ADMA – Un itinerario de santificación y apostolado según el carisma de Don Bosco

La Asociación de María Auxiliadora (ADMA) fue fundada el 18 de abril de 1869 por Don Bosco, como segundo grupo de su obra, después de los Salesianos, con el objetivo depromover las glorias de la divina Madre del Salvador, para merecer su protección en la vida y particularmente en el momento de la muerte”.

            La Pía Asociación de María Auxiliadora se fundó tras la inauguración de la Basílica dedicada a la Santísima Virgen, que tuvo lugar el 9 de junio de 1868 en Turín. Con la construcción de la Basílica, Don Bosco vio con sus propios ojos la realización del famoso sueño de 1844, en el que la Virgen María, a semejanza de una pastora, le hizo ver “una estupenda y alta Iglesia” en cuyo interior había “una banda blanca, en la que en grandes letras estaba escrito: HIC DOMUS MEA, INDE GLORIA MEA”. Muchas personas, especialmente del pueblo, habían contribuido con ofrendas a la construcción del Santuario en señal de gratitud por las gracias recibidas de María Auxiliadora. Los fieles habían hecho “repetidas peticiones para que se iniciara una piadosa Asociación de devotos que, unidos en un mismo espíritu de oración y piedad, rindieran homenaje a la gran Madre del Salvador, invocada bajo el título de Auxilio de los Cristianos”. Esta petición popular – realizada a pesar de que en Turín existía una antigua (siglo XII) y fuerte devoción a Nuestra Señora bajo el título de la Consolata- indica que la iniciativa vino de arriba.

Cúpula de la Basílica Maria Ausiliatrice, Turín, Italia

Así se comprende también el motivo de la solicitud de aprobación de la Asociación hecha por el propio Don Bosco: “El suscripto expone humildemente a V. E. que con el único deseo de promover la gloria de Dios y el bien de las almas tendría en su ánimo que en la iglesia de María Auxiliadora, hace un año consagrada por V. E. al Culto divino, se iniciara una piadosa unión de fieles bajo el nombre de Asociación de los Devotos de María Auxiliadora: el objetivo principal sería promover la veneración del Santísimo Sacramento y la devoción a María Auxilium Christianorum:un título que parece ser del agrado de la Augusta Reina del Cielo”. Su petición no sólo fue aceptada, sino que en menos de un año desde su fundación (febrero de 1870) la Pía Asociación de María Auxiliadora se convirtió en Archicofradía.

            El nombre “ADMA” que Don Bosco dio a esta asociación, significaba la Asociación de los Devotos de María Auxiliadora, donde la palabra “devotos” refleja lo que San Francisco de Sales enseñó: “La devoción no es otra cosa que una agilidad y vivacidad espiritual, con la que la caridad realiza sus operaciones en nosotros, y nosotros operamos a través de ella, pronta y afectuosamente”. Esta devoción se especifica aún más: “Don Bosco, consciente de nuestras dificultades y fragilidad, dio un paso más, aún más hermoso: no somos devotos en general, sino devotos de María Auxiliadora”. En su experiencia, el don del amor que une al Padre y al Hijo (la gracia) y que impulsa a la acción (la caridad), pasa explícitamente, casi sensiblemente, por la mediación maternal de María”, como señala el sucesor de Don Bosco, el P. Ángel Fernández Artime.
            Don Bosco fundó ADMA para compartir la gracia y difundir y defender la fe del pueblo, irradiando en el mundo la veneración a Jesús Eucaristía y la devoción a la Virgen Auxiliadora, dos pilares de nuestra fe. Esta semilla sembrada por el santo se ha extendido hoy a 50 países de todo el mundo, con unos 800 grupos adscritos a ADMA Primaria de Turín.
            Hoy en ADMA, en la escuela de Don Bosco, se siguen caminos de oración, apostolado y servicio, según un estilo familiar. Se vive y se difunde la devoción a la Eucaristía y a María Auxiliadora, valorando la participación en la vida litúrgica y la reconciliación. La formación cristiana se orienta a imitar a María en la vivencia de la “espiritualidad de la vida cotidiana”, buscando cultivar un ambiente cristiano de acogida y solidaridad en la familia y en los propios lugares de vida.
            Con ocasión del 150 aniversario de la fundación de ADMA, el sucesor de Don Bosco, en su carta “¡Confía, confía, sonríe!”, dejó a la Asociación algunas instrucciones. La invitación es a dejarse guiar por el Espíritu Santo para un renovado impulso evangelizador, anclado en los dos pilares, la Eucaristía y la devoción a María Auxiliadora, con algunos énfasis:
            – vivir un camino de santidad en la familia, dando testimonio principalmente a través de la perseverancia en el amor entre los esposos, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre jóvenes y ancianos;
            – llevar a la Virgen al hogar, imitando a María en todo lo que se pueda;
            – ofrecer un itinerario de santificación y apostolado, sencillo y accesible a todos;
            – participar en la Eucaristía, sin la cual no hay camino de santidad;
            – confiarnos a María, convencidos de que nos llevará «de la mano» para conducirnos al encuentro con su Hijo Jesús.

            Los momentos privilegiados para vivir y difundir la dimensión popular de la devoción a María Auxiliadora, y para pedir gracias, son las prácticas de piedad: la conmemoración del 24 de cada mes, el rosario, la novena de preparación a la fiesta de María Auxiliadora, la bendición de María Auxiliadora, las peregrinaciones a los santuarios marianos, las procesiones, la colaboración en la vida parroquial.
            Los miembros de ADMA forman parte del gran árbol de la Familia Salesiana, un movimiento de personas promovido por Don Bosco, bajo la guía de María Auxiliadora, para la misión juvenil y popular: “Debemos unirnos -escribió en 1878- entre nosotros y todos con la Congregación… apuntando al mismo objetivo y utilizando los mismos medios… como en una sola familia con los lazos de la caridad fraterna que nos impulsa a ayudarnos y apoyarnos mutuamente en beneficio del prójimo”. En la Familia Salesiana, ADMA conserva la tarea de subrayar la particular devoción eucarística y mariana vivida y difundida por San Juan Bosco, devoción que expresa el elemento fundador del carisma salesiano. En esta perspectiva, entre otras cosas, ADMA promueve para toda la Familia Salesiana el Congreso Internacional de María Auxiliadora, cuya próxima edición se celebrará en Fátima del 29 de agosto al 1 de septiembre de 2024. El título elegido para este evento será “Yo te daré la maestra”, en recuerdo del sueño de nueve años de Don Bosco, del que se celebrará el 200 aniversario.
            Para conocer mejor a ADMA, además de la página web admadonbosco.org, también se puede seguir su hoja mensual de formación y comunión “ADMA en línea ” y su serie de libros “Cuadernos de María Auxiliadora”, ambos en el mismo sitio. También puedes seguirlos en los canales de las redes sociales Facebook y Youtube, y un folleto puede descargarse desde AQUÍ.




Salesianos en Tijuana. Una casa en las fronteras

A sólo 30 m de la frontera con Estados Unidos se encuentra una casa salesiana en México que presta numerosos servicios a los jóvenes, a los pobres y a los migrantes, en la zona de la frontera terrestre más transitada del mundo, en una ciudad cuya población se ha triplicado en los últimos 30 años y en una zona mundialmente famosa por el muro que separa el México de los Estados Unidos.

Los salesianos llegaron a la ciudad de Tijuana, Baja California (México), en la fiesta de San José, el 19 de marzo de 1987.

Es a finales de la década de los ochenta que el padre Inspector de entonces, miro hacia la frontera norte de México señalando que las presencias del norte deberían de ser unos “pulmones” que dieran aire purificado a la misión y a la vida apostólica y religiosa de la Inspectoría Salesiana.

Con esa intención y queriendo dar una respuesta a tantas necesidades de la ciudad, los salesianos se dieron a la tarea de conseguir espacios para implantar oratorios en la ciudad. En menos de una década se lograron 9 oratorios donde los jóvenes encontraron casa, patio, escuela e iglesia. Con el paso del tiempo y focalizando la atención en diversas necesidades, se confirmaron seis obras-presencias colocadas en distintas colonias populares de la ciudad, formando el Proyecto Salesiano Tijuana. Cada una de ellas alberga diversas instituciones dando vida a más diez frentes de trabajo.

La primera de las obras fue la Parroquia y Oratorio María Auxiliadora, ubicada en la “Colonia Herrera”. Tanto la parroquia como el oratorio, van atendiendo diversas problemáticas de la colonia. Se van dando pasos en un convenio con la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) para allí mismo ofrecer un centro comunitario de salud con asesoría legal, psicológica y cuidados de médicos. En el territorio parroquial se encuentra el alberge para familias migrantes llamado “Pro amore DEI” al cual, se le acompaña con diversas actividades. Este Oratorio de María Auxiliadora va ofreciendo talleres de corta duración y flexibles, que favorecen oportunidades de aprendizajes diversos, todos para el bien de las familias; asisten a estos talleres niños y familias en situación vulnerable. Algunos de estos talleres son: taller de corte y confección, taller de belleza, taller de escuelita de futbol, taller de zumba, taller de guitarra y taller de computación, asesoría psicológica y educación para adultos o jóvenes fuera del rango escolar en convenio con el INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos).

Otra de las presencias en la ciudad es el Oratorio San Francisco de Sales, ubicado en la colonia Castillo en la zona centro de la ciudad. En esta presencia alberga también diversas instituciones, entre ellas: una de las sedes de la residencia de la comunidad religiosa, el Oratorio, las oficinas de la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) que en colaboración con el ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) dan servicio a los solicitantes de refugio (se ofrece carnet de identidad, bolsa de trabajo, apoyo legal) y las oficinas del Proyecto Salesiano Tijuana. Es un conjunto de servicios a los más desfavorecidos: extranjeros que llegan a la ciudad buscando refugio y una atención digna a sus derechos. En el oratorio se atiende a las familias de la colonia con talleres flexibles y ágiles brindando espacio de crecimiento (es una colonia de gente trabajadora que en los últimos años sufre mucho por la venta de droga y asesinatos a causa de esta situación). Para el Proyecto Salesiano Tijuana ha sido y es de gran importancia la apertura a la creación de redes y alianzas con diversas instituciones que fortalecen y propician la ayuda a los jóvenes, a los migrantes y a las familias en situaciones vulnerables.

El Oratorio Domingo Savioestá en el corazón de la colonia “Sánchez Taboada”. Esta colonia es muy particular. Según estadísticas recientes, la delegación Sánchez Taboada tiene el primer lugar en violencia en la ciudad. En esta demarcación fueron asesinadas 146 personas en menos de cinco meses, convirtiéndose en la colonia más violenta; pues fue donde se registraron más homicidios dolosos. Es aquí donde se encuentra nuestra presencia salesiana que va desarrollando servicios diversos. Una presencia que especialmente quiere brindar esperanza a las familias y oportunidades a los niños. La situación de violencia, de pobreza y la ubicación orográfica de la casa salesiana exigen un constante apoyo económico para mantener instalaciones y para conseguir personal adecuado que pueda ofrecer servicios educativos. Entre las actividades que ahora se tienen son: taller de futbol, taller de guitarra, taller de voleibol, taller de regulación escolar para los niños y adolescentes, taller de inglés y taller de computación. En este oratorio, como en las otras cinco presencias se ofrece la catequesis sacramental, y los servicios y celebraciones litúrgicas en la capilla.

Oratorio San José Obrero está ubicado en la zona este de la ciudad en la colonia llamada “Ejido Matamoros”. Es una presencia que cuenta con instalaciones deportivas que ofrece servicios a una gran cantidad de jóvenes, niños y adultos que llegan a jugar el futbol; en el transcurso de una semana pasan por este espacio de deporte más de mil usuarios. En este oratorio también el Movimiento Juvenil Salesiano se manifiesta con un fuerte asociacionismo, especialmente para adolescentes y niños, que cuenta con el movimiento de Amigos de Domingo Savio, los acólitos, los coros. La Capilla del Oratorio ofrece servicios litúrgicos cotidianamente abiertos a la comunidad. La presencia salesiana en este oratorio también cuenta con un bachillerato o escuela media superior que por estar ubicada en esta zona de gran crecimiento de la ciudad puede seguir prestando un servicio educativo de gran necesidad y deberá crecer en el número de alumnos y en la calidad de sus servicios educativos.

El Oratorio San Juan Bosco se encuentra en la colonia Mariano Matamoros en el Florido. Es un oasis de paz en la zona este de la ciudad y así lo llamamos, porque en el 2022 se registraron aquí también 92 asesinatos. Esta presencia salesiana se sitúa en una zona de asentamientos de familias que trabajan en las “maquilas” y allí la obra salesiana ha desarrollado una presencia grande y compleja que consta de cuatro instituciones: el refugio Don Bosco (un albergue para mujeres y niños, que funciona desde diciembre del 2021), el colegio Don Bosco (una escuela con 200 alumnos, niños y niñas, que cursan la educación primaria) el oratorio – centro juvenil (acoge a niños, grupos de jóvenes, deportistas de la liga de soccer y básquet, grupo de ballet folklorico, talleres) la capilla San Juan Bosco (brinda servicios litúrgicos con una gran afluencia de familias y niños que acuden a la catequesis). Estas instituciones en su conjunto dan vida a un centro integrador de la comunidad local, siendo un espacio de diversos destinatarios (migrantes, niños y niñas, jóvenes, familias) que ofrece la oportunidad de actualizar la misión salesiana, dando respuestas a las necesidades sociales. Para llevar adelante estas instituciones de la grande obra social los salesianos van trabajando con acuerdos de colaboración con diversas instituciones de organizaciones civiles, gubernamentales y creando convenios con agencias de la ONU (ACNUR, OIM, UNICEF); también con gran apertura y flexibilidad se colabora con otras instituciones que dan respaldo y apoyo en temas de salud y de educación.

El Desayunador Salesiano, es una obra de ayuda social que da vida a dos instituciones (desayunador y albergue para varones migrantes) que a su vez presta a los destinatarios una variedad grande de servicios. Esta Obra Salesiana está ubicada en la zona centro – norte de la ciudad de Tijuana. Sus inicios los ubicamos en el año de 1999 pero, antes de este año se ofrecían ya algunos “tacos” en las instalaciones de las oficinas del proyecto salesiano. Va desarrollándose y evolucionando este servicio de dar de comer a los pobres y migrantes que deambulaban en la ciudad, y en los años 2007-2008 se establece con locales propios para esta actividad en el lugar que actualmente funciona. Lo que se hace en este lugar es dar atención a población vulnerable migrantes (deportados/repatriados, extranjeros del centro y sur de México) personas sin hogar, adultos mayores, familias pobres o extrema pobreza, hombres, mujeres y niños que tengan hambre.

Entre la variedad de servicios que se ofrecen están: desayunos (entre 900 y 1200 diarios), llamadas telefónicas al extranjero (25 por día), duchas (hasta 150 por día, tres veces por semana), corte de pelo, entrega de despensas a familias pobres (3-5 por día), ofrecimiento del cambio de ropa (hasta 150 por día, tres veces por semana), atención médica (40-60 por día), asesoría jurídica (8-20 por día) en temas migratorios, atención psicológica, apoyo y sostenimiento emocional, talleres de prevención para la violencia contra la mujer, talleres (arte gráfico, mosaico bizantino, alebrijes y piñatas, taller de radio, etc.), bolsa de trabajo formal e informal, vinculación con centros de rehabilitación. La actividad del Desayunador y albergue se sostiene con la ayuda del voluntariado cotidiano (local, nacional e internacional) de diversas formas o periodos, desarrollando una grande apertura para la colaboración inter-institucional.

El compromiso salesiano en este gran Proyecto Salesiano Tijuana se hace muy necesario porque la ciudad sigue creciendo, sigue siendo la ciudad fronteriza con mayor número de personas en movilidad y en situación de migración; hablar de Tijuana como frontera es hablar de la frontera terrestre más cruzada del mundo. Se trata del paso de más de 20 millones de vehículos y más de 60 millones de personas en un año que entran a Estados Unidos a través de este confín. La migración sigue siendo un problema de gran actualidad. En esta ciudad fronteriza, con tantos migrantes, hay problemas con la trata de personas, con la involucración en el mundo de la venta y consumo de drogas. La ciudad de Tijuana sigue ofreciendo anche grandes oportunidades de realización de sueños, con una grande oferta de empleos, pero también sigue siendo una ciudad con mucha criminalidad, una de las más violentas del país.

Sin duda, los migrantes, los niños, los jóvenes y las familias esperan del Proyecto Salesiano Tijuana una ayuda y una esperanza en la construcción de su futuro, la misión salesiana en Tijuana sigue siendo un lugar donde dar vida a los sueños de Don Bosco y a la realización del Carisma de la Familia Salesiana.

La presencia salesiana de Tijuana la pueden seguir también por medio de sus redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, Youtube.

don Agustín NOVOA LEYVA, sdb director Casa Salesiana Tijuana, México




Descubrimiento de la vocación misionera

La experiencia de Rodgers Chabala, un joven misionero zambiano en Nigeria, a partir del redescubrimiento de Don Bosco al visitar sus lugares.

El joven salesiano Rodgers Chabala forma parte de la nueva generación de misioneros, según el paradigma renovado que va más allá de las fronteras geográficas o de los preceptos culturales: desde Zambia fue enviado como misionero a Nigeria. El curso misionero que vivió el pasado mes de septiembre fue un momento fuerte para él, sobre todo la atmósfera que se respiraba en los lugares de Don Bosco: una verdadera experiencia espiritual.

Don Bosco comenzó su labor con sus propios muchachos, al darse cuenta de que nadie se ocupaba de las almas de estos jóvenes piamonteses, que a menudo acababan en la cárcel por robo, contrabando u otros delitos. Si estos jóvenes hubieran tenido un amigo de confianza, alguien que les instruyera y les diera un buen ejemplo, no habrían acabado allí y por eso Don Bosco les fue enviado por Dios. Podemos decir que todo empezó con el sueño de los nueve años, que Don Bosco fue comprendiendo con el tiempo, gracias a la ayuda de muchas personas que le ayudaron a discernir. Su deseo pastoral de cuidar de las almas de los jóvenes llegó a todo el mundo gracias a los misioneros salesianos, empezando por aquel grupo de once enviados a la Patagonia argentina en 1875. En un principio, Don Bosco no tenía una clara intención de enviar misioneros, pero con el tiempo Dios purificó este deseo y permitió que el carisma salesiano se extendiera por todos los rincones de nuestra Tierra.

La vocación misionera salesiana es una “vocación dentro de la vocación”, una llamada a la vida misionera dentro de la propia vocación salesiana. Desde el principio, Rodgers sintió un fuerte deseo misionero, pero no fue fácil hacer comprender a los demás cuáles eran sus motivaciones. En el momento de su aspiración, cuando aún desconocía la vida salesiana, quedó muy impresionado por el testimonio de un misionero polaco y comenzó a reflexionar y a luchar consigo mismo para descifrar las intenciones de su propio corazón. Cuando el misionero preguntó “¿quién quiere ser misionero?”, Rodgers no dudó e inició el camino del discernimiento, partiendo de la respuesta del salesiano polaco de empezar por amar a su propio país. Obviamente, empezaron a surgir muchos retos y no faltaron momentos de desánimo. Al igual que para Don Bosco, para Rodgers la ayuda y la mediación de muchas personas era esencial para distinguir la voz de Dios de otras influencias y purificar las propias intenciones. Dios habla a través de la gente, el discernimiento no es meramente un proceso individual, siempre tiene una dimensión comunitaria.

El pasado mes de septiembre, Rodgers asistió al curso de formación para nuevos misioneros, que precede al envío oficial por parte del Rector Mayor. Al llegar unos días después que los demás, se reencontró, después de varios años, con algunos de sus compañeros de noviciado y con su antiguo director del estudiantado de filosofía. Se unió al grupo y enseguida notó un ambiente especial, caras sonrientes y verdadera alegría. Las reflexiones sobre la interculturalidad y otras ideas aportadas por el Sector Misiones fueron herramientas útiles para preparar la salida misionera. Durante el curso, los participantes tuvieron la oportunidad de visitar los lugares de Don Bosco, primero el Colle Don Bosco y después Valdocco. El P. Alfred Maravilla, Consejero General para las Misiones, preguntó a los recién nombrados misioneros: “¿Qué efecto tienen en su vida estas visitas a los lugares santos de Don Bosco?”. Cuando uno lee sobre la vida de Don Bosco en los libros, pueden surgir dudas e incluso mostrarse escéptico, pero ver esos lugares con los propios ojos y respirar la atmósfera de Don Bosco recorriendo su historia es algo que difícilmente se puede contar. Además de la memoria histórica de lo sucedido a Don Bosco, Domingo Savio y Mamá Margarita, estos lugares tienen la capacidad de revigorizar el carisma salesiano y hacer reflexionar sobre la propia vocación. La sencillez y el espíritu de familia de Don Bosco muestran cómo la pobreza no es un obstáculo para la santidad y la realización del Reino de Dios. Al hablar de Don Bosco a menudo corremos el riesgo de omitir la parte mística, concentrándonos únicamente en las actividades y las obras. Don Bosco fue verdaderamente un místico de espíritu, que cultivó una relación íntima con el Señor.

Así llegamos al 25 de septiembre de 2022: Don Ángel Fernández Artime, el Don Bosco de hoy, preside la misa con los salesianos de la 153ª expedición misionera SDB y las religiosas de la 145ª expedición FMA, en la Basílica de María Auxiliadora, en Valdocco. Rodgers recuerda haber conocido, unos días antes, a su nuevo superior de la provincia de ANN (Nigeria-Níger), y haber sentido el peso de la responsabilidad por la elección misionera que había hecho. Durante la misa, dice Rodgers, “recibí la cruz misionera y el deseo de ser misionero se actualizó en gran medida”.
“La vocación misionera es una hermosa vocación, una vez que se ha completado cuidadosamente el camino del discernimiento. Requiere una apertura de espíritu para apreciar el modo de vida de otros pueblos. Recemos, pues, por todos los misioneros del mundo y por los que están discerniendo la vocación misionera, para que Dios les guíe e inspire en sus vidas”.

Proporcionado por,
Marco Fulgaro




Voluntariado internacional en Benediktbeuern

Voluntarios de Don Bosco: el compromiso de los jóvenes por un futuro mejor

Desde hace más de 20 años, la Inspectoría Salesiana de Alemania está comprometida en el campo del voluntariado juvenil. A través del programa «Voluntarios de Don Bosco», los salesianos de Alemania ofrecen cada año una experiencia educativa y de vida a unos 90 jóvenes que son recibidos en las casas salesianas de la Inspectoría y en varios países del mundo. Para muchos jóvenes alemanes es habitual, una vez terminados los estudios, dedicar un año de su vida al trabajo social.

No pocos jóvenes alemanes consideran el perfil de los salesianos como una fuente de inspiración a la hora de elegir una organización que los acompañe durante esta experiencia. No obstante, la secularización de la sociedad alemana y la constante pérdida de fieles por parte de la Iglesia en los últimos años, muchos son los jóvenes que llaman a la puerta de los salesianos con la clara intención de ayudar al prójimo y dar su pequeña contribución para la construcción de un mundo mejor. Estos jóvenes encuentran en la figura de Don Bosco una forma de vivir la fe y un buen testimonio de han recibido admisiones de jóvenes aspirantes al voluntariado que no estaban vinculados a la Iglesia ni a los grupos juveniles de los salesianos.

Algunos de ellos no son bautizados, pero reconocen en la oferta educativa salesiana una posibilidad de crecimiento personal, basada en valores fundamentales para su propio desarrollo. Por eso, cada año, muchos jóvenes inician una experiencia de voluntariado con el programa «Voluntarios de Don Bosco»: durante los fines de semana formativos, los jóvenes no sólo aprenden información útil sobre los proyectos, sino que se confrontan con el sistema preventivo y la espiritualidad salesiana, preparándose así para el tiempo en que estarán al servicio de otros jóvenes.

Los voluntarios son acompañados durante su experiencia por un equipo de coordinadores y coordinadoras que se ocupan, además de los aspectos organizativos, del apoyo y acompañamiento previo, durante el transcurso del servicio, y posterior a la experiencia de voluntariado. Esto es así ya que el año de voluntariado no termina el último día de servicio en la casa salesiana que los recibe, sino que continúa de por vida. Este año donde se vive al servicio de los demás representa para los jóvenes una fuerte base de valores que impacta en el desarrollo futuro de los voluntarios. Don Bosco educó a los jóvenes para ayudarlos a ser ciudadanos íntegros y buenos cristianos: el programa “Voluntarios de Don Bosco”, se inspira en este principio fundamental de la pedagogía salesiana y busca crear las bases para la construcción de una sociedad mejor, en la que los valores cristianos sean característicos de nuestras vidas.

La Inspectoría Alemana pone a disposición oportunidades de encuentro para que jóvenes de todas las etapas de la experiencia de voluntariado: reuniones de orientación, ofertas de información en línea, cursos de formación, fiestas y reuniones anuales de intercambio de experiencias son algunas de las actividades básicas sobre las que se construye el éxito del programa «Voluntarios de Don Bosco».

Un equipo de coordinación conformado por empleados del centro de formación juvenil Aktionszentrum de Benediktbeuern y de la Procura misionera de Bonn, a su vez apoyados por el ecónomo provincial P. Stefan Stöhr y por el responsable de la pastoral juvenil P. Johannes Kaufmann, gestiona y dirige todas las actividades, desarrollando el programa en todos sus componentes.

La experiencia de voluntariado inicia con la solicitud de adhesión al programa: los jóvenes que participan en el programa nacional comienzan su servicio en septiembre, participando en 25 jornadas formativas durante el año de voluntariado. Para los voluntarios que pretenden ir al extranjero, el camino es algo más largo: tras una reunión de orientación en otoño, se hacen selecciones y los candidatos reciben testimonios y sugerencias de antiguos voluntarios que ya han participado en el programa. La fase de formación comienza en los primeros meses del año e incluye 12 días de preparación previa, durante los cuales los voluntarios reciben información sobre la pedagogía de Don Bosco, sobre el trabajo de los salesianos en el mundo, sobre temas importantes como la comunicación intercultural y las precauciones que deben tomarse en caso de emergencia durante la experiencia en el extranjero. En julio, los voluntarios reciben una bendición de envío y una medalla de Don Bosco como símbolo de pertenencia a la Familia Salesiana.

La partida de los jóvenes está prevista para el mes de septiembre, y hacia la mitad del servicio se ofrecen encuentros de reflexión a cargo del equipo de coordinación de la Inspectoría de Alemania, y se realizan en las distintas regiones donde trabajan los voluntarios. La experiencia termina con un seminario de clausura que se realiza poco después de regresar del servicio en el extranjero. En éste se sientan las bases de discernimiento para un futuro compromiso con la Familia Salesiana.

Cada año se organizan dos reuniones en la Inspectoría para todos los que han participado en el programa desde el inicio de las actividades en los años 90’. El equipo de coordinación de la Inspectoría se ocupa de todos los aspectos organizativos, entre ellos: la búsqueda de casas salesianas interesadas en colaborar en el ámbito del voluntariado; la financiación de las actividades a través de fondos ministeriales y europeos; el apoyo en caso de emergencias; la organización de los aspectos relativos al seguro médico de los voluntarios; la comunicación con las familias de los mismos.

En los últimos 25 años, más de mil jóvenes han participado en el programa.

Hace unos meses la Inspectoría de Alemania ha realizado un estudio en el que participaron unos 180 antiguos voluntarios. Se constató que los jóvenes siguen comprometidos con el trabajo social incluso muchos años después de su experiencia de voluntariado. Es especialmente evidente que los encuestados quedan sensibilizados y trabajan en cuestiones relacionadas a la injusticia social, el racismo, la ecología y el desarrollo sostenible. Este estudio ha demostrado el valor de este programa, no sólo en cuanto a la ayuda inmediata que los voluntarios pueden prestar a sus comunidades de acogida durante su año de servicio, sino también en cuanto a los efectos positivos que se evidencian a largo plazo, una vez completados sus estudios académicos o habiendo emprendido una trayectoria profesional. Un aspecto importante del programa «Voluntarios de Don Bosco» es su inclusión en programas nacionales y europeos, como el «Cuerpo Europeo de Solidaridad» (de la Comisión Europea), los programas nacionales de voluntariado del Ministerio de Familia y Juventud, o el programa «weltwärts» del Ministerio Federal de Cooperación Económica. Con ellos la oferta formativa de los Salesianos es más visible para las instituciones. Los constantes controles de calidad, que con carácter bianual se realizan por las asociaciones competentes, certifican la eficacia y la transparencia de la oferta formativa del programa «Voluntarios de Don Bosco».

Uno de los aspectos de estos controles de calidad refiere a la cooperación y competencia entre nuestras Procuras y las estructuras de acogida, ya sea en Alemania como en los distintos países del mundo. Esto distingue la oferta salesiana de muchas otras agencias privadas de voluntariado que cooperan con diversas organizaciones de perfiles variados. Nuestros voluntarios trabajan exclusivamente en instalaciones salesianas y están preparados específicamente para esta experiencia de vida. No importa si un voluntario trabaja en un pequeño pueblo del sur de la India o en una metrópolis europea. Hay algo que une a todos estos jóvenes y los hace sentirse como en casa durante su experiencia: Don Bosco, con su presencia en las comunidades de acogida, les ofrece un punto de referencia en la vida cotidiana y les da consuelo y protección en los momentos más difíciles. Por supuesto, sería demasiado fácil decir que una experiencia de voluntariado siempre va bien o sin problemas: para los voluntarios pueden surgir problemas de integración, especialmente en la fase de asentamiento. Pero precisamente en estas situaciones se observa el crecimiento de los jóvenes que aprenden a conocerse mejor a sí mismos, sus límites y sus recursos. El acompañamiento de las comunidades salesianas de acogida y del personal de los centros de coordinación de la Inspectoría de Alemania pretende convertir incluso las fases más difíciles de este camino en oportunidades de reflexión y crecimiento personal.

Nos esperan muchos desafíos en el futuro: los dos últimos años nos han demostrado que el mundo está cambiando y parece crecer en las nuevas generaciones el miedo a que la guerra cancele las perspectivas de una sociedad más justa. El programa «Voluntarios de Don Bosco» quiere ser un rayo de luz y una fuente de esperanza para que nuestros jóvenes, a través de su compromiso, puedan construir un futuro mejor para nuestro planeta.

Francesco BAGIOLINI
Benediktbeuern, Alemania

Galería de fotos Voluntariado internacional en Benediktbeuern

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Voluntariado internacional en Benediktbeuern
Voluntariado internacional en Benediktbeuern
Voluntariado internacional en Benediktbeuern
Voluntariado internacional en Benediktbeuern
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Voluntariado internacional en Benediktbeuern





In memoriam. Padre David FACCHINELLO, sdb

Una vida dedicada a los demás. Padre David FACCHINELLO, sdb

Nacido en la milenaria ciudad de Treviso el 21 de mayo de 1974, fue bautizado en la parroquia de Loria (Treviso), de donde provenía su familia. En la misma ciudad realizó la escuela primaria y secundaria, y continuó su formación estando dos años como interno en la escuela de artes gráficas del Instituto San Giorgio de Venecia, donde conoció a los salesianos. Tras iniciar una experiencia en la Comunidad Salesiana de Mogliano Veneto, continuó sus estudios de diseño gráfico en Noventa Padovana donde se graduó. Esta experiencia lo llevó a conocer y participar de las actividades del oratorio parroquial de Mogliano, las propuestas juveniles del verano, y los grupos formativos. Estos se convertirían en su modo de responder a la llamada divina. Entró en el noviciado en 1993. Su primer destino pastoral fue en la casa Mogliano Veneto Astori con el servicio de catequista en la escuela secundaria, que ofreció hasta el 2011. Luego recibió un nuevo destino en la casa de Este con las tareas de vicario en la comunidad y animador pastoral entre los alumnos del Centro de Formación Profesional. En su corazón nació el deseo de hacer una experiencia pastoral en tierras de misión, por lo que se puso a disposición de la Congregación Salesiana. Al conocer que su destino misionero era Perú, inmediatamente comenzó a estudiar el idioma español, y lo siguió profundizando en la realidad de la misión al mismo tiempo que se sumergía en la cultura local.

Desde su llegada a Perú en 2017, tras un periodo de adaptación, fue enviado a la región de Cusco. En la comunidad misionera de Monte Salvado sirvió como vicario de la Parroquia María Auxiliadora de Quebrada Honda, en el Valle de Yanatile, correspondiente a la selva alta, donde los salesianos acompañan las misiones andinas. Casi dos años después, fue nombrado párroco el 12 de abril de 2019.

Recién llegado se dedicó a conocer al pueblo y a ponerse a su servicio pastoral, colaborando en la comunidad local y siendo fiel a las instrucciones de la Arquidiócesis de Cusco. Al ser una parroquia misionera, decidió visitar periódicamente las setenta y tres comunidades, viajó a las aldeas más remotas, llegando a los hogares más humildes y apartados de aquella vasta región. Deseoso de acercarse aún más a las almas que servía, estudió la lengua quechua.

Ha puesto en marcha proyectos comunitarios de asistencia y promoción, como el comedor parroquial y un amplio programa de asistencia psicológica, y, como buen salesiano, impulsó numerosos oratorios festivos en distintos pueblos. Impulsó intensamente el desarrollo de la renovación catequística, en línea con la Iniciación a la Vida Cristiana, y en profunda sintonía con el Proyecto Educativo-Pastoral de la Provincia. Su compromiso con la Iglesia local fue tan grande que el arzobispo de Cuzco lo nombró decano de la región. Entre los testimonios de la gente destaca el especial cuidado que tuvo por los más pobres entre los pobres, a las que David acompañó y ayudó a promoverse en modo particular y muy discreto.

Los testimonios de quienes lo conocieron confirman que era una persona amable y atenta con los hermanos de la comunidad, un religioso ejemplar, y un apóstol trabajador y comprometido. Desde el primer momento, conquistó el corazón de todos con su amabilidad y su serena alegría; supo ganarse la estima y la confianza de la gente: compañeros, colaboradores, feligreses y jóvenes, gracias a su optimismo, su buen sentido común, su prudencia y disponibilidad.

Además de todo este trabajo apostólico, David era un hermano muy querido: le encantaba estar en la comunidad salesiana, los hermanos apreciaban su buen humor y su capacidad para crear vínculos estrechos.

Los jóvenes de Monte Salvado (la escuela para jóvenes de la selva que son asistidos por la comunidad misionera salesiana) le tenían un gran cariño, apreciaban el hecho de que disfrutara de pasar tiempo con ellos durante el recreo, y estaban impactados por su entusiasmo cuando enseñaba la catequesis: su vida era un verdadero sacramento de la presencia.

Su viaje terrenal terminó justamente después de compartir con la comunidad parroquial la fiesta de la Madre Auxiliadora, el 24 de mayo de 2022. Partió hacia el cielo en el viaje de regreso tras padecer un accidente automovilístico, alrededor de la medianoche. Después de su última celebración a la Virgen, le auguramos que Ella lo acompañe en el.

Dos rasgos fundamentales que Don Bosco vio en San Francisco de Sales son los que más encarnó: la caridad apostólica y la bondad amorosa -amorevolezza-. Fue casi un reflejo de lo que decía el padre Antonio Cojazzi, uno de sus compatriotas: «rostro alegre, corazón en la mano, ahí va el salesiano».

Esperamos que desde el Cielo nos obtenga muchas y santas vocaciones para acompañar a los jóvenes en su camino terrenal. Mientras tanto, recemos por él.

Concédele el descanso eterno, Señor, y que brille para él la luz que no tiene fin. Que descanse en paz.


Video commemorativo




Misionero en la Amazonia

Ser misioneros en la Amazonia significa dejarse evangelizar por la selva

La belleza de los indígenas de Río Negro conquista los corazones e influye de tal manera que hace que el propio corazón cambie, se expanda, se sorprenda y se identifique con esta tierra, ¡hasta el punto de ser imposible olvidar la «querida Amazonia»! Esta es la experiencia de Leonardo Tadeu da Silva Oliveira, un joven salesiano en el corazón de la Amazonia.

¿Cómo surgió en tu corazón la idea de ser misionero?
Durante muchos años este deseo ha madurado dentro mío al escuchar las historias de los misioneros salesianos, sus testimonios como portadores del amor de Dios al mundo. Siempre he admirado a estos hermanos que, habiendo experimentado el amor divino en sus vidas, no podían permanecer en silencio, sino que se sentían obligados a anunciarlo a los demás para que ellos también pudieran manifestar cuánto eran amados por Dios. Entonces pedí hacer una experiencia entre los indígenas en las misiones salesianas de la Amazonia. En el 2021 empecé a vivir y trabajar como «tirocinante» en la comunidad misionera de São Gabriel da Cachoeira, en el estado de Amazonia. Fue una verdadera «escuela misionera», llena de nuevos descubrimientos y experiencias, de desafíos nunca imaginados, afrontando realidades hasta entonces totalmente desconocidas.

¿Cuáles fueron tus primeras impresiones al llegar a una tierra desconocida?
Desde el primer momento en que miré por la ventanilla del avión vi la inmensidad de la selva y los numerosos ríos. Ahí mi mente hizo «clic»: ¡estoy realmente en la Amazonia! Como he visto siempre en la televisión, la región del Amazonas es de una belleza exuberante con hermosos paisajes naturales, verdaderas obras maestras de Dios creador. Otra primera impresión muy bonita es ver a tantos hermanos y hermanas indígenas con características físicas para mí llamativas como el color de su piel, sus ojos brillantes y su pelo negro. Ver la diversidad y la riqueza cultural de la Amazonia me hace valorar nuestra historia, recordar nuestro origen como Brasil y comprender mejor quiénes somos como pueblo.

 

¿Y por qué la elección del Amazonas? ¿Qué tiene de especial para vos?
La Iglesia, incluida nuestra Congregación Salesiana, es esencialmente misionera. No obstante, en la región del Norte esto está aún más marcado porque los territorios son inmensos; el acceso, generalmente por vía fluvial, es difícil y costoso; la diversidad cultural y lingüística es enorme y hay una gran carencia de sacerdotes, religiosos y líderes laicos que puedan llevar a cabo la evangelización y ser presencia de la Iglesia en estas tierras. Por tanto, hay mucho trabajo, es un trabajo «pesado» y exigente. No se trata solamente del servicio de las visitas, la predicación, la celebración de los sacramentos (como podría pensarse de la vida misionera), sino que significa compartir la vida y el trabajo del pueblo, llevar pesadas cargas, sentir en la propia piel las privaciones, la exclusión y el abandono del pueblo por parte de los políticos; pasar horas en el camino o en el río; sentir las picaduras de los insectos; comer la comida de la gente sencilla, «sazonada» con las especias del amor, del compartir y de la acogida; escuchar las historias de los ancianos, a menudo con palabras y expresiones que no conocemos bien; tener los pies y la ropa embarrados, los coches sin calefacción; estar sin internet y, a veces, incluso sin electricidad… ¡Todo esto implica la vida misionera salesiana en la Amazonia!

Cuéntanos algo más sobre la obra salesiana donde has vivido. ¿Qué hacen los salesianos por los jóvenes de la región?
Una de las finalidades de nuestra comunidad salesiana en San Gabriel es el Oratorio y la Obra Social: está el patio salesiano de recreación, donde se realiza un trabajo directo con los jóvenes del «Gabriel» que frecuentan cada día nuestro Oratorio. Encuentran en nuestra casa un lugar para jugar, divertirse y convivir sanamente con sus amigos y compañeros. Los jóvenes de aquí aman el deporte, especialmente el fútbol que es la pasión nacional. Como la ciudad no ofrece muchas opciones de deporte y buen uso del tiempo libre, los niños están presentes en nuestro trabajo durante todo el tiempo en que estamos abiertos, y se quejan mucho cuando llega la hora de finalizar las actividades del día. Cada día pasan por nuestra obra una media de 150 a 200 jóvenes. Además, el Centro Misionero Salesiano ofrece cursos para adolescentes y jóvenes, como por ejemplo talleres de informática y panadería.

Y si un joven que tiene la experiencia de conocerlos y apreciar el carisma, expresa el deseo de hacerse salesiano, ¿hay un recorrido de formación?
Sí, desde hace algunos años nuestra comunidad también gestiona el «Centro de Formaçao Indígena» (CFI), que tiene como objetivo acoger y acompañar a los jóvenes indígenas de todas nuestras comunidades misioneras que estén dispuestos a seguir un acompañamiento vocacional y ser ayudados en la elaboración de un Proyecto de Vida. Este acompañamiento constituye la Aspiración Indígena de la Inspectoría Misionera Salesiana de Amazonia (ISMA). Además de ofrecer este itinerario formativo, el CFI ofrece cursos de portugués, salesianidad, informática y panadería, acompañamiento espiritual y psicológico e inserción gradual en la vida salesiana. Realmente es una experiencia muy valorada por ellos, ya que son los primeros pasos en el camino formativo y se realiza en el ambiente de ellos, con su gente, con el afecto y la cercanía de los salesianos y de los laicos animadores.

¿Dice que hay otras comunidades misioneras además de San Gabriel? ¿Cómo es esto? ¿Cómo funciona el trabajo misionero en Río Negro?
Nuestra comunidad de San Gabriel, por tener más conexiones y servicios, es la base y la que se encarga del enlace y la logística con las misiones nuestras que están en el interior, especialmente Maturacá (con el pueblo Yanomami) e Iauaretê (en el «triángulo tukano»). En estas realidades misioneras, no existe un comercio formal, y cuando lo hay, los precios son extremadamente altos. Por lo tanto, todas las compras de alimentos, productos de higiene, materiales para reparaciones, combustible para las embarcaciones utilizadas en las «itinerancias» (visitas pastorales a las comunidades ribereñas) y la producción de electricidad por medio de un generador, se realizan en San Gabriel, y luego son enviadas por nosotros, a través del transporte fluvial, a estas localidades. Es un trabajo manual muy intenso, porque tenemos que comprar y luego transportar mucho peso en los barcos que llevarán estos productos a nuestros hermanos para que viven y trabajan en las otras misiones. Llevamos bolsas de comida, cajas de espuma de poliestireno con carne y varias «carotes» (contenedores de plástico para transportar líquidos) de 50 litros de combustible cada una. Además de esto, nuestra casa tiene varias habitaciones, siempre disponibles y preparadas para acoger a los hermanos misioneros que están de paso en San Gabriel, ya sea que vayan o regresen de las otras misiones. Se trata de un verdadero trabajo de asistencia y creación de redes.

Y de estos «itinerarios» por los ríos, ¿recuerdas alguna experiencia fuerte?
Sí, por supuesto, en relación con las «itinerancias», una experiencia que me marcó profundamente fue la itinerancia en Maturacá. Vivimos días de profunda experiencia de encuentro con Dios a través del compartir con el otro, con los que son diferentes a nosotros, con el prójimo, porque en las comunidades del pueblo Yanomami hicimos la visita pastoral, conocida como itinerancia.

Además de la sede de la Misión Salesiana en Maturacá, visitamos otras seis comunidades (Nazaré, Cachoeirinha, Aiari, Maiá, Marvim e Inambú). Fueron días intensos y desafiantes. En primer lugar, porque cada comunidad está muy alejada de las demás y el acceso sólo es posible a través de los ríos de nuestro querido Amazonas, recorridos en una embarcación motorizada (llamada «voadeira»), bajo un sol fuerte o una lluvia intensa. En segundo lugar, son comunidades tradicionales yanomami, por lo que el choque cultural es inevitable, ya que tienen hábitos, costumbres y formas de vida completamente diferentes a las de nosotros, los no indígenas. En tercer lugar, están los desafíos prácticos, como la falta de electricidad las 24 horas del día, la ausencia de señal telefónica, la escasez en la posibilidad de elección y variedad de alimentos, la necesidad de bañarse y lavar la ropa en el río, convivir con los insectos y otros animales del bosque… Se trata de una verdadera «inmersión» antropológica y espiritual.
Celebramos la Eucaristía en todas las comunidades y numerosos bautismos en algunas de ellas, visitamos a las familias y rezamos con los niños. Ha sido una experiencia fantástica de encuentro, días especiales, días de agradecimiento, días de volver a lo más esencial de nuestra fe y de nuestra Espiritualidad Juvenil Salesiana: esto es el amor a Jesús, fruto de nuestro encuentro personal con Él, y el amor al prójimo que se manifiesta en el deseo de estar con él y de hacerse amigo suyo.

Esta extraordinaria «itinerancia» sin dudas te ha hecho aprender muchas cosas en tu vida, ¿es así?
La itinerancia es una verdadera «escuela» y nos da algunas lecciones de vida: una es el desapego, ya que mientras acumulamos más «cosas», más «pesado» se hace el viaje; vivir el presente, ya que, en medio de la Amazonia, sin acceso a los medios de información, el único contacto es con la realidad presente, la que nos rodea, la selva, el río, el cielo, la barca; otra es la gratuidad, porque afrontamos las dificultades y el cansancio sin esperar gestos de gratitud humana. Por último, la itinerancia geográfica nos lleva a una «itinerancia interior», a la conversión, al retorno a lo esencial de la vida y de la fe. Navegar por los ríos de la Amazonia es navegar hacia ríos interiores.  Estar en las misiones es estar constantemente provocados a liberarse de ideas preconcebidas y rígidas para ser más libres de amar, recibir al otro y anunciarle la alegría del Evangelio.

Una lección muy especial que aprendo cada día en las misiones es que para ser un buen misionero debo ser alguien profundamente marcado y tocado por el amor misericordioso de Dios, y sólo a partir de esta experiencia puedo estar dispuesto a «llevar» y «mostrar» a todas partes cómo Dios nos ama y puede transformar toda la vida. También aprendo que, siendo misionero, tomo y muestro este amor, antes que nada, con mi propia vida entregada a la misión. Sin decir una palabra, por el simple hecho de dejar mis orígenes y abrazar nuevas culturas, puedo revelar que el amor de Dios vale mucho más que todas las cosas que consideramos valiosas en nuestras vidas. Por eso, la vida del misionero es de por sí, su primer y mayor testimonio y proclamación.

Has vivido esta experiencia misionera, pero ¿se podría decir que también tú has sido evangelizado? En su corazón, ¿qué le ha dado más satisfacciones?
Finalmente, estando en San Gabriel, el municipio más indígena de Brasil, «hogar» de 23 grupos étnicos, multiculturales y multilingües, me doy cuenta cada día de que, al llamarnos a ser misioneros, Dios nos invita a dejarnos encantar por la belleza y el misterio que es cada persona y cada cultura de nuestro mundo. Por eso, a ejemplo del Maestro Jesús, misionero del Padre, estamos llamados a «vaciarnos» de todo para «llenarnos» de las bellezas y maravillas presentes en cada rincón de la tierra y asociarlas a la preciosidad del Evangelio. Esta fue una de las experiencias más profundas para mí.

Finalmente creo que la satisfacción viene de las sonrisas y los gritos de nuestros niños y niñas jugando, corriendo, saltando, lanzando una pelota, contando sus chistes; viene de las miradas curiosas y brillantes de los hombres y mujeres del bosque; la alegría viene de contemplar la belleza de la naturaleza, la generosidad de la gente y la perseverancia de los cristianos que, a veces, permanecen durante meses sin la presencia de un sacerdote, pero que miran y tocan con amor y devoción los piececitos de la pequeña imagen de la Virgen o la cruz del altar. En las misiones salesianas de Río Negro se aprende a vivir sin excesos, a valorar la sencillez y a alegrarse de las pequeñas cosas de la vida. Aquí todo se convierte en fiesta, baile, música, celebración, fe… Aquí se vive en la misma pobreza y sencillez que en los inicios de Valdocco, donde vivieron y se santificaron Don Bosco, Mamá Margarita, el adolescente Domingo Savio, el Padre Miguel Rúa, y tantos otros. ¡Estar en la Amazonia ciertamente nos enriquece como personas, como cristianos y como salesianos de Don Bosco!

Entrevista del P. Gabriel ROMERO al joven salesiano Leonardo Tadeu DA SILVA OLIVEIRA, de la Inspectoría de São João Bosco, con sede en Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil.

Galería de fotos de la Amazonia

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Misionero en la Amazonia
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Familia Salesiana. Como las ramas de un árbol

Siempre había admirado a Don Bosco, su pasión por los jóvenes, su espiritualidad alegre y concreta, pero ignoraba que había una gran familia en torno a él. Cuando alguien me habló por primera vez de la Familia Salesiana hace algún tiempo, señaló un gran roble que se erigía majestuosamente frente a mí y me dijo: «Mira ese árbol. La Familia Salesiana es así: tiene un tronco fuerte y sólido que es Don Bosco, bien arraigado a la tierra, a la realidad concreta de la vida cotidiana —los jóvenes, los pobres, los retos de cada día que esperan respuestas, …— y tiene muchas ramas que miran al cielo —los distintos grupos nacidos de su carisma—. Hay grupos de religiosos y grupos de laicos, hombres y mujeres: hasta treinta y dos comunidades que comparten la misma espiritualidad, la misma pasión por la misión, ¡pero cada uno la realiza a su manera!»

Me gustó la imagen del árbol: las ramas estaban cerca unas de otras, creciendo de forma independiente pero unidas al tronco y alimentadas por la misma savia de la planta. Juntas hacían que el árbol fuera frondoso, exuberante, un refugio excepcional para los numerosos pájaros que lo habían elegido como hogar. ¡Podría haber sido un hogar para mí también! También me gustaba la idea de «familia»: me daba una buena sensación, de intimidad, de apoyo mutuo. Lo primero que atrajo mi interés fue el hecho de que todos los grupos juntos, a pesar de su autonomía, forman una gran comunidad donde se vive un ambiente de fraternidad y alegría, de cercanía y confianza. Es un estilo que caracteriza a todos los grupos: los Salesianos de Don Bosco, las Hijas de María Auxiliadora, los Salesianos Cooperadores, la Asociación ADMA y a todos aquellos que, a lo largo de los años, han sido fundados por «Hijos de Don Bosco», cada uno con su propia particularidad. Hay hermanas que se ocupan de los leprosos y otras que realizan su misión en pequeños centros donde no llegan los demás; religiosas que se ponen al servicio de los nativos y otras que acogen a los niños. También hay grupos de laicos, desde los que evangelizan a través de los medios de comunicación hasta los que se dedican a la actividad misionera ad gentes o se comprometen a estar presentes en el ámbito social, llevando los valores recibidos en los círculos salesianos. Por último, existen también Institutos Seculares masculinos y femeninos, con laicos consagrados que se comprometen a ser misioneros en el corazón del mundo.

Una gran variedad de vocaciones unidas por un único carisma, una única espiritualidad: la de Don Bosco.

Yo también quería entrar en esta aventura. A medida que avanzaba iba comprendiendo lo que significaba «pertenecer»: formar parte de una familia natural no significa simplemente tener el mismo apellido, sino también participar en su historia, compartir sus valores, sus proyectos, sus trabajos, y lo mismo ocurre con la Familia Salesiana. Pertenecer a ella es una elección, es una vocación a la que se responde, y a partir de ese momento se crece juntos, se crean y fortalecen lazos, se sueña juntos, se planifica juntos, se construye juntos, se ofrece y recibe apoyo, se AMA. Esto es lo que significa construir una Familia.

Ya en 2009, el sucesor de Don Bosco en aquel momento, el P. Pascual Chávez, dijo con contundencia: «Hago un llamamiento urgente a esta Familia a adquirir una nueva mentalidad, a pensar y actuar siempre como movimiento, con un intenso espíritu de comunión (concordia), con un convencido deseo de sinergia (unidad de intenciones), con una madura capacidad de trabajar en red (unidad de proyectos)».

No se trata, pues, de una agregación de grupos que, como las mónadas, viven de forma autorreferencial ignorando el camino de los demás, sino de la respuesta a una llamada a vivir en plena comunión, ¡provocando una verdadera revolución copernicana! Se trata de poder sentir, cuando se entra en un grupo salesiano, que no se está solo, que en primer lugar se entra a formar parte de una familia, de un movimiento de espiritualidad apostólica, que luego se concreta en un modo particular de vivir el mismo don. Se trata de aprender a reconocerse como parte de un todo y de entender que caminando y trabajando en sinergia con los demás todos nos enriquecemos y podemos conseguir mejores resultados. Se trata de aprender a reconocer la riqueza de los carismas de los demás, de comprometerse a hacer crecer no solo el propio, sino también el de los otros grupos, y de construir una comunión basada en el respeto a las especificidades de cada uno, de colaboración, de aprecio por todos.

Don Bosco tuvo realmente una intuición original y fascinante: ¡unir las fuerzas para hacer más eficaz nuestra misión!

En una carta al cardenal Giovanni Cagliero (27 de abril de 1876), Don Bosco escribía: «Antes bastaba con unirse en la oración, pero ahora que hay tantos medios de perversión, perjudiciales sobre todo para los jóvenes de ambos sexos, es necesario unirse en el campo de la acción y del trabajo».

Y de nuevo en el Boletín Salesiano de enero de 1878, dirigiéndose a los cooperadores: «Debemos unirnos entre nosotros y todos con la Congregación. Unámonos, pues, apuntando al mismo fin y utilizando los mismos medios para conseguirlo. Unámonos como una sola familia con los lazos de la caridad fraterna».

Sin embargo, «trabajar juntos» no significa siempre trabajar «codo con codo», no significa intervenir de una manera uniforme, no significa hacer todos lo mismo, sino saber leer juntos los contextos personales y sociales de los jóvenes, saber encontrar posibles estrategias de intervención para alcanzar objetivos compartidos y saber coordinarse, en sinergia, con reciprocidad, con responsabilidad común e individual.

Como en cualquier familia, en la Familia Don Bosco cada uno tiene su propio papel, pero todos se esfuerzan por alcanzar los mismos objetivos. Cada grupo tiene su propia especificidad, que debe ser respetada y valorada; tiene su propia caracterización que no cumple por sí misma todo el carisma que el Espíritu ha dado a través de Don Bosco a la Iglesia y al mundo, sino que saca a la luz aspectos del mismo siempre nuevos y originales. Por otra parte, nadie puede pretender ser el «dueño» del carisma, sino simplemente su custodio. En la Familia Salesiana se puede decir que cada grupo está incompleto sin el otro. Todo esto me hace pensar en un rostro de Don Bosco formado por muchas piezas de un rompecabezas: si faltan algunas piezas, los rasgos de la figura se desfiguran, el rostro no es reconocible. Las piezas unidas mostrarán un Don Bosco completo.

¡Juntos, en comunión, para vivir la misión! De esta manera todos los grupos pueden colaborar en la formación y profundización carismática; pueden, a partir de situaciones concretas, planificar juntos y promover un compromiso compartido en el territorio donde cada uno pueda ofrecer su propia «especialización»; pueden trabajar en red con espíritu fraterno, para ser más eficaces.

Sabemos bien lo urgente que es hoy comprometerse por un mundo más justo y más humano, lo necesario que es indicar horizontes de esperanza a muchos jóvenes, lo indispensable que es dar testimonio de solidaridad, de unidad y de comunión en una sociedad tentada constantemente a encerrarse en sí misma.

Sí, es una Familia realmente hermosa.

Quiero cantar mi agradecimiento a Don Bosco que, a disposición del Espíritu Santo, sembró una semilla en la tierra. Esa semilla brotó, se convirtió en una gran planta con muchas ramas, hojas, flores… Un gran árbol.

Ahora sé que quien sienta la misma pasión que Don Bosco, el mismo deseo de hacerse misión para los jóvenes, los pobres y los últimos, encontrará su lugar entre sus ramas y contribuirá a hacer el mundo más hermoso.

Giuseppina BELLOCCHI




De Croacia a Etiopía: el sueño misionero de don Bosco continúa

De Croacia a Etiopía: el sueño misionero de don Bosco continúa

Testimonio de Josip Iván SOLDO sdb, croata, misionero de Don Bosco enviado a Etiopía entre los miembros de la 151ª expedición misionera. La llamada misionera surge en el seno de la vocación salesiana como una invitación a salir e ir donde el Señor nos llame.

Me llamo Josip SOLDO, soy un salesiano croata nacido en Bosnia-Herzegovina.
Empiezo diciendo que mi familia siempre ha desempeñado un papel importante en mi vida: tengo tres hermanos y dos hermanas, una de las cuales es mi hermana gemela; estoy muy orgulloso de mis dieciséis sobrinos; mi madre, Verónica, sigue viva, mientras que mi padre murió en 2006.
Si repaso mi historia vocacional, puedo decir que desde pequeño sentí el deseo de ser sacerdote.  A los cinco años ya era monaguillo y permanecí en este servicio hasta la enseñanza media. En la adolescencia, sin embargo, me alejé de la Iglesia, manteniendo solo la tradición de ir a misa los domingos y confesarme, pero sin un verdadero interés ni compromiso.

Alrededor de los 24-25 años comenzó mi conversión. En esa época yo trabajaba en una empresa de comida rápida y sentí la necesidad de volver a conectar con Dios, leyendo la Biblia en los descansos de mi trabajo. Poco a poco la Palabra de Dios descendía a mi corazón y yo me sentía confundido. Era un joven «normal», me encantaba ir a las discotecas, salir con los amigos y divertirme con ellos, hacer que las chicas se fijaran en mí, con la esperanza de encontrar algún día mi alma gemela. El encuentro con un sacerdote salesiano cambió mi vida y tomé la decisión de profundizar en el carisma de Don Bosco, con el deseo de llegar a ser algún día salesiano sacerdote. Durante dos años estuve en la comunidad del prenoviciado; necesitaba conocer realmente a Don Bosco, porque los salesianos no estaban presentes donde yo vivía; basta decir que en mi pueblo me preguntaban si los salesianos formaban parte de la Iglesia Católica, pensando que fueran una secta. La idea de ayudar a los jóvenes pobres, educarlos para una vida mejor y acercarlos a Cristo me fascinó inmediatamente.

En 2016 me trasladé a Italia, a Roma, donde permanecí tres años, primero en el noviciado de Genzano, donde hice mis primeros votos como religioso el 8 de septiembre de 2017, y luego en la Comunidad de San Tarcisio para estudiar filosofía en la Universidad Pontificia Salesiana. Dentro de mí sentía un fuerte deseo de ir más allá, de llegar lejos, pero no estaba aún lo suficientemente maduro para tomar una decisión seria y difícil, como la vida misionera. Cuando volví a Croacia para hacer el tirocinio, me di cuenta de que mis dudas, mis incertidumbres, mis miedos, el no sentirme a la altura o la inexperiencia no podían impedirme estar dispuesto a ser misionero. Dios trabaja a través de nosotros, incluso cuando no somos conscientes y no podemos confiar únicamente en nuestra propia y limitada fuerza humana. Él utiliza nuestras debilidades, nuestros pequeños matices para mostrar su grandeza. Muchas veces me había ocurrido que me había preparado bien para las reuniones con los jóvenes y luego ellos no recordaban nada de la reunión, pero me contaban lo significativas que habían sido para ellos las cosas dichas en los momentos informales, de las que a menudo ni siquiera yo mismo me daba cuenta. Comprendí que Dios no necesita superhéroes sino «siervos inútiles» que tengan en su corazón el deseo de servirle; y entonces escribí mi solicitud al Rector Mayor para ser misionero salesiano, ad gentes.

El mismo año en que comenzó la pandemia de Covid, recibí la respuesta del Generalato: ¡misionero con destino a Etiopía! El primer paso fue aprender a tener paciencia, en medio de las limitaciones debidas a la situación sanitaria y a la lentitud de la burocracia para obtener los documentos necesarios. Mientras tanto, realicé mi tirocinio en las comunidades de Split y Zagreb, dos experiencias diferentes en las que tuve la oportunidad de conocer a muchos hermanos santos y jóvenes que me mostraron el rostro y la voz de Dios.

¡Por fin, a principios de septiembre del año pasado, llegué a Etiopía! En el «Bosco Children» de Addis Abeba pude estar entre los chicos: muchos de ellos vienen de la calle; los salesianos les dan una segunda oportunidad acogiéndolos en el centro. Hay chicos refugiados, chicos que han tenido que huir de sus ciudades o de sus casas, otros han nacido y han vivido siempre en la calle. Los salesianos les ofrecemos la posibilidad de tener una nueva vida, mediante la educación, la vivienda y todo lo que es necesario para una vida digna de un ser humano. Los chicos que ingresan en el programa del Bosco Children viven allí de dos a tres años hasta que están preparados para reintegrarse a su familia o a la sociedad. Otro servicio que realicé este año fue la construcción del sitio web (boscochildren.com), gracias a la ayuda y el apoyo de algunos buenos hermanos de Croacia y del movimiento juvenil croata llamado Nova Eva. Como ya tenía experiencia como cocinero, me propusieron hacer pan con los jóvenes: todos los días cocinábamos pan para todo el centro y la comunidad, con el sueño de abrir algún día una verdadera panadería con puestos de trabajo y cursos de formación. Por lo demás, nuestro centro es un «Valdocco en Addis Abeba»: granja con conejos, gallinas y vacas, escuela de mecánica de automóviles, carpintería, metalistería, electricidad, cocina, sastrería… todo para educar a nuestros chicos y prepararlos para la vida.

El choque cultural para mí fue bastante fuerte: la comida diferente, un idioma que no pude aprender enseguida, las costumbres de una nueva cultura… Experimenté muchas emociones, me sentí nervioso y a menudo buscaba estar solo.

Tengo que agradecer al Sector de Misiones de la Congregación por el curso de formación de misioneros que acaba de terminar, porque ha sido una oportunidad para darle nombre a estos shocks, para ver que otros misioneros también viven los mismos desafíos y que el proceso de inculturación no es fácil. A pesar de las dificultades, siento en mi corazón un fuerte deseo de seguir adelante y empujarme para la superación de mí mismo. Con el tiempo sé que comprenderé que en la vida misionera el Señor no pide mucho; «lo pide todo», para dártelo todo.

Mi formación hacia el sacerdocio continúa con el inicio de los estudios de teología, antes de volver a la misión. Seguramente habrá nuevos desafíos, pero también la alegría de estar donde el Señor me quiere, la plenitud de saber que lo que estoy haciendo es la voluntad de Dios. Ahora siento que no hay nada que pueda llenar tu corazón como lo hace el Señor cuando estás allí donde Él te quiere, cuando sabes que tu vida encuentra plenitud de sentido en su plan divino, y la esperanza de que nunca te abandonará, hasta el cielo, donde espero estar un día junto a muchos hermanos.

Entrevistado: Marco FULGARO