4 Dic 2025, Jue

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Un día, el maestro hizo la siguiente pregunta a sus discípulos: “¿Por qué grita la gente cuando está enfadada?”
“Gritan porque pierden los nervios”, respondió uno de ellos.
“Pero, ¿por qué gritar si la persona está de tu parte?”, volvió a decir el maestro.
“Bueno, gritamos porque queremos que la otra persona nos escuche”, respondió otro discípulo.
Y el maestro volvió a preguntar: “¿Entonces no es posible hablarle en voz baja?”
Se dieron otras respuestas, pero ninguna convenció al maestro.
Entonces exclamó: “¿Sabéis por qué se grita a otra persona cuando uno está enfadado? El hecho es que cuando dos personas están enfadadas sus corazones están muy separados. Para cubrir esta distancia tienen que gritar para que se les oiga. Cuanto más enfadados están, más fuerte tienen que gritar para oírse. En cambio, ¿qué ocurre cuando dos personas están enamoradas? No gritan, hablan en voz baja. ¿Y por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es pequeña. A veces sus corazones están tan cerca que ni siquiera hablan, susurran. Y cuando el amor es más intenso, ni siquiera es necesario susurrar, basta con que se miren. Sus corazones se entienden. Esto es lo que ocurre cuando dos personas que se aman se acercan”.
Por último, el profesor concluyó diciendo: “Cuando discutan, no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que les distancien aún más, porque llegará un día en que la distancia será tan grande que nunca encontrarán el camino de vuelta”.

P. Bruno FERRERO

Salesiano de Don Bosco, experto en catequesis, autor de varios libros. Fue director editorial de la editorial salesiana Elledici. Es redactor jefe del periódico italiano "Il Bollettino Salesiano", en versión impresa.