado continué mi discernimiento con mi Rector, el P. Ramón García, y mi guía espiritual, para descubrir si mi deseo de ser misionero salesiano es realmente una llamada de Dios. Tras un largo periodo de discernimiento, finalmente decidí presentarme al Rector Mayor y ponerme a su disposición allí donde me enviara. Lo hice libremente, sin presiones de nadie. Me dicen que soy el primer salesiano de Oceanía en ser misionero. Pero para mí eso no es importante. Lo que importa es mi voluntad de responder generosamente a la llamada personal de Dios.
Como misionero en Sudán del Sur, experimento una mezcla de miedo y coraje. Los medios de comunicación presentan todas las imágenes negativas de la violencia y los desplazados en Sudán del Sur. Pero también me siento inspirado a ser valiente porque sé que el Señor que me envió para su misión seguramente cuidará de mí. Mis temores no han abrumado mi gran deseo de servir, amar y ser uno con la nueva cultura y la gente a la que he sido enviado”.

Ch. Francois MINO NOMENJANAHARY, de Antananarivo, la capital de Madagascar, tiene 25 años. Destinado a la Visitación de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, hoy nos ofrece su testimonio. “Debo reconocer que nunca había oído hablar de Papúa Nueva Guinea hasta que el padre Alfred Maravilla me propuso ir allí. Acepté de buen grado el envío porque ofrecí mi disposición a responder a la llamada de Dios para ser misionero. También tuve que explicar a mis padres y a mi familia cuál era mi destino misionero. Gracias a Dios, aceptaron. Por supuesto, como todos, tengo mis temores. Me alegra haber conocido a misioneros de Papúa Nueva Guinea en este curso. Me alegra saber que el primer sacerdote católico de Papúa Nueva Guinea, Louis Vangeke, se formó en el seminario de Madagascar. Esto también me hace sentir vinculado a mi tierra de misión”.

El P. Michał CEBULSKI, de Katowice (Polonia), tiene 29 años. Fue ordenado hace unos meses, en junio. “Como joven salesiano, pasó un año de formación práctica en Irlanda. Desde niño, oía historias de misioneros que desarrollaron en mí el deseo de ser como ellos. Estoy feliz de haber sido enviado a Lituania, país fronterizo con Polonia. Aunque mi país hace frontera con Lituania y tenemos similitudes en la comida y la cultura, la lengua lituana no me resultará fácil. Mi nuevo Provincial me ha dicho que tendré que estudiar italiano durante unos meses. Pero cuando esté en Lituania, mi prioridad será acercarme a la gente y entender su cultura. Espero que el pueblo lituano pueda descubrir el amor de Dios a través de mi servicio. Quiero ayudar a los jóvenes a vivir con verdadera alegría, que, como nos dijo Don Bosco, procede de un corazón puro”.

El Sr. Kerwin P. VALEROSO, coadjutor salesiano de 35 años de Pura, Tarlac, Filipinas, está a punto de partir para la nueva Circunscripción del Norte de África (NAC). “Una vez vi fotos de las tres primeras expediciones misioneras de los salesianos. Al pensar en los lugares a los que llegaron, las obras que construyeron, los corazones que tocaron y las almas que salvaron, sentí que ésa era mi vocación. Estoy agradecido a mis formadores, mentores y amigos que compartieron el viaje conmigo para purificar y fortalecer mi vocación misionera.
Estoy agradecido a mi familia, hermanos y amigos que me hicieron sentir su apoyo, oraciones y buenos deseos cuando me dispuse a responder a mi vocación misionera. No oculto que siento una mezcla de alegría y temor al ir al norte de África, cuya lengua, cultura y gentes aún no conozco. Ni siquiera conozco el Islam. Sin embargo, mi principal tarea es aprender bien la lengua francesa este año. Debo decir que nuestros hermanos de París, Francia, me han hecho sentir muy bienvenido. También estoy agradecido a mi Provincia de origen (FIN) que, a pesar de la multitud de trabajo en el apostolado, me ha animado generosamente a ofrecerme para las obras misioneras de nuestra Congregación”.

Ch. Dominic NGUYEN QUOC OAT, 30 años, es de Dong Nai, Vietnam. “Me he interesado por la misión desde que estaba en la escuela secundaria. Incluso compartí con mis compañeros de clase mi sueño de ser misionero. Como joven salesiano, hice un discernimiento porque creo que Dios me invita a ser misionero para Él y para su pueblo, así que pedí comprometerme de por vida en la misión allí donde el Rector Mayor me enviara.
Dios me ha ofrecido la oportunidad de ser misionero en Gran Bretaña. Estoy feliz de aceptar mi destino misionero, aunque tengo algunas preocupaciones porque soy un asiático enviado a Europa. Tengo que aprender mejor el idioma y la cultura del país de mi misión. Pero creo que Dios, que me ha llamado a ser misionero salesiano, seguirá bendiciéndome con su Gracia para cumplir la misión que me ha encomendado”.

El P. André DELIMARTA es uno de los dos primeros salesianos indonesios. A la edad de 55 años, fue maestro de novicios, rector y párroco en su Visitaduría (INA). El año pasado formó parte de la 153ª expedición misionera a Malasia, pero no recibirá la cruz misionera hasta el 24 de septiembre. “Crecí con los Salesianos. El amor, el trabajo duro, el compromiso y el espíritu de sacrificio de los misioneros salesianos como el P. Alfonso Nacher, el P. José Carbonell, el diácono Baltasar Pires y el P. José Kusy tuvieron un gran impacto en mí. Fueron ellos quienes me enseñaron a conocer a Don Bosco, me introdujeron en la Congregación y me enamoraron con su celo misionero.
Cuando estaba en la formación inicial quería ser misionero, pero mis formadores me lo prohibieron porque decían que Don Bosco debía estar arraigado en Indonesia. De hecho, como primer salesiano indonesio, yo había insistido en que el carisma de Don Bosco estuviera arraigado en Indonesia como nuestra prioridad. Pero cuando la insistente llamada a los misioneros llegó a nuestra Visitaduría, mi vocación misionera se reavivó. Mi amor a Don Bosco y a la Congregación me decidió a ofrecerme como misionero. Si la Congregación necesita misioneros, yo quiero decir: «¡Aquí estoy! ¡Iré!”.

Aquí están todos los 24 miembros de la 154ª Expedición Misionera Salesiana:

– Shivraj BHURIYA, de la India (Inspectoría de Mumbai – INB) a Eslovenia (SLO);
– Thomas NGUYEN QUANG QUI, de Vietnam (VIE) a Gran Bretaña (GBR);
– Dominic NGUYEN QUOC OAT, de Vietnam (VIE) a Gran Bretaña (GBR);
– Jean Bernard Junior Gerald GUIELLE FOUETRO, de la República del Congo (Inspectoría África Congo – ACC) a Alemania (GER);
– Blaise MULUMBA NTAMBWE, de la República Democrática del Congo (Inspectoría de África Central – AFC) a Alemania (GER);
– Padre Michael CEBULSKI, de Polonia (Inspectoría de Cracovia – PLS) a Lituania (Circunscripción Especial Piamonte y Valle de Aosta – ICP)
– D. Kerwin VALEROSO, de Filipinas (Inspectoría de Filipinas del Norte – FIN) a la Circunscripción de África del Norte (CNA)
– don Joseph NGO DUC THUAN, de Vietnam (VIE) a la Circunscripción de África del Norte (CNA)
– don Domenico PATERNÒ, de Italia (Inspectoría Sicula – ISI) a la Circunscripción Norte de África (CNA)
– David BROON, de India (Inspectoría de Tiruchy – INT) a Albania (Inspectoría de Italia Meridional – IME);
– Elisée TUUNGANE NZIBI, de la República Democrática del Congo (Inspectoría de África Central – AFC) a Albania (Inspectoría de Italia Meridional – IME);
– Padre George KUJUR, de India (Inspectoría de Dimapur – IND) a Nepal (Inspectoría de India-Calcuta – INC);
– Soosai ARPUTHARAJ, de la India (Inspectoría de Chennai – INM) a Rumanía (Inspectoría de Italia del Nordeste – INE);
– D. Juan Bautista NGUYEN VIET DUC, de Vietnam (VIE) a Rumanía (Inspectoría de Italia del Nordeste – INE);
– D. Mario Alberto JIMÉNEZ FLORES, de México (Inspectoría de Guadalajara – MEG) a la Delegación de Sudán del Sur (DSS);
– D. Sarathkumar RAJA, de India (Inspectoría de Chennai – INM) a Sri Lanka (LKC);
– Lyonnel Richie Éric BOUANGA, de la República del Congo (Inspectoría de África Congo – ACC) a la Visitaduría de Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón (PGS);
– Joshua TARERÉ, de Papúa Nueva Guinea (PGS) a la Delegación de Sudán del Sur (DSS);
– Nomenjanahary François MINO, de Madagascar (MDG) a la Visitaduría de Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón (PGS);
– Jean KASONGO MWAPE, de la República Democrática del Congo (Inspectoría de África Central – AFC) a Brasil (Inspectoría de Brasil-Porto Alegre – BPA);
– Khyliait WANTEILANG, de India (Inspectoría de Shillong – INS), a Brasil (Inspectoría de Brasil-Porto Alegre – BPA);
– Padre Joseph PHAM VAN THONG, de Vietnam (VIE) a Sudáfrica (Visitaduría de África Austral – AFM);
– Padre Miguel Rafael Coelho GIME, de Angola (ANG) a Mozambique (MOZ);
– P. Klimer Xavier SANCHEZ, de Ecuador (ECU) a Mozambique (MOZ).




Hacia una visión misionera renovada

Las misiones salesianas en el extranjero, una de las características de la Congregación fundada por San Juan Bosco, iniciadas durante su vida, continúan, aunque los conceptos de misión y de misioneros han cambiado debido a las necesidades de los tiempos.

Hoy nos encontramos en un contexto diferente al de los proyectos misioneros que extendieron la Congregación por América (1875), Asia (1906) y África (1980). Nuevas perspectivas e interrogantes han traído nuevas reflexiones misionológicas. Urge una visión renovada de las misiones salesianas.

En muchos países, incluso en los de antigua tradición cristiana, existen núcleos urbanos, o barrios, donde viven personas que no conocen a Jesús, otras que, después de conocerlo, lo han abandonado, u otras que viven su fe como una tradición cultural. Por tanto, hoy “las misiones” no pueden entenderse sólo en términos geográficos, de movimiento hacia “tierras de misión” como en el pasado, sino también en términos sociológicos, culturales e incluso digitales. Hoy las “misiones” se encuentran allí donde existe la necesidad de proclamar el Evangelio. Y los misioneros proceden y son enviados a los cinco continentes.

Los misioneros salesianos colaboran con la Iglesia en el cumplimiento de su misión de evangelizar (Mt 28,19-20). Anunciar el Evangelio, especialmente a los jóvenes, es la principal tarea misionera de todo salesiano. Las iniciativas salesianas para la promoción humana, motivadas por una fe profunda, son un Primer Anuncio de Jesucristo. Como educadores-pastores, cada salesiano aprecia los “rayos de la Verdad” en las culturas y otras religiones. En contextos donde el nombre de Jesús ni siquiera puede ser mencionado, lo proclamamos con el testimonio de vida salesiano personal y comunitario. Es la intencionalidad en la promoción del Primer Anuncio lo que puede ayudarnos a superar el peligro de ser vistos como proveedores de servicios sociales o trabajadores sociales en lugar de testigos de la primacía de Dios y proclamadores del Evangelio.

Los jóvenes misioneros salesianos de hoy aportan un nuevo paradigma de las misiones y un modelo renovado de misioneros: el misionero salesiano no es sólo el que da, el que lleva proyectos y quizás recauda dinero, sino sobre todo el que vive con su gente, el que da gran importancia a las relaciones interpersonales; no sólo enseña, sino sobre todo aprende de la gente a la que sirve, que no es sólo receptora pasiva de sus esfuerzos. De hecho, no es el hacer lo que cuenta, sino el ser, que se convierte en un anuncio autorizado de Jesucristo.

¿Sigue habiendo misioneros salesianos que ofrecen su vida por el testimonio de Jesús? Sí, y ya no vienen de Europa como antes, sino que vienen de todo el mundo y van por todo el mundo. Presentamos a algunos jóvenes misioneros que han respondido a la llamada divina.

Hablamos del malgache François Tonga, de 28 años, que fue como misionero a Albania para dar testimonio de su identidad religiosa cristiana y salesiana. Su tarea como aprendiz en la casa salesiana de la capital, Tirana, consiste en coordinar las clases escolares de más de 800 niños. No es un reto menor aprender la lengua y comprender la cultura albanesa, dar testimonio en un contexto mayoritariamente musulmán, aunque – gracias a Dios – no se vive en una situación de choque entre religiones, sino de respeto mutuo. Es un testimonio hecho de presencia y asistencia entre los niños pobres y marginados, y de oración por los jóvenes que encuentran cada día. Y la respuesta no se hace esperar: jóvenes, padres y colaboradores ayudan y ofrecen una buena acogida.

Este es también el caso de otro joven de 28 años, Joël Komlan Attisso, togolés de origen, que aceptó ser enviado como misionero en prácticas a la Escuela Secundaria Técnica Don Bosco de Kokopo, en la provincia de Nueva Bretaña Oriental, en Papúa Nueva Guinea. La misión, con la gracia de Dios, de ser llamado y enviado para servir a todos – y especialmente a los jóvenes – ya da sus frutos: se intercambia acogida, apertura, ayuda y amor, aunque se pertenezca a realidades culturales diferentes. Esto me trae a la memoria el sueño de Don Bosco sobre Oceanía, cuando vio una multitud de jóvenes que decían: “¡Venid en nuestra ayuda! ¿Por qué no hacéis la obra que empezaron vuestros padres?”. […] Me parece que todo esto junto indicaba que la divina Providencia estaba ofreciendo una porción del campo evangélico a los Salesianos, pero en un tiempo futuro. Sus trabajos darán fruto, porque la mano del Señor estará constantemente con ellos, si no demeritan su favor”.

Hablamos también del vietnamita Joseph Thuan Thien Truc Tran, de 30 años, coadjutor salesiano, licenciado en informática, enviado a Juba, en Sudán del Sur, donde no faltan compromisos: tres escuelas primarias, una secundaria, una escuela técnica, una parroquia, un campo de desplazados y un prenoviciado, en total, un complejo de unos 5000 alumnos. Atraído por el testimonio de un salesiano que trabajó como médico en Sudán, el P. John Lee Tae Seok decidió dar su “sí” de total disponibilidad para ser enviado a la misión indicada por sus superiores, confiando exclusivamente en la fe y en la gracia de Dios, tan necesarias en uno de los países considerados entre los más peligrosos del mundo.

Otro joven salesiano en formación que ha dado su disponibilidad para las misiones es Rolphe Paterne Mouanga, de la República del Congo (Congo-Brazzaville o antiguo Congo francés). Destinado a la casa salesiana “Don Bosco Central”di Santa Cruz, Bolivia, en un trabajo que incluye oratorio, escuela primaria, secundaria y parroquia, es uno de los dos primeros misioneros de África en este país, junto con su compatriota David Eyenga. Sus orígenes africanos le ayudan a familiarizarse con los jóvenes, que se muestran intrigados e interesados por conocerle, y esta relación se refuerza a través del deporte, al que es muy aficionado. La diversidad cultural de Bolivia es un verdadero reto, porque no se trata sólo de integrarse en la cultura local, sino también de ser flexible para adaptarse a cada situación. Sin embargo, la apertura, la aceptación, la cooperación y el compartir de los jóvenes y compañeros de trabajo le ayudan en este empeño. Quiere mostrarse abierto y dispuesto a integrarse con lo que ahora considera “su gente”.

El otro compatriota de Rolphe, David Eyenga, también fue enviado a Bolivia, pero a la casa salesiana de Kami, en Cochabamba: una presencia salesiana compleja que incluye una escuela técnica agrícola, una parroquia, una obra de asistencia y promoción social, un internado e incluso una emisora de radio. Las diferencias culturales también se dejan sentir con fuerza en esta zona, en la forma de relacionarse con los demás, especialmente en lo que se refiere a la hospitalidad, las comidas, las danzas y otras tradiciones locales. Esto requiere mucha paciencia para poder relacionarse con la mentalidad local. Se espera y se reza para que la presencia de los misioneros sea también un estímulo para las vocaciones locales.

Emmanuel Jeremia Mganda, un joven de 30 años de Zanzibar, Tanzania, es otro joven que ha escuchado la invitación de Dios a la misión. Fue enviado a la Amazonia brasileña, entre los yanomami, una tribu indígena que vive en comunidades de Maturacá. Sus tareas educativas en el oratorio y la actividad religiosa le enriquecieron pastoral y espiritualmente. La acogida que recibió, que se manifiesta también en el nombre que le dieron, «YanomamiInshiInshi» (Yanomami negro), le hizo sentirse como uno de ellos, le ayudó mucho a integrarse, a comprender y a compartir el amor por la Creación y la protección de este bien de Dios.

¿Hay esperanza de que las misiones iniciadas por Don Bosco, hace casi 150 años, continúen? ¿Que el sueño de Don Bosco – o mejor dicho – que los sueños de Don Bosco se hagan realidad? Sólo hay una respuesta: la voluntad divina no puede fallar, basta con que los salesianos renuncien a sus comodidades y confort y estén dispuestos a escuchar la llamada divina.




Conectarse a la mentalidad de los Milenials y la Generación Z

La comunicación involucra a distintas partes a las cuales que debemos considerar seriamente: en primer lugar, el emisor que codifica el mensaje eligiendo el medio a través del cual se transmite el mensaje del emisor al receptor. El receptor, por su parte, analiza el mensaje en su contexto y lo interpreta según la intención del emisor o de forma diferente. Por último, la feedback (retroalimentación) indica el grado de recepción del mensaje. Cualquier intento de comunicar a Cristo hoy en día comienza con la comprensión de la mentalidad de la generación joven de hoy. Este breve artículo se centrará en esta cuestión.


Una generación es un grupo que puede identificarse por el año de nacimiento y por los acontecimientos significativos que moldearon su personalidad, sus valores, sus expectativas, sus cualidades de comportamiento y sus capacidades de motivación. Los sociólogos llaman a la generación de los nacidos entre 1943 y 1960 ‘Baby Boomers’. La Generación X comprende a los nacidos entre 1961 y 1979. Los Milenials (también llamados Generación Y) son los nacidos entre 1980 y 2000. La Generación Z incluye a los nacidos después del año 2000.

Los emisores son los pastores-educadores salesianos y animadores juveniles. Los receptores son los jóvenes y adultos jóvenes de hoy que son principalmente milenials y de la Generación Z. Por eso, esta presentación se centrará en tratar de entender su mentalidad para descubrir formas de comunicarles nuestro mensaje, Jesucristo. No podemos cerrar nuestros ojos a la realidad de la ‘brecha digital’, que refleja la enorme y creciente desigualdad social entre quienes tienen fácil acceso a Internet y quienes no lo tienen, especialmente muchos jóvenes. Entonces, una respuesta importante a este artículo es la comparación de lo que se presenta aquí con el contexto específico del lector.

LOS MILENIALS
Los milenials actuales tienen cerca entre 20 y 41 años. Aprendieron a utilizar la tecnología y se hicieron dependientes de ella a una edad más temprana que las generaciones anteriores. Los milenials más jóvenes no podrían ni siquiera imaginar la vida sin los smartphones e Internet. Pertenecen a una generación muy conectada a través de los medios sociales. Viven en una época en la que un mensaje puede llegar a innumerables personas y traspasar las barreras lingüísticas, culturales y geográficas. Esto ha creado en ellos el deseo de tener toda la información que desean y proporcionar respuestas y comentarios instantáneos.

Los milenials quieren ser tenidos en cuenta teniendo la oportunidad de compartir sus pensamientos, ya que les gusta compartir ideas y elegir la mejor. Quieren formar parte de la conversación escuchando y hablando. Cuando se escuchan sus opiniones, se sienten valorados y se disponen a participar en algo de lo que se sienten parte. Los milenials quieren que su fe se integre de forma holística en sus vidas, incluso en el ámbito de la tecnología.

Los milenials son la generación de las apps. Las aplicaciones se han convertido en una herramienta para comunicarse, procesar información, comprar productos o incluso leer las escrituras y rezar. Los milenials son expertos en tecnología y utilizan aplicaciones en un promedio de dos horas al día. Quieren ser descubiertos. Son optimistas y quieren compartir, prefiriendo comunicarse con textos. Se centran en el «ahora» pero tienden a ser idealistas.

LA GENERACIÓN Z
En la actualidad, los integrantes de la Generación Z son aquellos que tienen 21 años o menos. Son los primeros en tener Internet al alcance de la mano. Son nativos digitales porque han estado expuestos a Internet, las redes sociales y los teléfonos móviles desde una edad temprana. Utilizan Internet para socializar sin distinguir entre los amigos que conocen en línea y los del mundo físico. Para ellos el mundo virtual es tan real como el mundo presencial. Siempre están conectados; el offline ya no existe para ellos. Son vigorosos contribuyentes y consumidores de contenidos en línea. Prefieren los sitios web para comunicarse e interactuar con la gente, especialmente mediante imágenes. Prefieren participar y estar conectados a través de la tecnología al alcance de su mano.

Son creativos, realistas y se centran en el futuro. Son conscientes de temas y acontecimientos que son importantes para la humanidad y tienen un gran deseo de buscar la verdad. Quieren elegir y descubrir la verdad por sí mismos. De hecho, la búsqueda de la verdad está en el centro de sus comportamientos y patrones de consumo típicos.

Los jóvenes de la Generación Z utilizan redes sociales como Facebook, WhatsApp, Twitter, Instagram, Tiktok, Tumblr, entre otros, para informarse sobre temas sociales, salud y nutrición, espiritualidad, etc., pero también son grandes usuarios de plataformas sociales anónimas como Snapchat, Secret, Whisper, donde cualquier imagen comprometedora desaparece casi al instante. Con una gran cantidad de información a su disposición, son más pragmáticos y menos idealistas que los milenials. Su constante dependencia de la red podría llevarlos a correr el riesgo de compartir en exceso su información personal en el mundo virtual y convertirse en adictos a Internet. Su carácter está formado por lo que publican sobre sí mismos en Internet y por lo que otros publican y comentan sobre ellos. Entre ellos, una gran mayoría en todos los continentes se declaran religiosos, pero no se identifican necesariamente con una religión: creen sin pertenecer, otros pertenecen sin creer. Los que dicen no pertenecer a ninguna religión concreta suelen proceder de familias sin fe religiosa o de cristianos tibios. La Generación Z es mucho menos religiosa que los milenials.

LOS MEDIOS SOCIALES
Es cierto que los medios sociales podrían obstaculizar de algún modo las auténticas relaciones interpersonales. También podría utilizarse como plataforma para la distribución y el acceso a materiales que podrían causar daños morales, sociales y espirituales. La verdad es que cualquier medio de comunicación tiene el potencial de ser utilizado para el mal. Es cierto que los medios sociales han sido utilizados, por ejemplo, para globalizar el populismo y desencadenar revoluciones como la primavera árabe y las protestas de los chalecos amarillos en Francia.

Todavía, los medios sociales también han permitido a la gente estar conectada a nivel mundial. Nos permiten a cada uno de nosotros ponernos al día de lo que ocurre en nuestras vidas, compartir ideas poderosas e invitar a la gente a conocer a Jesucristo. Los medios sociales se han convertido en nuestro patio virtual. Por eso es importante que pasemos de demonizar los medios, a educar a los jóvenes en su uso adecuado y a desarrollar su potencial para evangelizar.

COMUNICAR A CRISTO
El testimonio creíble es una condición importante para comunicar a Cristo. En el mundo virtual el testimonio implica visibilidad (manifestamos visiblemente nuestra identidad católica), verdad (nos aseguramos de ser portadores de la verdad y no de noticias falsas) y credibilidad (las imágenes que presentamos refuerzan el mensaje que queremos comunicar). Del mismo modo, la fe debe presentarse a los milenials y a la Generación Z de formas nuevas y atractivas. Esto, a su vez, les abrirá oportunidades para compartir su fe con sus compañeros. Debemos resistir la tentación de bombardear las redes sociales con mensajes e imágenes religiosas. De hecho, esto alejará a un gran número de jóvenes.
En el Primer Anuncio no se trata de las doctrinas cristianas que se deben enseñar. El adjetivo “primero “no debe entenderse en un sentido estrictamente lineal o cronológico, como el primer momento del anuncio, porque en realidad empobrece su riqueza. Es más bien “primero” en el sentido en que el término arché era entendido por los antiguos filósofos griegos como el principio o el elemento fundamental del que todo tiene su origen, o aquello de lo que todas las cosas están formadas. Es el fundamento de una nueva evangelización y de todo el proceso de evangelización.
Se trata de favorecer una experiencia sobrecogedora y emocionante capaz de suscitar un interés por la persona de Jesús. Esto eventualmente lleve a una primera adhesión a Él, o a la revitalización de la fe en Él. El primer anuncio es esa chispa que lleva a la conversión. Esta opción por Cristo es el feedback al mensaje. De aquí sigue el proceso de evangelización mediante el catecumenado y la catequesis sistemática. Sin el primer anuncio que lleva a una opción personal por Cristo, cualquier esfuerzo de evangelización será estéril. Entonces, el desafío para cada pastor-educador salesiano, para cada animador juvenil, para cada discípulo misionero no es hacer contenidos para los medios sociales. Esta es una tentación a la que hay que resistir con fuerza. Su tarea es formar y acompañar a los propios milenials y a la Generación Z para que puedan crear para sí mismos y para sus compañeros contenidos basados en la fe en los medios sociales que puedan despertar el interés por conocer a la persona de Jesucristo. En realidad, hoy los medios sociales son una plataforma privilegiada para comunicar a Cristo a los jóvenes. ¡Depende de cada uno de nosotros utilizarlos con creatividad misionera!

LOS AMBIENTES VIRTUALES JUVENILES DE HOY
Nuevas intuiciones para una perspectiva misionera
Encuesta realizada por Juan Carlos Montenegro y el P. Alejandro Rodríguez sdb, Provincia de San Francisco (SUO), EE.UU.

El mandamiento de Jesús «Id y haced discípulos» (Mt 28,19) sigue resonando en nosotros hoy. Nuestro amor por Cristo nos desafía a ir más allá de nuestras fronteras y llegar a todas las personas, especialmente a los jóvenes de la sociedad actual. Para hacer esto, necesitamos ver la realidad desde su punto de vista, comprender cómo procesan las informaciones y cómo estas afectan a su comportamiento. Sin embargo, nuestra principal misión como educadores-evangelizadores salesianos es la de acercarlos a Cristo y acercarles a Cristo a ellos.
Las diferencias generacionales pueden ser un desafío que no nos ayuda a ponernos en camino para estar «plenamente» presentes en este nuevo patio donde los jóvenes han construido su propio lenguaje, han desarrollado sus propias reglas y han creado nuevas expresiones y diferentes tipos de relaciones significativas. Este nuevo patio es un mundo virtual donde los jóvenes de hoy viven, interactúan, sueñan, se comprometen y sufren. El amor y el sello misionero de Don Bosco nos insta a abrazar esta nueva realidad con esperanza, fe y caridad pastoral.
Si no conocemos la nueva realidad a la que se enfrentan los jóvenes en el mundo virtual, nuestra propuesta y nuestro acompañamiento como educadores-evangelizadores será insignificante e irrelevante. El Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana (2015) nos llama a estar presentes en el «nuevo patio» Ahora más que nunca debemos innovar y adaptar nuestro estilo salesiano de presencia entre los jóvenes.
Para entender lo que está sucediendo en este nuevo patio virtual, el Sector Misiones realizó una encuesta en línea a nivel congregacional tratando de entender a nuestros jóvenes, qué piensan, qué hacen, qué esperan en cuanto a los contenidos, las posibilidades y el uso de redes sociales. La encuesta en línea en 6 idiomas involucró a 1.731 jóvenes de nuestras comunidades educativo-pastorales salesianas de entre 13 y 18 años de 37 países y 6 continentes diferentes. Es importante tener esto en cuenta porque las respuestas de los jóvenes que no provienen de origen salesiano pueden ser diferentes.

Puntos relevantes:
• Es sabido que el aumento del uso de Internet se asocia en los jóvenes a una disminución de la comunicación con los miembros de la familia, a una disminución de la participación en la vida social y a un aumento de la depresión y de la soledad. Estos son temas importantes a tener en cuenta sobre el acompañamiento en nuestra planificación pastoral.
• El 91% de nuestros jóvenes utiliza teléfonos móviles para acceder a las redes sociales. Estos dispositivos están asociados a problemas de comportamiento y también a posibles problemas de salud. El 75% de los encuestados está conectado a Internet durante más de 6 horas a la semana, pero puede superar las 20 horas en algunos casos. Estar conectado tiene muchas implicaciones, como el cambio del desarrollo de habilidades sociales, de las relaciones, del conocimiento, etc.

• Los jóvenes encuestados creen que las mayores amenazas en el uso de las redes sociales son el acoso en línea, la pedofilia, las noticias falsas, los acosadores y los piratas informáticos. Mientras que el 26% de nuestros jóvenes dice haber sido acosados.
• Por falta de supervisión y/o formación y acompañamiento, los jóvenes están expuestos a contenidos para adultos; la presencia educativa más urgente de los adultos comienza con los niños de 11 a 13 años porque es el momento en que, según la encuesta, son más vulnerables a contenidos de este tipo en las páginas web.
• En cuanto a nuestra presencia con contenido religioso, el 73% de los jóvenes que hicieron esta encuesta tuvo algún tipo de contacto con contenido religioso. El 48% cree que Internet ayuda a desarrollar su relación con Dios.
• Nuestros jóvenes visitan sitios web relacionados con vídeos y música, juegos, tutoriales, etc. El 88% de los encuestados prefiere el vídeo como tipo de contenido.
• Los jóvenes prefieren WhatsApp (64%), Instragram (61%), Youtube (41%), Tik Tok o Facebook (37%) y Messenger (33%). Esta información nos ayuda a mejorar nuestras formas de comunicación con ellos porque los adultos pueden esforzarse mucho por estar presentes en plataformas donde los jóvenes no están. Quizás los mejores canales de comunicación podrían ser Facebook para los padres e Instagram para nuestros jóvenes.

Esta encuesta es una poderosa llamada que nos desafía a los educadores y evangelizadores de jóvenes a estar presentes entre nuestros jóvenes de una manera relevante y significativa en las redes sociales.




La sinodalidad misionera

La sinodalidad misionera: Una perspectiva salesiana

LA SINODALIDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO
En los últimos años, el sustantivo «sinodalidad» se ha vuelto de uso común. Lamentablemente, algunos tienen una comprensión propia del concepto, ya sea ideológica o errónea. Así, No es de extrañar que muchas personas, incluso religiosos y sacerdotes, se pregunten abiertamente: «¿qué significa esto?». La sinodalidad es, en realidad, una palabra nueva para expresar una realidad antigua. Jesús, el peregrino que anunció la Buena Noticia del Reino de Dios (Lc 4,14-15) compartió con todos la verdad y el amor de la comunión con Dios, y con las hermanas y hermanos. La imagen de los discípulos de Emaús en Lucas 24,18-35 es otro ejemplo de sinodalidad: ellos empezaron recordando los acontecimientos vividos; luego reconocieron la presencia de Dios en esos mismos acontecimientos; y finalmente, se pusieron en marcha volviendo a Jerusalén para anunciar la resurrección de Cristo. Esto significa que, los discípulos de Jesús en la historia, debemos caminar juntos, viviendo nuestra identidad del Pueblo de Dios de la nueva alianza. De hecho, en los Hechos de los Apóstoles el Pueblo de Dios avanzó unido, bajo la guía del Espíritu Santo, durante el Concilio de Jerusalén (Hch 15; Gal 2,1-10).

LA SINODALIDAD EN LA IGLESIA PRIMITIVA
En la Iglesia primitiva, San Ignacio de Antioquía (50-117) recordó a la comunidad cristiana de Éfeso que todos sus miembros son «compañeros de viaje», en virtud de su bautismo y su amistad con Cristo. Mientras que San Cipriano de Cartago (200-258) insistió en que nada debe hacerse en la iglesia local sin el obispo. Del mismo modo, para San Juan Crisóstomo (347-407) ‘Iglesia’ es un término para ‘caminar juntos’ a través de la relación recíproca y ordenada de los miembros, lo que los lleva a conformar una mentalidad común.

En la Iglesia primitiva, la palabra griega compuesta por dos partes: syn (que significa «con») y ódós (que significa «camino»), se utilizaba para describir el caminar del Pueblo de Dios por el mismo sendero a la hora de responder a cuestiones tanto disciplinarias, como litúrgicas y doctrinales. Así, en las Iglesias locales y en las diócesis desde mediados del siglo II (año 150 aproximadamente), los sínodos eran celebrados periódicamente. De la igual manera en Nicea, desde el año 325 en adelante, se realizó la reunión de todos los obispos de la Iglesia, llamada «Concilio» en latín, donde se tomaban decisiones en común, manifestándose la comunión con todas las Iglesias.

LA SINODALIDAD EN EL VATICANO II
El Concilio Vaticano II no abordó específicamente el tema de la sinodalidad ni utilizó este término en sus documentos. Ha utilizado, en cambio, el término «colegialidad» para expresar el método de construcción de los procesos conciliares. Sin embargo, la sinodalidad estaba al centro del trabajo de renovación que el Concilio estaba alentando. Mientras que la colegialidad se refiere al proceso de toma de decisiones de los obispos a nivel de la Iglesia universal, la sinodalidad es el fruto de los esfuerzos activos para vivir las perspectivas del Concilio Vaticano II a nivel local. Esta comprensión se concretizó al reconocer la naturaleza de la Iglesia como «comunión», en la que también ha recibido la «misión» de proclamar y establecer entre todos los pueblos el reino de Dios (Lumen gentium, 5). Esta mentalidad sinodal concibe a la Iglesia caminando juntos y compartiendo «los gozos y las esperanzas, las penas y las angustias» de todos aquellos con los que caminamos (Gaudium et spes, 1).

EL PAPA FRANCISCO Y LA SINODALIDAD
Desde el año 2013 ya el Papa Francisco nos enseña sobre la sinodalidad en todo lo que hace y dice. La sinodalidad no es una simple discusión, ni es como las deliberaciones de los parlamentos que buscando el consenso terminan decidiendo por el voto de la mayoría. No se trata de debatir, argumentar o escuchar para responder. No es un proceso de democratización o de someter la doctrina a votación. No se trata de un plan, ni de un programa a aplicar. Ni siquiera se trata de lo que quieren los obispos u otras partes interesadas, en el mando y el control. La sinodalidad, en cambio, tiene que ver con lo que somos y con lo que aspiramos a ser como comunidad cristiana, como cuerpo de Cristo. Es el estilo de vida que cualifica la vida y la misión de toda la Iglesia. La sinodalidad es la escucha atenta para comprender a un nivel más profundo y personal. Es ser una Iglesia de participación y corresponsabilidad, empezando por el Papa, los obispos e involucrando a todo el pueblo de Dios, para que todos podamos descubrir la voluntad de Dios al enfrentarnos al conjunto de desafíos particulares.

La presencia del Espíritu Santo, recibida por medio del sacramento del Bautismo, permite tener un instinto de fe (sensus fidei) a la totalidad del pueblo de Dios. Éste le ayuda a discernir lo que es verdaderamente de Dios, así como le permite sentir, intuir y percibir en armonía con la Iglesia. La sinodalidad implica el ejercicio del sensus fidei de todo el Pueblo de Dios, el ministerio de guía por parte del colegio de los Obispos con el clero, y el ministerio de unidad del Obispo de Roma.

SINODALIDAD Y DISCERNIMIENTO
La sinodalidad está caracterizada, especialmente, por el constante discernimiento de la presencia del Espíritu Santo. Se trata de una realidad dinámica y en desarrollo, porque no podemos predecir hacia dónde nos puede conducir el Espíritu Santo. La sinodalidad no es un camino marcado de antemano. Es, por el contrario, un encuentro que moldea y transforma. Es un proceso que nos desafía a reconocer la función profética del pueblo de Dios y nos exige estar abiertos a lo inesperado de Dios. A través de la escucha recíproca y el diálogo, viene Dios mismo a tocarnos, a sacudirnos, a cambiarnos interiormente. En definitiva, la sinodalidad es la expresión de la implicancia colectiva y del sentido de corresponsabilidad con la Iglesia por parte de todo el pueblo de Dios.

Esto implica una actitud de escucha atenta con humildad, respeto, apertura, paciencia al afrontar nuestras experiencias y disposición a escuchar incluso las ideas discordantes, a las personas que han abandonado la práctica de la fe, a las personas de otras tradiciones de fe o incluso de ninguna creencia religiosa para poder llegar a discernir los impulsos del Espíritu Santo, que es el principal protagonista, y en consecuencia para promover la acción de Dios en las personas y en la sociedad, actuando con sabiduría y creatividad.

LA IGLESIA ES MISIONERA
La Iglesia existe para difundir la buena noticia de Jesús. Así, su actividad misionera ante todo consiste en anunciar el nombre, las enseñanzas, la vida, las promesas, el reino y el misterio de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 14, 22). Puesto que todos los miembros de la Iglesia son agentes de evangelización, en virtud del bautismo recibido, una Iglesia sinodal es, por lo tanto, condición indispensable para desarrollar una nueva energía misionera que implique a todo el Pueblo de Dios. La evangelización sin sinodalidad carece de atención a las estructuras de la Iglesia. A la inversa, la sinodalidad sin evangelización significa que somos tan solo un club social, empresarial o filantrópico más.

SINODALIDAD MISIONERA
La sinodalidad misionera implica un enfoque sistémico de la realidad pastoral. Cada bautizado como lo que es, discípulo misionero enviado a anunciar el Evangelio, necesita aprender a escuchar atenta y respetuosamente, como compañeros de viaje, a la gente del lugar, a los adeptos a otras religiones, a los gritos de los pobres y marginados, a aquellos que no tienen voz en el espacio público, para estar más cerca de Jesús y de su Evangelio y llegar a ser una Iglesia en salida, no encerrada en sí misma.

Si nuestro testimonio público no es siempre evangelizador en sentido amplio, solamente seremos una ONG más, en un mundo cada vez más desigual y aislado. Hoy en día existe una creciente conciencia de que todo lo que hacemos como católicos tiene un punto de contacto con la evangelización. Evangelizamos a través del modo en que acogemos a la gente; el modo en que tratamos a nuestros amigos y familiares; con la manera en que gastamos el dinero como individuos, grupos y comunidades; en el modo en que cuidamos de los pobres y llegamos a los marginados; según cómo utilizamos los medios de comunicación social; cómo escuchamos atentamente los anhelos de los jóvenes y en el modo en que estamos en desacuerdo y dialogamos entre nosotros.

EL PROCESO SINODAL
Para escuchar atentamente el sentido de fe del pueblo de Dios (sensus fidelium), que la Iglesia enseña como auténtico garante de la fe que expresa, el Papa Francisco instituyó el «proceso sinodal». Caminando juntos, discutiendo y reflexionando como pueblo de Dios, la Iglesia crecerá en su autocomprensión, aprenderá a vivir la comunión, fomentará la participación y se abrirá a la misión de evangelización.

De hecho, el proceso sinodal tiene el objetivo de inspirar esperanza, estimular la confianza, o sanar las heridas para que podamos tejer relaciones nuevas y más profundas, aprender unos de otros e iluminar las mentes para soñar con entusiasmo sobre la Iglesia y nuestra misión común. Es un kairos o «momento de madurez» en la vida de la Iglesia para convertirnos y prepararnos para la evangelización. Entonces ya se trata de un momento de evangelización.

LA SINODALIDAD Y EL CARISMA SALESIANO
De los tesoros pedagógicos y espirituales del carisma salesiano podemos extraer expresiones de sinodalidad misionera.

Nuestro patrono, San Francisco de Sales, hizo de la verdadera amistad el contexto necesario en el que se realiza el camino conjunto a través del acompañamiento espiritual. Él creía que no podía haber un verdadero acompañamiento espiritual sin una verdadera amistad. Dicha amistad implica siempre una mutua comunicación y el enriquecimiento recíproco, lo que permite que la relación sea verdaderamente espiritual.

En el Oratorio de Valdocco, Don Bosco preparaba a sus muchachos para la vida y les hacía tomar conciencia del amor que Dios les tenía, les ayudó a amar su fe católica y a ponerla cotidianamente en práctica. Se preocupaba por mantener una relación individualizada con cada uno para proporcionarles, según las necesidades de cada uno, acompañamiento personal y grupal. Escribió así en su carta de Roma de 1884: «la familiaridad lleva al amor, y el amor lleva a la confianza. Es eso lo que abre los corazones, y los jóvenes lo revelan todo sin temor». Manteniendo un hermoso equilibrio entre el ambiente sano y maduro, y la responsabilidad individual, el Oratorio se convirtió llegó a ser una casa, una parroquia, una escuela y un patio.

Don Bosco formó a su alrededor una comunidad en la que los propios jóvenes eran protagonistas. Fomentó la participación y el compartir de las responsabilidades entre eclesiásticos, salesianos y laicos. Le ayudaban a impartir el catecismo y otras lecciones, a ayudar en la iglesia, a guiar a los jóvenes en la oración, a prepararlos para la primera comunión y la confirmación, a asistir en el patio donde jugaban con los chicos, y a socorrer a los más necesitados al encontrarles empleo con algún empresario honrado. A cambio, Don Bosco cuidaba diligentemente de su vida espiritual, mediante encuentros personales, conferencias, dirección espiritual y administración de los sacramentos. Este ambiente dio lugar a una nueva cultura en la que existía un profundo amor a Dios y a la Virgen que, a su vez, creó un nuevo estilo de relación entre los jóvenes y los educadores, entre los laicos y los sacerdotes, entre los artesanos y los estudiantes.

Hoy la Comunidad Educativo-Pastoral (CEP), a través del Plan Educativo Pastoral Salesiano (PEPS), es el centro de comunión y de participación en el espíritu y la misión de Don Bosco. En la CEP fomentamos un nuevo modo de pensar, juzgar y actuar, un nuevo modo de afrontar los problemas y un nuevo estilo de relaciones – con los jóvenes, los salesianos y los laicos, de diversas maneras – como líderes y colaboradores.

Un elemento esencial del carisma de Don Bosco es el espíritu misionero que transmitió a sus salesianos y a toda la familia salesiana. Esto se resume en Da mihi animas y se expresa por medio del «corazón oratoriano» en el fervor, el impulso y la pasión por la evangelización, en particular de los jóvenes. Es la capacidad de diálogo intercultural e interreligioso, y la voluntad de ser enviados allí donde hay más necesidades, especialmente en las periferias.

UN TIEMPO DE CONVERSIÓN
La conversión personal y comunitaria será siempre necesaria porque reconocemos humildemente que todavía hay muchos obstáculos en nuestro interior para vivir la sinodalidad misionera: la sensación de que urge más enseñar que escuchar; cierto sentido de derecho a los privilegios; una incapacidad para ser transparentes y responsables; una lentitud para dialogar y una falta de presencia animadora entre los jóvenes; la propensión a controlar y a reclamar el derecho exclusivo en la toma de decisiones; la falta de confianza en la responsabilización de los laicos como compañeros de la misión; y la falta de reconocimiento de la presencia del Espíritu Santo en las culturas y en los pueblos, incluso antes de nuestra llegada.

En efecto, ¡la sinodalidad misionera salesiana es al mismo tiempo un don y una tarea!